miércoles, 1 de junio de 2011

REALIDADES Y FICCIONES
—Revista Literaria—
Nº 5 — Junio de 2011 — Año II

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Sumario: 

Poesía (Luis Benítez): 
• Reportaje al poeta José Muchnik. 
• Selección de poemas de José Muchnik. 

Narrativa (Héctor Zabala):
• “Zugzwang” de Rodolfo Walsh. Cuento y análisis. 
• “El que se enterró” de Miguel de Unamuno. Cuento y análisis. 
• “Pantaleón y las visitadoras” de Mario Vargas Llosa. Pequeña reseña. 

Ensayo:
• Para una teoría estocástica del relato. (Agustín Romano) 

Y algo más… 
• La leyenda urbana. (Héctor Zabala)



Reportaje al poeta y promotor cultural José Muchnik, desde París, Francia 

STRIP WORD: LA PUESTA AL DESNUDO DE LA PALABRA 

Entrevista de Luis Benítez ©
Fotografías: archivo personal del autor 

Afincado desde hace décadas en París, el poeta argentino José Muchnik posee una nutrida trayectoria autoral, además de desarrollar una elogiable actividad como difusor de la poesía. En esta entrevista brinda precisiones respecto de la situación del género en Francia, cuál es la presencia de la poesía latinoamericana y cómo es allí el ambiente literario actual, entre otras cuestiones. 

Luis Benítez: ¿Cuáles son tus expectativas respecto de este reportaje?
José Muchnik: Te agradezco las preguntas, es bueno cultivar la diversidad de géneros literarios. La entrevista es uno de esos géneros y también una puesta en escena. Entre poetas podríamos ambicionar un “strip word” (inventando neologismos en inglés); una puesta al desnudo de la palabra, las pobres están usadas, es difícil sacarles el tufillo a sudor del que se fueron impregnando, las camisas al lavarropas ¿conoces máquinas lavapalabras? Ardua tarea hemos escogido los poetas, desengrasar palabras para dar nuevas vibraciones a voces y lenguajes, como abnegados ecologistas que lavan una por una aves caídas en un derrame marino de petróleo para devolverlas a su vuelo. Tomaremos como guía tus preguntas, bienvenidos estimados lectores al Benítez-Muchnik “strip word show”, confesemos que la poesía sirve también de paraguas protector: a nuestra edad, contra la acidez de lluvias y escalpelos ¿qué otros desnudos podríamos mostrar? 

LB: ¿Qué es la poesía? 
JM: Más que pregunta, una grieta entre carne y espíritu para que intentos de respuesta levanten acrobáticos vuelos tratando de apresar el aire entre sus fintas. Nuestros hermanos mayores no han cesado de plantearse la pregunta. “Poesía fijar vértigos” [1] dijo Arthur Rimbaud. El desafío: poner en palabras emociones, alucinaciones, el “vértigo” de un instante. “La poesía es entrar en el ser” (Octavio Paz), la poesía como manera de existir en el mundo y de trascenderlo. “La poesía es metamorfosis, cambio, operación alquímica, y por eso colinda con la magia, la religión y otras tentativas para transformar al hombre y hacer de ‘este’ y de ‘aquel’ ese ‘otro’ que es el mismo” [2]. Aimé Césaire nos brinda una definición más cálida, más palpable, que converge con las precedentes, la poesía desgarrada entre palabras y vida, entre sueños y realidad. “La poesía es ese andar que a través de la palabra, la imagen, el mito, el amor y el humor me instala en el corazón viviente de mí mismo y del mundo. El poeta es ese ser muy viejo y muy nuevo, muy complejo y muy sencillo, que, en los confines vividos del sueño y de la realidad, del día y de la noche, entre ausencia y presencia, busca y recibe, en el desencadenamiento repentino de los cataclismos interiores, la palabra puente entre connivencia y potencia” [3]. Roberto Juarroz resume a su manera el desafío de “fijar vértigos”, de traducir emociones en palabras: "La poesía es el intento de decir lo indecible, el uso más arriesgado del lenguaje" [4]

LB: Y tu opinión, José, me da la sensación de que te estás escapando por la tangente. 
JM: No Luis, no me escapo del “strip word show”, diré también lo que yo pienso / siento. Mi visión resulta no solo de mi condición de poeta sino de mi vivencia como antropólogo. Confieso que tengo una cierta inclinación a desacralizar la poesía, la “bella inasible”: me tienta ponerle una mano bajo la falda, tratar de tocarle la bombachita, sentir sus humedades mezcladas con barro, brasas y salsa de tomates, la experiencia poética no es solo literaria, concierne la vida en todas sus dimensiones. Comencemos por el comienzo: la poesía, condensación ritmada del lenguaje, existe mucho antes que la escritura, en los cantos que han acompañado la labor de los agricultores o de los herreros, en las fórmulas mágicas para curar enfermedades, convocar a los dioses o acompañar a los muertos en su misterioso viaje… La poesía también fue una herramienta de memorización, que ha permitido la transmisión oral de mitos, ritos, saberes y conocimientos [5]. Como lo ilustra la epopeya de Gilgamesh [6], primer poema épico del cual tenemos rastros escritos. La poesía no es solo espíritu, es también materia, materia para transmitir, para comunicar con nuestros semejantes, para vivir en “los confines del sueño y la realidad”, para existir en sociedad y al mismo tiempo construir sueños / utopías para soportar / revolucionar, la sociedad en la que los azares del destino nos ha sembrado. La poesía no es una, es muchas, muchas dimensiones / arterias simultáneas. Una confesión: para mí la poesía es también un salvavidas, no te imaginas, querido Luis, las veces que me ha salvado, las veces en que frente a las olas de imbecilidad y mezquindad cuando se conjugan los equinoccios de Narciso, me aferro a ese salvavidas y me dejo flotar, flotar, flotar… La búsqueda de Antonin Arthaud de una “voz de antes que las palabras” [7] plantea esta necesidad de poesía primigenia, poesía como memoria, aliento, ritmo, canto. Podríamos decir entonces que la esencia de la poesía es encontrar las palabras dichas y las palabras no dichas, los sonidos y los ritmos, para acercarse a una hoja que tiembla, he aquí la tarea desmesurada de los poetas: tratar al mismo tiempo de condensar el lenguaje y de hacerlo estallar, como una gota de perfume cayendo sobre la superficie de las palabras, produciendo ondas y fragancias inesperadas. "Poesía, no forma de escribir, si labios al vivir" (P. José) [8] expresa bien esta pérdida irremediable entre la vida y los textos, este “imposible poético” que tratamos de alcanzar, tratamos… Una precisión importante, si bien podemos considerar que existe una esencia poética única, la misma puede manifestarse a través de múltiples formas de expresión. Todas las expresiones artísticas, la danza, el teatro, el cine, la música, la escultura, la pintura, la fotografía… constituyen formas de expresión poética, es más, me atrevería a decir que la “carga poética” de dichas formas de expresión está íntimamente relacionada a su valor artístico. Debemos sobrepasar un cierto “elitismo poético”, en Argentina las tradicionales payadas, vidalas, coplas, el tango… y más allá de nuestras fronteras, el rock, el rap o el slam, forman parte de la diversidad de formas de expresión poética. A cada uno sus gustos, a cada uno de apreciar la poesía según su propia sensibilidad, cruda o sublimada, gratinada o a la vinagreta. 



LB: ¿Cuáles son los ejes temáticos de tu poesía? 
JM: Estaría tentado de retomar la expresión de Paul Celan [9] diciendo que para mí no se trata de una cuestión de temática sino de neumática, de aliento, de aire, lo que respira la poesía. Soy asmático y por ello muy sensible a esta cuestión de la respiración. He escrito libros muy diversos como “Ocho poemas para perder el tiempo”, “100 años de libertad & Coca Cola”, “Arqueología del amor”, “Amazonia he visto”, “Propuesta poética para anular la deuda exterior”, “Guía poética de Buenos Aires”, “Tierra viva luces del mar”… Como participante del grupo de Boedo “Baires Popular” algunos me encasillan como “poeta social” dentro de una tradición “boedónica”. Todos los poetas son sociales, lo que cuenta como dijimos es la emoción que alcanza a transmitir la palabra, que esa emoción nos permita Intuir / sentir “el otro lado” de la realidad, descoserle el forro para vestirnos con ropas que permitan tomar vuelo, acceder por instantes al lado mágico de nuestras existencias. Acabo de ser abuelo por tercera vez: ¿Cómo poner en palabras la emoción que nos transmite el llanto de un recién nacido? ¿Qué aire, qué aliento ponerle a esas palabras? Sobre este punto te dejo un extracto de Mi-asma (poema inédito): “desde muy niño poesía crónica. Vórtices del alma aspirándome hacia algún sentido en los pliegues de la noche / ¿asma o poesía crónica?… una me ahoga la otra me respira”

LB: ¿Qué autores influyeron en tu obra? 
JM: Siguiendo el ejercicio de “strip word”, me seguiré desnudando, te contaré cosas que raramente cuento. Mi primer contacto con la poesía fue en ruso, a través de un poeta que como tantos “pasó al olvido”: Leonid Ravitz (olvido eterno o transitorio ¿quién lo sabe?). Precisemos que ese poeta era hermano de mi madre, mi tío, nunca lo conocí, él no emigró, formaba parte del LEF [10], atravesó dos guerras mundiales y murió a comienzos de los años sesenta. Mi madre recibía sus libros y me leía llorando sus poesías en ruso, yo creía que entendía poco, con el tiempo me di cuenta que entendía lo esencial, la emoción transmitida por el alma de las palabras. Esa fue la primera gran influencia, recibida como mandato por un niño de ocho años. Luego lo que a muchos de nuestra generación: Neruda, Vallejo, Whitman, Beaudelaire, Rimbaud, Pessoa, Octavio Paz… no sé si se puede hablar de influencias, sí de descubrimiento del lenguaje poético. Quedé deslumbrado por la generación de poetas rusos que revolucionaron la poesía del siglo XX: Vladimir Maiakovski, Osip Mandelstam, Ana Akhmatova, Marina Tsvetaieva, Boris Pasternak… No era fácil conseguir buenas traducciones en español, aún hoy no es fácil. ¡Qué obra! ¡Qué vidas! Como diría más tarde André Breton, revolucionaron la poesía, concibieron sus vidas como una obra de arte, poesía más que una forma de escribir una forma de existir… De los poetas argentinos me identifico con Oliverio Girondo, con su insolencia, con sus transgresiones, aunque Jorge Luis Borges lo calificó en su momento del Peter Pan de la poesía, voló muy alto, pues él sabía que “no se puede hacer el amor sino volando”. Interesante destacar que son muy pocas las poesías de Girondo traducidas al francés. Admiro a Alejandra Pizarnik y Roberto Juarroz, aunque tampoco creo que podamos hablar de influencia. Algunos años más tarde, encontré un poeta que tal vez sí me haya marcado: Vicente Alexandre, el catalán, ¡qué maravilla! 

LB: ¿Tienes alguna manía, alguna superstición que acompaña tu escritura? 
JM: Tengo mis libretitas, siempre del mismo formato, casi nunca salgo de casa sin mi libretita y mi broncodilatador. Más que notas junto piedras, caminando, en un bar o en las situaciones más insólitas sigo juntando piedras, palabras brutas, textos inconclusos, que esperan cincelado, pulido, a veces llega, algunas de esas piedras se transforman en poesía, otras quedan con su forma bruta. Continuando con mi puesta al desnudo, otra confesión: un gran placer abrir mis cajas llenas de piedras brutas, asombrarme al palparlas cargadas de tiempo y elegir algunas para darles forma, sin entender por qué fueron esas piedras las elegidas, el poeta es también un escultor de palabras. Volviendo a las influencias, me doy cuenta de que poco a poco en esta travesía uno se asombra de su propia ignorancia, y descubre maravillado nuevos / viejos poetas… y se da cuenta de que consciente o inconscientemente va transitando huellas, ¿cuáles borrará el viento? Eso es algo difícil de predecir. Al respecto te dejo un pedazo de piedra inédita: “inútil buscarse en enciclopedias antes de tiempo / todo se repite mas nada se repite / El problema… / encontrar sus propios contornos / entre tantas repeticiones” (extracto de “Ontología de café”). 

LB: ¿Cuál es tu trayectoria como organizador de encuentros literarios y difusor de la poesía?
JM: Comencemos por la palabra trayectoria. Desde la loma de mis sesenta y cinco años el sendero recorrido va tomando relieves. Podría dividirlo en tres postas, donde fui cambiando aire y caballos: inundación, desierto, voces. Como te decía, desde muy niño poesía crónica, el cielo estrellado se hacía cada vez más profundo, lo miraba, lo miraba… y poco a poco me iba durmiendo recostado en una reposera en el patio de la casa de la calle Colombres, así vinieron mis primeros versos, surgidos del diálogo entre niño y cielo, luego el secundario, la facultad, la efervescencia de los años ‘60 / ‘70, poesía anclada en esos años, luego el ‘76, con su 24 de marzo, grupos de tareas, terrorismo de Estado, desaparecidos, desaparecidos… cada día más desaparecidos. La pelota me pegó en el poste, dejemos los detalles para otra entrevista, me fui a Francia el 28 de septiembre de 1976, los poemas inéditos los puse al abrigo en una caja en el sótano de la ferretería de Boedo. Meses más tarde, una carta de mi madre me informaba que el sótano se había inundado, así se disolvió esa poesía, con pintura en polvo, cal, tiza, anilinas… muy poco se salvó de la inundación. Así, chorreando versos perdidos, comienzo la travesía del desierto, escribo, escribo, junto piedras, no veo a nadie, no me dan ganas, publico como puedo, quince a veinte años de poeta ermitaño, luego algunos encuentros, algunos amigos que me ayudan a bajar del camello, ¿tal vez el duelo ya estaba maduro?, festivales internacionales, espectáculos poético-musicales, exposiciones de foto-poesía… las palabras quieren encontrar sus voces. 

LB: ¿Cuál es tu experiencia con las lecturas de poesía? 
JM: Buena pregunta y como ya te dije que no me escapo, voy al nudo polémico de tu interrogante sobre los encuentros literarios y la difusión de la poesía. Otra confesión en nuestro “strip word show”: las lecturas públicas de poesía muy a menudo evolucionan asintóticamente hacia el embole total. No ser secreto para nadie, grave problema existir, tribu de poetas danzar en círculo cerrado, fuego ahogarse, metáforas incandescentes, opacarse, transformarse en cenizas… Falta respiración, Luis, falta aire, muy difícil que seis poetas lean en una hora, cada uno necesita su propio aliento, confieso que a veces me he visto obligado de hacerlo, en carácter de organizador del Festival Internacional de París por ejemplo, pero creo que “nunca más”, en última instancia prefiero volver al desierto. Creo que el tema de la lectura, de la puesta en voces de la poesía merece un debate profundo. Tiro algunos dados sobre el tapete: en mi opinión más que lectura se trata de interpretación, se trata de inhalar un texto escrito y de expirarlo en voces; para este ejercicio, en muchos casos, no es el poeta-autor el mejor posicionado para realizarlo, le falta distancia, la voz emerge pegada a las palabras, difícil que tome vuelo. Personalmente prefiero preparar con otros la lectura y escuchar mis poemas en otras voces. Una provocación: el Narciso en erección permanente es una patología muy difundida entre los poetas, esta forma de priapismo se agudiza en las sesiones de lectura pública… un poemita más, y un poemita más… más, más, míos, por supuesto míos. ¡Por supuesto que el Narciso es necesario! ¡Pero en dosis homeopática, por amor de Dios! Un detalle: no es un intervalo musical, a menudo fuera de tono, que puede resolver la evolución asintótica hacia el embole total, hay que abordar la cuestión de fondo, la tensión / armonía entre voces y palabras. 

LB: ¿Cuál es la situación de la poesía francesa actual? ¿Cuáles son los autores más destacados? 
JM: La situación de la poesía francesa no creo que sea muy diferente de la situación de la poesía en la mayoría de los países latinoamericanos: bella y marginal, alabada e ignorada. En los medios de difusión importantes (prensa, radio, televisión…) el lugar de la poesía tiende a cero. Sí, ya sé que tengo tendencia a exagerar, hay hechos positivos que merecen destacarse, como el “Printemps de poètes” (Primavera de los poetas) que durante una semana de marzo se realiza en toda Francia, desde las grandes ciudades hasta los pequeños poblados, es importante, la poesía sale de su torre de cristal y camina con la gente por calles y plazas. Cada año un pequeño grupo de animadores propone una temática a través de su sitio en Internet (“el canto de las ciudades” o “los paisajes del amor”, por ejemplo). Los que desean participar proponen una actividad que si es aceptada será difundida a nivel nacional. Les dejo el sitio http://www.printempsdespoetes.com, es una buena idea en la cual tal vez podríamos inspirarnos. Otra actividad interesante es el “Marché de la Poésie” (realizado todos los años, en junio, en la plaza Saint Sulpice de París); es como un pequeño salón del libro dedicado a las editoriales de poesía y a promover encuentros entre poetas (http://espace.spf.over-blog.com/article-marche-de-la-poesie-2011). También debería mencionar la existencia de la “Maison de la Poésie” de Paris (http://www.maisondelapoesieparis.com/), lugar histórico que ha recibido a grandes poetas (Octavio Paz, Odiseas Elitis, Roberto Juarroz, entre otros); publicaban una revista muy buena, “Poésie”, cuya edición en papel terminó hace algunos años (restricciones presupuestarias obligan). Destacar estos elementos positivos no implica que cambie mi opinión en cuanto a lo esencial: poesía bella y marginal, alabada e ignorada. En cuanto a los autores franceses contemporáneos más destacados no creo ser la persona autorizada para pronunciarme al respecto, mi conocimiento es insuficiente, mi ignorancia vasta. Hecha la advertencia menciono a Yves Bonnefoy, Lionel Rey y Bernard Noël, también a dos poetas antillanos de expresión francesa, Edouard Glissant (martiniqués) y Jean Metellus (haitiano). No soy crítico ni analista literario, los menciono desde mi subjetividad, pues me transmiten emoción, conocimiento y pensamiento sensibles. Subrayo el interés de la obra filosófica de Edouard Glissant, sus trabajos sobre los mestizajes idiomáticos y las “identidades temblantes” (“identités tremblantes”): constituyen una contribución fundamental para entender un mundo cuya velocidad de transformación supera la inercia de las ideas y representaciones que nos hacemos del mismo. 

LB: ¿Cómo ve la crítica francesa la producción poética de los autores latinoamericanos? 
JM: No la ve, Luis, no la ve, y de esta manera tajante podría concluir mi respuesta, pero me detendré un poco para argumentar y relativizar. Existe un gran precipicio, un gran desconocimiento. Para darte un ejemplo, hace dos años organicé una lectura en el marco del “printemps de poètes” en la Casa Argentina de París: “Poemas de amor, poemas de mujeres de América Latina”, homenajeando a: Juana de Ibarbourou (Uruguay), Dulce María Loynaz (Cuba), Gabriela Mistral (Chile), Olga Orozco (Argentina), Alejandra Pizarnik (Argentina), Blanca Varela (Perú). Las únicas poetas relativamente conocidas, eran A. Pizarnik y G. Mistral, y aun en este caso es imposible encontrar una edición en francés en una librería, lo poco traducido ya fue agotado hace tiempo. Y esto en el caso de celebridades reconocidas, si me preguntas por poetas contemporáneos me atrevería a decir, para darte otro ejemplo emblemático, que ni Juan Gelman le interesa a la crítica literaria francesa. Y creo que el fenómeno es muy difundido y se da en ambos sentidos: lo esencial de la producción poética contemporánea francesa y europea es relativamente desconocido en América Latina. 

LB: ¿Por qué estos precipicios, estos mutuos desconocimientos? 
JM: Siguiendo con la sinceridad de esta entrevista, te diré que no puedo responder a tu pregunta, tal vez sí aportar algunos elementos para la reflexión común. Diría en primer lugar que la poesía fue casi expulsada de la ciudad, no completamente pero quedó en un rincón. A lo largo de la historia las corrientes poéticas se manifestaron en las evoluciones / revoluciones del lenguaje y la palabra, que al mismo tiempo se situaban frente a las evoluciones / revoluciones de la sociedad. Lo fue así desde los poemas épicos helénicos, hasta el modernismo o el simbolismo ruso de comienzos del siglo XX o el surrealismo francés hasta mediados del siglo pasado. Miles de personas asistían a los recitales de Maiakovski en París e incluso de Neruda en Santiago de Chile o en Buenos Aires, eso “c’est fini”. No se trata de una cuestión de temática, de “poesía social”, sino de la sinergia entre el aliento del lenguaje y el aliento social. Intuyo que existe una relación entre la falta de utopías sociales y la inexistencia de corrientes poéticas perceptibles; se trata solo de una intuición, me resultaría imposible demostrarlo. Otro elemento para reflexionar es el ciberespacio, que tuvo una influencia muy positiva para la difusión de la poesía, pero todo es ambivalente. En muchos casos la creación de mundos poéticos virtuales contribuyó a expulsar la poesía de la ciudad de carne y hueso. Se crean círculos / clanes que se autorreconocen, algunos “mesías” llegan hasta nombrar cónsules o embajadores en tal o cual país (el priapismo poético da para todo) y así funcionan, y se creen que existen. Antropológicamente hablando, el fenómeno es sumamente interesante, ya que el reconocimiento por sus semejantes es un elemento esencial para dar sentido a la existencia de los hombres en sociedad, y la búsqueda de reconocimiento es el motor de dichos mundos virtuales. 

LB: Una última pregunta: ¿alguna idea / propuesta para achicar esos precipicios? 
JM: Construir puentes, no obras gigantescas, puentes pequeños: colgantes, levadizos, giratorios, puentes para que circulen palabras y poetas. Algo intentamos con el ciclo “Travesías poéticas” entre Buenos Aires y París. Una piedra en el lago, algunas ondas se van formando, algunas hasta pretenden atravesar océanos. 
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QUIÉN ES JOSÉ MUCHNIK 
José Muchnik
Poeta y antropólogo, José Muchnik nació en 1945 en una ferretería del barrio de Boedo de la ciudad de Buenos Aires, Argentina, barrio donde anclaron sus padres, inmigrantes rusos en esas tierras. Su infancia transcurrió entre barricas de goma laca, latas de masilla y tambores de kerosene, entre oleajes de exilados de diversas latitudes que buscaban un retazo de calma para vivir. Se graduó en 1973 de ingeniero químico en la Universidad de Buenos Aires, y pocos años después, con la nefasta dictadura militar llegó su turno, la corriente siguió moldeando vidas, arrastrándolas al ritmo de sus caprichos. Reside en Francia desde 1976, donde se ha graduado como Doctor en Antropología de l’ Ecole d’Hautes Etudes en Sciences Sociales de París. Se desempeña actualmente como Director de investigaciones en el Institut National de la Recherche Agronomique (INRA), habiéndose especializado en el estudio de culturas alimentarias locales. Recorre diversos países de África y América Latina, realiza numerosas obras de poesía, ensayos antropológicos, exposiciones fotográficas… pero él sigue siendo Josecito el de la ferretería, un habitué del boliche de la cortada San Ignacio, de esa ciudad llamada Buenos Aires, que tal vez sí exista. 

Publicaciones de José Muchnik 

Poesía 
• Quince poemas por la paz (San José de Costa Rica, Edición del autor, 1985). 
• Ocho poemas para perder el tiempo (Buenos Aires, Ed. Calle Arbolada, 1987). 
• 100 años de libertad y Coca-Cola (San José de Costa Rica, Editorial Universitaria Centroamericana, 1990).
• Proposition poétique pour annuler la dette extérieur (Paris, Ed. L’Harmattan, 1993). 
• Arqueología del amor (bilingüe: español-francés, Montpellier, Edición del autor, 1993). 
• Amazonia he visto (Montpellier, Ed. Louma, bilingüe: español-francés, 1997). 
• Calendario poético 2000 (Buenos Aires, Ed. Aguirre; versión francesa: Toulouse, Ed. Octares, 1999). 
• Le Grain, le coeur et le mot (antología de poesía africana, Ed. Feu de Brousse-Cirad, edición francesa, 2001). 
• Guía Poética de Buenos Aires (Buenos Aires, Ed. Secretaría de Cultura del Gobierno de la ciudad, 2003; versión bilingüe, París, Ed. Tiempo, 2004). 
• Versos para soñar y saborear (compilación, Jaén, Instituto de Estudios Giennenses, 2006). 
• Pan, Amor y Poesía: culturas alimentarias argentinas (Buenos Aires, Ed. INTA, 2008). 
• Tierra viva: luces del mar (foto-poesía, Buenos Aires, Ed. Borcel-Muchnik, 2008). 

Teatro 
• El retorno de Don Quijote (inédita, Buenos Aires, SAE, 1989). 

Novela 
• Chupadero (Buenos Aires, Ed. El Farol, 2005). 

Exposiciones de foto-poesía 
• Le pain des autres (1990, Montpellier, FNAC). 
• Amazonia he visto (1999, Agropolis Muséum Montpellier, Casa de La Habana).
• Mamáfrica (2007, Casa de La Habana; Evry-Essonne, Francia)


SELECCIÓN DE POEMAS DE JOSÉ MUCHNIK [11] 

II 
La fundación del instante 

Arrancamos al tiempo 
los diamantes fugaces 
que explican el universo 

¿Río? 
¿Espiral? 

¿Nube sin rumbo? 
¿Tal vez flecha? 
¿O relámpago? 

El tiempo 
un espacio circular 
entre las márgenes de dos misterios 

......................... 

y entre las márgenes 
diamantes fugaces buscando la esencia 

Una música 
Una lágrima 
Una palabra 

Dos manos que saben 

encerrar mundos enteros 
(tú sabes amor mío 
que no miento) 


VI 
La fundación del mensaje 

Oh amor mío! 
tú sabes 
es tan fácil sucumbir al lenguaje 

Dios 

ten piedad de nosotros 
de los discursos entretejidos 
para proteger nuestras miserias 

de las muletas acumuladas 
para caminar sobre los charcos 

de las sentencias como dagas 
en el cuello de los otros 

Oh amor mío! 
tú sabes 
es tan fácil sucumbir al lenguaje 

a las palabras voluptuosas 
a su cadencia 
a sus razones 
al orgullo por sigo mismas 

El mensaje 
no está en las palabras 

Está en las miradas 
que crearon el nuevo fundamento 


VII 
La fundación del silencio 

Medida de la pureza 

Dime 
cómo pronuncias el silencio 
y te diré 
la profundidad de tu sangre 

Es mi morada preferida 

Poco a poco habité el silencio 
me deslicé en el placer 
de la significación pura 

La significación del hombre 

antes del engaño 
antes de balbucear defensas 
salpicando sus argumentos 

Pero yo también soy mortal 

Hablo 
digo 
escribo 

Yo tampoco resisto 
la tentación del lenguaje 

Por eso estos versos 

Para ti 

para nuestros hijos 
para nuestros hermanos 
para los excavadores del futuro 

Para decirles 
que hubo también amor 
hacia los fines de la era del oprobio 

No solamente bombas 
no solo ciudades arrasadas 
no solo grises mercaderes 

Hubo también amor 

............................... 

por eso existen. 



NOTAS 
[1] Arthur Rimbaud, 1874, “Illuminations”
[2] Octavio Paz, 1956, “El arco y la lira”. 
[3] Aimé Césaire, Ed. Seuil, 2006 (traducción JM). 
[4] Roberto Juarroz, 1987, “Poesía y realidad”, Discurso de incorporación a la Academia Argentina de Letras. 
[5] José Muchnik, 2010, “Alimentos y Poesía”, conferencia en la Academia de Agricultura de Francia 
[6] Relatos épicos escritos en sumerio hacia el final del tercer milenio antes de Cristo, cuentan las hazañas de Gilgamesh, personaje heroico de la Mesopotamia antigua. 
[7] Traducción de JM de la expresión: “une parole d’avants les mots”. 
[8] Pablo José, 1993, “Arqueología del amor”, edición del autor. 
[9] Paul Celan (Paul Antschel, por su apellido de nacimiento), poeta rumano-judío de lengua alemana, utiliza esta expresión en el marco de la controversia sobre la presencia o no de una temática judía en su obra, él contestaba diciendo que todos sus poemas respiran el judaísmo, sus padres habían sido exterminados por los nazis en un campo de concentración. Paul Celan / Ilana Shmueli Correspondance, 2006, éd. Seuil. 
[10] Revista / movimiento artístico de vanguardia ruso, fundado entre otros por Vladimir Maiakovski. 
[11] José Muchnik, del poemario “Arqueología del amor”, 1993. 

Currículo de Luis Benítez en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 22:



ZUGZWANG [1]
Rodolfo Walsh © 
(1957) 

Pobre comisario Laurenzi. Las cosas que me ha tenido que aguantar… ¿Cuánto tiempo, por ejemplo, hace que vengo explotando sus recuerdos? Él solo habla, yo escribo. “No hay bicho más peligroso que el hombre que escribe”, suele decir mirándome de reojo. “Explota a los amigos, se explota a sí mismo, explota hasta las piedras. ¿Hay algo sagrado para él? ¿Hay algo intocable para él? ¿Conoce la piedad? ¿Conoce la simple decencia? No. Y todo por ver su nombre en alguna parte. Gente rara…” 
Cuando el comisario Laurenzi se pone así, yo me limito a sonreír. Siempre he sostenido que cada hombre lleva adentro un demonio, y a veces más. 
En el bar Rivadavia, donde nos encontramos casi todas las noches, se juega a muchas cosas. El comisario prefiere el casín. Yo prefiero el ajedrez. De esta irreducible diferencia ha salido de todo: desde el patético mate Pastor hasta el más feroz desparramo de bochas y palitos. 
Ante el tablero, el comisario practica un juego solapado y simple. Quiero decir que cultiva la agachada y el garrotazo por la espalda. Serio, impávido, paquidérmico, hasta que lo calza a uno. Entonces le brillan los ojitos, se vuelve sentencioso y sobrador, menciona a una misteriosa tía Euclida que le enseñó a jugar lo poco que sabe… 
A esa altura de las cosas, aún se puede abandonar la partida con dignidad. Si uno engrana, las carcajadas del comisario atronarán el café, los dichos encenderán la sonrisa de mozos, acudirán los eternos mirones, comentarán lo perdido que está uno, ensayarán presuntas jugadas salvadoras. 
—¡No joroben, por favor! —grita entonces uno— ¡Los de afuera son de palo! 
Y mueve. Y pierde. Con sutil satisfacción de equivocarse solo. 
—¡Je, afeitado y sin visita! —comenta entonces el comisario, sonriendo modestamente, y mira a su alrededor como invitando a que todos miren. Si lo dejan, en esos momentos de euforia, hasta es capaz de pagar un café. 
Claro que este no es el desarrollo normal de los acontecimientos. Las estadísticas demuestran que me gana una vez de cada cinco que jugamos. Anoche, por ejemplo, lo maté en pocas. 
—¡Mueva algo! —le dije con fina ironía. 
—No puedo —se quejó—. Cualquier cosa que mueva, pierdo. 
—Está en posición de zugzwang —le advertí. 
—Claro, en zaguán… Supiera lo cansado que me siento esta noche —aclaró bostezando ostentosamente y barriendo con un delicado movimiento de la mano izquierda sus derrotadas piezas—. Me ha ganado una buena partida. 
—Le he dado una buena paliza —dije sin misericordia. 
—No crea… Hum… No crea que no. 

—La vida tiene situaciones curiosas —dijo Laurenzi, después de consolarse con una grapa doble—. Posiciones de zaguán, como usted dice. 
—¡Zugzwang, comisario! 
—Eso mismo —respondió sin inmutarse—. Porque, vamos a ver usted que es leído, ¿qué es una posición de zaguán? 
Siempre era así: una roca. Preferí llevarle la corriente. 
—La posición de zugzwang —expliqué— es en ajedrez aquella que se pierde por estar obligado a jugar. Se pierde, porque cualquier movida que uno haga es mala. Se pierde, no por lo que hizo el contrario, sino por lo que uno está obligado a hacer. Se pierde porque uno no puede, como en el póquer, decir “paso” y dejar que juegue el otro. Se pierde porque… 
—Basta, m’hijo, si yo entiendo. ¿No acabo de verlo? Yo le pedí una definición, y usted me da seis o siete, pero una es bonita. Se pierde porque cualquier cosa que uno haga está mal. En la vida también. 
—Salute, comisario. ¿Y eso? 
—Vea, es muy simple. Suponga que ante una situación cualquiera hay dos modos opuestos de obrar, A y B. Normalmente, si A es bueno, B es malo y viceversa. Es claro como el agua. Pero, a veces, A es malo y B también es malo. 
—¿Y qué es bueno comisario? 
—Nada —dijo tristemente—. Nada. 
—Es una historia larga y absurda —murmuró Laurenzi, acariciándose el bigote—. Pero tiene algo que ver con esa partida que usted me acaba de ganar, y por eso se la cuento. 
“Yo vengo aquí desde que usted era un chico. Hace veinte años ya se jugaba al ajedrez en estas mesas. Ese lenguaje que usted oye, esas frases hechas que no escucharía en ninguna otra parte, esos chistes que nadie de afuera entendería, se han ido formando con el tiempo. Una costumbre, una comodidad, un vínculo borroso pero fuerte… 
—Una tradición —interrumpí. 
—Ríase si quiere. Ese era el esquema. El contenido es un cúmulo de cosas que trascienden el juego. Aquí han venido hombres tristes, hombres preocupados, hombres que iban a tomar una tremenda decisión. ¿Los hubiera descubierto usted, con una sola mirada? 
—Es imposible —admití—. Nadie nos reconoce con una sola mirada. Hacen falta tantas miradas, y tantas palabras, y tanta superfluidad de gestos, y… 
—Entonces no me interrumpa —dijo con hostilidad que no acerté a explicar. 
—Era —prosiguió sin transición— un hombre canoso, delgado, que conversaba muy poco. Por esa época, y le hablo de quince años atrás, tendría alrededor de sesenta. Siempre lo vi con el mismo traje, pero impecablemente limpio y planchado. También usaba bastón, un viejo bastón de madera bruñida y lisa, de punta ferrada. Le menciono el detalle porque eventualmente supe que era un arma mucho más peligrosa de lo que parecía. Lo usaba, dijo, para defenderse de los muchachos, de las patotas… quién sabe. 
“Al ajedrez no jugaba nunca, pero daba la impresión de entender, porque recorría todas las mesas con cara de inteligente, y si le preguntaban, respondía con una jugada exacta. 
“Me parece estarlo viendo, apoyado en su bastón, con la cabeza imperceptiblemente ladeada, en desorden el cabello acerado, los ojos claros y luminosos y el aspecto de una sonrisa en los labios. 
“Llegaba a una hora fija, saludaba, caminaba entre las mesas, miraba las partidas, saludaba, se iba. No se daba con nadie. Los demás lo tenían por un excéntrico. Pero a mí, usted sabe, siempre me han interesado los viejitos raros. 
“Tardé tres meses en pasar del saludo a una conversación sobre el tiempo. Tardé seis meses en averiguar su nombre —se llamaba Aguirre— y algo de su vida. Por esa época, me dedicaba treinta segundos al entrar, antes de ir a ver los juegos. Fue una felicidad para mí el día que pude sentarlo a tomar un café. Yo acababa de retirarme de la policía —explicó con una mueca—, y ya sentía ese tedio, ese fastidio que me impulsa a hablar de cualquier cosa, con cualquiera. 
“Una de las primeras cosas que le pregunté era por qué no jugaba al ajedrez. Enrojeció. Entonces comprendí que lo que yo había tomado por orgullo era una exagerada timidez. 
“—Juego por correspondencia —me dijo. 
“—¿Cómo es eso? 
“—Muy simple. Hay una federación internacional de ajedrez por correspondencia. Usted pide que le designen un rival de su misma fuerza. Ellos le dan la dirección de ese rival, que puede estar en Nicaragua, o en Australia, o en Bélgica; y usted le escribe indicándole cuál es su primera jugada. Él contesta, y de ese modo se entabla la partida, que puede durar meses o años, según el tiempo que tarden en llegar las cartas. La más larga que yo jugué duró cuatro años y medio. Con un pescador de Hong—Kong. 
“—Y en esa correspondencia —pregunté— ¿no hacen más que anotar las jugadas? ¿O hablan también de otras cosas? 
“—Por lo general hablamos de otras cosas, si tenemos un idioma común, además de la notación ajedrecística que es prácticamente universal. En este momento, por ejemplo, puedo decirle con más exactitud que los diarios cuál es la situación es Asia, merced al pescador de Hong—Kong. Algún día le mostraré mis partidas. 
El comisario Laurenzi hizo una pausa, pidió otro café y encendió un cigarrillo negro. 
—Entre la promesa y el cumplimiento de la promesa —prosiguió luego—, pasaron varios meses. Un día me invitó a su casa. Su casa era una simple habitación amueblada en una especie de hotel. Había un orden allí, pero un orden producto de la voluntad y no del entusiasmo. No sé si usted me entiende. Un cuarto refleja de algún modo el carácter de quién lo ocupa. Y aquí, para darle un ejemplo, los libros estaban escrupulosamente alineados en sus estantes, pero debajo del ropero se adivinaban unas sombras verdosas que, lamento decirlo, eran botellas vacías. Y un almanaque, en un rincón, eternizaba el mes de noviembre de 1907. Pequeñas cosas, por supuesto, pero yo tengo el hábito profesional de observarlas... Y luego, ese rostro de mujer. Era lo primero que uno descubría al entrar. Estaba puesto de tal manera sobre el escritorio, la luz de la ventana lo iluminaba con tal delicada precisión, que usted no podía dejar de ver, y padecer, en el acto, ese rostro, que era el de una vieja fotografía, que era el fantasma de un tiempo muerto y amarillo, sueño del polvo retornado al polvo, pero conmovedoramente joven y hermosa todavía… 
—Comisario —le recordé—. Las ordenanzas de la Policía Federal le prohíben hablar de ese modo. 
—Era, había sido su mujer —prosiguió sin hacerme caso—. María Isabel… Usted sabe lo feas que son en general las viejas fotos. Pero esta no, porque había sido sacada al aire libre, en una hamaca al pie de un árbol, y la muchacha no tenía uno de esos atroces sombreros de antaño, y el árbol estaba florecido y una extraña luminosidad iluminaba el ambiente. 
—Se enamoró de ella —provoqué. 
—¿Qué queda de los muertos? —dijo—. Porque ella estaba muerta, y su lugar exacto en el tiempo solo por una piadosa ficción podía mi amigo abstraerlo de aquel mes de noviembre de 1907 en que ella se tiró bajo un tren. Mi amigo quedó solo, y entonces supe cual era ese resorte que yo instintivamente sospechaba en él, y que venía buscando con esta tenacidad de perro de presa que a veces me avergüenza. 
—¿Por qué se mató? 
—Por una de esas historias fútiles y antiguas. Un hombre la conquistó, la abandonó, y luego se fue. Ella no encontró otra salida. 
—¿Y el seductor? 
—Era un extranjero. Volvió a su país. Ella no dijo su nombre a nadie. Pero todo o casi todo se supo después, por una de esas fabulosas casualidades. Aquella tarde en que Aguirre me invitó a su casa para mostrarme una partida por correspondencia que había iniciado poco antes, y que lo tenía muy preocupado. 
“—No sé como me he metido en esto —dijo—. Conozco la posición como la palma de mi mano, y sé que estoy perdido. Es más, esta partida se ha jugado antes. Puedo señalarle la página exacta del Griffith en que figura, con una o dos transposiciones, y decirle quiénes la jugaron y qué año. A primera vista, usted no observa gran cosa: es una lucha equilibrada. Pero dentro de ocho movidas, no tendré qué jugar, habré llegado a una típica posición de zugzwang. Y sin haber cambiado una sola pieza. Es para morirse de risa. 
“—Pero si usted conocía la partida —inquirí, extrañado—, ¿por qué entró en esa variante? 
“—Ahí está, ahí está —dijo agriamente—. Eso es lo que me subleva. Usted ve la trampa, y puede escapar, pero más que la fuga le interesa el mecanismo de la trampa, le fascina la cerrada perfección de la trampa, aunque usted sea la víctima, y arriesga un pie, y luego el otro, y luego es tarde… 
“—Pero —insistí—, ¿cómo sabe que su rival verá todas las jugadas justas? 
“—Las verá, estoy seguro —contestó sonriendo sin alegría—. Es un lince. Es un diablo. Y además él también conoce la partida. 
“—Muéstreme las cartas —dije en un súbito impulso. 
“Titubeó. Pero luego me trajo una carpeta con toda la correspondencia: las cartas de su enemigo y copias en carbónico de las suyas. Me gustaría que usted, Hernández, hubiera visto esa carpeta. Las primeras comunicaciones eran formales, lacónicas. Apenas una presentación, y luego: Mi primera jugada es P4R. O bien: Acuso recibo de su 1.P4R. Contesto: 1.P4AD. Pero luego esa mínima relación se iba ampliando, desarrollando. Por debajo del frío esquema del juego aparecían los rasgos individuales, las personas. Un día era mi amigo que se excusaba por una demora en responder y mencionaba una breve enfermedad. Luego era el Otro, que se interesaba por su salud y hablaba del clima de su país, de su ciudad. Lentamente surgían recuerdos, preferencias, opiniones. 
“De ese modo, yo también pude conocer al Otro. Era un escocés de Glasgow, con un nombre teatral: Finn Redwolf. Se retrataba con gracia. Ahora, decía, era un viejo achacoso y reumático, pero en su juventud había sido irresistible para las mujeres y temible para los hombres. Había estado en casi todo el mundo: el Congo, Egipto, Birmania… ¿Argentina? Sure, fine country. I have been there too. 
“Recuerdo que esta admisión de haber estado aquí no aparecía hasta el final de la octava carta de Redwolf. En la décima, daba algunos detalles: estuvo trabajando como ingeniero en los ferrocarriles ingleses, entre 1905 y 1907. Se divirtió muchísimo —agregaba en la decimosexta—, a pesar de algunos contratiempos. Había una muchacha, por ejemplo… Alfil—Cuatro—Alfil. Jaque. 
“Durante seis meses, mi amigo no apareció por el café. Entonces fui a verlo. Llamé a su puerta y no me contestó. Entré lo mismo. Lo vi sentado ante un tablero, absorto. Sobre la mesa había cuatro cartas más, escritas con la prolija letra de Redwolf. 
“A esa altura de las cosas, la partida se había transformado en una lenta crucifixión. Ya no era un juego: era algo que daba escalofríos. Y Redwolf parecía gozar desmesuradamente. 
Su jugada es la mejor, pero no sirve, repetía en cada carta, como un estribillo. Una jactancia sin límites se desprendía de sus comentarios y de sus análisis. Lo tenía todo previsto, todo. Sin darme cuenta, yo también empecé a odiarlo. ¿Cómo sería, cómo habría sido en su juventud aquel anciano reumático que en una brumosa isla, a miles de kilómetros de distancia, sonreía ahora maliciosamente? Lo imaginé alto, lo imaginé atlético, tal vez pelirrojo, con rostro flaco y alargado y duro y hermoso, con pequeños ojos verdes y crueles… 
“Pero había algo peor, algo indefinible y siniestro, algo que se parecía —diría yo— a una segunda partida simétrica e igualmente predestinada. El otro plano, ¿comprende? El plano personal, desenvuelto en lucha. Al principio me resistí a creerlo, porque era tan absurdo, pero luego tuve que rendirme a la evidencia. Había animosidad allí, había un rencor instintivo de ambos lados. Y ese conflicto tenía misteriosas correspondencias con la partida de ajedrez, tenía su mismo crescendo, idénticos augurios de catástrofe y aplastamiento. Era como si Redwolf, llevado por una de esas manías de los viejos y los solitarios, no se conformara con ganar sobre el tablero; como si le quedara otra instancia superior que dirimir y adjudicarse. Era un tempestuoso. Era, y usted sabe las reservas con que yo uso esta palabra, tan malvado. En cada una de sus frases latía un sarcasmo. Pero había que desmenuzar la frase para encontrar el sarcasmo, y eso lo hacía doblemente doloroso. ¡Ah, si mi amigo no hubiera sido tan inteligente! Pero Redwolf desplegaba su vida como una bandera, y desafiaba. ¿Qué no había hecho él? Hablaba de los tigres que cazó en Asia, de las negras que violó en Kenya, de los indios que mató a tiros en la Guayana. A veces parecía inventar, aunque sus referencias eran siempre muy exactas. Y de tanto en tanto, como un leit—motiv, surgía el recuerdo de sus dos años en la Argentina, a comienzos de siglo. También aquí (decía) lo habían querido las mujeres. Una sobre todo. Pero tuve que dejarla, usted comprende. Fue un lío. Lizbeth, I called her. Or Lizzie. La llamaba Lizbeth, a veces Lizzie. 
“Aguirre se defendía del mejor modo posible. Escatimaba detalles de su pasado. Pero el otro volvía a la carga. ‘Cuénteme algo de usted. Su país habrá progresado mucho. Dejamos buenos ferrocarriles allí. A propósito, ¿por qué no abandona la partida? You are lost, you know. Está perdido. 
’“Luego recaía en la crónica de sus amores. Lizzie tenía ojos muy hermosos, indolentes y serios. Sus ojos se arrepentían de sus labios. Y no solo de sus labios. Redwolf, impávido, degradaba con sutiles indecencias el viejo tiempo muerto. Componía abominables juegos de palabras (Lazy Lizzie), retruécanos, jactancias. Era toda una técnica la suya. El plano personal había pasado a primer término. Empezaba por arrasarlo todo en ese plano, y luego, en la última línea, pasaba al otro, a la partida de ajedrez, y atestaba un nuevo golpe. Caballo-Seis-Torre, check. ¡Jaque! 
“—Aguirre, yo también creo que usted está perdido —le dije. 
“—Sin duda —contestó en voz muy baja—. Pero se me ha ocurrido una idea, una última idea. 
“Pasaron aún dos meses antes que volviera a encontrarme con mi amigo. Había recibido carta con la jugada decisiva de Redwolf. Se encontraba en la clásica posición de zugzwang que él había previsto. No tenía salida. 
“Sin embargo, no parecía tan desesperado como otras veces. Estaba casi tranquilo. Le pedí la carta de Redwolf. 
Presumo que la partida termina aquí —decía el remoto, inverosímil anciano—. No creo que usted quiera jugar otra. Por eso voy a apresurarme a contarle el final de la historia. Lizzie se mató, y creo que fue por mí. Se tiró al paso de un tren. Tratando de evitar el accidente, el maquinista arruinó los frenos. Me tocó repararlos, por una de esas coincidencias. Yo tenía particular aprecio por aquella locomotora. También por Lizzie, pero la pobre no era rival para nuestros constructores de Birmingham. Sin embargo, debo decirle que cuando supe lo que había hecho Liz, comprendí que su país entraba en la civilización. En el Congo no me hubiera ocurrido nada semejante. 
Pobre Liz—Lizzie—Lizbeth. Me ha quedado una foto suya. Estaba muy hermosa, en una hamaca al pie de un árbol… Ya no recuerdo si fue en octubre o en noviembre de 1907”
Hernández, usted dirá que soy un estúpido, pero solo en ese momento quise comprender. Solo en ese momento identifiqué aquellos nombres, aquellos diminutivos, como una sencilla progresión aritmética: Liz-Lizzie, Lizbeth, Isabel, María Isabel. 
“Aguirre estaba muy pálido ahora, y clavaba los ojos en el tablero, en la posición irremediable. 
“—¿Qué piensa hacer? —le dije—. Cualquier cosa que haga, pierde. 
“Se volvió hacia mí con un brillo extraño en los ojos. 
“—Cualquier cosa, no —repuso sordamente.

Eran las cuatro de la madrugada. Solo el comisario y yo quedábamos en el café. 
—¿La partida terminó ahí? —pregunté—. ¿La historia termina ahí? 
—Ya le dije una vez que nada termina del todo, nunca. Pero, si se empeña, puedo darle un provisional epílogo. Mi amigo desapareció durante un tiempo, bastante largo. Cuando volvió, me dijo que había estado en el extranjero, y no quiso agregar más. 
Pero yo soy muy curioso. ¿Recuerda aquel bastón con que andaba siempre? Lo desarmé en su presencia, le saqué la punta y apareció la aguda hoja del estoque. Aún tenía una mancha de color ladrillo, un hilo de sangre coagulada. 
“Él me miró sin rencor. Había recobrado el aspecto dulce y tímido de un niño. 
—Redwolf, red blood —dijo mansamente—. Yo también sé hacer juegos de palabras. 
“Los diarios ingleses comentaron durante algún tiempo el asesinato de Finn Redwolf, en su residencia de Escocia, sin ahorrar los detalles truculentos.” 
—¿Sabía su amigo, cuando empezó la partida, que Redwolf era el culpable de la muerte de María Isabel? 
—No lo creo. A lo sumo sabía que era extranjero. Tal vez logró averiguar que le gustaba el ajedrez. Esa pudo ser la fuente secreta que lo impulsaba a jugar por correspondencia, en busca de su misterioso enemigo. 
—No es un mal argumento. Sin embargo, para que su historia tuviese auténtico suspenso, final sorpresivo y todo lo demás, el seductor castigado debió ser otro. 
—¿Usted, Hernández? —preguntó con desdén. 
—El pescador de Hong-Kong —dije suavemente—. Pero, ¿qué hizo usted, comisario? 
—Yo, ¿qué podía hacer? Estaba jubilado, y el crimen ocurrió fuera de mi jurisdicción. Y después de todo, ¿fue un crimen? 
Que el azar no le depare a usted estos dilemas. Si no denunciaba a mi amigo, hacía mal, porque mi deber, etcétera. Y si lo denunciaba y lo arrestaban, también hacía mal, porque con todo mi corazón yo lo había justificado. Solo puedo decirle que Aguirre murió dos años después, y no en la cárcel, sino en su cuarto, de vejez y cansancio y de desgracia. Pero en todo ese tiempo me sentí incómodo, me sentí en una de esas típicas posiciones… bueno usted sabe. 
Nos echamos a reír al mismo tiempo y salimos a la calle. Amanecía. Un mozo soñoliento cerró la cortina del bar “Rivadavia”, como quien baja un telón. 

[1] Rodolfo Walsh escribió una interesante serie de cuentos policiales en los que intervenían el comisario Laurenzi y un tal Hernández, a quien el primero le cuenta sus experiencias de policía ya retirado. Zugzwang fue publicado por primera vez en la revista Vea y Lea bajo el seudónimo de Daniel Hernández en 1957. 



ANÁLISIS DE “ZUGZWANG” DE RODOLFO WALSH
Héctor Zabala © 

Un cuento estupendo, empezando ya por el título. Lo leí por primera vez en la década del ’90 cuando todavía participaba en torneos internacionales y a instancias de otro ajedrecista, Ricardo Aiello, quien lo acercó por entonces a la REVISTA LADAC [1]

DOS NARRACIONES DENTRO DE UN MISMO CUENTO 
En principio se trata de una narración dentro de otra. Es decir, hay dos narradores: los personajes Laurenzi y Hernández. El nudo principal se lo cuenta Laurenzi a Hernández y este último nos transmite el marco general a los lectores. Corresponde recordar, de paso, que Rodolfo Walsh firmó este cuento bajo el seudónimo de Daniel Hernández. 

TRES HISTORIAS 
En el cuento se pueden reconocer tres historias: 
1º) La tardía venganza de Aguirre contra Redwolf por el suicidio de su mujer. 
2º) El dilema del ex comisario Laurenzi entre su deber y la lealtad a su amigo Aguirre. 
3º) Y finalmente, una historia no contada —o si se quiere, contada a medias— sobre la relación que habría tenido María Isabel con Finn Redwolf. ¿Acaso se escapó con él y él la abandonó, y luego, para no volver avergonzada a casa, se suicida?, ¿acaso las habladurías del barrio la señalaban?, ¿acaso fue despreciada por su familia carnal?, ¿acaso un complejo de culpa o remordimiento?, ¿acaso un embarazo bastardo que habría sido difícil de ocultar? En fin, hay algo, al mejor estilo de Ernest Hemingway, que el narrador deja sin contar. 

UN CUENTO COSTUMBRISTA NO CARENTE DE IRONÍAS… 
El diálogo entre los dos narradores se desarrolla en un bar de Buenos Aires de características muy populares hasta hace unas décadas. A la par que se utiliza una jerga propia de los porteños, el autor aprovecha para mostrarnos las personalidades de ambos narradores-personajes: Hernández, el intelectual, ajedrecista bastante aceptable, algo burlón, y el ex comisario Laurenzi, un hombre práctico, sentencioso y con bastante orgullo, que nunca quiere ser corregido, aunque no carente de picardía y sensibilidad. 
He aquí algunos detalles significativos: 
• “—¡Je, afeitado y sin visita!” Expresión que puede traducirse como haberse preparado concienzudamente para algo que al final resultó un fracaso. En España hay (o había) un dicho equivalente, que se encuentra en el Diccionario de la RAE: quedarse compuesta y sin novio. Para el caso del cuento, haber preparado maniobras que después en el tablero no dieron el resultado esperado. 
• “Si lo dejan… hasta es capaz de pagar un café”. Haciendo alusión a la habitual tacañería del comisario Laurenzi. 
• El contrapunto entre Laurenzi y Hernández en cuanto a las palabras zaguán y zugzwang pinta a la perfección las personalidades de ambos y es una verdadera joya psico-literaria. 
• “Salute…” Lunfardismo algo pasado de moda proveniente del italiano, que significa algo así como ¡qué me cuenta! 
• El pequeño diálogo, al finalizar la partida ganada por Hernández, que sirve de detonador al relato por haber terminado justamente en zugzwang: 
—Le he dado una buena paliza —dije sin misericordia [Hernández]. 
—No crea… Hum… No crea que no [Laurenzi]. 

…NI DE HUMOR NEGRO O DE BURLA CRUEL 
Pero estas humoradas entre el comisario y Hernández son inocentonas, comparadas con las que hace Redwolf en sus cartas. 
• “…Yo [dice Redwolf] tenía particular aprecio por aquella locomotora. También por Lizzie, pero la pobre no era rival para nuestros constructores de Birmingham…” 
• “Sin embargo, debo decirle que cuando supe lo que había hecho Liz [es decir, suicidarse], comprendí que su país entraba en la civilización. En el Congo no me hubiera ocurrido nada semejante.” 
• Redwolf incluso es indiscreto, indecente, cobarde, con respecto a alguien que no puede defenderse: “Sus ojos [los de Isabel] se arrepentían de sus labios. Y no solo de sus labios.” 
Este tipo de frases, que denotan un desprecio absoluto por la mujer que lo amó, hacen de Finn Redwolf un sujeto digno de ser odiado. Aquí es donde empieza a jugar el dilema del ex comisario Laurenzi, un tipo sensible por debajo de su aparente dureza. 

CUESTIONES TÉCNICAS DE AJEDREZ 
Como viejo jugador de ajedrez, trataré de explicar aspectos técnicos, no tan fáciles de conocer por quienes nunca frecuentaron el ambiente o no entienden mucho del juego. 
• El mate Pastor es un jaque mate rápido (una miniatura como se dice en la jerga) consistente en cuatro jugadas que determinan una definición fulminante [2]. No es el más rápido del ajedrez [3], pero sí el más conocido, y en la práctica solo son derrotados así los novatos o los aficionados muy flojos. Aclaremos que el jaque mate (o mate, simplemente) es el lance que provoca el triunfo y consiste en amenazar al rey contrario (jaquearlo) de tal forma que no pueda escapar de dicha amenaza. 
• “Ante el tablero, el comisario practica un juego solapado y simple. Quiero decir que cultiva la agachada y el garrotazo por la espalda.” 
En síntesis, el comisario Laurenzi no era un buen jugador, era un oportunista. Obviamente, sabía diferenciar entre buenas y malas posiciones evidentes (esto se desprende del diálogo con Aguirre), pero era incapaz de elaborar estrategias que evitaran las segundas o que lo condujeran a las primeras. Él, simplemente, se tiraba lances elementales como pretender dar un jaque doble o a la descubierta o un mate y, ante el descuido del otro, a veces ganaba así, de improviso. 
• “Entonces le brillan los ojitos [a Laurenzi], se vuelve sentencioso y sobrador, menciona a una misteriosa tía Euclida que le enseñó a jugar lo poco que sabe…” 
La tía Euclida es una referencia a Euclides, autor de un sistema geométrico que constituye un ejemplo de razonamiento puro. Se trata de una especie de metáfora porque el ajedrez también es una actividad que exige lógica absoluta. En círculos de ajedrez y bares afines es frecuente escuchar a jugadores que hacen referencia a una supuesta tía o abuela de nombre estrafalario con iguales intenciones. 
Este tipo de broma es universal entre los ajedrecistas. Hay un caso paradigmático del gran maestro polaco Saviely Tartakower, quien en 1924 tras disputar una partida en Nueva York iniciada con 1.P4CD y preguntársele cómo se le había ocurrido una jugada tan excéntrica, él habría contestado risueño: “me la enseñó el orangután del zoológico” [4]
• “A esa altura de las cosas, aún se puede abandonar la partida con dignidad”. 
Detalle importante, porque generalmente una partida de ajedrez termina en tablas (empate) o con el abandono de uno de los rivales. Seguir una partida perdida (con gran desventaja material o posicional) hasta que el otro le da mate solo lo ensaya un novato o un aficionado muy terco y flojo. Semejante tozudez es muy mal vista en el ambiente porque implica un desconocimiento elemental y constituye un desprestigio para el jugador. 
• “…acudirán los eternos mirones, comentarán lo perdido que está uno, ensayarán presuntas jugadas salvadoras.” 
Lo descripto es bastante común entre aficionados y lo curioso es que, casi siempre, los que más opinan o intentan “ir al rescate” de posiciones perdidas sean justamente aquellos que jamás juegan; un caso notable, digno de estudio psicológico. 
• “Ese lenguaje que usted oye, esas frases hechas que no escucharía en ninguna otra parte, esos chistes que nadie de afuera entendería, se han ido formando con el tiempo.” 
Una descripción muy acabada del clima ajedrecístico, es decir de lo que pasa en un círculo de ajedrez o en un bar donde se lo practica. 
• La federación internacional de ajedrez por correspondencia, a que se refiere el narrador, existe realmente y es la ICCF, siglas en inglés que significan The International Correspondence Chess Federation, lo que me exime de traducirlas. [5] 
• “…y usted le escribe indicándole cuál es su primera jugada. Él contesta, y de ese modo se entabla la partida, que puede durar meses o años, según el tiempo que tarden en llegar las cartas.” 
Más tarde, el narrador sugiere con un ejemplo que antes de escribir la jugada propia se confirma en la misma carta esa última movida del rival. Además, por razones de elegancia o espacio se omitió aclarar que casi siempre (sobre todo en la apertura) se propone toda una serie de jugadas, que el otro puede rechazar o bien aceptar total o parcialmente; esto último permite ganar tiempo y ahorrar cartas. 
Lo de la duración de las partidas es cierto para la época (décadas de 1940 ó 1950, en que se sitúa la historia de la partida postal entre Aguirre y Redwolf). Hoy, el ajedrez por correspondencia se ha transformado en ajedrez por email o por servidor, variante cibernética manejada por un programa de ajedrez que almacena las jugadas de ambos rivales y va acumulando el tiempo consumido por cada uno. De ahí que las modernas partidas por correspondencia sean mucho más rápidas. 
• “Por lo general hablamos de otras cosas, si tenemos un idioma común, además de la notación ajedrecística que es prácticamente universal. En este momento, por ejemplo, puedo decirle con más exactitud que los diarios cuál es la situación en Asia, merced al pescador de Hong-Kong.” 
Con lo de notación ajedrecística universal, se refiere al sistema numérico, por el cual cada casilla del tablero es representada con un par de números del 1 al 8 [6] y cada jugada por cuatro de estos dígitos: los dos primeros corresponden a la casilla de salida de la pieza y los dos últimos a la de llegada. Internacionalmente se usa este sistema entre personas de diferentes idiomas, salvo que hablen portugués y español, en cuyo caso se prefiere por lo general el sistema algebraico [7], que también se usa cuando los rivales hablan el mismo lenguaje. 
También es cierto que el ajedrez postal da una idea más acabada del mundo, o al menos mayor a la que nos transmite el periodismo, cuyas noticias simplemente constituyen una mera selección entre muchas posibles. 
• “Puedo señalarle la página exacta del Griffith en que figura, con una o dos transposiciones, y decirle quiénes la jugaron y qué año.” 
El Griffith [8] a que se refiere el cuento es el Modern Chess Openings (Aperturas Modernas de Ajedrez) de Griffith & White, publicado por primera vez en 1911 por los jugadores británicos Richard Griffith y John Herbert White. Con los años se le fueron sumando otros ajedrecistas destacados como Reuben Fine y Larry Evans. Tanto White como Griffith murieron en 1920 y 1955 respectivamente, por lo que sus nombres siguieron a modo de marca comercial. En su tiempo, fue muy popular entre jugadores de habla inglesa y las ediciones llegaban a la Argentina. 
Transposición es una serie de jugadas ordenadas de manera diferente que otra, con la que se alcanza la misma posición; esto es frecuente en muchas aperturas, en especial en las cerradas y semicerradas. 
Todos estos detalles hacen de la obra un cuento muy creíble en cuanto a tiempo, lugar y disponibilidad de medios teóricos. [9] 

INDICIOS 
• “‘No hay bicho más peligroso que el hombre que escribe’, suele decir [Laurenzi] mirándome de reojo”. Esto se puede tomar como un indicio, pues el ex comisario necesitaba confesar algo, quizá por razones psicológicas, pero a la vez que no se divulgara. 
• “Siempre he sostenido que cada hombre lleva adentro un demonio, y a veces más”. Una buena definición de la personalidad de los protagonistas; es decir, tanto del viejo Aguirre como de Laurenzi, y de lo que serían capaces de hacer: el primero de matar y el otro de encubrir. 
• “También usaba bastón, un viejo bastón de madera bruñida y lisa, de punta ferrada. Le menciono el detalle porque eventualmente supe que era un arma mucho más peligrosa de lo que parecía”. Quien lleva un arma todo el tiempo puede matar y eso es lo que hará finalmente Aguirre. 
• “—Ríase si quiere. Ese era el esquema. El contenido es un cúmulo de cosas que trascienden el juego. Aquí han venido hombres tristes, hombres preocupados, hombres que iban a tomar una tremenda decisión. ¿Los hubiera descubierto usted, con una sola mirada?” El ex comisario está dando indicios de que contará algo tremendo y a la vez sus palabras tienen un dejo de justificación moral y también de impotencia (más allá de cierto tono desafiante), por no haber sido capaz de descubrir a tiempo las intenciones de Aguirre a fin de poder persuadirlo. 
• “Había un orden allí, pero un orden producto de la voluntad y no del entusiasmo. No sé si usted me entiende. Un cuarto refleja de algún modo el carácter de quién lo ocupa. Y aquí, para darle un ejemplo, los libros estaban escrupulosamente alineados en sus estantes, pero debajo del ropero se adivinaban unas sombras verdosas que, lamento decirlo, eran botellas vacías.” El ex comisario demuestra ser un tipo con códigos, lamenta decir lo de las botellas y probablemente no lo hubiese mencionado de no ser porque era necesario para transmitir la imagen de un tipo desahuciado, que muy poco o nada tiene que perder si comete un delito grave. 
• “Y un almanaque, en un rincón, eternizaba el mes de noviembre de 1907. Pequeñas cosas, por supuesto, pero yo tengo el hábito profesional de observarlas...” 
Noviembre de 1907 corresponde al mes y año del suicidio de la mujer de Aguirre, María Isabel, tal como el propio relato confirma más tarde: 
“Porque ella estaba muerta, y su lugar exacto en el tiempo solo por una piadosa ficción podía mi amigo abstraerlo de aquel mes de noviembre de 1907 en que ella se tiró bajo un tren. Mi amigo quedó solo, y entonces supe cual era ese resorte que yo instintivamente sospechaba en él, y que venía buscando con esta tenacidad de perro de presa que a veces me avergüenza.” 
• “[Redwolf] Lo tenía todo previsto, todo. Sin darme cuenta, yo también empecé a odiarlo.” Instintivamente, Laurenzi empieza a odiar a Redwolf, odio que le permitirá más tarde justificar el proceder de Aguirre ante el hecho consumado. 

DETALLES SEMÁNTICOS Y DESENLACE… 
• Aguirre: En vascuence, “lugar alto que domina un terreno”. Es decir, un tipo que mira a lo lejos. En este caso, más allá de una simple partida de ajedrez, que es el pretexto para obtener información del sospechoso. 
• Redwolf: En inglés, “lobo rojo”. Alude al carácter del escocés. Un depredador que causa desdichas por donde pasa y encima se regodea al recordarlas. 
Estos detalles semánticos son importantes porque en realidad son DOS LAS PARTIDAS QUE SE DISPUTAN: la que Aguirre pierde en el tablero y la otra, la que trasciende el juego y que se trata de una lucha personal, lucha que se mantiene indecisa hasta la última carta. Porque Redwolf es realmente un lobo; no se conforma con ganar sobre el tablero, también quiere humillar en otros sentidos y por completo. Sus palabras son terribles, para él no hay nada sagrado. En el fondo parece decir: no solo te gano esta partida, también demuestro que te supero en todo, que soy mejor en todo, que mi país es mejor que el tuyo, que puestos a compararnos no vales nada porque todo lo tuyo es despreciable, y que además lo disfruto enormemente. Aguirre mientras tanto espera, no está seguro de si Redwolf es el hombre que busca desde hace tanto tiempo, por eso sigue jugando aunque se sepa perdido: porque le falta la confesión del otro, la que le disipe toda duda. Porque sabe que una vez descubierto el sujeto, se permitirá “ganarle” la partida más trascendente, la personal. Y también por eso le aguanta todo tipo de burlas, como por ejemplo una de las últimas: “Cuénteme algo de usted. Su país habrá progresado mucho. Dejamos buenos ferrocarriles allí...”, seguida del agresivo: “A propósito, ¿por qué no abandona la partida? You are lost, you know”. (Usted está perdido, usted lo sabe) 
En fin, Redwolf cree dominar ambas partidas, ambos planos, el ajedrecístico y el personal. Pero por burlarse, por querer ganar en todo, se descuida y se mete solito en la trampa: descubre su pasado, que supone indiferente (y quizá, hasta admirable) para su pobre rival Aguirre. Lo que no sabe es que justamente esos pocos datos determinarán su propio fin, su propio jaque mate. 

[1] LADAC es la sigla de la Liga Argentina de Ajedrez por Correspondencia, institución que fuera fundada en 1945 por el entusiasta austríaco, nacionalizado argentino, Arturo Loeffler, y el argentino Eugenio Píder, entre otros. 
[2] El mate Pastor: 1.P4R P4R 2.A4A P3D 3.D3A P3TD (o cualquier otra indiferente) 4.DxP mate. En sistema algebraico sería: 1.e4 e5 2.Ac4 d6 3.Df3 a6 (o cualquier otra indiferente) 4.Dxf7 mate. En realidad, la tercera jugada de las blancas es mala y se la refuta simplemente con 3…. C3AR (Cf6). Tras esto, la dama en “f3” será un estorbo para la posición del jugador que intentó este lance tosco. 
[3] El más rápido del ajedrez es el “mate del loco” (solo dos jugadas) y paradójicamente lo dan las negras, que juegan en segundo lugar. Consiste en la siguiente serie: 1.P4CR P4R (o P3R) 2. P3AR (o P4AR) D5T mate. En algebraico: 1.g4 e5 (o e6) 2.f3 (o f4) Dh4 mate. 
[4] De ahí que a 1.P4CD (ó 1.b4) se la conozca como Apertura Orangután o Apertura Polaca. 
[5] El ajedrez postal se juega, según Harry Golombeck (The Encyclopedia of Chess, Londres 1977), desde 1119, al menos hay memoria de una partida entre Enrique I de Inglaterra y Luis VI de Francia; es decir, mucho antes de establecerse un sistema formal de correo. Catalina la Grande y Federico el Grande también habrían sido entusiastas jugadores postales, así como Napoleón Bonaparte y Voltaire. Pero las primeras partidas postales con movidas registradas datan de 1804, aunque recién en 1906 se organizaron torneos regulares en Inglaterra, y desde 1928 a nivel mundial. 
[6] La columna o línea vertical de casillas más a la izquierda del jugador de las blancas es la columna 1 y la más a la derecha, la columna 8. La fila o línea horizontal más cercana al jugador de las blancas es la fila 1, en tanto que la más cercana al conductor de las negras es la fila 8. Esto permite designar cada casilla del tablero con un número de dos cifras, escribiendo primero el número de columna y luego el de la fila; por ejemplo, 51 es la casilla de origen del rey blanco ó 78 la casilla de origen del caballo-rey negro. Si el peón-rey blanco se mueve dos pasos desde su casilla de origen, la jugada será 5254. 
[7] Esto es así porque las iniciales de las piezas coinciden en portugués y español, con la sola excepción de una sola: el alfil (cuya símbolo en español es A), pieza que en portugués se conoce como bispo (obispo) y se simboliza como B. 
[8] A partir de 1966, el Griffith & White fue perdiendo terreno ante el Informador Yugoeslavo y más tarde ante la Enciclopedia de Aperturas, ambos de Aleksandar Matanovic. Hoy las grandes bases de datos con partidas en formato ChessBase constituyen una fuente imprescindible para los ajedrecistas que disputan torneos. 
[9] François-André Danican (1726-1795), conocido como Filidor (en francés, Philidor), fue un notable ajedrecista y músico que descolló durante buena parte del siglo XVIII. Se lo considera el primer gran teórico a raíz de su obra Analyse du jeu des Echecs (Análisis del juego de ajedrez) en la que postula a la conformación de peones como base estratégica fundamental. Sus ideas, muy avanzadas para la época, lo hacían prácticamente invencible. A partir de ahí, el ajedrez se convirtió en el juego con mayor literatura teórica de todos los tiempos. 


RODOLFO WALSH 

Rodolfo Walsh
(Lamarque, Río Negro, Argentina, 9/1/1927 — Buenos Aires, 25/3/1977). 
Periodista, escritor, dramaturgo, profesor en letras y traductor. Militó en su juventud en la Alianza Libertadora Nacionalista y, luego, en las organizaciones guerrilleras FAP y Montoneros. Está desaparecido desde la última fecha citada, después de un enfrentamiento con un grupo de tareas de la ESMA, en el que habría resultado herido o moribundo. 
Principales obras: 
Cuentos: Diez cuentos policiales (1953), Variaciones en rojo (1953), Antología del cuento extraño (1956), Esa Mujer (1963), Los oficios terrestres (1965), Un kilo de oro (1967), Un oscuro día de justicia (1973), Las aventuras de las pruebas de imprenta
Investigaciones periodísticas: Operación Masacre (1958), ¿Quién mató a Rosendo? (1969), Caso Satanowsky (1973). 
Teatro: La granada (1965), La batalla (1965). 
Obras póstumas: Los oficios terrestres (1986), Cuento para tahúres y otros relatos policiales (1987), Ese hombre y otros papeles personales (1995), El violento oficio de escribir. Obra periodística (1955-1977) (2008), Tres portugueses bajo un paraguas (sin contar el muerto), Asesinato a distancia. 



EL QUE SE ENTERRÓ 
Miguel de Unamuno ©

Era extraordinario el cambio de carácter que sufrió mi amigo. El joven jovial, dicharachero y descuidado, habíase convertido en un hombre tristón, taciturno y escrupuloso. Sus momentos de abstracción eran frecuentes y durante ellos parecía como si su espíritu viajase por caminos de otro mundo. Uno de nuestros amigos, lector y descifrador asiduo de Browning, recordando la extraña composición en que este nos habla de la vida de Lázaro después de resucitado, solía decir que el pobre Emilio había visitado la muerte. Y cuantas inquisiciones emprendimos para adivinar la causa de aquel misterioso cambio de carácter fueron inquisiciones infructuosas. 
Pero tanto y tanto le apreté y con tal insistencia cada vez, que por fin un día, dejando transparentar el esfuerzo que cuesta una resolución costosa y muy combatida, me dijo de pronto: "Bueno, vas a saber lo que me ha pasado, pero le exijo, por lo que le sea más santo, que no se lo cuentes a nadie mientras yo no vuelva a morirme." Se lo prometí con toda solemnidad y me llevó a su cuarto de estudio, donde nos encerramos. 
Desde antes de su cambio no había yo entrado en aquel su cuarto de estudio. No se había modificado en nada, pero ahora me pareció más en consonancia con su dueño. Pensé por un momento que era su estancia más habitual y favorita la que le había cambiado de modo tan sorprendente. Su antiguo asiento, aquel ancho sillón frailero, de vaqueta, con sus grandes brazos, me pareció adquirir nuevo sentido. Estaba examinándolo cuando Emilio, luego de haber cerrado cuidadosamente la puerta, me dijo, señalándomelo: 
—Ahí sucedió la cosa. 
Le miré sin comprenderle. 
Me hizo sentar frente a él, en una silla que estaba al otro lado de su mesita de trabajo, se arrellanó en su sillón y empezó a temblar. Yo no sabía qué hacer. 
Dos o tres veces intentó empezar a hablar y otras tantas tuvo que dejarlo. Estuve a punto de rogarle que dejase su confesión, pero la curiosidad pudo en mí más que la piedad, y es sabido que la curiosidad es una de las cosas que más hacen al hombre cruel. Se quedó un momento con la cabeza entre las manos y la vista baja; se sacudió luego como quien adopta una súbita resolución, me miró fijamente y con unos ojos que no le conocía antes, y empezó: 
—Bueno; tú no vas a creerme ni palabra de lo que te voy a contar, pero eso no importa. Contándotelo me libertaré de un grave peso, y me basta. 
No recuerdo qué le contesté, y prosiguió: 
—Hace cosa de año y medio, meses antes del misterio, caí enfermo de terror. La enfermedad no se me conocía en nada ni tenía manifestación externa alguna, pero me hacía sufrir horriblemente. Todo me infundía miedo, y parecía envolverme una atmósfera de espanto. Presentía peligros vagos. Sentía a todas horas la presencia invisible de la muerte, pero de la verdadera muerte, es decir, del anonadamiento. Despierto, ansiaba porque llegase la hora de acostarme a dormir, y una vez en la cama me sobrecogía la congoja de que el sumo se adueñara de mí para siempre. Era una vida insoportable, terriblemente insoportable. Y no me sentía ni siquiera con resolución para suicidarme, lo cual pensaba yo entonces que sería un remedio. Llegué a temer por mi razón... 
—¿Y cómo no consultaste con un especialista? —le dije por decirle algo. 
—Tenía miedo, como lo tenía de todo. Y este miedo fue creciendo de tal modo, que llegué a pasarme los días enteros en este cuarto y en este sillón mismo en que ahora estoy sentado, con la puerta cerrada, y volviendo a cada momento la vista atrás. Estaba seguro de que aquello no podía prolongarse y de que se acercaba la catástrofe o lo que fuese. Y en efecto llegó. 
Aquí se detuvo un momento y pareció vacilar. 
—No te sorprenda el que vacile —prosiguió—, porque lo que vas a oír no me lo he dicho todavía ni a mí mismo. El miedo era ya una cosa que me oprimía por todas partes, que me ponía un dogal al cuello y amenazaba hacerme estallar el corazón y la cabeza. Llegó un día, el siete de setiembre, en que me desperté en el paroxismo del terror; sentía acorchados cuerpo y espíritu. Me preparé a morir de miedo. Me encerré como todos los días aquí, me senté donde ahora estoy sentado, y empecé a invocar a la muerte. Y es natural, llegó —advirtiéndome la mirada, añadió tristemente:— Sí, ya sé lo que piensas, pero no me importa. 
Y prosiguió: 
—A la hora de estar aquí sentado, con la cabeza entre las manos y los ojos fijos en un punto vago más allá de la superficie de esta mesa, sentí que se abría la puerta y que entraba cautelosamente un hombre. No quise levantar la mirada. Oía los golpes del corazón y apenas podía respirar. El hombre se detuvo y se quedó ahí, detrás de esa silla que ocupas, de pie, y sin duda mirándome. Cuando pasó un breve rato, me decidí a levantar los ojos y mirarlo. Lo que entonces pasó por mí fue indecible; no hay para expresarlo palabra alguna en el lenguaje de los hombres que no se mueren sino una sola vez. El que estaba ahí, de pie, delante mío, era yo, yo mismo, por lo menos en imagen. Figúrate que, estando delante de un espejo, la imagen que de ti refleja en el cristal se desprende de este, toma cuerpo y se te viene encima... 
—Sí, una alucinación... —murmuré. 
—De eso ya hablaremos —dijo y siguió: 
—Pero la imagen del espejo ocupa la postura que ocupas y sigue tus movimientos, mientras que aquel mi yo de fuera estaba de pie, y yo, el yo de dentro de mí, estaba sentado. Por fin el otro se sentó también, se sentó donde tú estás sentado ahora, puso los codos sobre la mesa como tú los tienes, se cogió la cabeza, como tú la tienes, y se quedó mirándome como me estás ahora mirando. 
Temblé sin poder remediarlo al oírle esto, y él, tristemente, me dijo: 
—No, no tengas también tú miedo; soy pacífico. 
Y siguió: 
—Así estuvimos un momento, mirándonos a los ojos el otro y yo, es decir, así estuve un rato mirándome a los ojos. El terror se había transformado en otra cosa muy extraña y que no soy capaz de definirte; era el colmo de la desesperación resignada. Al poco rato sentí que el suelo se me iba de debajo de los pies, que el sillón se me desvanecía, que el aire iba enrareciéndose, las cosas todas que tenía a la vista, incluso mi otro yo, se iban esfumando, y al oír al otro murmurar muy bajito y con los labios cerrados: "¡Emilio, Emilio!", sentí la muerte. Y me morí. 
Yo no sabía qué hacer al oírle esto. Me dieron tentaciones de huir, pero la curiosidad venció en mí al miedo. Y él continuó: 
—Cuando al poco rato volví en mí, es decir, cuando al poco rato volví al otro, o sea, resucité, me encontré sentado ahí, donde tú te encuentras ahora sentado y donde el otro se había sentado antes, de codos en la mesa y cabeza entre las palmas contemplándome a mí mismo, que estaba donde ahora estoy. Mi conciencia, mi espíritu, había pasado del uno al otro, del cuerpo primitivo a su exacta reproducción. Y me vi, o vi mi anterior cuerpo, lívido y rígido, es decir, muerto. Había asistido a mi propia muerte. Y se me había limpiado el alma de aquel extraño terror. Me encontraba triste, muy triste, abismáticamente triste, pero sereno y sin temor a nada. Comprendí que tenía que hacer algo; no podía quedar así y aquí el cadáver de mi pasado. Con toda tranquilidad reflexioné lo que me convenía hacer. Me levanté de esa silla, y, tomándome el pulso, quiero decir, tomando el pulso al otro, me convencí de que ya no vivía. Salí del cuarto dejándolo aquí encerrado, bajé a la huerta, y con un pretexto me puse a abrir una gran zanja. Ya sabes que siempre me ha gustado hacer ejercicio en la huerta. Despaché a los criados y esperé la noche. Y cuando la noche llegó, cargué a mi cadáver a cuestas y lo enterré en la zanja. El pobre perro me miraba con ojos de terror, pero de terror humano; era, pues, su mirada una mirada humana. Le acaricié diciéndole: no comprendemos nada de lo que pasa, amigo, y en el fondo no es esto más misterioso que cualquier otra cosa... 
—Me parece una reflexión demasiado filosófica para ser dirigida a un perro —le dije. 
—¿Y por qué? —replicó—. ¿O es que crees que la filosofía humana es más profunda que la perruna? 
—Lo que creo es que no lo entendería. 
—Ni tú tampoco, y eso que no eres perro. 
—Hombre, sí, yo lo entiendo. 
—¡Claro, y me crees loco!... 
Y como yo callara, añadió: 
—Te agradezco ese silencio. Nada odio más que la hipocresía. Y en cuanto a eso de las alucinaciones, he de decirte que todo cuanto percibimos no es otra cosa, y que no son sino alucinaciones nuestras impresiones todas. La diferencia es de orden práctico. Si vas por un desierto consumiéndote de sed y de pronto oyes el murmurar del agua de una fuente y ves el agua, todo esto no pasa de alucinación. Pero si arrimas a ella tu boca y bebes y la sed se te apaga, llamas a esta alucinación una impresión verdadera, de realidad. Lo cual quiere decir que el valor de nuestras percepciones se estima por su efecto práctico. Y por su efecto práctico, efecto que has podido observar por ti mismo, es por lo que estimo lo que aquí me sucedió y acabo de contarte. Porque tú ves bien que yo, siendo el mismo, soy, sin embargo, otro. 
—Esto es evidente... 
—Desde entonces las cosas siguen siendo para mí las mismas, pero las veo con otro sentimiento. Es como si hubiese cambiado el tono, el timbre de todo. Vosotros creéis que soy yo el que he cambiado y a mí me parece que lo que ha cambiado es todo lo demás. 
—Como caso de psicología... —murmuré. 
—¿De psicología? ¡Y de metafísica experimental! 
—¿Experimental? —exclamé. 
—Ya lo creo. Pero aún falta algo. Ven conmigo. 
Salimos de su cuarto y me llevó a un rincón de la huerta. Empecé a temblar como un azogado, y él, que me observó, dijo: 
—¿Lo ves? ¿Lo ves? ¡También tú! ¡Ten valor, racionalista! 
Me percaté entonces de que llevaba un azadón consigo. Empezó a cavar con él mientras yo seguía clavado al suelo por un extraño sentimiento, mezcla de terror y de curiosidad. Al cabo de un rato se descubrió la cabeza y parte de los hombros de un cadáver humano, hecho ya casi esqueleto. Me lo señaló con el dedo diciéndome: 
—¡Mírame! 
Yo no sabía qué hacer ni qué decir. Volvió a cubrir el hueco. Yo no me movía. 
—Pero ¿qué te pasa, hombre? —dijo, sacudiéndome el brazo. 
Creí despertar de una pesadilla. Lo miré con una mirada que debió de ser el colmo del espanto. 
—Sí —me dijo—, ahora piensas en un crimen; es natural. ¿Pero has oído tú de alguien que haya desaparecido sin que se sepa su paradero? ¿Crees posible un crimen así sin que se descubra al cabo? ¿Me crees criminal? 
—Yo no creo nada —le contesté. 
—Ahora has dicho la verdad; tú no crees en nada y por no creer en nada no te puedes explicar cosa alguna, empezando por las más sencillas. Vosotros, los que os tenéis por cuerdos, no disponéis de más instrumentos que la lógica, y así vivís a oscuras... 
—Bueno —le interrumpí—, y todo esto ¿qué significa? 
—¡Ya salió aquello! Ya estás buscando la solución o la moraleja. ¡Pobres locos! Se os figura que el mundo es una charada o un jeroglífico cuya solución hay que hallar. No, hombre, no; esto no tiene solución alguna, esto no es ningún acertijo ni se trata aquí de simbolismo alguno. Esto sucedió tal cual te lo he contado, y, si no me lo quieres creer, allá tú. 

Después de que Emilio me contó esto y hasta su muerte, volví a verle muy pocas veces, porque rehuía su presencia. Me daba miedo. Continuó con su carácter mudado, pero haciendo una vida regular y sin dar el menor motivo a que se le creyese loco. Lo único que hacía era burlarse de la lógica y de la realidad. Se murió tranquilamente, de pulmonía, y con gran valor. Entre sus papeles dejó un relato circunstanciado de cuanto me había contado y un tratado sobre la alucinación. Para nosotros fue siempre un misterio la existencia de aquel cadáver en el rincón de la huerta, existencia que se pudo comprobar. 
En el tratado a que hago referencia sostenía, según me dijeron, que a muchas, a muchísimas personas les ocurren durante la vida sucesos trascendentales, misteriosos, inexplicables, pero que no se atreven a revelar por miedo a que se les tenga por locos. 
"La lógica —dice— es una institución social y la que se llama locura una cosa completamente privada. Si pudiéramos leer en las almas de los que nos rodean, veríamos que vivimos envueltos en un mundo de misterios tenebrosos, pero palpables". 



ANÁLISIS DE “EL QUE SE ENTERRÓ” DE MIGUEL DE UNAMUNO 
Héctor Zabala © 

Una obra, de acuerdo a la materia que trata, puede ser de género [1]
a) realista: no viola las leyes naturales [2]; b) maravilloso o fantástico: viola las leyes naturales; c) extraño: en principio parece violar las leyes naturales, pero al final se descubre que no; d) ambiguo: hay indicios para pensar que puede ser tanto un relato realista como maravilloso; e) de ciencia ficción: viola hoy y aquí las leyes naturales conocidas, pero en el futuro o en otro lugar del universo puede ser que no las viole [3]
Ahora bien, partiendo de estas definiciones, ¿en cuál de estos géneros clasificamos este cuento de Unamuno? 
• Si vamos a creerle a Emilio, indudablemente en el tipo b) maravilloso. La gente antes de morir no se desdobla en dos individuos concientes de ser la misma persona ni recibe la visita de uno mismo en otro cuerpo. 

• Ahora veamos qué pasa si NO le creemos a Emilio: 

Hipótesis 1: Emilio estaba loco. 
Esta hipótesis explicaría bien la primera parte del relato. Un hombre, afectado de depresión por causas desconocidas, se siente morir y entra en una enajenación tan intensa que cree recibir la visita de la muerte en la forma de otro yo. Incluso, alguien podría alegar que la expresión "soy pacífico" puede ser propia de un hombre que toma consciencia de su locura en un momento de lucidez. 
El problema de esta hipótesis es que no se sostiene en la segunda parte del cuento: es decir, no explica la existencia del cadáver enterrado en el jardín. 
Por otro lado, si bien el comportamiento de Emilio había sufrido cambios, esto no autoriza a que lo tildemos de loco. El cambio sufrido apunta más al carácter que al estado mental: dejó de ser dicharachero, despreocupado, para pasar a ser taciturno, reconcentrado, etc. 
Además, luego de confesarse a su amigo, Emilio mantiene una actitud que descarta toda locura: “Continuó con su carácter mudado, pero haciendo una vida regular y sin dar el menor motivo a que se le creyese loco”

Hipótesis 2: Emilio cometió un asesinato. 
Esta hipótesis encajaría mejor pero tiene sus defectos. 
• “—Sí —me dijo—, ahora piensas en un crimen; es natural. ¿Pero has oído tú de alguien que haya desaparecido sin que se sepa su paradero? ¿Crees posible un crimen así sin que se descubra al cabo? ¿Me crees criminal?” 
En principio Emilio tiene razón: si hubiera matado a alguien, algún familiar o amigo de la víctima habría reclamado, denunciado. Y esto hubiera terminado con Emilio en la cárcel. 
• Ahora bien, pero supongamos que se trataba de alguien sin familia y sin amigos o de un extranjero de incógnito. En este caso (aunque poco probable) tendríamos que admitir que la hipótesis tendría visos de factible. 
• Incluso hay un detalle que favorece esta hipótesis: el cadáver que ve el amigo de Emilio está en un estado que podríamos suponer irreconocible. “Empezó a cavar con él mientras yo seguía clavado al suelo por un extraño sentimiento, mezcla de terror y de curiosidad. Al cabo de un rato se descubrió la cabeza y parte de los hombros de un cadáver humano, hecho ya casi esqueleto. Me lo señaló con el dedo diciéndome:  —¡Mírame!” 
Alguien podría alegar que el amigo en ningún momento reconoció el parecido entre el cadáver y Emilio. Y que su “parálisis” se debió a la existencia misma del cadáver, y no porque estuviera sorprendido ante un supuesto “gemelo” enterrado de Emilio. Además, no parece que hayan permanecido mucho tiempo contemplando el cuerpo como para apreciar similitudes y diferencias. Un “casi esqueleto” obviamente no es el mejor elemento para comparar el parecido con una persona viva, al menos a simple vista. 
• Pero la pregunta del millón sería: ¿pero si Emilio era un asesino, para qué contarlo? Un asesino clásico no haría eso. Nunca tendría la ocurrencia de mostrar el cadáver. Un sentido elemental de conservación lo alejaría de toda confidencia posible, por más de que se tratara de un amigo confiable. En efecto, una borrachera del amigo en un día de juerga, seguida de un comentario poco feliz o indiscreto, y adiós libertad. No, no es así como procede un homicida, salvo que quiera psicológicamente pagar su culpa. Pero si este fuera el caso, Emilio se habría entregado a la policía o al juez, sin necesidad de ser tan sinuoso. 
Por otra parte, cuando alguien confiesa de manera espontánea, lo hace reconociendo abiertamente su crimen y aquí Emilio tiene una actitud distinta, para nada coherente con la de un homicida arrepentido. 

CONCLUSIÓN: 
Por ende, la clasificación de este cuento, a mí entender, depende del lector: 
• Si le creemos a Emilio, será del tipo b) maravilloso (viola las leyes naturales). 
• Si creemos que hay una mínima posibilidad de que Emilio haya cometido un asesinato, será de tipo a) realista (no viola las leyes naturales). 
• Si mantenemos la duda entre el primer y el segundo caso, cuestión perfectamente atendible, será del tipo d) ambiguo

[1] Dejo constancia que hay quienes optan por nomenclaturas distintas en lo que se refiere a la materia que trata una obra, pero a mí me gusta esta. 
[2] Aclaremos que en el caso a), la historia que se cuenta no tiene que estar basada en hechos reales, es decir podría ser una obra de ficción e igual seguiría dentro del género realista. De hecho, es muy probable que la mayoría de las obras literarias, teatrales y cinematográficas correspondan a este género sin que hayan ocurrido en la realidad. 
[3] Aclaro que se trata de una definición mía. Hay que hacer un paréntesis respecto a este género de ciencia ficción, que alguien podría tomar como una particular variante del caso b). Y doy un ejemplo: si un trágico griego hubiera escrito una obra en la que alguien utilizaba un aparato que le permitía volar, seguramente no hubiera sido creíble porque para la época tal cosa violaba las leyes naturales. Y con seguridad esa obra habría inaugurado el género de ciencia ficción. Sin embargo, una historia similar luego del invento del aeroplano es realista. Con esto creo justificar mi definición y de paso demostrar que este género tiene condimentos especiales de tiempo y espacio como para constituir un caso aparte. 


MIGUEL DE UNAMUNO 

Miguel de Unamuno
(Bilbao, 1864 — Salamanca, 1936). Escritor, poeta y filósofo español. 
Se doctoró con la tesis Crítica del problema sobre el origen y prehistoria de la raza vasca, y poco después accedió a la cátedra de lengua y literatura griega en la Universidad de Salamanca, en la que desde 1901 fue rector y catedrático de historia de la lengua castellana. 
Entre sus obras, se destacan: 
Ensayos filosóficos: En torno al casticismo (1895), Vida de don Quijote y Sancho (1905), Mi religión y otros ensayos (1910), Soliloquios y conversaciones (1911), Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos (1913). 
Narrativa: Paz en la guerra (1897), Amor y pedagogía (1902), Niebla (1914), Abel Sánchez (1917), Tres novelas ejemplares y un prólogo (1920) y La tía Tula (1921). 
Poesía: Poesía (1907), Rosario de sonetos líricos (1912), El Cristo de Velásquez (1920), Rimas de dentro (1923) y Romancero del destierro (1927), este último fruto de su experiencia en la isla de Fuerteventura, adonde lo deportaron por su oposición a la dictadura de Primo de Rivera. 
Teatro: Fedra (1924), Sombras de sueño (1931), El otro (1932) y Medea (1933). 
En 1962 se publicaron sus Obras completas y en 1994 se dio a conocer la novela inédita Nuevo mundo



“PANTALEÓN Y LAS VISITADORAS” DE MARIO VARGAS LLOSA
Héctor Zabala @ 
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Una novela estupenda. El esquema rompe con los cánones de la mayoría de las novelas; es decir un narrador que va desgranando una historia, y mechando aquí y allá diálogos entre los  personajes. Nada de eso. Esta novela se desarrolla incluyendo informes, notas, dictámenes, pedidos, pases, algún visto bueno, etc. (todos confidenciales) de distintos organismos del ejército, la armada y la fuerza aérea, tal como si se tratara de un enorme expediente a modo de sumario. A medida que este papelerío avanza, se intercalan capítulos con diálogos, diálogos que a su vez también se intercalan entre sí. Paradójicamente, lejos de ser pesado, este procedimiento narrativo nos va compenetrando más y más en la trama. 
La historia es sencilla pero muy ingeniosa. La población de la Amazonía peruana está harta de que los soldados y suboficiales violen mujeres, impelidos por la falta de sexo a que los condiciona el aislamiento selvático. Ante las continuas quejas civiles y para acabar con el enojoso problema, el alto mando militar decide crear un Servicio de Visitadoras (un cuerpo de prostitutas) para mantener satisfecha a la tropa, desperdigada en múltiples guarniciones. A tal efecto, comisiona al capitán de intendencia Pantaleón Pantoja para que organice esa unidad “especial” sin que el ejército peruano quede involucrado públicamente. Las peripecias que de este planteo se derivan son realmente desopilantes. Una obra maestra. 


MARIO VARGAS LLOSA

Mario Vargas Llosa
(Arequipa, Perú, 28/3/1936). Su nombre completo es Jorge Mario Pedro Vargas Llosa. Escritor y ensayista. Estudió Derecho y también Literatura en la Universidad Mayor de San Marcos, pese a la oposición del padre a su proyecto de ser escritor. Como estudiante formó parte de Cahuide, organización que comprendía al entonces proscrito partido comunista, para más tarde pasar a militar en el Partido Demócrata Cristiano. Se casó muy joven con una parienta política, historia contada en su libro La tía Julia y el escribidor, obra muy interesante en la que despliega gran ironía. Tras su divorcio, se vuelve a casar en 1965 con una prima. En 1971 obtiene el doctorado en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid. En 2010 le fue otorgado el Premio Nobel de Literatura. 
Entre sus obras se destacan: 
Narrativa: Los jefes (1959). La ciudad y los perros (1963), La casa verde (1966), Los cachorros (1967), Conversación en La Catedral (1969), Pantaleón y las visitadoras (1973), La tía Julia y el escribidor (1977), La guerra del fin del mundo (1981), Historia de Mayta (1984), ¿Quién mató a Palomino Molero? (1986), El hablador (1987), Elogio de la madrastra (1988), Lituma en los Andes (1993), Los cuadernos de don Rigoberto (1997), La Fiesta del Chivo (2000), El paraíso en la otra esquina (2003), Travesuras de la niña mala (2006), El sueño del celta (2010). 
Ensayo: Bases para una interpretación de Rubén Darío (tesis universitaria, 1958), Carta de batalla por Tirant lo Blanc, prólogo a la novela de Joanot Martorell (1969), García Márquez: historia de un deicidio (1971), Historia secreta de una novela (1971), La orgía perpetua: Flaubert y Madame Bovary (1975), Entre Sartre y Camus, ensayos (1981), Contra viento y marea. Volumen I (1962-1982, 1983), La suntuosa abundancia, ensayo sobre Fernando Botero (1984), Contra viento y marea. Volumen II (1972-1983, 1986), Contra viento y marea. Volumen III (1964-1988, 1990), La verdad de las mentiras: ensayos sobre la novela moderna (1990), Carta de batalla por Tirant lo Blanc (1991), Un hombre triste y feroz, ensayo sobre George Grosz (1992), Desafíos a la libertad (1994), La utopía arcaica. José María Arguedas y las ficciones del indigenismo (1996), Cartas a un joven novelista (1997), El lenguaje de la pasión (2001), La tentación de lo imposible, ensayo sobre Los Miserables de Victor Hugo (2004), El viaje a la ficción, ensayo sobre Juan Carlos Onetti (2008). 
Teatro: La huida del Inca (1952), La señorita de Tacna (1981), Kathie y el hipopótamo (1983), La Chunga (1986), El loco de los balcones (1993), Ojos bonitos, cuadros feos (1996), Odiseo y Penélope (2007), Al pie del Támesis (2008), Las mil y una noches (2010). 
Tiene también varios artículos sobre política. 



PARA UNA TEORÍA ESTOCÁSTICA DEL RELATO 
Agustín Romano © 

Es famosa y justamente aceptada la Tesis sobre el cuento de Ricardo Piglia. Muchas veces la hemos utilizado en trabajos críticos o con fines pedagógicos. Sin embargo, como suele suceder con todas las buenas teorías, pueden y deben ser revisadas. De esto depende, muchas veces, el avance del conocimiento. Tal es lo que sucede (o debe suceder) con la “Tesis” que mencionamos. 
Dice Piglia: 

En uno de sus cuadernos de notas, Chéjov registró esta anécdota: “Un hombre, en Montecarlo, va al casino, gana un millón, vuelve a casa, se suicida”. La forma clásica del cuento está condensada en el núcleo de ese relato futuro y no escrito. 
Contra lo previsible y convencional (jugar-perder-suicidarse), la intriga se plantea como una paradoja. La anécdota tiende a desvincular la historia del juego y la historia del suicidio. Esa escisión es clave para definir el carácter doble de la forma del cuento. 
Primera tesis: un cuento siempre cuenta dos historias. 

II 
El cuento clásico (Poe, Quiroga) narra en primer plano la historia 1 (el relato del juego) y construye en secreto la historia 2 (el relato del suicidio). El arte del cuentista consiste en saber cifrar la historia 2 en los intersticios de la historia 1. Un relato visible esconde un relato secreto, narrado de un modo elíptico y fragmentario. 
El efecto de sorpresa se produce cuando el final de la historia secreta aparece en la superficie.
… 

El cuento es un relato que encierra un relato secreto. 
No se trata de un sentido oculto que dependa de la interpretación: el enigma no es otra cosa que una historia que se cuenta de un modo enigmático. La estrategia del relato está puesta al servicio de esa narración cifrada. ¿Cómo contar una historia mientras se está contando otra? Esa pregunta sintetiza los problemas técnicos del cuento. 
Segunda tesis: la historia secreta es la clave de la forma del cuento. 

Primera pregunta: ¿Un cuento siempre cuenta dos historias? 
En la cita anterior Piglia menciona, como hemos visto, un tipo de relato, que tiene como forma narrativa jugar-perder-suicidarse. No cabe duda que esta fue la manera con que muchos en la realidad perdieron la vida. 
Consideremos primero, entonces, esta forma que es la más simple: 

Modelo 1 
1. X juega: f1 
2. X pierde: f2 
3. X se suicida: f3 

Este es el esquema general de El jugador de Dostoievsky, cuya frase final: ¡Mañana, mañana acabará todo! parece indicar la decisión del protagonista de dar solución al desamparo en que ha quedado por causa del juego, de acuerdo con el punto 3. 
A nadie que lea un relato similar se le ocurrirá plantear ninguna sospecha, Todo parece seguir un encadenamiento coherente. Por lo tanto se presta para ser la base de relatos de tipo realista o psicológico, cuyo interés radicaría en mostrar las angustias del personaje. 
Pero Piglia prefiere para la fundamentación de su teoría un camino distinto: el de jugar-ganar-suicidarse, propuesto por Chéjov. 
Partamos del mismo lugar de donde parte Piglia e ideemos una historia en donde se cumpla lo supuesto por Chéjov. 

Modelo 2 
1. X tiene una hija sumamente enferma: f1 
2. X tiene necesidad de dinero para curarla pero no lo tiene: f2 
3. X es visitado por el Demonio, quien le ofrece hacerle ganar mucho dinero en Montecarlo para sanar a su hija y para que esta pueda vivir una vida larga y feliz. Pero la condición es que X, después de ganar, se suicide: f3 
4. X acepta: f4 
5. X va al Casino de Montecarlo y gana un millón: f5 
6. X se suicida: f6 

Estos 6 puntos, como totalidad, configuran lo que Piglia denomina la historia. Toda la estrategia, según él, consistiría en narrar “en primer plano” el punto 5 y su consecuencia, el punto 6, pero cifrar en esa narración los puntos del 1 al 4. 
Quien en la práctica obre de una manera similar, seguramente logrará buenos resultados Pero desde la perspectiva teórica la cosa no aparece tan clara. Surge entonces la pregunta: ¿Un cuento siempre cuenta dos historias? 
Veamos: 
Lo primero que nos llama la atención en Piglia es la perspectiva del análisis adoptada para elaborar su teoría. 
Cuando habla de historia secreta, podemos preguntarnos: ¿Secreta para quién? La respuesta se presenta muy sencilla: secreta para el lector. Con lo cual podemos deducir que la perspectiva adoptada por Piglia es la del lector. Y todas sus tesis están elaboradas desde esta perspectiva. Es decir, su teoría parte de los efectos provocados más que de sus causas. 
Nuestro punto de vista partirá de la perspectiva del escritor. En su relación activa con su lector. Es decir, de aquel que debe manejar determinados recursos para provocar determinados efectos en otro. Desde esta perspectiva la historia secreta deja de serlo. Y se convierte, más bien, en un elemento que el escritor deberá manipular, es decir, ocultar en algún momento para que luego, cuando él lo considere oportuno, revelarlo a fin de que provoque el efecto deseado. 
Desde esta perspectiva desechamos, por lo tanto, el concepto de historia secreta. 
Por otro lado, el concepto de historia —en Piglia—, se presenta bastante confuso. Quien lea atentamente su trabajo advertirá que confunde el relato de la historia con la historia. 
Dice Piglia: 
El cuento clásico (Poe, Quiroga) narra en primer plano la historia 1 (el relato del juego) y construye en secreto la historia 2 (el relato del suicidio). 
A partir de esta cita, y teniendo en cuenta el subrayado, es que podemos afirmar su confusión y su falsa postulación de una historia 1 y una historia 2. 
Cuestionamos, entonces, la existencia de estas dos historias. Trataremos de demostrarlo. 
Lo que deberemos analizar es el estatus epistemológico de historia y relato. 
Definiremos como historia una serie de acontecimientos que se suceden en el tiempo y en el espacio y que guardan entre sí una relación cronológica y causal 
Desde el punto de vista de lo real pertenece al nivel óntico. Es decir al nivel de aquello que es o sucede en el universo, independiente de que sea o no conocido, 
Pero como estamos en el orden de lo ficcional deberemos hablar de nivel óntico-ficcional
Aquí, nosotros, preferimos denominarlo, siguiendo a Aristóteles, como Fábula (F) que definiremos como la estructura de los hechos que deben desarrollarse de forma necesaria o verosímil. 
F, tal como la hemos diseñado, siguiendo a Chéjov-Piglia, está compuesta por 6 puntos que llamaremos, al modo de los estructuralistas, fabulemas (f
Así en nuestro diseño F = f1 + f2 + f3 + f4 + f5 + f6 
Lo que aconseja Piglia es contar las secuencias 5 y 6 en primer plano y que corresponden a lo que él llama historia 2. E intercalar, mientras lo hace, los puntos 1, 2, 3 y 4. Es decir la historia 1. 
Como cualquiera puede observar cada uno de los fabulemas ocupa un lugar inalterable. Por lo tanto no puede haber historia 1 e historia 2 porque 5 deriva de 4 y 6 deriva de 5 
¿Qué es lo que sucede realmente? 
Para explicar este fenómeno tendremos que considerar el nivel lingüístico como algo distinto de la historia o de la fábula. 
Con esto queremos decir que la fabula puede ser expresada por el lenguaje, es decir por un Relato (R) 
Por lo tanto: si F, entonces R. 
Pero del mismo modo que F se divide en unidades f, R puede ser dividido en relatemas (r). Es decir R = r1 + r2 + r3 + r4 + r5 + r6
Lo que el autor en realidad manipula no es el conjunto de fabulemas, sino el conjunto de relatemas. Lo que es lo mismo que decir que mientras F y sus fabulemas son inalterables porque forman una secuencia en que cada elemento deriva causalmente del anterior porque es una propiedad del nivel óntico-ficcional, R en cambio —que pertenece a otro nivel, el lingüístico, en donde esta propiedad no se da— sí puede ser alterado y sometido a distintas combinatorias logradas gracias al montaje (M). Y a M y a sus elementos lo denominaremos montajemas (m). 
Para Piglia las combinatorias parecerían no ser más que dos: la que cuenta la historia del 1 al 6 y las que pone en primer plano 5 y 6 mientras incorpora los puntos del 1 al 4. 
Si admitimos que entre los relatemas no hay un nexo de necesidad causal, cabe la siguiente pregunta: ¿Cuántos montajes son posibles? 
Esto se logra mediante un cálculo factorial (n!). El factorial de 6 (número de relatemas que corresponden a nuestra fábula) es: 
6! = 6 x 5 x 4 x 3 x 2 x 1 = 720 [1]  

Segunda pregunta: ¿La historia secreta es la clave de la forma del cuento? 
Piglia habla de dos lógicas en pugna, pero si admitimos que hay una sola historia tendremos que admitir que tampoco hay dos lógicas. 
Por el lado de la Fábula, los fabulemas se concatenan de un modo inexorable. Pero, ¿qué pasa con los relatemas? ¿Tendremos que admitir 720 lógicas distintas? No. El Relato no se organiza por el orden lógico de los relatemas, sino por una elección arbitraria del autor. 
Aquí podemos empezar a jugar o a explorar creando combinaciones puramente casuales. 
Podríamos escribir en tarjetas diferentes cada uno de los rs y luego comenzar a mezclarlos y con cada una de estas posibilidades, pensar un posible relato. De este modo se nos presentarían, seguramente, distintos problemas de construcción y significado. 
Pero, la mejor prueba de que el relato es totalmente arbitrario consistiría en crear uno cuyos relatemas se dispongan así: 
R = r6 + r5 + r4 + r3 + r2 + r1
Es decir, que R funcione de una manera totalmente inversa a F. 
Veamos: 

LA CONDENA 
A pesar de esta hermosa mañana de primavera, presiento que mi fin está próximo. Pero igual he venido aquí, como todos los años, a conmemorar la muerte de mi padre. [m1=r6, esto significa que la primera unidad de montaje (m1) equivale al último relatema (r6)] 
Me vuelvo a preguntar, igual que cuando era una muchacha joven: ¿Cómo resuelve Dios sus paradojas? 
Para Él, tal vez, mi padre esté a su diestra, gozando de su presencia por toda la eternidad. 
Muchas… muchas veces me he preguntado: ¿Fue culpable mi padre? 
Esta pregunta me obsesiona. 
A menudo me detengo a pensar en los cuatro meses anteriores a su fin. Según el testimonio de mi madre, lo había pasado haciendo trámites y disponiendo de su fortuna para que ella y yo pudiéramos tener un futuro asegurado. ¿De qué se puede culpar a un hombre así? 
También recuerdo la noche en que llegó a casa y le anunció a mi madre que todo estaba solucionado. 
—Gracias a tus pequeños ahorros he ganado mucho dinero en la ruleta. [m2=r5
—Pero, Luis, ¿has aceptado? —dijo mi madre llorando. 
—Sí —dijo mi padre. [m3=r4
Durante muchos años ignoré el significado de aquel diálogo. Pero siempre estuvo, no sé por qué, en un rincón de mi memoria. 
Para Dante, los suicidas, en el más allá, no pueden conservar su propio cuerpo, y habitan en plantas que pueden sangrar si se les arranca alguna hoja o alguna rama. A veces he tenido pesadillas sobre eso. 
Mis preguntas metafísicas nacieron una tarde en que hallé, en un viejo arcón del altillo de mi casa, aquel gastado cuaderno en que mi padre contaba sus horrores. Así supe de la Noche del Pacto con Belcebú [m5=r2], que no quisiera recordar. Gracias a aquel cuaderno supe de su dolor de hombre pobre que no puede satisfacer las necesidades de su familia [m4=r3]. Por aquel cuaderno supe de su angustia de dinero [m5=r2] porque yo estaba gravemente enferma. [m6=r1] 
Entonces comprendí su sacrificio. Había entregado su vida a cambio de la mía. ¿Acaso Cristo, según nuestra fe, no hizo lo mismo? ¿Merece ser condenado alguien así? 
No lo sé. Pero es posible que dentro de muy poco sepa la verdad. 

A modo de resumen y conclusión 
Un cuento, una novela, etc. podemos decir que están constituidos por una Fábula y un Relato. Relato que se logra mediante un determinado Montaje. 
La Fábula es un conjunto de unidades de acción, fabulemas, que guardan entre sí un carácter causal que no puede ser alterado sin que cambie la historia. Epistemológicamente pertenece a lo que en la realidad es el nivel óntico
El Relato es la expresión lingüística de la Fábula. Sus unidades, relatemas, son la expresión de cada una de las unidades de la Fábula. Su característica fundamental es que los relatemas son totalmente independientes unos de otros y por lo tanto sus combinaciones responden a la estrategia narrativa elegida por un determinado autor. Epistemológicamente pertenece al nivel lingüístico.
El Montaje es una secuencia fija de unidades, montajemas, cuya característica es la de que cada montajema puede ser llenado con cualquier relatema. Es la manera concreta como la obra se presenta al lector en un determinado soporte. Y por ser el producto del trabajo de un autor, su carácter es inalterable. A no ser que el autor decida hacer una obra abierta y deje en mano de sus lectores o de cualquier otra persona el montaje de su obra. 
En definitiva: Un relato es siempre una de las tantas maneras de contar una fábula. 

[1] En análisis combinatorio, las permutaciones sin elementos repetidos responden a la ecuación: Pn = n!, donde “P” significa permutación y “n” el número total de elementos. La operación consiste en obtener el total de posibles ordenamientos diferentes o permutaciones de los elementos considerados. Por ejemplo, en el caso de seis elementos sería : 1) abcdef, 2) abcdfe, 3) abdcef, 4) abdcfe… hasta llegar a… 719) fedcab, 720) fedcba. Es decir, 720 posibilidades distintas. 

Currículo de Agustín Romano en: http://www.polisliteraria.blogspot.com/



LA LEYENDA URBANA 
Héctor Zabala © 

La leyenda urbana es fundamentalmente una mentira que pese a contener elementos inverosímiles se la hace correr para que la gente crédula a su vez la difunda. El detalle interesante es que posee ciertos visos de realidad a fin de que espíritus un tanto menos crédulos igual la tomen por cierta. Es decir, puede ser directamente una crónica de hechos ficticios, aunque respetando más o menos tiempo y lugar, o bien una crónica de hechos reales muy distorsionados o exagerados. Siempre está haciendo equilibrio en el límite creíble, y probablemente sea una buena medida para determinar el grado de ingenuidad (o de suspicacia y análisis) de las personas. 
La gente de habla inglesa llama a esto friend of a friend tales, que traducido sería cuentos de un amigo de un amigo

Por supuesto, toda leyenda urbana tiene su intencionalidad

1) Contra una comunidad o raza. 
• Por ejemplo, la que hasta la década de 1950 corría en la Argentina respecto de los gitanos: cuidado que roban chicos. Nunca se conoció un caso policial de esas características, pero cuando un campamento gitano llegaba a las afueras de un pueblo, las madres guardaban a sus hijos pequeños y les prohibían salir a la calle. Hoy que los gitanos ya no viven en carpa sino en casas bien instaladas, la leyenda cesó. No tendría caso para ningún racista tratar de “vender” semejante absurdo cuando cualquier familia gitana ya es bien conocida en su vecindario desde hace décadas. 
• Más reciente, también existió otra que involucraba a los inmigrantes chinos: en sus restoranes se sirve carne de rata. Un absurdo total, incluso hasta desde el punto de visto práctico (es mucho más complicado y costoso ponerse a cazar roedores que comprar carne de vaca o de cerdo, más allá de lo que pueda opinar bromatología), y por supuesto nunca se conoció un caso con nombre y apellido, pero la especie fue muy difundida hacia los años 70 u 80 del siglo XX. 

2) Contra una clase social o planes de ayuda. 
• La más conocida en la Argentina, se dio allá por la década de 1950: a los cabecitas negras les regalan viviendas y ellos levantan los pisos de parqué para usarlos como leña en sus asados
En principio, los regalos de viviendas no eran tan frecuentes por parte del gobierno de entonces. Sí es cierto que había planes hipotecarios a largo plazo, a los que accedía la gente pobre, pero a tales efectos nunca se supo que se haya atendido al color de piel. Pero más allá de estos detalles chapuceros, no se conoce un solo caso con nombre y apellido de alguien que usara el parqué de su casa para hacer asados, lo cual hace del asunto una leyenda urbana. 
• Estas leyendas clasistas (y a veces mezcladas con racismo) se dieron también en Estados Unidos respecto al seguro social y los negros, y posiblemente en el resto del mundo. 

3) Contra una confesión religiosa o institución social. 
• En las reuniones masónicas se hacen ritos raros, o bien los testigos de Jehová se niegan a ir al médico
Más allá de que los masones sigan haciendo incomprensibles reuniones secretas, nunca se supo que hayan cometido un delito o realizado cosas contra la moral en dichos actos. Si fuera así, algo comprobable hubiera trascendido de parte de exmasones, por más juramento que existiera de por medio. En cuanto a los testigos de Jehová, es cierto que se niegan a recibir transfusiones de sangre por ciertos pasajes bíblicos que toman de manera literal, pero esto no autoriza a decir que se niegan a todo tratamiento. Ambos casos son verdaderos absurdos. 
• En este sentido, numerosas leyendas urbanas se dieron a través de los siglos, leyendas de cristianos que adjudicaban a paganos cosas horribles y viceversa, y también de protestantes a católicos o de católicos a protestantes, por no hablar de las centenares que se hicieron correr sobre los judíos. 

4) Contra un político. 
Quizá la más famosa leyenda urbana fue contra Nerón: incendió Roma para reedificarla a su gusto y encima le echó la culpa a los cristianos
En su momento, solo Suetonio y Dion Casio la incluyeron en sus obras (justamente los que más animadversión le tenían), aunque la mayor parte de los historiadores de entonces ni siquiera menciona el hecho. 
El gran incendio de Roma efectivamente existió: duró cinco días a partir del 19 de julio del año 64 JC, destruyó por completo cuatro de los catorce distritos de la ciudad y dejó muy afectados a otros siete. También es cierto que Nerón le echó la culpa a los cristianos (¡el romano promedio los odiaba más que al emperador!), pero no es verdad que Nerón ordenara quemar la ciudad; no existen pruebas de semejante cosa. 
Incluso, un fuerte crítico de Nerón y su gobierno como Tácito asegura que el emperador se encontraba en Antium [1] (unos 50 km al sur de Roma) al estallar el siniestro y que corrió de inmediato a dirigir las tareas de rescate y extinción. Y hasta agrega que Nerón usó su propia fortuna, durante y después del incendio, para ayudar a los damnificados, amén de cobijarlos en sus propiedades y tomar a cargo su manutención. Hoy, la mayoría de los historiadores dan como muy probable esta versión de Tácito, quien además consideró el incendio como un accidente. Se sabe que el fuego avanzó con rapidez por el barrio de los aceiteros, favorecido por la presencia de enormes depósitos de aceite de oliva y demasiadas casas de madera. 
Obviamente, la leyenda de un incendio intencional se inició entre sus opositores. Más tarde, la grey católica continuó con la especie, indignada por las persecuciones que habían sufrido sus correligionarios de hacía uno o dos siglos, persecuciones también comprobadas. Sin embargo, en muchas personas sigue vigente la leyenda de que Nerón ordenó quemar Roma y que durante el incendio, se dedicó a contemplar el espectáculo desde su palacio a fin de inspirarse y componer versos al son de la lira; anécdota falsa que habría agregado el propio Suetonio. Por supuesto, jamás se conoció un solo verso de Nerón referido al fuego, pero esto no parece importarle a nadie, ni entonces ni ahora. 
En realidad, Nerón era odiado por casi toda la aristocracia romana (salvo en las provincias orientales del imperio) y con semejante caldo de cultivo fue muy fácil difundir la mentira, dado que siempre habría oídos prestos a escuchar. Se lo odiaba por delitos serios, como el de asesinar a ciertos familiares (cosa por entonces muy común, ya que al no ser electivo el trono, todo pariente se creía con derecho a derrocar al emperador), pero sobre todo por sus meros actos de fanfarronería, como el de considerarse a sí mismo un artista eximio y un experto conductor de carros [2]
Sin embargo, los análisis históricos demuestran que Nerón estuvo muy lejos de ser un nuevo Calígula, tal como todavía se lee de algún analista político despistado o poco entendido en historia antigua, y que su gobierno fue más que aceptable. 

5) Contra determinados avances de la ciencia. 
La más famosa es la del tráfico de órganos. Supuestos secuestros de personas con el objeto de extirparles ilegalmente algún órgano luego de asistir a una fiesta o de consumir alguna droga en lugares poco recomendables. Esto, que suena muy parecido al cuento de Caperucita Roja (uno no debe fiarse de desconocidos ni meterse en líos), no tiene ningún asidero. Extirpar un órgano y mantenerlo en buen estado no es cosa que pueda hacerse así como así; se necesita alta tecnología, quirófanos adecuados y mucha gente con experiencia profesional. Sin embargo el embuste sigue vivito y coleando. 

6) De tono moralizante. 
Después de tener sexo con una chica toda la noche, ella desapareció dejándole un mensaje en el espejo del baño: “bienvenido al club del SIDA”
La especie tiene algo de común con la anterior y merecería haber sido iniciada por el club de las despechadas. No se conoce ningún caso real y, por supuesto, jamás se da nombre alguno.

7) A favor de un ídolo popular. 
• El cadáver de Walt Disney está criogenizado; cuando la ciencia avance, lo volverá a la vida. Esto quizá nació de la fantasía popular por no perder a quien creó a su vez todo un mundo de fantasía en derredor de personajes como el Ratón Mickey o el Pato Donald, pero no es más que otra leyenda. Se sabe que tal cosa nunca ocurrió y que ninguna empresa especializada se atribuyó el supuesto contrato. El cadáver del famoso dibujante y empresario nunca recibió ese tratamiento, si bien parece que Disney alguna vez habría tenido curiosidad en el asunto. Su cuerpo fue incinerado el 17 de diciembre de 1966 en el Forest Lawn Cemetery de Glendale, California, Estados Unidos. 
• También existen otras leyendas acerca de que personas famosas como Elvis Presley, Jim Morrison o la princesa Diana siguen vivas, lo cual es todavía más absurdo. Y, por supuesto, la lista es cada vez más grande. 
• También las hay sobre mandatarios o cantantes muertos que habrían sido reemplazados por dobles. 
• Quizá la más extraña sea la que cuenta que Adolf Hitler sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial y seguía vivo hasta hace unas décadas (quizá para algún fanático siga estándolo, aunque ya contase con 122 años de edad), cuando se sabe que se suicidó en su bunker de Berlín el 30 de abril de 1945. Hay varios informes (entre otros, el de uno de sus edecanes) que confirman su muerte con acabada descripción de detalles. La leyenda habría nacido porque en su tiempo el gobierno ruso no dio noticia del paradero de sus restos. 
• Probablemente, si el gobierno norteamericano sigue insistiendo en no publicar fotos ciertas del cadáver de Osama Bin Laden, consiga instituir la leyenda urbana de que continúa vivo o que acabó mucho antes pero de muerte natural. 

8) De carácter patriótico. 
• La bandera de nuestro país ganó un concurso internacional que premiaba a la más hermosa del mundo. 
Hay varios casos, entre ellos el de un país latinoamericano y de unos cuantos europeos. De más está decir que nunca se precisa el año (andaría por principios del siglo XX o quizá antes) y a veces se menciona una localidad del Báltico que en realidad está a orillas del Mar del Norte; a las leyendas urbanas no se les puede exigir justeza en geografía. Tampoco se menciona un solo miembro del supuesto jurado con nombre y apellido ni la institución que habría organizado el evento. 
• También hay algunas variantes (demasiadas para el gusto y fe de cualquiera) como que el certamen no versaba sobre banderas sino sobre himnos nacionales y que la canción patria habría obtenido el segundo lugar; eso sí, siempre detrás de la Marsellesa. 

9) A favor o en contra de ciertas sustancias o alimentos. 
• Una de las leyendas más difundidas es: “la fórmula secreta” de la Coca Cola permite aflojar tornillos, elimina óxido o quita manchas de las telas. Por las dudas, no lo intente, al menos con su ropa fina. Si fuera cierta en todos sus puntos, no se entiende cómo siguen subsistiendo las tintorerías y por qué se siguen vendiendo tantos otros productos químicos para eliminar el óxido. 
También existe otra que asegura que se usaron imágenes rápidas de esta bebida para lanzar mensajes subliminales a fin de que la gente consumiera más. No se entiende para qué entonces esta multinacional se la pasa haciendo publicidad por todas partes desde hace añares, con su famoso “tome… que refresca mejor”, si aquello hubiera sido tan sutil y efectivo. 
• De manera análoga, hay una leyenda que versa sobre la supuesta carne de lombriz mezclada en las hamburguesas de una famosa cadena internacional, para abaratar costos. Aquí, por supuesto, caben similares comentarios que en el caso 1). 

10) Tampoco la literatura quedó exenta. 
La más común es que William Shakespeare no existió o no escribió todas las obras que se le atribuyen. Esta leyenda toma como base supuestas diferencias de estilo entre algunas obras y la gran profusión literaria del autor inglés. Unos pocos críticos se hicieron eco de esta especie, pero las hipótesis planteadas caen una a una por diversas incongruencias. 
A fuer de verdad, no es el único que tiene una producción enorme y en cuanto a la diferencia de estilos, un buen escritor puede apelar a maneras o tonos distintos. Justamente en esto puede residir parte de su genio. Lo cierto es que nunca se ha podido confirmar la supuesta ayuda, no hay pruebas al respecto, ni tampoco quiénes (con nombre y apellido) habrían sido sus ayudantes, es decir nadie comprobó jamás de manera fehaciente cómo estaba conformado “su equipo”. 
En cuanto a la supuesta inexistencia de Shakespeare, por supuesto tiene aún menos asidero: se conocen las fechas y lugares de nacimiento y muerte, pues hay suficientes documentos que dan plena fe, quizá muchos más de los que se han podido mostrar de otros personajes históricos, sobre los que en cambio no se ensaya ninguna duda. 

[1] Antium, actual Anzio. 
[2] Nerón se juzgaba a sí mismo como un gran poeta, compositor y cantante. En las olimpíadas, indefectiblemente los jueces le otorgaban la corona de olivo en carreras de carros y recitales de poesía, pese a que se lo consideraba un mediocre en ambos casos 



REALIDADES Y FICCIONES 
—Revista Literaria—
Nº 5 — Junio de 2011 — Año II
ISSN 2250-4281

Propietario y Director: Héctor R. Zabala
Ciudad de Buenos Aires, Argentina 
zab_he@hotmail.com 

COLABORARON EN ESTE NÚMERO:
• Luis Benítez, Ciudad de Buenos Aires, Argentina
• Héctor Zabala, Ciudad de Buenos Aires, Argentina
• Agustín Romano, Ciudad de Buenos Aires, Argentina

El listado completo de colaboradores se encuentra a la derecha del blog bajo el acápite COLABORADORES de Revista REALIDADES Y FICCIONES.


Las opiniones vertidas en los artículos de esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor pertinente.



96 comentarios:

  1. ¡Gracias, Héctor! Muy buenos contenidos, realmente. Hay cosas que utilizaré, seguramente, en tareas docentes. Pasa a visitarme, cuando gustes, por LA TRAMPA DE ARENA. ¡Un abrazo en la poesía!
    Carlos Enrique Cartolano
    Ituzaingó, Arg.

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  2. Gracias Héctor por el envío. Tendré sin duda un tiempo para la lectura. Muy interesante el contenido....leeré. Un abrazo. Liliana Lapadula

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  3. Muchas gracias por el envío de la Revista. Excelente material. Un saludo Ana Romano.

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  4. es tan facil sucumbir al lenguaje) que bellas poesias y que buenas entrevistas gracias
    Guadalupe Castro Perez
    Chile

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  5. Gracias por la información: entro, leo, comento (y hago suscripción)
    Carlos Enrique Cabrera
    Santo Domingo, República Dominicana

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  6. hola gracias por la info si desean pueden enviar material para nuestra revista LAK-BERNA WWW.LAK-BERNA.UNLUGAR.COM ATTE
    Alicia Lorena Calbaño

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  7. Muchas gracias, con mucho gusto me suscribo a la Revista. Hasta pronto!
    Leticia Rábago Villaseñor
    México

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  8. suscripción‏
    Hola, estoy interesada en suscribirme a su revista Realidades y ficciones.
    Mi nombre es María Clara Escobar, vivo en Barranquilla - Colombia.
    María Clara Escobar

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  9. Me interesa la suscripción. ¿La revista se envía por pdf, word o se accede web?

    Saludos
    Julio Zoppi
    Rosario (SF), Argentina
    www.facebook.com/juliozoppi
    www.hargentina.blogspot.com

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  10. Soy Dolores Olmos, de España y estoy interesada en recibir su revista.

    Un saludo

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  11. inscripción‏ a Realidades y Ficciones
    Darino Graciela
    Buenos Aires, Argentina

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  12. ruego recibir revista REALIDADES Y FICCIONES. gracias

    --
    ALEJANDRO RODRIGUEZ DIAZ, ALICANTE- ESPAÑA

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  13. Quiero la suscripción gratuita.

    Jorge Antonini
    Moreno – Bs. As.
    Argentina

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  14. indicando nombre y apellido; Silvana D'Antoni
    ciudad: Hurlingham
    país: Argentina
    Les mando mi cuento. Muchas gracias, le diré a mis talleristas que les escriban.

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  15. suscripción revista realidades y ficciones‏
    Adriana Menéndez
    Buenos Aires
    Argentina

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  16. SUSCRIPCIÓN Revista REALIDADES Y FICCIONES‏
    Gracias Héctor Zabala
    Director de REALIDADES Y FICCIONES por la invitación a la revista la cual dirige.
    Muchas gracias y es un placer.

    Idelys Izquierdo Laboy
    Aguas Buenas, P.R. 00703

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  17. suscripción‏
    María Julia Druille
    Argentina.
    CABA (Bs.As.)
    Desde ya, muchas gracias.

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  18. pedido de suscripción‏
    Felicitas Navarro Perez
    Cnl. Dorrego, Argentina

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  19. inscripción‏
    D'ASCENZO ERICA EMILCE.
    CIUDAD : CAÑUELAS.
    PAÍS: ARGENTINA.

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  20. Quisiera suscribirme gratuitamente
    María Inés López Varela
    Rosario, Argentina

    Desde ya muchas gracias.

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  21. SUSCRIPCIÓN A REVISTA‏
    Para Realidades y Ficciones - zab
    Argentina - Buenos Aires ( ciudad de Dolores código postal 7100)
    Consuelo Freire

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  22. Hola, deseo suscribirme
    Nombre y Apellido: Carlos A. Schroeter
    Ciudad: Bueno Aires (CABA)
    Pais: Argentina

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  23. Que tal, mi nombre es Sergio Lizarraga, Tafí Viejo, Tucumán. Argentina.
    Me gustaría suscribirme y preguntar sobre las condiciones para el envío de colaboraciones. Gracias.

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  24. SUSCRIPCIÓN‏
    Valentina Saa Carbonell
    Caracas, Venezuela

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  25. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  26. un saludo
    he hojeado tus dos blogs y me anoté como seguidor. Gracias por la invitación. De igual modo te invito a mi blog http://alhambra82.blogspot.com/ para que lo hojees y en lo posible lo subas como blog amigos

    Gabriel Rodríguez-Páez
    EL TINTERO
    alhambra82.blogspot.com
    Bogotá, Colombia

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  27. Estimado Héctor Zabala, como co administrador y moderador de La Tertulia, red social y portal para escritores y amantes del arte, le hago llegar mis saludos y felicitaciones por el buen material publicado en Realidades y Ficciones Literaria, bajo su dirección.
    Mi nombre es Pablo Pereyra y junto a Zhennamir Rivas, también en funciones de administradora y moderadora, estamos intentando los primeros pasos de nuestro proyecto de lograr un lugar virtual en el cual y a la manera de aquellas tertulias donde se congregaban artistas de diferentes y relacionadas inquietudes artísticas, puedan hallar un sitio propicio aquellos que quieran compartir sus trabajos en un ambiente de confraterno estímulo y llevados por el deseo de formar a través del intercambio fecundo, un espacio de peña cultural en la red.
    Además, nos trae hacia usted la intención de enriquecer nuestro sitio compartiendo en La Tertulia mucho del excelente material que publica en RyF Literaria, es bajo ese anhelo que le solicitamos su permiso para tal fin, bajo las condiciones que se nos indiquen.
    Desde ya le agradecemos su atención y lo invitamos a que nos visite, ya sea en esta página del Facebook como en La Tertulia misma.
    Lo saludan atentamente:

    Zhennamir Rivas
    Pablo Pereyra.

    La Tertulia - Peña Literaria y Cultural Virtual
    http://www.latertuliared.com/
    Peña Literaria y Cultural Virtual

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  28. Agradecería ser incluído entre los receptores de la revista electrónica Realidades y Ficciones. Soy Gustavo González y vivo en Mar del Plata, Argentina. Muchas gracias.

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  29. SUSCRIPCIÓN‏
    en realidad quiero confirmar mi suscripción o hacerla si es necesario
    gracias
    nora schujman
    rosario, argentina

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  30. Suscripción

    Amalia González - ciudad de La Plata - Argentina.

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  31. Suscripción‏
    Edgar Espinosa
    Ciudad de México

    --
    ZeetobÁ
    http://picasaweb.google.com/athapascos/Archeion?feat=directlink

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  32. Honestamente no sé si soy suscriptor, pero si no lo fuera, por favor, anótenme entre los suyos. Su revista es excelente, es un placer leerlo. Muchas gracias y les deseo mucho éxito, que lo merecen.

    Tomás Stefanovics
    Montevideo, Uruguay

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  33. suscripción‏
    Espero seguir recibiendo ZAB.
    Muchas gracias y un abrazo:

    Melacio Castro
    Essen
    Alemania

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  34. Buen Día
    Muchas Gracias
    Disculpa haberme demorado tanto
    Quiero suscribirme a la revista
    Mi nombre es Leidy Urrego Martínez
    Pais: Colombia
    Ciudad: Bogotá D.C.

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  35. soy del Perú me gustaría recibir sus informes literarios gracias vivo en Lima anticipadas gracias y un cordial saludo mi nombre es Ronald Santa Maria Santos soy un penitente lector y un frustrado escritor sobre filosofía de vida que como la poesía mata de hambre pero satisface el espíritu

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  36. Saludos, favor de enviarme la revista a esta dirección. reyrodriguez@...

    Muchas gracias,

    Reynier Rodríguez, escritor y editor.
    Santiago de Cuba

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  37. SUSCRIPCIÓN GRATUITA‏
    Señores:
    Realidades y Ficciones.

    Solicitud Suscripción.
    Nombre: Jesús Iván
    Apellido: Arias Botero
    Email: jivarias67@...
    Ciudad. Bogotá.
    Pais: Colombia


    Mil gracias por su atención;


    IVÁN ARIAS BOTERO.

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  38. Re: SUSCRIPCIÓN a REALIDADES Y FICCIONES‏

    Para Realidades y Ficciones - zab
    Hola Héctor, buen día...
    Mil gracias por tu pronta respuesta... Te cuento que soy escritora y, si algún día quieres una colaboración, estoy a la orden...
    Te envío un cordial saludo, con el afecto del Caribe,
    Valentina Saa Carbonell
    Caracas, Venezuela

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  39. Junto con saludar, envío mis datos para suscribirme.
    Ana María San Martín Escobar
    a.sanmartin.e@...
    Santiago
    Chile
    Muchas gracias
    Saludos
    Ana María

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  40. Inscripción‏
    Alejandro Ramón
    Mar del Plata
    Argentina

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  41. Estimado Héctor:
    Te saludo y felicito por la trascendental gestión cultural que realizas, me interesa la suscripción:
    - Viviana Benz Elgueta
    - La Serena
    - Chile
    Un fraterno abrazo
    Viviana

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  42. Gracias, iré leyendo poco a poco.
    Saludos
    Isabel Díez
    Madrid, España

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  43. Hola:
    Me gustaría publicar en nuestra revista el artículo sobre Leyenda Urbana de Zabala. Enviarmelo junto a un breve Cv.
    Saludos
    Ricardo

    Ricardo Acevedo E.
    La Habana, Cuba
    Director de la Revista digital miNatura
    Si deseas descargar la Revista miNatura en formato pdf, la encontrarás:
    http://www.servercronos.net/bloglgc/index.php/minatura/
    En este blog encontrarás todo lo relacionado con la revista
    http://minaturasoterrania-monelle.blogspot.com/

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  44. Estimado Héctor:
    Los "días de" son simbólicos y arbitrarios. No obstante, sirven para recordar a quiénes se toman su trabajo y su talento con seriedad.
    Feliz día del escritor!

    Saludos

    JULIÁN BARSKY

    www.gardelbas.com.ar
    htp://www.gardelbiografia.com.ar
    http://gardelelcantordeltango.blogspot.com
    facebook GardelBAs
    www.twitter.com/@gardelcantor

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  45. en relación a mi sucripción‏
    mi nombre es Enzo Adrian Cavani...aunque uso el de Javier Pedemonte como pseudónimo en mi correo. Soy argespañol y por circustancias familiares resido en Málaga (España)...
    Soy docente de Filosofía -Estética y Hermenéutica- y estuve tres años en la UBA en Bs. As.
    Saludos.

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  46. suscripción‏
    Juan M Rosa
    Puerto Rico
    Ciudad de Caguas

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  47. suscripción‏
    Mi nombre es Lino Sangalli y vivo en Lima, Perú. Me gustaría recibir tu revista.
    Gracias

    Lino Sangalli

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  48. Leí un poco y me interesa mucho. Lo poquito que leí, me gustó. Gracias, volveré.
    Blanca Estela Valdés Correa
    México

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  49. gracias sean para ustedes que hacen realidad algo que siempre será faltante y un especial agradecimiento por otorgarme la suscripción saludos desde el lindo perú
    pepe jara

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  50. Hola, quiero suscribirme a la Revista Realidades y Ficciones
    Nombre: Raquel Azócar Escamilla. Directora Libro Libre Chile www.librolibrechile.cl
    Ciudad: Santiago
    País: Chile

    Saludos afectuosos y libres

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  51. Buenas noches, estos son mis datos para la suscripción a la revista Realidades y Ficciones
    Nombre: Héctor E.Rodriguez V.
    E-mail: Lycansur...@...
    Ciudad: Caracas
    País: Venezuela

    Gracias

    ResponderEliminar
  52. Vinculación a la revista‏
    nombre: Fabián y apellido: Rico
    email: fabi...@... ciudad:
    Bogotá y país: Colombia

    --
    Fr. Fabián Rico o.p.

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  53. para suscribirme‏
    Miriam Caballero,..., Paso de los Libres Corrientes, Argentina

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  54. Re: Revista literaria REALIDADES Y FICCIONES‏
    Gracias a vosotros
    Un saludo

    Yerma Librería
    C/ José Recuerda Rubio
    Manzana 5
    41018 Sevilla (España)

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  55. Gracias, es una revista muy interesante:
    Bijan Fazlikhan
    Barcelona España

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  56. Suscripción‏
    Tizimín Yucatán México
    Genny G.Chávez Rodríguez

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  57. Para subscribirme‏
    Señores/as, me gustaría suscribirme a su interesante revista literaria. Soy la Dra. Rima de Vallbona, escritora costarricense radicada en Houston, Texas, EE.UU. Mi correo electrónico es: rvallbona@aol.com y mi página Web, si les interesa, es: http://www.rimadevallbona.com

    Muchas gracias por su atención a este mensaje.

    Atentamente,

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  58. Suscripción Revista realidades y ficciones‏
    Dr.Lionel Rial
    Montevideo
    Uruguay

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  59. Solicitud suscripción revista‏
    Aura Jiménez
    San Juan, Puerto Rico

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  60. suscripción gratuita‏
    Nombre: Laura Martinez
    e-mail: martinez...@...
    País:Argentina
    Ciudad: La Rioja-capital

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  61. Suscripción‏
    alfredo enrique gonzalez barrios
    hola espero se encuentre bien he recibido con agrado un boetin de su revista he visitado el blog y lo felicito esta bastante interesante gracias
    bogotá, colombia

    ResponderEliminar
  62. Por favor suscribirme
    Luis Weinstein
    lweinste...@...
    Santiago
    Chile
    atentamente
    Luis

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  63. Buenas noches, estos son mis datos para la suscripción:
    Carlos Cornejo-Roselló Chávez
    Arequipa – Perú

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  64. quisiera suscribirme a la revista, de ser posible,
    soy Maria Sol Lopez Farhat, vivo en san salvador de jujuy, jujuy, argentina

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  65. he estado sin conectarme desde hace tres meses. Mi correo es colordea...@... ¿podéis indicarme aspectos sobre vosotros y vuestra actividad poética por mail?
    Enzo Adrián Cavani
    Barcelona, España

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  66. Suscripción
    Hola:
    Mi nombre es LEYLA URIBE.
    mi correo es: ...@...
    y soy de SANTIAGO de CHILE.

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  67. suscripción‏
    Hugo Portillo
    Mar del Plata
    Argentina

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  68. Suscripción gratuita‏
    Manuel Fabre
    Las Palmas de Gran Canaria
    Islas Canarias - España

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  69. Estimado Director H.Zabala:
    Me interesa suscribirme a la Revista que dirige.
    mi nombre Marta Macias.
    Soy poeta y trabajo en videos sobre mi obra. mi blog en preparación soledadsolitariosololonely.blogpost,com

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  70. Deseo suscribirme a la revista
    Nombre: Veronika
    Apellidos: Almaida Mons
    ciudad: Sevilla
    País: España

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  71. Suscripción‏
    Nombre: Agustín Arosteguy
    Ciudad: Bilbao
    País: España

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  72. Suscripción‏
    Esta es mi información:
    Elisa Zayas
    Daytona Beach
    Florida, USA

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  73. suscripción‏
    José Iván Beteta Moreira.
    Nicaragua
    Managua

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  74. Suscripción‏
    Javier Molea, USA, NY
    Javier Molea

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  75. Para Realidades y Ficciones
    De Crisálida Ediciones
    Gracias Héctor, estaremos atentos a sus publicaciones y esperamos poder ser un aporte desde nuestra producción. Pueden visitar nuestro blog: crisalidaediciones.wordpress.com y en el futuro hacer redes de contactos.
    Reciabn un gran saludo, Lorena

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  76. De REVISTA MANDALA LITERARIA
    Para Realidades y Ficciones
    Queridos colegas.
    Gracias por enviarnos datos de su revista. Se la ve muy interesante. Sería para nosotras muy agradable recibir la revista a este correo (ciudad, Cali - Colombia, San Pedro - Argentina, San Luis - Argentina). También mas adelante podemos estrechar vínculos si es vuestro deseo.
    ¿Desean recibir MANDALA LITERARIA?
    Nosotros acabamos de publicar nuestra primer revista temática del año (esta vez dedicada a escritores noveles), y está por salir el número correspondiente al mes de junio. Nuestro espectro es variado, dando espacio a la prosa, poesía, prosa poética, reflexión, educación y también la cocina. No descuida tampoco las artes plásticas y la fotografía. Sin embargo al leerla podrá percibir que es una revista esencialmentte literaria, dedicada a promover el arte en todas sus manifestaciones. Publicamos catorce números al año, uno por cada mes y dos profundizando un solo tema.
    Esperamos su respuesta para hacerles llegar nuestra Mandala de junio y si lo desean, números anteriores.
    Un abrazo
    Graciela Savickas
    miembro equipo editor

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  77. Yamile Aisa Quiroz Quiroz: Muy buena e interesante. Y no es un decir.

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  78. Hola Héctor! Quisiera suscribirme
    Alejandra Del Bueno -aledel...@...- Buenos Aires, Argentina.
    Yo le había escrito felicitándolo por sus cuentos y como soy cuentacuentos, le preguntaba si me autorizaba a contar alguno, gracias. Saludos cordiales.
    Alejandra

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  79. Solicito suscripción‏ a la revista.
    Laura Melissa Ruiz Silva
    Zipaquirá, Colombia

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  80. Buenos dias,
    Le remito datos requeridos para suscripción a su revista
    Nombre: Estrella Rodriguez Rengel
    Nombre literario: Estrella Montenegro
    Ciudad: Toledo
    País: España
    Correo: t...@hotmail.com

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  81. Estimados amigos
    Agradezco mucho el envío de esta valiosa información.
    Seguimos en contacto.
    Saludos fraternos.
    Marisol Briones
    Directora de Cultura con Vos
    San Salvador, El Salvador

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  82. Estimado Héctor Zabala:
    Mi nombre es Rafael Grillo, soy de La Habana, Cuba y me interesa recibir por este email las actualizaciones de su revista.
    Le escribo también con otro propósito, porque soy editor de una publicación en internet homóloga a la suya. Mi dirección es www.isliada.com. Esta página se dedica a la promoción de literatura contemporánea de Cuba. Tenemos una página de enlaces: http://www.isliada.com/enlaces/ , en la cual colocaré el vínculo a su revista y nos gustaría que a su vez, no pusiera usted en su lista de sitios amigos.
    Suerte y éxitos,
    Rafael Grillo
    Editor de Isliada.com

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  83. Hola, reinteresante la revista, la verdad que nos gusto muchísimo. Si les interesa podemos intercambiar links en las respectivas páginas. Saludos.
    Radio Walden
    http://www.radiowalden.com.ar/
    Rosario, Argentina

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  84. Suscripcion a Revista Realidades y Ficciones‏
    Gerardo Sanchez
    e-mail: ...
    Houston, Texas
    U.S.A.

    De antemano, mis sinceros agradecimientos a usted don Hector, y a todos los que trabajan en tan noble labor, por haberme invitado a formar parte de su lista de suscriptores.
    Saludos tambien a todos ustedes, argentinos.

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  85. suscripción‏ a la revista realidades y ficciones
    Ana Leyda Fuentes Linero
    San Juan, Puerto Rico

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  86. gracias por compartir amigos, es un placer contactar con uds.
    Eduardo Martínez Dambolena
    Maldonado, Uruguay

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  87. Hola:
    Deseo suscribirme a la Revista Realidades y Ficciones. Mis datos son:
    Raúl Río Valle
    Ecatepec, México.

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  88. Gracias por la información, Héctor! Muy bueno el blog y seguiré con mucho gusto la revista. Felicitaciones por su trabajo.
    Un saludo, Silvia Rodríguez Ares
    Buenos Aires, Argentina

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  89. RE: revista literaria REALIDADES Y FICCIONES‏
    gracias por el envio.
    ana romero muro
    uruguay

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  90. Hola Héctor, ya hemos comprobado los enlaces y andan perfectamente, muchas gracias. También te informamos que ya están en nuestra página los enlaces a los dos blog, lo podes encontrar en la sección de Links. ¿Hace falta que nos anotemos para la suscripción o ya estamos inscriptos?
    Un saludo grande.
    Radio Walden
    Rosario, Argentina

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  91. Rafa: Desde Cuba para realidades y ficciones‏
    Amigo Héctor Zabala, ambos sitios (tu blog y la revista realidades y ficciones) ya fueron incorporados en nuestra página de enlaces (http://www.isliada.com/enlaces/). Gracias por la colaboración y ojalá podamos seguir colaborando en el futuro.
    Suerte y éxitos,
    Rafael Grillo
    editor de Isliada.com
    La Habana, Cuba

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  92. encantado amigos,

    quedo a vuestra orden.
    saludos
    ant

    http://www.antoniopalomo.com/
    mineapolis, U.S.A.

    Begin each day by telling yourself: Today I shall be meeting with interference, ingratitude, insolence, disloyalty, ill-will, and selfishness-all them due to the offenders' ignorance of what is good and evil...Neither can I be angry with my brother or fall foul of him;for he and I were born to work together...
    Marcus Aurelius AD 161-180

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  93. SUSCRIPCIÓN GRATUITA a revista literaria REALIDADES Y FICCIONES‏
    Angelo Negrón
    Toa Alta, Puerto Rico

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  94. Hola.
    suena intersante su revista.
    Yo soy escritor, publiqué mi novela "Insectos" bajo Editorial Pelícano, y soy director y guionista de cine. ¿Para participar en su revista escribiendo artículos, hay algún lugar donde envíe trabajos o pida solicitud laborar?
    Saludos.
    Alejandro Murillo
    México D.F.

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  95. solicitud de suscripción gratuita‏
    enrique couto (a) txike47
    buenos aires . argentina

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  96. SUSCRIPCIÓN GRATUITA a revista literaria REALIDADES Y FICCIONES‏
    Ana María Skarmeta
    Viña del Mar
    Chile

    Saludos Hector

    Atentamente

    Ana María

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