REALIDADES Y FICCIONES
—Revista Literaria—
Nº 5 — Junio
de 2011 — Año II
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Sumario:
Poesía (Luis Benítez):
Poesía (Luis Benítez):
• Reportaje al poeta José Muchnik.
• Selección de poemas de José Muchnik.
Narrativa (Héctor Zabala):
• “Zugzwang” de Rodolfo Walsh. Cuento y
análisis.
• “El que se enterró” de Miguel de
Unamuno. Cuento y análisis.
• “Pantaleón y las visitadoras” de Mario
Vargas Llosa. Pequeña reseña.
Ensayo:
• Para una teoría estocástica del relato. (Agustín
Romano)
Y algo más…
• La leyenda urbana. (Héctor Zabala)
Reportaje al poeta y promotor cultural José
Muchnik, desde París, Francia
STRIP WORD:
Afincado desde hace décadas en París, el poeta argentino José Muchnik posee una nutrida trayectoria autoral, además de desarrollar una elogiable actividad como difusor de la poesía. En esta entrevista brinda precisiones respecto de la situación del género en Francia, cuál es la presencia de la poesía latinoamericana y cómo es allí el ambiente literario actual, entre otras cuestiones.
Luis Benítez: ¿Cuáles son tus expectativas respecto de este
reportaje?
José Muchnik: Te
agradezco las preguntas, es bueno cultivar la diversidad de géneros literarios.
La entrevista es uno de esos géneros y también una puesta en escena. Entre
poetas podríamos ambicionar un “strip word” (inventando neologismos en inglés);
una puesta al desnudo de la palabra, las pobres están usadas, es difícil
sacarles el tufillo a sudor del que se fueron impregnando, las camisas al
lavarropas ¿conoces máquinas lavapalabras? Ardua tarea hemos escogido los
poetas, desengrasar palabras para dar nuevas vibraciones a voces y lenguajes,
como abnegados ecologistas que lavan una por una aves caídas en un derrame
marino de petróleo para devolverlas a su vuelo. Tomaremos como guía tus
preguntas, bienvenidos estimados lectores al Benítez-Muchnik “strip word show”,
confesemos que la poesía sirve también de paraguas protector: a nuestra edad,
contra la acidez de lluvias y escalpelos ¿qué otros desnudos podríamos
mostrar?
LB: ¿Qué es la poesía?
JM: Más
que pregunta, una grieta entre carne y espíritu para que intentos de respuesta
levanten acrobáticos vuelos tratando de apresar el aire entre sus fintas.
Nuestros hermanos mayores no han cesado de plantearse la pregunta. “Poesía
fijar vértigos” [1] dijo Arthur Rimbaud. El desafío:
poner en palabras emociones, alucinaciones, el “vértigo” de un instante. “La
poesía es entrar en el ser” (Octavio Paz), la poesía como manera de
existir en el mundo y de trascenderlo. “La poesía es metamorfosis,
cambio, operación alquímica, y por eso colinda con la magia, la religión y
otras tentativas para transformar al hombre y hacer de ‘este’ y de ‘aquel’ ese
‘otro’ que es el mismo” [2]. Aimé Césaire nos brinda una
definición más cálida, más palpable, que converge con las precedentes, la
poesía desgarrada entre palabras y vida, entre sueños y realidad. “La
poesía es ese andar que a través de la palabra, la imagen, el mito, el amor y
el humor me instala en el corazón viviente de mí mismo y del mundo. El poeta es
ese ser muy viejo y muy nuevo, muy complejo y muy sencillo, que, en los
confines vividos del sueño y de la realidad, del día y de la noche, entre
ausencia y presencia, busca y recibe, en el desencadenamiento repentino de los
cataclismos interiores, la palabra puente entre connivencia y potencia” [3].
Roberto Juarroz resume a su manera el desafío de “fijar vértigos”,
de traducir emociones en palabras: "La poesía es el intento de
decir lo indecible, el uso más arriesgado del lenguaje" [4].
LB: Y tu opinión, José, me da la sensación de que te estás escapando por la tangente.
JM: No
Luis, no me escapo del “strip word show”, diré también lo que yo pienso /
siento. Mi visión resulta no solo de mi condición de poeta sino de mi vivencia
como antropólogo. Confieso que tengo una cierta inclinación a desacralizar la
poesía, la “bella inasible”: me tienta ponerle una mano bajo la falda, tratar
de tocarle la bombachita, sentir sus humedades mezcladas con barro, brasas y
salsa de tomates, la experiencia poética no es solo literaria, concierne la
vida en todas sus dimensiones. Comencemos por el comienzo: la poesía,
condensación ritmada del lenguaje, existe mucho antes que la escritura, en los
cantos que han acompañado la labor de los agricultores o de los herreros, en
las fórmulas mágicas para curar enfermedades, convocar a los dioses o acompañar
a los muertos en su misterioso viaje… La poesía también fue una herramienta de
memorización, que ha permitido la transmisión oral de mitos, ritos, saberes y
conocimientos [5]. Como lo ilustra la epopeya de
Gilgamesh [6], primer poema épico del cual tenemos rastros
escritos. La poesía no es solo espíritu, es también materia, materia para
transmitir, para comunicar con nuestros semejantes, para vivir en “los confines
del sueño y la realidad”, para existir en sociedad y al mismo tiempo construir
sueños / utopías para soportar / revolucionar, la sociedad en la que los azares
del destino nos ha sembrado. La poesía no es una, es muchas, muchas dimensiones
/ arterias simultáneas. Una confesión: para mí la poesía es también un
salvavidas, no te imaginas, querido Luis, las veces que me ha salvado, las
veces en que frente a las olas de imbecilidad y mezquindad cuando se conjugan
los equinoccios de Narciso, me aferro a ese salvavidas y me dejo flotar,
flotar, flotar… La búsqueda de Antonin Arthaud de una “voz de antes que las
palabras” [7] plantea esta necesidad de poesía primigenia,
poesía como memoria, aliento, ritmo, canto. Podríamos decir entonces que la
esencia de la poesía es encontrar las palabras dichas y las palabras no dichas,
los sonidos y los ritmos, para acercarse a una hoja que tiembla, he aquí la
tarea desmesurada de los poetas: tratar al mismo tiempo de condensar el
lenguaje y de hacerlo estallar, como una gota de perfume cayendo sobre la
superficie de las palabras, produciendo ondas y fragancias inesperadas. "Poesía,
no forma de escribir, si labios al vivir" (P. José) [8] expresa
bien esta pérdida irremediable entre la vida y los textos, este “imposible
poético” que tratamos de alcanzar, tratamos… Una precisión importante, si bien
podemos considerar que existe una esencia poética única, la misma puede
manifestarse a través de múltiples formas de expresión. Todas las expresiones
artísticas, la danza, el teatro, el cine, la música, la escultura, la pintura,
la fotografía… constituyen formas de expresión poética, es más, me atrevería a
decir que la “carga poética” de dichas formas de expresión está íntimamente
relacionada a su valor artístico. Debemos sobrepasar un cierto “elitismo
poético”, en Argentina las tradicionales payadas, vidalas, coplas, el tango… y
más allá de nuestras fronteras, el rock, el rap o el slam, forman parte de la
diversidad de formas de expresión poética. A cada uno sus gustos, a cada uno de
apreciar la poesía según su propia sensibilidad, cruda o sublimada, gratinada o
a la vinagreta.
JM: Estaría
tentado de retomar la expresión de Paul Celan [9] diciendo
que para mí no se trata de una cuestión de temática sino de neumática, de
aliento, de aire, lo que respira la poesía. Soy asmático y por ello muy
sensible a esta cuestión de la respiración. He escrito libros muy diversos
como “Ocho poemas para perder el tiempo”, “100 años de libertad & Coca
Cola”, “Arqueología del amor”, “Amazonia he visto”, “Propuesta poética para anular
la deuda exterior”, “Guía poética de Buenos Aires”, “Tierra viva luces del mar”…
Como participante del grupo de Boedo “Baires Popular” algunos me encasillan
como “poeta social” dentro de una tradición “boedónica”. Todos los poetas son
sociales, lo que cuenta como dijimos es la emoción que alcanza a transmitir la
palabra, que esa emoción nos permita Intuir / sentir “el otro lado” de la
realidad, descoserle el forro para vestirnos con ropas que permitan tomar
vuelo, acceder por instantes al lado mágico de nuestras existencias. Acabo de
ser abuelo por tercera vez: ¿Cómo poner en palabras la emoción que nos
transmite el llanto de un recién nacido? ¿Qué aire, qué aliento ponerle a esas
palabras? Sobre este punto te dejo un extracto de Mi-asma (poema
inédito): “desde muy niño poesía crónica. Vórtices del alma aspirándome
hacia algún sentido en los pliegues de la noche / ¿asma o poesía crónica?… una
me ahoga la otra me respira”.
LB: ¿Qué autores influyeron en tu obra?
JM: Siguiendo
el ejercicio de “strip word”, me seguiré desnudando, te contaré cosas que
raramente cuento. Mi primer contacto con la poesía fue en ruso, a través de un
poeta que como tantos “pasó al olvido”: Leonid Ravitz (olvido eterno o
transitorio ¿quién lo sabe?). Precisemos que ese poeta era hermano de mi madre,
mi tío, nunca lo conocí, él no emigró, formaba parte del LEF [10],
atravesó dos guerras mundiales y murió a comienzos de los años sesenta. Mi
madre recibía sus libros y me leía llorando sus poesías en ruso, yo creía que
entendía poco, con el tiempo me di cuenta que entendía lo esencial, la emoción
transmitida por el alma de las palabras. Esa fue la primera gran influencia,
recibida como mandato por un niño de ocho años. Luego lo que a muchos de
nuestra generación: Neruda, Vallejo, Whitman, Beaudelaire, Rimbaud, Pessoa,
Octavio Paz… no sé si se puede hablar de influencias, sí de descubrimiento del
lenguaje poético. Quedé deslumbrado por la generación de poetas rusos que
revolucionaron la poesía del siglo XX: Vladimir Maiakovski, Osip Mandelstam,
Ana Akhmatova, Marina Tsvetaieva, Boris Pasternak… No era fácil conseguir
buenas traducciones en español, aún hoy no es fácil. ¡Qué obra! ¡Qué vidas!
Como diría más tarde André Breton, revolucionaron la poesía, concibieron sus
vidas como una obra de arte, poesía más que una forma de escribir una forma de
existir… De los poetas argentinos me identifico con Oliverio Girondo, con su
insolencia, con sus transgresiones, aunque Jorge Luis Borges lo calificó en su
momento del Peter Pan de la poesía, voló muy alto, pues él sabía que “no se
puede hacer el amor sino volando”. Interesante destacar que son muy pocas las
poesías de Girondo traducidas al francés. Admiro a Alejandra Pizarnik y Roberto
Juarroz, aunque tampoco creo que podamos hablar de influencia. Algunos años más
tarde, encontré un poeta que tal vez sí me haya marcado: Vicente Alexandre, el
catalán, ¡qué maravilla!
LB: ¿Tienes alguna manía, alguna superstición que acompaña tu escritura?
JM: Tengo
mis libretitas, siempre del mismo formato, casi nunca salgo de casa sin mi
libretita y mi broncodilatador. Más que notas junto piedras, caminando, en un
bar o en las situaciones más insólitas sigo juntando piedras, palabras brutas,
textos inconclusos, que esperan cincelado, pulido, a veces llega, algunas de
esas piedras se transforman en poesía, otras quedan con su forma bruta.
Continuando con mi puesta al desnudo, otra confesión: un gran placer abrir mis
cajas llenas de piedras brutas, asombrarme al palparlas cargadas de tiempo y
elegir algunas para darles forma, sin entender por qué fueron esas piedras las
elegidas, el poeta es también un escultor de palabras. Volviendo a las
influencias, me doy cuenta de que poco a poco en esta travesía uno se asombra
de su propia ignorancia, y descubre maravillado nuevos / viejos poetas… y se da
cuenta de que consciente o inconscientemente va transitando huellas, ¿cuáles
borrará el viento? Eso es algo difícil de predecir. Al respecto te dejo un
pedazo de piedra inédita: “inútil buscarse en enciclopedias antes de
tiempo / todo se repite mas nada se repite / El problema… / encontrar sus
propios contornos / entre tantas repeticiones” (extracto de “Ontología
de café”).
LB: ¿Cuál es tu trayectoria como organizador de encuentros literarios y difusor de la poesía?
JM: Comencemos
por la palabra trayectoria. Desde la loma de mis sesenta y cinco años el
sendero recorrido va tomando relieves. Podría dividirlo en tres postas, donde
fui cambiando aire y caballos: inundación, desierto, voces. Como te decía,
desde muy niño poesía crónica, el cielo estrellado se hacía cada vez más
profundo, lo miraba, lo miraba… y poco a poco me iba durmiendo recostado en una
reposera en el patio de la casa de la calle Colombres, así vinieron mis
primeros versos, surgidos del diálogo entre niño y cielo, luego el secundario,
la facultad, la efervescencia de los años ‘60 / ‘70, poesía anclada en esos
años, luego el ‘76, con su 24 de marzo, grupos de tareas, terrorismo de Estado,
desaparecidos, desaparecidos… cada día más desaparecidos. La pelota me pegó en
el poste, dejemos los detalles para otra entrevista, me fui a Francia el 28 de
septiembre de 1976, los poemas inéditos los puse al abrigo en una caja en el
sótano de la ferretería de Boedo. Meses más tarde, una carta de mi madre me
informaba que el sótano se había inundado, así se disolvió esa poesía, con
pintura en polvo, cal, tiza, anilinas… muy poco se salvó de la inundación. Así,
chorreando versos perdidos, comienzo la travesía del desierto, escribo,
escribo, junto piedras, no veo a nadie, no me dan ganas, publico como puedo,
quince a veinte años de poeta ermitaño, luego algunos encuentros, algunos
amigos que me ayudan a bajar del camello, ¿tal vez el duelo ya estaba maduro?,
festivales internacionales, espectáculos poético-musicales, exposiciones de
foto-poesía… las palabras quieren encontrar sus voces.
LB: ¿Cuál es tu experiencia con las lecturas de poesía?
JM: Buena
pregunta y como ya te dije que no me escapo, voy al nudo polémico de tu
interrogante sobre los encuentros literarios y la difusión de la poesía. Otra
confesión en nuestro “strip word show”: las lecturas públicas de poesía muy a
menudo evolucionan asintóticamente hacia el embole total. No ser secreto para
nadie, grave problema existir, tribu de poetas danzar en círculo cerrado, fuego
ahogarse, metáforas incandescentes, opacarse, transformarse en cenizas… Falta
respiración, Luis, falta aire, muy difícil que seis poetas lean en una hora,
cada uno necesita su propio aliento, confieso que a veces me he visto obligado
de hacerlo, en carácter de organizador del Festival Internacional de París por
ejemplo, pero creo que “nunca más”, en última instancia prefiero volver al
desierto. Creo que el tema de la lectura, de la puesta en voces de la poesía
merece un debate profundo. Tiro algunos dados sobre el tapete: en mi opinión
más que lectura se trata de interpretación, se trata de inhalar un texto
escrito y de expirarlo en voces; para este ejercicio, en muchos casos, no es el
poeta-autor el mejor posicionado para realizarlo, le falta distancia, la voz
emerge pegada a las palabras, difícil que tome vuelo. Personalmente prefiero
preparar con otros la lectura y escuchar mis poemas en otras voces. Una
provocación: el Narciso en erección permanente es una patología muy difundida
entre los poetas, esta forma de priapismo se agudiza en las sesiones de lectura
pública… un poemita más, y un poemita más… más, más, míos, por supuesto míos.
¡Por supuesto que el Narciso es necesario! ¡Pero en dosis homeopática, por amor
de Dios! Un detalle: no es un intervalo musical, a menudo fuera de tono, que
puede resolver la evolución asintótica hacia el embole total, hay que abordar
la cuestión de fondo, la tensión / armonía entre voces y palabras.
LB: ¿Cuál es la situación de la poesía francesa actual? ¿Cuáles son los autores más destacados?
JM: La
situación de la poesía francesa no creo que sea muy diferente de la situación
de la poesía en la mayoría de los países latinoamericanos: bella y marginal,
alabada e ignorada. En los medios de difusión importantes (prensa, radio,
televisión…) el lugar de la poesía tiende a cero. Sí, ya sé que tengo tendencia
a exagerar, hay hechos positivos que merecen destacarse, como el “Printemps de
poètes” (Primavera de los poetas) que durante una semana de marzo se realiza en
toda Francia, desde las grandes ciudades hasta los pequeños poblados, es
importante, la poesía sale de su torre de cristal y camina con la gente por
calles y plazas. Cada año un pequeño grupo de animadores propone una temática a
través de su sitio en Internet (“el canto de las ciudades” o “los paisajes del
amor”, por ejemplo). Los que desean participar proponen una actividad que si es
aceptada será difundida a nivel nacional. Les dejo el sitio
http://www.printempsdespoetes.com, es una buena idea en la cual tal vez podríamos
inspirarnos. Otra actividad interesante es el “Marché de la Poésie ” (realizado todos
los años, en junio, en la plaza Saint Sulpice de París); es como un pequeño
salón del libro dedicado a las editoriales de poesía y a promover encuentros
entre poetas (http://espace.spf.over-blog.com/article-marche-de-la-poesie-2011).
También debería mencionar la existencia de la “Maison de la Poésie ” de Paris
(http://www.maisondelapoesieparis.com/), lugar histórico que ha recibido a
grandes poetas (Octavio Paz, Odiseas Elitis, Roberto Juarroz, entre otros);
publicaban una revista muy buena, “Poésie”, cuya edición en papel terminó hace
algunos años (restricciones presupuestarias obligan). Destacar estos elementos
positivos no implica que cambie mi opinión en cuanto a lo esencial: poesía
bella y marginal, alabada e ignorada. En cuanto a los autores franceses
contemporáneos más destacados no creo ser la persona autorizada para
pronunciarme al respecto, mi conocimiento es insuficiente, mi ignorancia vasta.
Hecha la advertencia menciono a Yves Bonnefoy, Lionel Rey y Bernard Noël,
también a dos poetas antillanos de expresión francesa, Edouard Glissant
(martiniqués) y Jean Metellus (haitiano). No soy crítico ni analista literario,
los menciono desde mi subjetividad, pues me transmiten emoción, conocimiento y
pensamiento sensibles. Subrayo el interés de la obra filosófica de Edouard
Glissant, sus trabajos sobre los mestizajes idiomáticos y las “identidades
temblantes” (“identités tremblantes”): constituyen una contribución fundamental
para entender un mundo cuya velocidad de transformación supera la inercia de
las ideas y representaciones que nos hacemos del mismo.
LB: ¿Cómo ve la crítica francesa la producción poética de los autores latinoamericanos?
JM: No
la ve, Luis, no la ve, y de esta manera tajante podría concluir mi respuesta,
pero me detendré un poco para argumentar y relativizar. Existe un gran
precipicio, un gran desconocimiento. Para darte un ejemplo, hace dos años
organicé una lectura en el marco del “printemps de poètes” en la Casa Argentina de
París: “Poemas de amor, poemas de mujeres de América Latina”, homenajeando a:
Juana de Ibarbourou (Uruguay), Dulce María Loynaz (Cuba), Gabriela Mistral
(Chile), Olga Orozco (Argentina), Alejandra Pizarnik (Argentina), Blanca Varela
(Perú). Las únicas poetas relativamente conocidas, eran A. Pizarnik y G.
Mistral, y aun en este caso es imposible encontrar una edición en francés en
una librería, lo poco traducido ya fue agotado hace tiempo. Y esto en el caso
de celebridades reconocidas, si me preguntas por poetas contemporáneos me
atrevería a decir, para darte otro ejemplo emblemático, que ni Juan Gelman le
interesa a la crítica literaria francesa. Y creo que el fenómeno es muy
difundido y se da en ambos sentidos: lo esencial de la producción poética
contemporánea francesa y europea es relativamente desconocido en América
Latina.
LB: ¿Por qué estos precipicios, estos mutuos desconocimientos?
JM: Siguiendo
con la sinceridad de esta entrevista, te diré que no puedo responder a tu
pregunta, tal vez sí aportar algunos elementos para la reflexión común. Diría
en primer lugar que la poesía fue casi expulsada de la ciudad, no completamente
pero quedó en un rincón. A lo largo de la historia las corrientes poéticas se
manifestaron en las evoluciones / revoluciones del lenguaje y la palabra, que
al mismo tiempo se situaban frente a las evoluciones / revoluciones de la
sociedad. Lo fue así desde los poemas épicos helénicos, hasta el modernismo o
el simbolismo ruso de comienzos del siglo XX o el surrealismo francés hasta
mediados del siglo pasado. Miles de personas asistían a los recitales de
Maiakovski en París e incluso de Neruda en Santiago de Chile o en Buenos Aires,
eso “c’est fini”. No se trata de una cuestión de temática, de “poesía social”,
sino de la sinergia entre el aliento del lenguaje y el aliento social. Intuyo
que existe una relación entre la falta de utopías sociales y la inexistencia de
corrientes poéticas perceptibles; se trata solo de una intuición, me resultaría
imposible demostrarlo. Otro elemento para reflexionar es el ciberespacio, que
tuvo una influencia muy positiva para la difusión de la poesía, pero todo es
ambivalente. En muchos casos la creación de mundos poéticos virtuales
contribuyó a expulsar la poesía de la ciudad de carne y hueso. Se crean
círculos / clanes que se autorreconocen, algunos “mesías” llegan hasta nombrar
cónsules o embajadores en tal o cual país (el priapismo poético da para todo) y
así funcionan, y se creen que existen. Antropológicamente hablando, el fenómeno
es sumamente interesante, ya que el reconocimiento por sus semejantes es un
elemento esencial para dar sentido a la existencia de los hombres en sociedad,
y la búsqueda de reconocimiento es el motor de dichos mundos virtuales.
LB: Una última pregunta: ¿alguna idea / propuesta para achicar esos precipicios?
JM: Construir
puentes, no obras gigantescas, puentes pequeños: colgantes, levadizos,
giratorios, puentes para que circulen palabras y poetas. Algo intentamos con el
ciclo “Travesías poéticas” entre Buenos Aires y París. Una piedra en el lago,
algunas ondas se van formando, algunas hasta pretenden atravesar océanos.
.
QUIÉN ES JOSÉ MUCHNIK
José Muchnik |
Publicaciones de José Muchnik
Poesía
• Quince poemas por la paz (San José de Costa Rica, Edición
del autor, 1985).
• Ocho poemas para perder el tiempo (Buenos Aires, Ed.
Calle Arbolada, 1987).
• 100 años de libertad y Coca-Cola (San José de Costa
Rica, Editorial Universitaria Centroamericana, 1990).
• Proposition poétique pour annuler la dette extérieur (Paris,
Ed. L’Harmattan, 1993).
• Arqueología del amor (bilingüe: español-francés, Montpellier,
Edición del autor, 1993).
• Amazonia he visto (Montpellier, Ed. Louma, bilingüe:
español-francés, 1997).
• Calendario poético 2000 (Buenos Aires, Ed. Aguirre;
versión francesa: Toulouse, Ed. Octares, 1999).
• Le Grain, le coeur et le mot (antología de
poesía africana, Ed. Feu de Brousse-Cirad, edición francesa, 2001).
• Guía Poética de Buenos Aires (Buenos Aires, Ed.
Secretaría de Cultura del Gobierno de la ciudad, 2003; versión bilingüe, París,
Ed. Tiempo, 2004).
• Versos para soñar y saborear (compilación, Jaén, Instituto
de Estudios Giennenses, 2006).
• Pan, Amor y Poesía: culturas alimentarias argentinas
(Buenos Aires, Ed. INTA, 2008).
• Tierra viva: luces del mar (foto-poesía, Buenos
Aires, Ed. Borcel-Muchnik, 2008).
Teatro
• El retorno de Don Quijote (inédita, Buenos Aires, SAE,
1989).
Novela
• Chupadero (Buenos Aires, Ed. El Farol, 2005).
Exposiciones de foto-poesía
• Le pain des autres (1990, Montpellier, FNAC).
• Amazonia he visto (1999, Agropolis Muséum
Montpellier, Casa de La Habana).
• Mamáfrica (2007, Casa de La Habana; Evry-Essonne, Francia)
SELECCIÓN DE POEMAS DE JOSÉ MUCHNIK [11]
II
La fundación del instante
Arrancamos al tiempo
los diamantes fugaces
que explican el universo
¿Río?
¿Espiral?
¿Nube sin rumbo?
¿Tal vez flecha?
¿O relámpago?
El tiempo
un espacio circular
entre las márgenes de dos misterios
.........................
y entre las márgenes
diamantes fugaces buscando la esencia
Una música
Una lágrima
Una palabra
Dos manos que saben
encerrar mundos enteros
(tú sabes amor mío
que no miento)
VI
La fundación del mensaje
Oh amor mío!
tú sabes
es tan fácil sucumbir al lenguaje
Dios
ten piedad de nosotros
de los discursos entretejidos
para proteger nuestras miserias
de las muletas acumuladas
para caminar sobre los charcos
de las sentencias como dagas
en el cuello de los otros
Oh amor mío!
tú sabes
es tan fácil sucumbir al lenguaje
a las palabras voluptuosas
a su cadencia
a sus razones
al orgullo por sigo mismas
El mensaje
no está en las palabras
Está en las miradas
que crearon el nuevo fundamento
VII
La fundación del silencio
Medida de la pureza
Dime
cómo pronuncias el silencio
y te diré
la profundidad de tu sangre
Es mi morada preferida
Poco a poco habité el silencio
me deslicé en el placer
de la significación pura
La significación del hombre
antes del engaño
antes de balbucear defensas
salpicando sus argumentos
Pero yo también soy mortal
Hablo
digo
escribo
Yo tampoco resisto
la tentación del lenguaje
Por eso estos versos
Para ti
para nuestros hijos
para nuestros hermanos
para los excavadores del futuro
Para decirles
que hubo también amor
hacia los fines de la era del oprobio
No solamente bombas
no solo ciudades arrasadas
no solo grises mercaderes
Hubo también amor
...............................
por eso existen.
NOTAS
[1] Arthur
Rimbaud, 1874, “Illuminations”.
[2]
Octavio Paz, 1956, “El arco y la lira”.
[3] Aimé
Césaire, Ed. Seuil, 2006 (traducción JM).
[4]
Roberto Juarroz, 1987, “Poesía y realidad”, Discurso de
incorporación a la
Academia Argentina de Letras.
[5] José
Muchnik, 2010, “Alimentos y Poesía”, conferencia en la Academia de Agricultura
de Francia
[6]
Relatos épicos escritos en sumerio hacia el final del tercer milenio antes de
Cristo, cuentan las hazañas de Gilgamesh, personaje heroico de la Mesopotamia antigua.
[7]
Traducción de JM de la expresión: “une parole d’avants les mots”.
[8] Pablo
José, 1993, “Arqueología del amor”, edición del autor.
[9] Paul
Celan (Paul Antschel, por su apellido de nacimiento), poeta rumano-judío de
lengua alemana, utiliza esta expresión en el marco de la controversia sobre la
presencia o no de una temática judía en su obra, él contestaba diciendo que
todos sus poemas respiran el judaísmo, sus padres habían sido exterminados por
los nazis en un campo de concentración. Paul Celan / Ilana Shmueli
Correspondance, 2006, éd. Seuil.
[10]
Revista / movimiento artístico de vanguardia ruso, fundado entre otros por
Vladimir Maiakovski.
[11] José
Muchnik, del poemario “Arqueología del amor”, 1993.
Currículo de Luis Benítez en
Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 22:
Email: lb20032003@gmail.com
ZUGZWANG [1]
Rodolfo Walsh ©
(1957)
Pobre comisario Laurenzi. Las cosas que me ha tenido que aguantar… ¿Cuánto tiempo, por ejemplo, hace que vengo explotando sus recuerdos? Él solo habla, yo escribo. “No hay bicho más peligroso que el hombre que escribe”, suele decir mirándome de reojo. “Explota a los amigos, se explota a sí mismo, explota hasta las piedras. ¿Hay algo sagrado para él? ¿Hay algo intocable para él? ¿Conoce la piedad? ¿Conoce la simple decencia? No. Y todo por ver su nombre en alguna parte. Gente rara…”
Cuando el comisario Laurenzi se pone así, yo me limito a sonreír.
Siempre he sostenido que cada hombre lleva adentro un demonio, y a veces
más.
En el bar Rivadavia, donde nos encontramos casi todas las noches,
se juega a muchas cosas. El comisario prefiere el casín. Yo prefiero el
ajedrez. De esta irreducible diferencia ha salido de todo: desde el patético
mate Pastor hasta el más feroz desparramo de bochas y palitos.
Ante el tablero, el comisario practica un juego solapado y simple.
Quiero decir que cultiva la agachada y el garrotazo por la espalda. Serio,
impávido, paquidérmico, hasta que lo calza a uno. Entonces le brillan los
ojitos, se vuelve sentencioso y sobrador, menciona a una misteriosa tía Euclida
que le enseñó a jugar lo poco que sabe…
A esa altura de las cosas, aún se puede abandonar la partida con
dignidad. Si uno engrana, las carcajadas del comisario atronarán el café, los
dichos encenderán la sonrisa de mozos, acudirán los eternos mirones, comentarán
lo perdido que está uno, ensayarán presuntas jugadas salvadoras.
—¡No joroben, por favor! —grita entonces uno— ¡Los de afuera son
de palo!
Y mueve. Y pierde. Con sutil satisfacción de equivocarse
solo.
—¡Je, afeitado y sin visita! —comenta entonces el comisario,
sonriendo modestamente, y mira a su alrededor como invitando a que todos miren.
Si lo dejan, en esos momentos de euforia, hasta es capaz de pagar un
café.
Claro que este no es el desarrollo normal de los acontecimientos.
Las estadísticas demuestran que me gana una vez de cada cinco que jugamos.
Anoche, por ejemplo, lo maté en pocas.
—¡Mueva algo! —le dije con fina ironía.
—No puedo —se quejó—. Cualquier cosa que mueva, pierdo.
—Está en posición de zugzwang —le advertí.
—Claro, en zaguán… Supiera lo cansado que me siento esta noche —aclaró
bostezando ostentosamente y barriendo con un delicado movimiento de la mano
izquierda sus derrotadas piezas—. Me ha ganado una buena partida.
—Le he dado una buena paliza —dije sin misericordia.
—No crea… Hum… No crea que no.
—La vida tiene situaciones curiosas —dijo Laurenzi, después de consolarse con una grapa doble—. Posiciones de zaguán, como usted dice.
—¡Zugzwang, comisario!
—Eso mismo —respondió sin inmutarse—. Porque, vamos a ver usted
que es leído, ¿qué es una posición de zaguán?
Siempre era así: una roca. Preferí llevarle la corriente.
—La posición de zugzwang —expliqué— es en ajedrez aquella que se
pierde por estar obligado a jugar. Se pierde, porque cualquier movida que uno
haga es mala. Se pierde, no por lo que hizo el contrario, sino por lo que uno
está obligado a hacer. Se pierde porque uno no puede, como en el póquer, decir
“paso” y dejar que juegue el otro. Se pierde porque…
—Basta, m’hijo, si yo entiendo. ¿No acabo de verlo? Yo le pedí una
definición, y usted me da seis o siete, pero una es bonita. Se pierde
porque cualquier cosa que uno haga está mal. En la vida también.
—Salute, comisario. ¿Y eso?
—Vea, es muy simple. Suponga que ante una situación cualquiera hay
dos modos opuestos de obrar, A y B. Normalmente, si A es bueno, B es malo y viceversa.
Es claro como el agua. Pero, a veces, A es malo y B también es malo.
—¿Y qué es bueno comisario?
—Nada —dijo tristemente—. Nada.
—Es una historia larga y absurda —murmuró Laurenzi, acariciándose
el bigote—. Pero tiene algo que ver con esa partida que usted me acaba de
ganar, y por eso se la cuento.
“Yo vengo aquí desde que usted era un chico. Hace veinte años ya
se jugaba al ajedrez en estas mesas. Ese lenguaje que usted oye, esas frases
hechas que no escucharía en ninguna otra parte, esos chistes que nadie de
afuera entendería, se han ido formando con el tiempo. Una costumbre, una
comodidad, un vínculo borroso pero fuerte…
—Una tradición —interrumpí.
—Ríase si quiere. Ese era el esquema. El contenido es un cúmulo de
cosas que trascienden el juego. Aquí han venido hombres tristes, hombres
preocupados, hombres que iban a tomar una tremenda decisión. ¿Los hubiera
descubierto usted, con una sola mirada?
—Es imposible —admití—. Nadie nos reconoce con una sola mirada.
Hacen falta tantas miradas, y tantas palabras, y tanta superfluidad de gestos,
y…
—Entonces no me interrumpa —dijo con hostilidad que no acerté a
explicar.
—Era —prosiguió sin transición— un hombre canoso, delgado, que
conversaba muy poco. Por esa época, y le hablo de quince años atrás, tendría
alrededor de sesenta. Siempre lo vi con el mismo traje, pero impecablemente
limpio y planchado. También usaba bastón, un viejo bastón de madera bruñida y
lisa, de punta ferrada. Le menciono el detalle porque eventualmente supe que
era un arma mucho más peligrosa de lo que parecía. Lo usaba, dijo, para
defenderse de los muchachos, de las patotas… quién sabe.
“Al ajedrez no jugaba nunca, pero daba la impresión de entender,
porque recorría todas las mesas con cara de inteligente, y si le preguntaban,
respondía con una jugada exacta.
“Me parece estarlo viendo, apoyado en su bastón, con la cabeza
imperceptiblemente ladeada, en desorden el cabello acerado, los ojos claros y
luminosos y el aspecto de una sonrisa en los labios.
“Llegaba a una hora fija, saludaba, caminaba entre las mesas,
miraba las partidas, saludaba, se iba. No se daba con nadie. Los demás lo
tenían por un excéntrico. Pero a mí, usted sabe, siempre me han interesado los
viejitos raros.
“Tardé tres meses en pasar del saludo a una conversación sobre el
tiempo. Tardé seis meses en averiguar su nombre —se llamaba Aguirre— y algo de
su vida. Por esa época, me dedicaba treinta segundos al entrar, antes de ir a
ver los juegos. Fue una felicidad para mí el día que pude sentarlo a tomar un
café. Yo acababa de retirarme de la policía —explicó con una mueca—, y ya
sentía ese tedio, ese fastidio que me impulsa a hablar de cualquier cosa, con
cualquiera.
“Una de las primeras cosas que le pregunté era por qué no jugaba
al ajedrez. Enrojeció. Entonces comprendí que lo que yo había tomado por
orgullo era una exagerada timidez.
“—Juego por correspondencia —me dijo.
“—¿Cómo es eso?
“—Muy simple. Hay una federación internacional de ajedrez por
correspondencia. Usted pide que le designen un rival de su misma fuerza. Ellos
le dan la dirección de ese rival, que puede estar en Nicaragua, o en Australia,
o en Bélgica; y usted le escribe indicándole cuál es su primera jugada. Él
contesta, y de ese modo se entabla la partida, que puede durar meses o años,
según el tiempo que tarden en llegar las cartas. La más larga que yo jugué duró
cuatro años y medio. Con un pescador de Hong—Kong.
“—Y en esa correspondencia —pregunté— ¿no hacen más que anotar las
jugadas? ¿O hablan también de otras cosas?
“—Por lo general hablamos de otras cosas, si tenemos un idioma
común, además de la notación ajedrecística que es prácticamente universal. En
este momento, por ejemplo, puedo decirle con más exactitud que los diarios cuál
es la situación es Asia, merced al pescador de Hong—Kong. Algún día le mostraré
mis partidas.
El comisario Laurenzi hizo una pausa, pidió otro café y encendió
un cigarrillo negro.
—Entre la promesa y el cumplimiento de la promesa —prosiguió luego—,
pasaron varios meses. Un día me invitó a su casa. Su casa era una simple
habitación amueblada en una especie de hotel. Había un orden allí, pero un
orden producto de la voluntad y no del entusiasmo. No sé si usted me entiende.
Un cuarto refleja de algún modo el carácter de quién lo ocupa. Y aquí, para darle
un ejemplo, los libros estaban escrupulosamente alineados en sus estantes, pero
debajo del ropero se adivinaban unas sombras verdosas que, lamento decirlo,
eran botellas vacías. Y un almanaque, en un rincón, eternizaba el mes de
noviembre de 1907. Pequeñas cosas, por supuesto, pero yo tengo el hábito
profesional de observarlas... Y luego, ese rostro de mujer. Era lo primero que
uno descubría al entrar. Estaba puesto de tal manera sobre el escritorio, la
luz de la ventana lo iluminaba con tal delicada precisión, que usted no podía
dejar de ver, y padecer, en el acto, ese rostro, que era el de una vieja
fotografía, que era el fantasma de un tiempo muerto y amarillo, sueño del polvo
retornado al polvo, pero conmovedoramente joven y hermosa todavía…
—Comisario —le recordé—. Las ordenanzas de la Policía Federal le
prohíben hablar de ese modo.
—Era, había sido su mujer —prosiguió sin hacerme caso—. María
Isabel… Usted sabe lo feas que son en general las viejas fotos. Pero esta no,
porque había sido sacada al aire libre, en una hamaca al pie de un árbol, y la
muchacha no tenía uno de esos atroces sombreros de antaño, y el árbol estaba
florecido y una extraña luminosidad iluminaba el ambiente.
—Se enamoró de ella —provoqué.
—¿Qué queda de los muertos? —dijo—. Porque ella estaba muerta, y
su lugar exacto en el tiempo solo por una piadosa ficción podía mi amigo
abstraerlo de aquel mes de noviembre de 1907 en que ella se tiró bajo un tren.
Mi amigo quedó solo, y entonces supe cual era ese resorte que yo instintivamente
sospechaba en él, y que venía buscando con esta tenacidad de perro de presa que
a veces me avergüenza.
—¿Por qué se mató?
—Por una de esas historias fútiles y antiguas. Un hombre la
conquistó, la abandonó, y luego se fue. Ella no encontró otra salida.
—¿Y el seductor?
—Era un extranjero. Volvió a su país. Ella no dijo su nombre a
nadie. Pero todo o casi todo se supo después, por una de esas fabulosas
casualidades. Aquella tarde en que Aguirre me invitó a su casa para mostrarme
una partida por correspondencia que había iniciado poco antes, y que lo tenía
muy preocupado.
“—No sé como me he metido en esto —dijo—. Conozco la posición como
la palma de mi mano, y sé que estoy perdido. Es más, esta partida se ha jugado
antes. Puedo señalarle la página exacta del Griffith en que figura, con una o
dos transposiciones, y decirle quiénes la jugaron y qué año. A primera vista,
usted no observa gran cosa: es una lucha equilibrada. Pero dentro de ocho
movidas, no tendré qué jugar, habré llegado a una típica posición de zugzwang.
Y sin haber cambiado una sola pieza. Es para morirse de risa.
“—Pero si usted conocía la partida —inquirí, extrañado—, ¿por qué
entró en esa variante?
“—Ahí está, ahí está —dijo agriamente—. Eso es lo que me subleva.
Usted ve la trampa, y puede escapar, pero más que la fuga le interesa el
mecanismo de la trampa, le fascina la cerrada perfección de la trampa, aunque
usted sea la víctima, y arriesga un pie, y luego el otro, y luego es
tarde…
“—Pero —insistí—, ¿cómo sabe que su rival verá todas las jugadas
justas?
“—Las verá, estoy seguro —contestó sonriendo sin alegría—. Es un
lince. Es un diablo. Y además él también conoce la partida.
“—Muéstreme las cartas —dije en un súbito impulso.
“Titubeó. Pero luego me trajo una carpeta con toda la
correspondencia: las cartas de su enemigo y copias en carbónico de las suyas.
Me gustaría que usted, Hernández, hubiera visto esa carpeta. Las primeras
comunicaciones eran formales, lacónicas. Apenas una presentación, y
luego: Mi primera jugada es P4R. O bien: Acuso recibo de su
1.P4R. Contesto: 1.P4AD. Pero luego esa mínima relación se iba
ampliando, desarrollando. Por debajo del frío esquema del juego aparecían los
rasgos individuales, las personas. Un día era mi amigo que se excusaba por una
demora en responder y mencionaba una breve enfermedad. Luego era el Otro, que
se interesaba por su salud y hablaba del clima de su país, de su ciudad.
Lentamente surgían recuerdos, preferencias, opiniones.
“De ese modo, yo también pude conocer al Otro. Era un escocés de
Glasgow, con un nombre teatral: Finn Redwolf. Se retrataba con gracia. Ahora,
decía, era un viejo achacoso y reumático, pero en su juventud había sido
irresistible para las mujeres y temible para los hombres. Había estado en casi
todo el mundo: el Congo, Egipto, Birmania… ¿Argentina? Sure, fine
country. I have been there too.
“Recuerdo que esta admisión de haber estado aquí no aparecía hasta
el final de la octava carta de Redwolf. En la décima, daba algunos detalles:
estuvo trabajando como ingeniero en los ferrocarriles ingleses, entre 1905 y
1907. Se divirtió muchísimo —agregaba en la decimosexta—, a pesar de algunos
contratiempos. Había una muchacha, por ejemplo… Alfil—Cuatro—Alfil.
Jaque.
“Durante seis meses, mi amigo no apareció por el café. Entonces
fui a verlo. Llamé a su puerta y no me contestó. Entré lo mismo. Lo vi sentado
ante un tablero, absorto. Sobre la mesa había cuatro cartas más, escritas con
la prolija letra de Redwolf.
“A esa altura de las cosas, la partida se había transformado en
una lenta crucifixión. Ya no era un juego: era algo que daba escalofríos. Y
Redwolf parecía gozar desmesuradamente.
Su jugada es la mejor, pero no sirve, repetía en cada carta, como un
estribillo. Una jactancia sin límites se desprendía de sus comentarios y de sus
análisis. Lo tenía todo previsto, todo. Sin darme cuenta, yo también empecé a
odiarlo. ¿Cómo sería, cómo habría sido en su juventud aquel anciano reumático
que en una brumosa isla, a miles de kilómetros de distancia, sonreía ahora
maliciosamente? Lo imaginé alto, lo imaginé atlético, tal vez pelirrojo, con
rostro flaco y alargado y duro y hermoso, con pequeños ojos verdes y
crueles…
“Pero había algo peor, algo indefinible y siniestro, algo que se
parecía —diría yo— a una segunda partida simétrica e igualmente
predestinada. El otro plano, ¿comprende? El plano personal,
desenvuelto en lucha. Al principio me resistí a creerlo, porque era tan
absurdo, pero luego tuve que rendirme a la evidencia. Había animosidad allí,
había un rencor instintivo de ambos lados. Y ese conflicto tenía misteriosas
correspondencias con la partida de ajedrez, tenía su mismo crescendo, idénticos
augurios de catástrofe y aplastamiento. Era como si Redwolf, llevado por una de
esas manías de los viejos y los solitarios, no se conformara con ganar sobre el
tablero; como si le quedara otra instancia superior que dirimir y adjudicarse.
Era un tempestuoso. Era, y usted sabe las reservas con que yo uso esta palabra,
tan malvado. En cada una de sus frases latía un sarcasmo. Pero había que
desmenuzar la frase para encontrar el sarcasmo, y eso lo hacía doblemente
doloroso. ¡Ah, si mi amigo no hubiera sido tan inteligente! Pero Redwolf
desplegaba su vida como una bandera, y desafiaba. ¿Qué no había hecho él?
Hablaba de los tigres que cazó en Asia, de las negras que violó en Kenya, de
los indios que mató a tiros en la
Guayana. A veces parecía inventar, aunque sus referencias
eran siempre muy exactas. Y de tanto en tanto, como un leit—motiv, surgía el
recuerdo de sus dos años en la
Argentina , a comienzos de siglo. También aquí (decía) lo
habían querido las mujeres. Una sobre todo. Pero tuve que dejarla, usted
comprende. Fue un lío. Lizbeth, I called her. Or Lizzie. La llamaba
Lizbeth, a veces Lizzie.
“Aguirre se defendía del mejor modo posible. Escatimaba detalles
de su pasado. Pero el otro volvía a la carga. ‘Cuénteme algo de usted. Su país
habrá progresado mucho. Dejamos buenos ferrocarriles allí. A propósito, ¿por
qué no abandona la partida? You are lost, you know. Está
perdido.
’“Luego recaía en la crónica de sus amores. Lizzie tenía
ojos muy hermosos, indolentes y serios. Sus ojos se arrepentían de sus labios.
Y no solo de sus labios. Redwolf, impávido, degradaba con sutiles
indecencias el viejo tiempo muerto. Componía abominables juegos de palabras
(Lazy Lizzie), retruécanos, jactancias. Era toda una técnica la suya. El plano
personal había pasado a primer término. Empezaba por arrasarlo todo en ese
plano, y luego, en la última línea, pasaba al otro, a la partida de ajedrez, y
atestaba un nuevo golpe. Caballo-Seis-Torre, check. ¡Jaque!
“—Aguirre, yo también creo que usted está perdido —le dije.
“—Sin duda —contestó en voz muy baja—. Pero se me ha ocurrido una
idea, una última idea.
“Pasaron aún dos meses antes que volviera a encontrarme con mi
amigo. Había recibido carta con la jugada decisiva de Redwolf. Se encontraba en
la clásica posición de zugzwang que él había previsto. No tenía salida.
“Sin embargo, no parecía tan desesperado como otras veces. Estaba
casi tranquilo. Le pedí la carta de Redwolf.
“Presumo que la partida termina aquí —decía el remoto,
inverosímil anciano—. No creo que usted quiera jugar otra. Por eso voy
a apresurarme a contarle el final de la historia. Lizzie se mató, y creo que
fue por mí. Se tiró al paso de un tren. Tratando de evitar el accidente, el
maquinista arruinó los frenos. Me tocó repararlos, por una de esas
coincidencias. Yo tenía particular aprecio por aquella locomotora. También por
Lizzie, pero la pobre no era rival para nuestros constructores de Birmingham.
Sin embargo, debo decirle que cuando supe lo que había hecho Liz, comprendí que
su país entraba en la civilización. En el Congo no me hubiera ocurrido nada
semejante.
Pobre Liz—Lizzie—Lizbeth. Me ha quedado una foto suya. Estaba muy
hermosa, en una hamaca al pie de un árbol… Ya no recuerdo si fue en octubre o
en noviembre de 1907”.
Hernández, usted dirá que soy un estúpido, pero solo en ese
momento quise comprender. Solo en ese momento identifiqué aquellos nombres,
aquellos diminutivos, como una sencilla progresión aritmética: Liz-Lizzie,
Lizbeth, Isabel, María Isabel.
“Aguirre estaba muy pálido ahora, y clavaba los ojos en el
tablero, en la posición irremediable.
“—¿Qué piensa hacer? —le dije—. Cualquier cosa que haga,
pierde.
“Se volvió hacia mí con un brillo extraño en los ojos.
“—Cualquier cosa, no —repuso sordamente.
Eran las cuatro de la madrugada. Solo el comisario y yo quedábamos
en el café.
—¿La partida terminó ahí? —pregunté—. ¿La historia termina
ahí?
—Ya le dije una vez que nada termina del todo, nunca. Pero, si se
empeña, puedo darle un provisional epílogo. Mi amigo desapareció durante un
tiempo, bastante largo. Cuando volvió, me dijo que había estado en el
extranjero, y no quiso agregar más.
Pero yo soy muy curioso. ¿Recuerda aquel bastón con que andaba
siempre? Lo desarmé en su presencia, le saqué la punta y apareció la aguda hoja
del estoque. Aún tenía una mancha de color ladrillo, un hilo de sangre
coagulada.
“Él me miró sin rencor. Había recobrado el aspecto dulce y tímido de
un niño.
“—Redwolf, red blood —dijo mansamente—. Yo también sé
hacer juegos de palabras.
“Los diarios ingleses comentaron durante algún tiempo el asesinato
de Finn Redwolf, en su residencia de Escocia, sin ahorrar los detalles
truculentos.”
—¿Sabía su amigo, cuando empezó la partida, que Redwolf era el
culpable de la muerte de María Isabel?
—No lo creo. A lo sumo sabía que era extranjero. Tal vez logró
averiguar que le gustaba el ajedrez. Esa pudo ser la fuente secreta que lo
impulsaba a jugar por correspondencia, en busca de su misterioso enemigo.
—No es un mal argumento. Sin embargo, para que su historia tuviese
auténtico suspenso, final sorpresivo y todo lo demás, el seductor castigado
debió ser otro.
—¿Usted, Hernández? —preguntó con desdén.
—El pescador de Hong-Kong —dije suavemente—. Pero, ¿qué hizo
usted, comisario?
—Yo, ¿qué podía hacer? Estaba jubilado, y el crimen ocurrió fuera
de mi jurisdicción. Y después de todo, ¿fue un crimen?
Que el azar no le depare a usted estos dilemas. Si no denunciaba a
mi amigo, hacía mal, porque mi deber, etcétera. Y si lo denunciaba y lo
arrestaban, también hacía mal, porque con todo mi corazón yo lo había
justificado. Solo puedo decirle que Aguirre murió dos años después, y no en la
cárcel, sino en su cuarto, de vejez y cansancio y de desgracia. Pero en todo
ese tiempo me sentí incómodo, me sentí en una de esas típicas posiciones… bueno
usted sabe.
Nos echamos a reír al mismo tiempo y salimos a la calle. Amanecía.
Un mozo soñoliento cerró la cortina del bar “Rivadavia”, como quien baja un
telón.
[1] Rodolfo Walsh escribió una interesante serie de cuentos policiales en los que intervenían el comisario Laurenzi y un tal Hernández, a quien el primero le cuenta sus experiencias de policía ya retirado. Zugzwang fue publicado por primera vez en la revista Vea y Lea bajo el seudónimo de Daniel Hernández en 1957.
ANÁLISIS DE “ZUGZWANG” DE RODOLFO WALSH
Héctor Zabala ©
Un cuento estupendo, empezando ya por el título. Lo leí por primera vez en la década del ’90 cuando todavía participaba en torneos internacionales y a instancias de otro ajedrecista, Ricardo Aiello, quien lo acercó por entonces a
DOS NARRACIONES DENTRO DE UN MISMO CUENTO
En principio se trata de una narración dentro de otra. Es decir,
hay dos narradores: los personajes Laurenzi y Hernández. El nudo principal se
lo cuenta Laurenzi a Hernández y este último nos transmite el marco general a
los lectores. Corresponde recordar, de paso, que Rodolfo Walsh firmó este
cuento bajo el seudónimo de Daniel Hernández.
TRES HISTORIAS
En el cuento se pueden reconocer tres historias:
1º) La tardía venganza de Aguirre contra Redwolf por el suicidio
de su mujer.
2º) El dilema del ex comisario Laurenzi entre su deber y la
lealtad a su amigo Aguirre.
3º) Y finalmente, una historia no contada —o si se quiere, contada
a medias— sobre la relación que habría tenido María Isabel con Finn Redwolf.
¿Acaso se escapó con él y él la abandonó, y luego, para no volver avergonzada a
casa, se suicida?, ¿acaso las habladurías del barrio la señalaban?, ¿acaso fue
despreciada por su familia carnal?, ¿acaso un complejo de culpa o
remordimiento?, ¿acaso un embarazo bastardo que habría sido difícil de ocultar?
En fin, hay algo, al mejor estilo de Ernest Hemingway, que el narrador deja sin
contar.
UN CUENTO COSTUMBRISTA NO CARENTE DE IRONÍAS…
El diálogo entre los dos narradores se desarrolla en un bar de
Buenos Aires de características muy populares hasta hace unas décadas. A la par
que se utiliza una jerga propia de los porteños, el autor aprovecha para
mostrarnos las personalidades de ambos narradores-personajes: Hernández, el
intelectual, ajedrecista bastante aceptable, algo burlón, y el ex comisario
Laurenzi, un hombre práctico, sentencioso y con bastante orgullo, que nunca
quiere ser corregido, aunque no carente de picardía y sensibilidad.
He aquí algunos detalles significativos:
• “—¡Je, afeitado y sin visita!” Expresión que
puede traducirse como haberse preparado concienzudamente para algo que al final
resultó un fracaso. En España hay (o había) un dicho equivalente, que se
encuentra en el Diccionario de la
RAE : quedarse compuesta y sin novio. Para el caso del cuento,
haber preparado maniobras que después en el tablero no dieron el resultado
esperado.
• “Si lo dejan… hasta es capaz de pagar un café”.
Haciendo alusión a la habitual tacañería del comisario Laurenzi.
• El contrapunto entre Laurenzi y Hernández en cuanto a las
palabras zaguán y zugzwang pinta a la perfección las personalidades de ambos y
es una verdadera joya psico-literaria.
• “Salute…” Lunfardismo algo pasado de moda
proveniente del italiano, que significa algo así como ¡qué me cuenta!
• El pequeño diálogo, al finalizar la partida ganada por
Hernández, que sirve de detonador al relato por haber terminado justamente en
zugzwang:
—Le he dado una buena paliza —dije sin misericordia [Hernández].
—No crea… Hum… No crea que no [Laurenzi].
…NI DE HUMOR NEGRO O DE BURLA CRUEL
Pero estas humoradas entre el comisario y Hernández son inocentonas,
comparadas con las que hace Redwolf en sus cartas.
• “…Yo [dice Redwolf] tenía particular
aprecio por aquella locomotora. También por Lizzie, pero la pobre no era rival
para nuestros constructores de Birmingham…”
• “Sin embargo, debo decirle que cuando supe lo que había
hecho Liz [es decir, suicidarse], comprendí que su país entraba en
la civilización. En el Congo no me hubiera ocurrido nada semejante.”
• Redwolf incluso es indiscreto, indecente, cobarde, con respecto
a alguien que no puede defenderse: “Sus ojos [los de
Isabel] se arrepentían de sus labios. Y no solo de sus labios.”
Este tipo de frases, que denotan un desprecio absoluto por la
mujer que lo amó, hacen de Finn Redwolf un sujeto digno de ser odiado. Aquí es
donde empieza a jugar el dilema del ex comisario Laurenzi, un tipo sensible por
debajo de su aparente dureza.
CUESTIONES TÉCNICAS DE AJEDREZ
Como viejo jugador de ajedrez, trataré de explicar aspectos
técnicos, no tan fáciles de conocer por quienes nunca frecuentaron el ambiente
o no entienden mucho del juego.
• El mate Pastor es un jaque mate rápido (una miniatura como
se dice en la jerga) consistente en cuatro jugadas que determinan una
definición fulminante [2]. No es el más rápido del
ajedrez [3], pero sí el más conocido, y en la práctica solo son
derrotados así los novatos o los aficionados muy flojos. Aclaremos que el jaque
mate (o mate, simplemente) es el lance que provoca el triunfo y consiste en
amenazar al rey contrario (jaquearlo) de tal forma que no pueda escapar de
dicha amenaza.
• “Ante el tablero, el comisario practica un juego
solapado y simple. Quiero decir que cultiva la agachada y el garrotazo por la
espalda.”
En síntesis, el comisario Laurenzi no era un buen jugador, era un
oportunista. Obviamente, sabía diferenciar entre buenas y malas posiciones
evidentes (esto se desprende del diálogo con Aguirre), pero era incapaz de
elaborar estrategias que evitaran las segundas o que lo condujeran a las
primeras. Él, simplemente, se tiraba lances elementales como pretender dar un
jaque doble o a la descubierta o un mate y, ante el descuido del otro, a veces
ganaba así, de improviso.
• “Entonces le brillan los ojitos [a Laurenzi],
se vuelve sentencioso y sobrador, menciona a una misteriosa tía Euclida que le
enseñó a jugar lo poco que sabe…”
La tía Euclida es una referencia a Euclides, autor de un sistema
geométrico que constituye un ejemplo de razonamiento puro. Se trata de una
especie de metáfora porque el ajedrez también es una actividad que exige lógica
absoluta. En círculos de ajedrez y bares afines es frecuente escuchar a
jugadores que hacen referencia a una supuesta tía o abuela de nombre
estrafalario con iguales intenciones.
Este tipo de broma es universal entre los ajedrecistas. Hay un
caso paradigmático del gran maestro polaco Saviely Tartakower, quien en 1924
tras disputar una partida en Nueva York iniciada con 1.P4CD y preguntársele
cómo se le había ocurrido una jugada tan excéntrica, él habría contestado
risueño: “me la enseñó el orangután del zoológico” [4].
• “A esa altura de las cosas, aún se puede abandonar la
partida con dignidad”.
Detalle importante, porque generalmente una partida de ajedrez
termina en tablas (empate) o con el abandono de uno de los rivales. Seguir una
partida perdida (con gran desventaja material o posicional) hasta que el otro
le da mate solo lo ensaya un novato o un aficionado muy terco y flojo.
Semejante tozudez es muy mal vista en el ambiente porque implica un
desconocimiento elemental y constituye un desprestigio para el jugador.
• “…acudirán los eternos mirones, comentarán lo perdido
que está uno, ensayarán presuntas jugadas salvadoras.”
Lo descripto es bastante común entre aficionados y lo curioso es
que, casi siempre, los que más opinan o intentan “ir al rescate” de posiciones
perdidas sean justamente aquellos que jamás juegan; un caso notable, digno de
estudio psicológico.
• “Ese lenguaje que usted oye, esas frases hechas que no
escucharía en ninguna otra parte, esos chistes que nadie de afuera entendería,
se han ido formando con el tiempo.”
Una descripción muy acabada del clima ajedrecístico,
es decir de lo que pasa en un círculo de ajedrez o en un bar donde se lo
practica.
• La federación internacional de ajedrez por correspondencia, a
que se refiere el narrador, existe realmente y es la ICCF , siglas en inglés que
significan The International Correspondence Chess Federation, lo
que me exime de traducirlas. [5]
• “…y usted le escribe indicándole cuál es su primera
jugada. Él contesta, y de ese modo se entabla la partida, que puede durar meses
o años, según el tiempo que tarden en llegar las cartas.”
Más tarde, el narrador sugiere con un ejemplo que antes de
escribir la jugada propia se confirma en la misma carta esa última
movida del rival. Además, por razones de elegancia o espacio se omitió aclarar
que casi siempre (sobre todo en la apertura) se propone toda una serie de
jugadas, que el otro puede rechazar o bien aceptar total o parcialmente; esto
último permite ganar tiempo y ahorrar cartas.
Lo de la duración de las partidas es cierto para la época (décadas
de 1940 ó 1950, en que se sitúa la historia de la partida postal entre Aguirre
y Redwolf). Hoy, el ajedrez por correspondencia se ha transformado en ajedrez
por email o por servidor, variante cibernética manejada por un programa de
ajedrez que almacena las jugadas de ambos rivales y va acumulando el tiempo
consumido por cada uno. De ahí que las modernas partidas por correspondencia
sean mucho más rápidas.
• “Por lo general hablamos de otras cosas, si tenemos un
idioma común, además de la notación ajedrecística que es prácticamente
universal. En este momento, por ejemplo, puedo decirle con más exactitud que
los diarios cuál es la situación en Asia, merced al pescador de Hong-Kong.”
Con lo de notación ajedrecística universal, se refiere al sistema
numérico, por el cual cada casilla del tablero es representada con un par
de números del 1 al 8 [6] y cada jugada por cuatro de
estos dígitos: los dos primeros corresponden a la casilla de salida de la pieza
y los dos últimos a la de llegada. Internacionalmente se usa este sistema entre
personas de diferentes idiomas, salvo que hablen portugués y español, en cuyo
caso se prefiere por lo general el sistema algebraico [7], que
también se usa cuando los rivales hablan el mismo lenguaje.
También es cierto que el ajedrez postal da una idea más acabada
del mundo, o al menos mayor a la que nos transmite el periodismo, cuyas
noticias simplemente constituyen una mera selección entre muchas
posibles.
• “Puedo señalarle la página exacta del Griffith en que
figura, con una o dos transposiciones, y decirle quiénes la jugaron y qué
año.”
El Griffith [8] a que se refiere el cuento es
el Modern Chess Openings (Aperturas Modernas de Ajedrez) de
Griffith & White, publicado por primera vez en 1911 por los jugadores
británicos Richard Griffith y John Herbert White. Con los años se le fueron
sumando otros ajedrecistas destacados como Reuben Fine y Larry Evans. Tanto
White como Griffith murieron en 1920 y 1955 respectivamente, por lo que sus nombres
siguieron a modo de marca comercial. En su tiempo, fue muy popular entre
jugadores de habla inglesa y las ediciones llegaban a la Argentina.
Transposición es una serie de jugadas ordenadas de manera
diferente que otra, con la que se alcanza la misma posición; esto es frecuente
en muchas aperturas, en especial en las cerradas y semicerradas.
Todos estos detalles hacen de la obra un cuento muy creíble en
cuanto a tiempo, lugar y disponibilidad de medios teóricos. [9]
INDICIOS
• “‘No hay bicho más peligroso que el hombre que escribe’,
suele decir [Laurenzi] mirándome de reojo”. Esto se puede
tomar como un indicio, pues el ex comisario necesitaba confesar algo, quizá por
razones psicológicas, pero a la vez que no se divulgara.
• “Siempre he sostenido que cada hombre lleva adentro un
demonio, y a veces más”. Una buena definición de la personalidad de los
protagonistas; es decir, tanto del viejo Aguirre como de Laurenzi, y de lo que
serían capaces de hacer: el primero de matar y el otro de encubrir.
• “También usaba bastón, un viejo bastón de madera bruñida
y lisa, de punta ferrada. Le menciono el detalle porque eventualmente supe que
era un arma mucho más peligrosa de lo que parecía”. Quien lleva un arma
todo el tiempo puede matar y eso es lo que hará finalmente Aguirre.
• “—Ríase si quiere. Ese era el esquema. El contenido es
un cúmulo de cosas que trascienden el juego. Aquí han venido hombres tristes,
hombres preocupados, hombres que iban a tomar una tremenda decisión. ¿Los
hubiera descubierto usted, con una sola mirada?” El ex comisario está
dando indicios de que contará algo tremendo y a la vez sus palabras tienen un
dejo de justificación moral y también de impotencia (más allá de cierto tono
desafiante), por no haber sido capaz de descubrir a tiempo las intenciones de
Aguirre a fin de poder persuadirlo.
• “Había un orden allí, pero un orden producto de la
voluntad y no del entusiasmo. No sé si usted me entiende. Un cuarto refleja de
algún modo el carácter de quién lo ocupa. Y aquí, para darle un ejemplo, los
libros estaban escrupulosamente alineados en sus estantes, pero debajo del
ropero se adivinaban unas sombras verdosas que, lamento decirlo, eran botellas
vacías.” El ex comisario demuestra ser un tipo con códigos, lamenta
decir lo de las botellas y probablemente no lo hubiese mencionado de no ser
porque era necesario para transmitir la imagen de un tipo desahuciado, que muy
poco o nada tiene que perder si comete un delito grave.
• “Y un almanaque, en un rincón, eternizaba el mes de
noviembre de 1907. Pequeñas cosas, por supuesto, pero yo tengo el hábito
profesional de observarlas...”
Noviembre de 1907 corresponde al mes y año del suicidio de la
mujer de Aguirre, María Isabel, tal como el propio relato confirma más
tarde:
“Porque ella estaba muerta, y su lugar exacto en el tiempo solo
por una piadosa ficción podía mi amigo abstraerlo de aquel mes de noviembre de
1907 en que ella se tiró bajo un tren. Mi amigo quedó solo, y entonces supe
cual era ese resorte que yo instintivamente sospechaba en él, y que venía
buscando con esta tenacidad de perro de presa que a veces me avergüenza.”
• “[Redwolf] Lo tenía todo previsto, todo. Sin darme
cuenta, yo también empecé a odiarlo.” Instintivamente, Laurenzi
empieza a odiar a Redwolf, odio que le permitirá más tarde justificar el
proceder de Aguirre ante el hecho consumado.
DETALLES SEMÁNTICOS Y DESENLACE…
• Aguirre: En vascuence, “lugar alto que domina un terreno”. Es
decir, un tipo que mira a lo lejos. En este caso, más allá de una simple
partida de ajedrez, que es el pretexto para obtener información del
sospechoso.
• Redwolf: En inglés, “lobo rojo”. Alude al carácter del escocés.
Un depredador que causa desdichas por donde pasa y encima se regodea al
recordarlas.
Estos detalles semánticos son importantes porque en realidad son
DOS LAS PARTIDAS QUE SE DISPUTAN: la que Aguirre pierde en el tablero y la
otra, la que trasciende el juego y que se trata de una lucha personal, lucha
que se mantiene indecisa hasta la última carta. Porque Redwolf es realmente un
lobo; no se conforma con ganar sobre el tablero, también quiere humillar en
otros sentidos y por completo. Sus palabras son terribles, para él no hay nada
sagrado. En el fondo parece decir: no solo te gano esta partida,
también demuestro que te supero en todo, que soy mejor en todo, que mi país es
mejor que el tuyo, que puestos a compararnos no vales nada porque todo lo tuyo
es despreciable, y que además lo disfruto enormemente. Aguirre mientras
tanto espera, no está seguro de si Redwolf es el hombre que busca desde hace
tanto tiempo, por eso sigue jugando aunque se sepa perdido: porque
le falta la confesión del otro, la que le disipe toda duda. Porque sabe que una
vez descubierto el sujeto, se permitirá “ganarle” la partida más trascendente,
la personal. Y también por eso le aguanta todo tipo de burlas, como por ejemplo
una de las últimas: “Cuénteme algo de usted. Su país habrá progresado
mucho. Dejamos buenos ferrocarriles allí...”, seguida del agresivo: “A
propósito, ¿por qué no abandona la partida? You are lost, you know”. (Usted
está perdido, usted lo sabe)
En fin, Redwolf cree dominar ambas partidas, ambos planos, el
ajedrecístico y el personal. Pero por burlarse, por querer ganar en todo, se
descuida y se mete solito en la trampa: descubre su pasado, que supone
indiferente (y quizá, hasta admirable) para su pobre rival Aguirre. Lo que no
sabe es que justamente esos pocos datos determinarán su propio fin, su propio
jaque mate.
[1] LADAC es la sigla de
[2] El
mate Pastor: 1.P4R P4R 2.A4A P3D 3.D3A P3TD (o cualquier otra indiferente)
4.DxP mate. En sistema algebraico sería: 1.e4 e5 2.Ac4 d6 3.Df3 a6 (o cualquier
otra indiferente) 4.Dxf7 mate. En realidad, la tercera jugada de las blancas es
mala y se la refuta simplemente con 3…. C3AR (Cf6). Tras esto, la dama en “f3”
será un estorbo para la posición del jugador que intentó este lance
tosco.
[3] El más
rápido del ajedrez es el “mate del loco” (solo dos jugadas) y paradójicamente
lo dan las negras, que juegan en segundo lugar. Consiste en la siguiente serie:
1.P4CR P4R (o P3R) 2. P3AR (o P4AR) D5T mate. En algebraico: 1.g4 e5 (o e6)
2.f3 (o f4) Dh4 mate.
[4] De ahí
que a 1.P4CD (ó 1.b4) se la conozca como Apertura Orangután o Apertura
Polaca.
[5] El
ajedrez postal se juega, según Harry Golombeck (The Encyclopedia of Chess,
Londres 1977), desde 1119, al menos hay memoria de una partida entre Enrique I
de Inglaterra y Luis VI de Francia; es decir, mucho antes de establecerse un
sistema formal de correo. Catalina la
Grande y Federico el Grande también habrían sido entusiastas
jugadores postales, así como Napoleón Bonaparte y Voltaire. Pero las primeras
partidas postales con movidas registradas datan de 1804, aunque recién en 1906
se organizaron torneos regulares en Inglaterra, y desde 1928 a nivel
mundial.
[6] La
columna o línea vertical de casillas más a la izquierda del jugador de las
blancas es la columna 1 y la más a la derecha, la columna 8. La fila o línea
horizontal más cercana al jugador de las blancas es la fila 1, en tanto que la
más cercana al conductor de las negras es la fila 8. Esto permite designar cada
casilla del tablero con un número de dos cifras, escribiendo primero el número
de columna y luego el de la fila; por ejemplo, 51 es la casilla de origen del
rey blanco ó 78 la casilla de origen del caballo-rey negro. Si el peón-rey
blanco se mueve dos pasos desde su casilla de origen, la jugada será
5254.
[7] Esto
es así porque las iniciales de las piezas coinciden en portugués y español, con
la sola excepción de una sola: el alfil (cuya símbolo en español es A), pieza
que en portugués se conoce como bispo (obispo) y se simboliza como B.
[8] A
partir de 1966, el Griffith & White fue perdiendo
terreno ante el Informador Yugoeslavo y más tarde ante
la Enciclopedia de Aperturas, ambos de Aleksandar Matanovic. Hoy
las grandes bases de datos con partidas en formato ChessBase constituyen una
fuente imprescindible para los ajedrecistas que disputan torneos.
[9]
François-André Danican (1726-1795), conocido como Filidor (en francés,
Philidor), fue un notable ajedrecista y músico que descolló durante buena parte
del siglo XVIII. Se lo considera el primer gran teórico a raíz de su obra Analyse
du jeu des Echecs (Análisis del juego de ajedrez) en la que postula a
la conformación de peones como base estratégica fundamental. Sus ideas, muy
avanzadas para la época, lo hacían prácticamente invencible. A partir de ahí,
el ajedrez se convirtió en el juego con mayor literatura teórica de todos los
tiempos.
RODOLFO WALSH
Periodista, escritor, dramaturgo, profesor en letras y traductor.
Militó en su juventud en la Alianza Libertadora Nacionalista y, luego, en las
organizaciones guerrilleras FAP y Montoneros. Está desaparecido desde la última
fecha citada, después de un enfrentamiento con un grupo de tareas de la ESMA , en el que habría
resultado herido o moribundo.
Principales obras:
Cuentos: Diez
cuentos policiales (1953), Variaciones en rojo (1953), Antología
del cuento extraño (1956), Esa Mujer (1963), Los
oficios terrestres (1965), Un kilo de oro (1967), Un
oscuro día de justicia (1973), Las aventuras de las pruebas de
imprenta.
Investigaciones periodísticas: Operación Masacre (1958), ¿Quién
mató a Rosendo? (1969), Caso Satanowsky (1973).
Teatro: La
granada (1965), La batalla (1965).
Obras póstumas: Los oficios terrestres (1986), Cuento
para tahúres y otros relatos policiales (1987), Ese hombre y
otros papeles personales (1995), El violento oficio de
escribir. Obra periodística (1955-1977) (2008), Tres
portugueses bajo un paraguas (sin contar el muerto), Asesinato a
distancia.
EL QUE SE ENTERRÓ
Miguel de Unamuno ©
Era extraordinario el cambio de carácter que sufrió mi amigo. El joven jovial, dicharachero y descuidado, habíase convertido en un hombre tristón, taciturno y escrupuloso. Sus momentos de abstracción eran frecuentes y durante ellos parecía como si su espíritu viajase por caminos de otro mundo. Uno de nuestros amigos, lector y descifrador asiduo de Browning, recordando la extraña composición en que este nos habla de la vida de Lázaro después de resucitado, solía decir que el pobre Emilio había visitado la muerte. Y cuantas inquisiciones emprendimos para adivinar la causa de aquel misterioso cambio de carácter fueron inquisiciones infructuosas.
Pero tanto y tanto le apreté y con tal insistencia cada vez, que
por fin un día, dejando transparentar el esfuerzo que cuesta una resolución
costosa y muy combatida, me dijo de pronto: "Bueno, vas a saber lo que me
ha pasado, pero le exijo, por lo que le sea más santo, que no se lo cuentes a
nadie mientras yo no vuelva a morirme." Se lo prometí con toda solemnidad
y me llevó a su cuarto de estudio, donde nos encerramos.
Desde antes de su cambio no había yo entrado en aquel su cuarto de
estudio. No se había modificado en nada, pero ahora me pareció más en
consonancia con su dueño. Pensé por un momento que era su estancia más habitual
y favorita la que le había cambiado de modo tan sorprendente. Su antiguo
asiento, aquel ancho sillón frailero, de vaqueta, con sus grandes brazos, me pareció
adquirir nuevo sentido. Estaba examinándolo cuando Emilio, luego de haber
cerrado cuidadosamente la puerta, me dijo, señalándomelo:
—Ahí sucedió la cosa.
Le miré sin comprenderle.
Me hizo sentar frente a él, en una silla que estaba al otro lado
de su mesita de trabajo, se arrellanó en su sillón y empezó a temblar. Yo no
sabía qué hacer.
Dos o tres veces intentó empezar a hablar y otras tantas tuvo que
dejarlo. Estuve a punto de rogarle que dejase su confesión, pero la curiosidad
pudo en mí más que la piedad, y es sabido que la curiosidad es una de las cosas
que más hacen al hombre cruel. Se quedó un momento con la cabeza entre las
manos y la vista baja; se sacudió luego como quien adopta una súbita
resolución, me miró fijamente y con unos ojos que no le conocía antes, y
empezó:
—Bueno; tú no vas a creerme ni palabra de lo que te voy a contar,
pero eso no importa. Contándotelo me libertaré de un grave peso, y me
basta.
No recuerdo qué le contesté, y prosiguió:
—Hace cosa de año y medio, meses antes del misterio, caí enfermo
de terror. La enfermedad no se me conocía en nada ni tenía manifestación
externa alguna, pero me hacía sufrir horriblemente. Todo me infundía miedo, y
parecía envolverme una atmósfera de espanto. Presentía peligros vagos. Sentía a
todas horas la presencia invisible de la muerte, pero de la verdadera muerte,
es decir, del anonadamiento. Despierto, ansiaba porque llegase la hora de
acostarme a dormir, y una vez en la cama me sobrecogía la congoja de que el
sumo se adueñara de mí para siempre. Era una vida insoportable, terriblemente
insoportable. Y no me sentía ni siquiera con resolución para suicidarme, lo
cual pensaba yo entonces que sería un remedio. Llegué a temer por mi
razón...
—¿Y cómo no consultaste con un especialista? —le dije por decirle
algo.
—Tenía miedo, como lo tenía de todo. Y este miedo fue creciendo de
tal modo, que llegué a pasarme los días enteros en este cuarto y en este sillón
mismo en que ahora estoy sentado, con la puerta cerrada, y volviendo a cada
momento la vista atrás. Estaba seguro de que aquello no podía prolongarse y de
que se acercaba la catástrofe o lo que fuese. Y en efecto llegó.
Aquí se detuvo un momento y pareció vacilar.
—No te sorprenda el que vacile —prosiguió—, porque lo que vas a
oír no me lo he dicho todavía ni a mí mismo. El miedo era ya una cosa que me
oprimía por todas partes, que me ponía un dogal al cuello y amenazaba hacerme
estallar el corazón y la cabeza. Llegó un día, el siete de setiembre, en que me
desperté en el paroxismo del terror; sentía acorchados cuerpo y espíritu. Me
preparé a morir de miedo. Me encerré como todos los días aquí, me senté donde
ahora estoy sentado, y empecé a invocar a la muerte. Y es natural, llegó —advirtiéndome
la mirada, añadió tristemente:— Sí, ya sé lo que piensas, pero no me
importa.
Y prosiguió:
—A la hora de estar aquí sentado, con la cabeza entre las manos y
los ojos fijos en un punto vago más allá de la superficie de esta mesa, sentí
que se abría la puerta y que entraba cautelosamente un hombre. No quise
levantar la mirada. Oía los golpes del corazón y apenas podía respirar. El
hombre se detuvo y se quedó ahí, detrás de esa silla que ocupas, de pie, y sin
duda mirándome. Cuando pasó un breve rato, me decidí a levantar los ojos y
mirarlo. Lo que entonces pasó por mí fue indecible; no hay para expresarlo
palabra alguna en el lenguaje de los hombres que no se mueren sino una sola
vez. El que estaba ahí, de pie, delante mío, era yo, yo mismo, por lo menos en
imagen. Figúrate que, estando delante de un espejo, la imagen que de ti refleja
en el cristal se desprende de este, toma cuerpo y se te viene encima...
—Sí, una alucinación... —murmuré.
—De eso ya hablaremos —dijo y siguió:
—Pero la imagen del espejo ocupa la postura que ocupas y sigue tus
movimientos, mientras que aquel mi yo de fuera estaba de pie, y yo, el yo de
dentro de mí, estaba sentado. Por fin el otro se sentó también, se sentó donde
tú estás sentado ahora, puso los codos sobre la mesa como tú los tienes, se
cogió la cabeza, como tú la tienes, y se quedó mirándome como me estás ahora
mirando.
Temblé sin poder remediarlo al oírle esto, y él, tristemente, me
dijo:
—No, no tengas también tú miedo; soy pacífico.
Y siguió:
—Así estuvimos un momento, mirándonos a los ojos el otro y yo, es
decir, así estuve un rato mirándome a los ojos. El terror se había transformado
en otra cosa muy extraña y que no soy capaz de definirte; era el colmo de la
desesperación resignada. Al poco rato sentí que el suelo se me iba de debajo de
los pies, que el sillón se me desvanecía, que el aire iba enrareciéndose, las
cosas todas que tenía a la vista, incluso mi otro yo, se iban esfumando, y al
oír al otro murmurar muy bajito y con los labios cerrados: "¡Emilio,
Emilio!", sentí la muerte. Y me morí.
Yo no sabía qué hacer al oírle esto. Me dieron tentaciones de
huir, pero la curiosidad venció en mí al miedo. Y él continuó:
—Cuando al poco rato volví en mí, es decir, cuando al poco rato
volví al otro, o sea, resucité, me encontré sentado ahí, donde tú te encuentras
ahora sentado y donde el otro se había sentado antes, de codos en la mesa y
cabeza entre las palmas contemplándome a mí mismo, que estaba donde ahora
estoy. Mi conciencia, mi espíritu, había pasado del uno al otro, del cuerpo
primitivo a su exacta reproducción. Y me vi, o vi mi anterior cuerpo, lívido y
rígido, es decir, muerto. Había asistido a mi propia muerte. Y se me había
limpiado el alma de aquel extraño terror. Me encontraba triste, muy triste,
abismáticamente triste, pero sereno y sin temor a nada. Comprendí que tenía que
hacer algo; no podía quedar así y aquí el cadáver de mi pasado. Con toda
tranquilidad reflexioné lo que me convenía hacer. Me levanté de esa silla, y,
tomándome el pulso, quiero decir, tomando el pulso al otro, me convencí de que ya
no vivía. Salí del cuarto dejándolo aquí encerrado, bajé a la huerta, y con un
pretexto me puse a abrir una gran zanja. Ya sabes que siempre me ha gustado
hacer ejercicio en la huerta. Despaché a los criados y esperé la noche. Y
cuando la noche llegó, cargué a mi cadáver a cuestas y lo enterré en la zanja.
El pobre perro me miraba con ojos de terror, pero de terror humano; era, pues,
su mirada una mirada humana. Le acaricié diciéndole: no comprendemos nada de lo
que pasa, amigo, y en el fondo no es esto más misterioso que cualquier otra
cosa...
—Me parece una reflexión demasiado filosófica para ser dirigida a
un perro —le dije.
—¿Y por qué? —replicó—. ¿O es que crees que la filosofía humana es
más profunda que la perruna?
—Lo que creo es que no lo entendería.
—Ni tú tampoco, y eso que no eres perro.
—Hombre, sí, yo lo entiendo.
—¡Claro, y me crees loco!...
Y como yo callara, añadió:
—Te agradezco ese silencio. Nada odio más que la hipocresía. Y en
cuanto a eso de las alucinaciones, he de decirte que todo cuanto percibimos no
es otra cosa, y que no son sino alucinaciones nuestras impresiones todas. La
diferencia es de orden práctico. Si vas por un desierto consumiéndote de sed y
de pronto oyes el murmurar del agua de una fuente y ves el agua, todo esto no
pasa de alucinación. Pero si arrimas a ella tu boca y bebes y la sed se te
apaga, llamas a esta alucinación una impresión verdadera, de realidad. Lo cual
quiere decir que el valor de nuestras percepciones se estima por su efecto
práctico. Y por su efecto práctico, efecto que has podido observar por ti
mismo, es por lo que estimo lo que aquí me sucedió y acabo de contarte. Porque
tú ves bien que yo, siendo el mismo, soy, sin embargo, otro.
—Esto es evidente...
—Desde entonces las cosas siguen siendo para mí las mismas, pero
las veo con otro sentimiento. Es como si hubiese cambiado el tono, el timbre de
todo. Vosotros creéis que soy yo el que he cambiado y a mí me parece que lo que
ha cambiado es todo lo demás.
—Como caso de psicología... —murmuré.
—¿De psicología? ¡Y de metafísica experimental!
—¿Experimental? —exclamé.
—Ya lo creo. Pero aún falta algo. Ven conmigo.
Salimos de su cuarto y me llevó a un rincón de la huerta. Empecé a
temblar como un azogado, y él, que me observó, dijo:
—¿Lo ves? ¿Lo ves? ¡También tú! ¡Ten valor, racionalista!
Me percaté entonces de que llevaba un azadón consigo. Empezó a
cavar con él mientras yo seguía clavado al suelo por un extraño sentimiento,
mezcla de terror y de curiosidad. Al cabo de un rato se descubrió la cabeza y
parte de los hombros de un cadáver humano, hecho ya casi esqueleto. Me lo
señaló con el dedo diciéndome:
—¡Mírame!
Yo no sabía qué hacer ni qué decir. Volvió a cubrir el hueco. Yo
no me movía.
—Pero ¿qué te pasa, hombre? —dijo, sacudiéndome el brazo.
Creí despertar de una pesadilla. Lo miré con una mirada que debió
de ser el colmo del espanto.
—Sí —me dijo—, ahora piensas en un crimen; es natural. ¿Pero has
oído tú de alguien que haya desaparecido sin que se sepa su paradero? ¿Crees
posible un crimen así sin que se descubra al cabo? ¿Me crees criminal?
—Yo no creo nada —le contesté.
—Ahora has dicho la verdad; tú no crees en nada y por no creer en
nada no te puedes explicar cosa alguna, empezando por las más sencillas.
Vosotros, los que os tenéis por cuerdos, no disponéis de más instrumentos que
la lógica, y así vivís a oscuras...
—Bueno —le interrumpí—, y todo esto ¿qué significa?
—¡Ya salió aquello! Ya estás buscando la solución o la moraleja.
¡Pobres locos! Se os figura que el mundo es una charada o un jeroglífico cuya
solución hay que hallar. No, hombre, no; esto no tiene solución alguna, esto no
es ningún acertijo ni se trata aquí de simbolismo alguno. Esto sucedió tal cual
te lo he contado, y, si no me lo quieres creer, allá tú.
Después de que Emilio me contó esto y hasta su muerte, volví a verle muy pocas veces, porque rehuía su presencia. Me daba miedo. Continuó con su carácter mudado, pero haciendo una vida regular y sin dar el menor motivo a que se le creyese loco. Lo único que hacía era burlarse de la lógica y de la realidad. Se murió tranquilamente, de pulmonía, y con gran valor. Entre sus papeles dejó un relato circunstanciado de cuanto me había contado y un tratado sobre la alucinación. Para nosotros fue siempre un misterio la existencia de aquel cadáver en el rincón de la huerta, existencia que se pudo comprobar.
En el tratado a que hago referencia sostenía, según me dijeron,
que a muchas, a muchísimas personas les ocurren durante la vida sucesos
trascendentales, misteriosos, inexplicables, pero que no se atreven a revelar
por miedo a que se les tenga por locos.
"La lógica —dice— es una institución social y la que se llama
locura una cosa completamente privada. Si pudiéramos leer en las almas de los
que nos rodean, veríamos que vivimos envueltos en un mundo de misterios
tenebrosos, pero palpables".
ANÁLISIS DE “EL QUE SE ENTERRÓ” DE MIGUEL DE UNAMUNO
Héctor Zabala ©
Una obra, de acuerdo a la materia que trata, puede ser de género [1]:
a) realista: no viola las leyes naturales [2];
b) maravilloso o fantástico: viola las leyes naturales;
c) extraño: en principio parece violar las leyes naturales,
pero al final se descubre que no; d) ambiguo: hay indicios
para pensar que puede ser tanto un relato realista como maravilloso; e) de
ciencia ficción: viola hoy y aquí las
leyes naturales conocidas, pero en el futuro o en otro lugar del universo puede
ser que no las viole [3].
Ahora bien, partiendo de estas definiciones, ¿en cuál de estos
géneros clasificamos este cuento de Unamuno?
• Si vamos a creerle a Emilio, indudablemente en el tipo b) maravilloso. La
gente antes de morir no se desdobla en dos individuos concientes de ser la
misma persona ni recibe la visita de uno mismo en otro cuerpo.
• Ahora veamos qué pasa si NO le creemos a Emilio:
Hipótesis 1: Emilio estaba loco.
Esta hipótesis explicaría bien la primera parte del relato. Un
hombre, afectado de depresión por causas desconocidas, se siente morir y entra
en una enajenación tan intensa que cree recibir la visita de la muerte en la
forma de otro yo. Incluso, alguien podría alegar que la expresión "soy
pacífico" puede ser propia de un hombre que toma consciencia de
su locura en un momento de lucidez.
El problema de esta hipótesis es que no se sostiene en la segunda
parte del cuento: es decir, no explica la existencia del cadáver enterrado en
el jardín.
Por otro lado, si bien el comportamiento de Emilio había sufrido
cambios, esto no autoriza a que lo tildemos de loco. El cambio sufrido apunta
más al carácter que al estado mental: dejó de ser dicharachero, despreocupado,
para pasar a ser taciturno, reconcentrado, etc.
Además, luego de confesarse a su amigo, Emilio mantiene una
actitud que descarta toda locura: “Continuó con su carácter mudado,
pero haciendo una vida regular y sin dar el menor motivo a que se le creyese
loco”.
Hipótesis 2: Emilio cometió un asesinato.
Esta hipótesis encajaría mejor pero tiene sus defectos.
• “—Sí —me dijo—, ahora piensas en un crimen; es natural.
¿Pero has oído tú de alguien que haya desaparecido sin que se sepa su paradero?
¿Crees posible un crimen así sin que se descubra al cabo? ¿Me crees criminal?”
En principio Emilio tiene razón: si hubiera matado a alguien,
algún familiar o amigo de la víctima habría reclamado, denunciado. Y esto
hubiera terminado con Emilio en la cárcel.
• Ahora bien, pero supongamos que se trataba de alguien sin
familia y sin amigos o de un extranjero de incógnito. En este caso (aunque poco
probable) tendríamos que admitir que la hipótesis tendría visos de factible.
• Incluso hay un detalle que favorece esta hipótesis: el cadáver
que ve el amigo de Emilio está en un estado que podríamos suponer
irreconocible. “Empezó a cavar con él mientras yo seguía clavado al
suelo por un extraño sentimiento, mezcla de terror y de curiosidad. Al cabo de
un rato se descubrió la cabeza y parte de los hombros de un cadáver humano,
hecho ya casi esqueleto. Me lo señaló con el dedo diciéndome: —¡Mírame!”
Alguien podría alegar que el amigo en ningún momento reconoció el
parecido entre el cadáver y Emilio. Y que su “parálisis” se debió a la
existencia misma del cadáver, y no porque estuviera sorprendido ante un
supuesto “gemelo” enterrado de Emilio. Además, no parece que hayan permanecido
mucho tiempo contemplando el cuerpo como para apreciar similitudes y
diferencias. Un “casi esqueleto” obviamente no es el mejor elemento para
comparar el parecido con una persona viva, al menos a simple vista.
• Pero la pregunta del millón sería: ¿pero si Emilio era
un asesino, para qué contarlo? Un asesino clásico no haría eso. Nunca
tendría la ocurrencia de mostrar el cadáver. Un sentido
elemental de conservación lo alejaría de toda confidencia posible, por más de
que se tratara de un amigo confiable. En efecto, una borrachera del amigo en un
día de juerga, seguida de un comentario poco feliz o indiscreto, y adiós
libertad. No, no es así como procede un homicida, salvo que quiera
psicológicamente pagar su culpa. Pero si este fuera el caso, Emilio se habría
entregado a la policía o al juez, sin necesidad de ser tan sinuoso.
Por otra parte, cuando alguien confiesa de manera espontánea, lo
hace reconociendo abiertamente su crimen y aquí Emilio tiene una actitud
distinta, para nada coherente con la de un homicida arrepentido.
CONCLUSIÓN:
Por ende, la clasificación de este cuento, a mí entender, depende
del lector:
• Si le creemos a Emilio, será del tipo b) maravilloso (viola
las leyes naturales).
• Si creemos que hay una mínima posibilidad de que Emilio haya
cometido un asesinato, será de tipo a) realista (no viola las
leyes naturales).
• Si mantenemos la duda entre el primer y el segundo caso,
cuestión perfectamente atendible, será del tipo d) ambiguo.
[1] Dejo
constancia que hay quienes optan por nomenclaturas distintas en lo que se
refiere a la materia que trata una obra, pero a mí me gusta esta.
[2]
Aclaremos que en el caso a), la historia que se cuenta no tiene que estar
basada en hechos reales, es decir podría ser una obra de ficción e
igual seguiría dentro del género realista. De hecho, es muy probable que la
mayoría de las obras literarias, teatrales y cinematográficas correspondan a
este género sin que hayan ocurrido en la realidad.
[3] Aclaro
que se trata de una definición mía. Hay que hacer un paréntesis respecto a este
género de ciencia ficción, que alguien podría tomar como una
particular variante del caso b). Y doy un ejemplo: si un trágico griego hubiera
escrito una obra en la que alguien utilizaba un aparato que le permitía volar,
seguramente no hubiera sido creíble porque para la época tal cosa violaba las
leyes naturales. Y con seguridad esa obra habría inaugurado el género de
ciencia ficción. Sin embargo, una historia similar luego del invento del
aeroplano es realista. Con esto creo justificar mi definición y de
paso demostrar que este género tiene condimentos especiales de tiempo y espacio
como para constituir un caso aparte.
MIGUEL DE UNAMUNO
Se doctoró con la tesis Crítica del problema sobre el origen y
prehistoria de la raza vasca, y poco después accedió a la cátedra de lengua y
literatura griega en la
Universidad de Salamanca, en la que desde 1901 fue rector y
catedrático de historia de la lengua castellana.
Entre sus obras, se destacan:
Ensayos filosóficos: En torno al casticismo (1895), Vida de don
Quijote y Sancho (1905), Mi religión y otros ensayos (1910), Soliloquios
y conversaciones (1911), Del sentimiento trágico de la vida en los
hombres y en los pueblos (1913).
Narrativa: Paz
en la guerra (1897), Amor y pedagogía (1902), Niebla (1914), Abel
Sánchez (1917), Tres novelas ejemplares y un prólogo (1920)
y La tía Tula (1921).
Poesía: Poesía (1907), Rosario
de sonetos líricos (1912), El Cristo de Velásquez (1920), Rimas
de dentro (1923) y Romancero del destierro (1927), este último
fruto de su experiencia en la isla de Fuerteventura, adonde lo deportaron por
su oposición a la dictadura de Primo de Rivera.
Teatro: Fedra (1924), Sombras
de sueño (1931), El otro (1932) y Medea (1933).
En 1962 se publicaron sus Obras completas y en
1994 se dio a conocer la novela inédita Nuevo mundo.
“PANTALEÓN Y LAS VISITADORAS” DE MARIO VARGAS LLOSA
Héctor Zabala @
.
Una novela estupenda. El esquema rompe con los cánones de la
mayoría de las novelas; es decir un narrador que va desgranando una historia, y
mechando aquí y allá diálogos entre los personajes. Nada de eso. Esta
novela se desarrolla incluyendo informes, notas, dictámenes, pedidos, pases,
algún visto bueno, etc. (todos confidenciales) de distintos organismos del
ejército, la armada y la fuerza aérea, tal como si se
tratara de un enorme expediente a modo de sumario. A medida que este
papelerío avanza, se intercalan capítulos con diálogos, diálogos que a su vez
también se intercalan entre sí. Paradójicamente, lejos de ser pesado, este
procedimiento narrativo nos va compenetrando más y más en la trama.
La historia es sencilla pero muy ingeniosa. La población de la Amazonía peruana está
harta de que los soldados y suboficiales violen mujeres, impelidos por la falta
de sexo a que los condiciona el aislamiento selvático. Ante las continuas
quejas civiles y para acabar con el enojoso problema, el alto mando militar
decide crear un Servicio de Visitadoras (un cuerpo de prostitutas) para
mantener satisfecha a la tropa, desperdigada en múltiples guarniciones. A tal
efecto, comisiona al capitán de intendencia Pantaleón Pantoja para que organice
esa unidad “especial” sin que el ejército peruano quede involucrado
públicamente. Las peripecias que de este planteo se derivan son realmente
desopilantes. Una obra maestra.
MARIO VARGAS LLOSA
Mario Vargas Llosa |
Entre sus obras se destacan:
Narrativa: Los
jefes (1959). La ciudad y los perros (1963), La
casa verde (1966), Los cachorros (1967), Conversación
en La Catedral (1969), Pantaleón y
las visitadoras (1973), La tía Julia y el escribidor (1977), La
guerra del fin del mundo (1981), Historia de Mayta (1984), ¿Quién
mató a Palomino Molero? (1986), El hablador (1987), Elogio
de la madrastra (1988), Lituma en los Andes (1993), Los
cuadernos de don Rigoberto (1997), La Fiesta del Chivo (2000), El
paraíso en la otra esquina (2003), Travesuras de la niña mala (2006), El
sueño del celta (2010).
Ensayo: Bases
para una interpretación de Rubén Darío (tesis universitaria, 1958), Carta
de batalla por Tirant lo Blanc, prólogo a la novela de Joanot Martorell
(1969), García Márquez: historia de un deicidio (1971), Historia
secreta de una novela (1971), La orgía perpetua: Flaubert y
Madame Bovary (1975), Entre Sartre y Camus, ensayos
(1981), Contra viento y marea. Volumen I (1962-1982,
1983), La suntuosa abundancia, ensayo sobre Fernando Botero
(1984), Contra viento y marea. Volumen II (1972-1983,
1986), Contra viento y marea. Volumen III (1964-1988,
1990), La verdad de las mentiras: ensayos sobre la novela moderna (1990), Carta
de batalla por Tirant lo Blanc (1991), Un hombre triste y
feroz, ensayo sobre George Grosz (1992), Desafíos a la libertad (1994), La
utopía arcaica. José María Arguedas y las ficciones del indigenismo (1996), Cartas
a un joven novelista (1997), El lenguaje de la pasión (2001), La
tentación de lo imposible, ensayo sobre Los Miserables de Victor Hugo
(2004), El viaje a la ficción, ensayo sobre Juan Carlos Onetti
(2008).
Teatro: La
huida del Inca (1952), La señorita de Tacna (1981), Kathie
y el hipopótamo (1983), La Chunga (1986), El loco de los
balcones (1993), Ojos bonitos, cuadros feos (1996), Odiseo
y Penélope (2007), Al pie del Támesis (2008), Las
mil y una noches (2010).
Tiene también varios artículos sobre política.
PARA UNA TEORÍA ESTOCÁSTICA DEL RELATO
Agustín Romano ©
Es famosa y justamente aceptada la Tesis sobre el cuento de
Ricardo Piglia. Muchas veces la hemos utilizado en trabajos críticos o con
fines pedagógicos. Sin embargo, como suele suceder con todas las buenas
teorías, pueden y deben ser revisadas. De esto depende, muchas veces, el avance
del conocimiento. Tal es lo que sucede (o debe suceder) con la “Tesis” que
mencionamos.
Dice Piglia:
I
En uno de sus cuadernos de notas, Chéjov registró esta anécdota:
“Un hombre, en Montecarlo, va al casino, gana un millón, vuelve a casa, se
suicida”. La forma clásica del cuento está condensada en el núcleo de ese
relato futuro y no escrito.
Contra lo previsible y convencional (jugar-perder-suicidarse), la
intriga se plantea como una paradoja. La anécdota tiende a desvincular la
historia del juego y la historia del suicidio. Esa escisión es clave para
definir el carácter doble de la forma del cuento.
Primera tesis: un cuento siempre cuenta dos historias.
II
El cuento clásico (Poe, Quiroga) narra en primer plano la historia
1 (el relato del juego) y construye en secreto la historia 2 (el relato del
suicidio). El arte del cuentista consiste en saber cifrar la historia 2 en los
intersticios de la historia 1. Un relato visible esconde un relato secreto,
narrado de un modo elíptico y fragmentario.
El efecto de sorpresa se produce cuando el final de la historia
secreta aparece en la superficie.
…
V
El cuento es un relato que encierra un relato secreto.
No se trata de un sentido oculto que dependa de la interpretación:
el enigma no es otra cosa que una historia que se cuenta de un modo enigmático.
La estrategia del relato está puesta al servicio de esa narración cifrada.
¿Cómo contar una historia mientras se está contando otra? Esa pregunta
sintetiza los problemas técnicos del cuento.
Segunda tesis: la historia secreta es la clave de la forma del
cuento.
Primera pregunta: ¿Un cuento siempre cuenta dos historias?
En la cita anterior Piglia menciona, como hemos visto, un tipo de
relato, que tiene como forma narrativa jugar-perder-suicidarse. No cabe duda
que esta fue la manera con que muchos en la realidad perdieron la vida.
Consideremos primero, entonces, esta forma que es la más
simple:
Modelo 1
1. X juega: f1
2. X pierde: f2
3. X se suicida: f3
Este es el esquema general de El jugador de
Dostoievsky, cuya frase final: ¡Mañana, mañana acabará todo! parece
indicar la decisión del protagonista de dar solución al desamparo en que ha quedado
por causa del juego, de acuerdo con el punto 3.
A nadie que lea un relato similar se le ocurrirá plantear ninguna
sospecha, Todo parece seguir un encadenamiento coherente. Por lo tanto se
presta para ser la base de relatos de tipo realista o psicológico, cuyo interés
radicaría en mostrar las angustias del personaje.
Pero Piglia prefiere para la fundamentación de su teoría un camino
distinto: el de jugar-ganar-suicidarse, propuesto por Chéjov.
Partamos del mismo lugar de donde parte Piglia e ideemos una
historia en donde se cumpla lo supuesto por Chéjov.
Modelo 2
1. X tiene una hija sumamente enferma: f1
2. X tiene necesidad de dinero para curarla pero no lo
tiene: f2
3. X es visitado por el Demonio, quien le ofrece hacerle ganar
mucho dinero en Montecarlo para sanar a su hija y para que esta pueda vivir una
vida larga y feliz. Pero la condición es que X, después de ganar, se
suicide: f3
4. X acepta: f4
5. X va al Casino de Montecarlo y gana un millón: f5
6. X se suicida: f6
Estos 6 puntos, como totalidad, configuran lo que Piglia denomina
la historia. Toda la estrategia, según él, consistiría en narrar “en primer
plano” el punto 5 y su consecuencia, el punto 6, pero cifrar en esa narración
los puntos del 1 al 4.
Quien en la práctica obre de una manera similar, seguramente
logrará buenos resultados Pero desde la perspectiva teórica la cosa no aparece
tan clara. Surge entonces la pregunta: ¿Un cuento siempre cuenta dos
historias?
Veamos:
Lo primero que nos llama la atención en Piglia es la perspectiva
del análisis adoptada para elaborar su teoría.
Cuando habla de historia secreta, podemos preguntarnos: ¿Secreta
para quién? La respuesta se presenta muy sencilla: secreta para el
lector. Con lo cual podemos deducir que la perspectiva adoptada por
Piglia es la del lector. Y todas sus tesis están elaboradas desde esta
perspectiva. Es decir, su teoría parte de los efectos provocados más que de sus
causas.
Nuestro punto de vista partirá de la perspectiva del escritor. En
su relación activa con su lector. Es decir, de aquel que debe manejar determinados recursos
para provocar determinados efectos en otro. Desde esta perspectiva la
historia secreta deja de serlo. Y se convierte, más bien, en un elemento
que el escritor deberá manipular, es decir, ocultar en algún momento para que
luego, cuando él lo considere oportuno, revelarlo a fin de que provoque el
efecto deseado.
Desde esta perspectiva desechamos, por lo tanto, el concepto de
historia secreta.
Por otro lado, el concepto de historia —en Piglia—, se presenta
bastante confuso. Quien lea atentamente su trabajo advertirá que confunde el
relato de la historia con la historia.
Dice Piglia:
El cuento clásico (Poe, Quiroga) narra en primer plano la
historia 1 (el relato del juego) y construye en secreto la historia 2 (el
relato del suicidio).
A partir de esta cita, y teniendo en cuenta el subrayado, es que
podemos afirmar su confusión y su falsa postulación de una historia 1 y una
historia 2.
Cuestionamos, entonces, la existencia de estas dos historias.
Trataremos de demostrarlo.
Lo que deberemos analizar es el estatus epistemológico de historia
y relato.
Definiremos como historia una serie de acontecimientos que se
suceden en el tiempo y en el espacio y que guardan entre sí una relación
cronológica y causal
Desde el punto de vista de lo real pertenece al nivel óntico.
Es decir al nivel de aquello que es o sucede en el universo, independiente de
que sea o no conocido,
Pero como estamos en el orden de lo ficcional deberemos hablar de
nivel óntico-ficcional.
Aquí, nosotros, preferimos denominarlo, siguiendo a Aristóteles,
como Fábula (F) que definiremos como la estructura de los
hechos que deben desarrollarse de forma necesaria o verosímil.
F, tal como la hemos diseñado, siguiendo a Chéjov-Piglia, está
compuesta por 6 puntos que llamaremos, al modo de los estructuralistas, fabulemas (f)
Así en nuestro diseño F = f1 + f2 + f3 + f4 + f5 + f6
Lo que aconseja Piglia es contar las secuencias 5 y 6 en primer
plano y que corresponden a lo que él llama historia 2. E intercalar, mientras
lo hace, los puntos 1, 2, 3 y 4. Es decir la historia 1.
Como cualquiera puede observar cada uno de los fabulemas ocupa un
lugar inalterable. Por lo tanto no puede haber historia 1 e historia 2 porque 5
deriva de 4 y 6 deriva de 5
¿Qué es lo que sucede realmente?
Para explicar este fenómeno tendremos que considerar el nivel
lingüístico como algo distinto de la historia o de la fábula.
Con esto queremos decir que la fabula puede ser expresada por el
lenguaje, es decir por un Relato (R)
Por lo tanto: si F, entonces R.
Pero del mismo modo que F se divide en unidades f, R puede ser
dividido en relatemas (r). Es decir R = r1 + r2
+ r3 + r4 + r5 + r6.
Lo que el autor en realidad manipula no es el conjunto de
fabulemas, sino el conjunto de relatemas. Lo que es lo mismo que decir que
mientras F y sus fabulemas son inalterables porque forman una secuencia en que
cada elemento deriva causalmente del anterior porque es una propiedad del nivel
óntico-ficcional, R en cambio —que pertenece a otro nivel, el lingüístico, en
donde esta propiedad no se da— sí puede ser alterado y sometido a distintas
combinatorias logradas gracias al montaje (M). Y a M y a sus elementos lo
denominaremos montajemas (m).
Para Piglia las combinatorias parecerían no ser más que dos: la
que cuenta la historia del 1 al 6 y las que pone en primer plano 5 y 6 mientras
incorpora los puntos del 1 al 4.
Si admitimos que entre los relatemas no hay un nexo de necesidad
causal, cabe la siguiente pregunta: ¿Cuántos montajes son posibles?
Esto se logra mediante un cálculo factorial (n!). El factorial de
6 (número de relatemas que corresponden a nuestra fábula) es:
6! = 6 x 5 x 4 x 3 x 2 x 1 = 720 [1]
Segunda pregunta: ¿La historia secreta es la clave de la forma del cuento?
Piglia habla de dos lógicas en pugna, pero si admitimos que hay
una sola historia tendremos que admitir que tampoco hay dos lógicas.
Por el lado de la
Fábula , los fabulemas se concatenan de un modo inexorable.
Pero, ¿qué pasa con los relatemas? ¿Tendremos que admitir 720 lógicas
distintas? No. El Relato no se organiza por el orden lógico de los relatemas,
sino por una elección arbitraria del autor.
Aquí podemos empezar a jugar o a explorar creando combinaciones
puramente casuales.
Podríamos escribir en tarjetas diferentes cada uno de los rs y
luego comenzar a mezclarlos y con cada una de estas posibilidades, pensar un
posible relato. De este modo se nos presentarían, seguramente, distintos
problemas de construcción y significado.
Pero, la mejor prueba de que el relato es totalmente arbitrario
consistiría en crear uno cuyos relatemas se dispongan así:
R = r6 + r5 + r4 + r3 + r2 + r1.
Es decir, que R funcione de una manera totalmente inversa a
F.
Veamos:
A pesar de esta hermosa mañana de primavera, presiento que mi fin
está próximo. Pero igual he venido aquí, como todos los años, a conmemorar la
muerte de mi padre. [m1=r6,
esto significa que la primera unidad de montaje (m1) equivale al último
relatema (r6)]
Me vuelvo a preguntar, igual que cuando era una muchacha joven:
¿Cómo resuelve Dios sus paradojas?
Para Él, tal vez, mi padre esté a su diestra, gozando de su
presencia por toda la eternidad.
Muchas… muchas veces me he preguntado: ¿Fue culpable mi
padre?
Esta pregunta me obsesiona.
A menudo me detengo a pensar en los cuatro meses anteriores a su
fin. Según el testimonio de mi madre, lo había pasado haciendo trámites y
disponiendo de su fortuna para que ella y yo pudiéramos tener un futuro
asegurado. ¿De qué se puede culpar a un hombre así?
También recuerdo la noche en que llegó a casa y le anunció a mi
madre que todo estaba solucionado.
—Gracias a tus pequeños ahorros he ganado mucho dinero en la
ruleta. [m2=r5]
—Pero, Luis, ¿has aceptado? —dijo mi madre llorando.
—Sí —dijo mi padre. [m3=r4]
Durante muchos años ignoré el significado de aquel diálogo. Pero
siempre estuvo, no sé por qué, en un rincón de mi memoria.
Para Dante, los suicidas, en el más allá, no pueden conservar su
propio cuerpo, y habitan en plantas que pueden sangrar si se les arranca alguna
hoja o alguna rama. A veces he tenido pesadillas sobre eso.
Mis preguntas metafísicas nacieron una tarde en que hallé, en un
viejo arcón del altillo de mi casa, aquel gastado cuaderno en que mi padre
contaba sus horrores. Así supe de la
Noche del Pacto con Belcebú [m5=r2], que no quisiera
recordar. Gracias a aquel cuaderno supe de su dolor de hombre pobre que no
puede satisfacer las necesidades de su familia [m4=r3]. Por aquel cuaderno supe
de su angustia de dinero [m5=r2] porque yo estaba
gravemente enferma. [m6=r1]
Entonces comprendí su sacrificio. Había entregado su vida a cambio
de la mía. ¿Acaso Cristo, según nuestra fe, no hizo lo mismo? ¿Merece ser
condenado alguien así?
No lo sé. Pero es posible que dentro de muy poco sepa la
verdad.
A modo de resumen y conclusión
A modo de resumen y conclusión
Un cuento, una novela, etc. podemos decir que están constituidos
por una Fábula y un Relato. Relato que se logra mediante un determinado
Montaje.
El Relato es la expresión lingüística de la Fábula. Sus
unidades, relatemas, son la expresión de cada una de las unidades
de la Fábula. Su característica
fundamental es que los relatemas son totalmente independientes unos de otros y
por lo tanto sus combinaciones responden a la estrategia narrativa elegida por
un determinado autor. Epistemológicamente pertenece al nivel
lingüístico.
El Montaje es una secuencia fija de
unidades, montajemas, cuya característica es la de que cada
montajema puede ser llenado con cualquier relatema. Es la manera concreta como
la obra se presenta al lector en un determinado soporte. Y por ser el producto
del trabajo de un autor, su carácter es inalterable. A no ser que el autor
decida hacer una obra abierta y deje en mano de sus lectores o de cualquier
otra persona el montaje de su obra.
En definitiva: Un relato es siempre una de las tantas maneras de
contar una fábula.
[1] En análisis combinatorio, las permutaciones sin elementos repetidos responden a la ecuación: Pn = n!, donde “P” significa permutación y “n” el número total de elementos. La operación consiste en obtener el total de posibles ordenamientos diferentes o permutaciones de los elementos considerados. Por ejemplo, en el caso de seis elementos sería : 1) abcdef, 2) abcdfe, 3) abdcef, 4) abdcfe… hasta llegar a… 719) fedcab, 720) fedcba. Es decir, 720 posibilidades distintas.
Currículo de Agustín Romano en: http://www.polisliteraria.blogspot.com/
Email: polis_literaria@yahoo.com.ar
Héctor Zabala ©
La leyenda urbana es fundamentalmente una mentira que pese a contener elementos inverosímiles se la hace correr para que la gente crédula a su vez la difunda. El detalle interesante es que posee ciertos visos de realidad a fin de que espíritus un tanto menos crédulos igual la tomen por cierta. Es decir, puede ser directamente una crónica de hechos ficticios, aunque respetando más o menos tiempo y lugar, o bien una crónica de hechos reales muy distorsionados o exagerados. Siempre está haciendo equilibrio en el límite creíble, y probablemente sea una buena medida para determinar el grado de ingenuidad (o de suspicacia y análisis) de las personas.
La gente de habla inglesa llama a esto friend of a friend
tales, que traducido sería cuentos de un amigo de un amigo.
Por supuesto, toda leyenda urbana tiene su intencionalidad.
1) Contra una comunidad o raza.
• Por ejemplo, la que hasta la década de 1950 corría en la Argentina respecto de
los gitanos: cuidado que roban chicos. Nunca se conoció un caso
policial de esas características, pero cuando un campamento gitano llegaba a
las afueras de un pueblo, las madres guardaban a sus hijos pequeños y les
prohibían salir a la calle. Hoy que los gitanos ya no viven en carpa sino en
casas bien instaladas, la leyenda cesó. No tendría caso para ningún racista
tratar de “vender” semejante absurdo cuando cualquier familia gitana ya es bien
conocida en su vecindario desde hace décadas.
• Más reciente, también existió otra que involucraba a los
inmigrantes chinos: en sus restoranes se sirve carne de rata. Un
absurdo total, incluso hasta desde el punto de visto práctico (es mucho más
complicado y costoso ponerse a cazar roedores que comprar carne de vaca o de cerdo,
más allá de lo que pueda opinar bromatología), y por supuesto nunca se conoció
un caso con nombre y apellido, pero la especie fue muy difundida hacia los años
70 u 80 del siglo XX.
2) Contra una clase social o planes de ayuda.
• La más conocida en la Argentina , se dio allá por la década de
1950: a los cabecitas negras les regalan viviendas y ellos levantan los
pisos de parqué para usarlos como leña en sus asados.
En principio, los regalos de viviendas no eran tan frecuentes por
parte del gobierno de entonces. Sí es cierto que había planes hipotecarios a
largo plazo, a los que accedía la gente pobre, pero a tales efectos nunca se
supo que se haya atendido al color de piel. Pero más allá de estos detalles
chapuceros, no se conoce un solo caso con nombre y apellido de alguien que
usara el parqué de su casa para hacer asados, lo cual hace del asunto una
leyenda urbana.
• Estas leyendas clasistas (y a veces mezcladas con racismo) se
dieron también en Estados Unidos respecto al seguro social y los negros, y
posiblemente en el resto del mundo.
3) Contra una confesión religiosa o institución social.
• En las reuniones masónicas se hacen ritos raros, o
bien los testigos de Jehová se niegan a ir al médico.
Más allá de que los masones sigan haciendo incomprensibles
reuniones secretas, nunca se supo que hayan cometido un delito o realizado
cosas contra la moral en dichos actos. Si fuera así, algo comprobable hubiera
trascendido de parte de exmasones, por más juramento que existiera de por
medio. En cuanto a los testigos de Jehová, es cierto que se niegan a recibir
transfusiones de sangre por ciertos pasajes bíblicos que toman de manera
literal, pero esto no autoriza a decir que se niegan a todo tratamiento. Ambos
casos son verdaderos absurdos.
• En este sentido, numerosas leyendas urbanas se dieron a través
de los siglos, leyendas de cristianos que adjudicaban a paganos cosas horribles
y viceversa, y también de protestantes a católicos o de católicos a
protestantes, por no hablar de las centenares que se hicieron correr sobre los
judíos.
4) Contra un político.
Quizá la más famosa leyenda urbana fue contra Nerón: incendió
Roma para reedificarla a su gusto y encima le echó la culpa a los cristianos.
En su momento, solo Suetonio y Dion Casio la incluyeron en sus
obras (justamente los que más animadversión le tenían), aunque la mayor parte
de los historiadores de entonces ni siquiera menciona el hecho.
El gran incendio de Roma efectivamente existió: duró cinco días a
partir del 19 de julio del año 64 JC, destruyó por completo cuatro de los
catorce distritos de la ciudad y dejó muy afectados a otros siete. También es
cierto que Nerón le echó la culpa a los cristianos (¡el romano promedio los
odiaba más que al emperador!), pero no es verdad que Nerón ordenara quemar la
ciudad; no existen pruebas de semejante cosa.
Incluso, un fuerte crítico de Nerón y su gobierno como Tácito
asegura que el emperador se encontraba en Antium [1] (unos
50 km al sur de Roma) al estallar el siniestro y que corrió de inmediato a dirigir
las tareas de rescate y extinción. Y hasta agrega que Nerón usó su propia
fortuna, durante y después del incendio, para ayudar a los damnificados, amén
de cobijarlos en sus propiedades y tomar a cargo su manutención. Hoy, la
mayoría de los historiadores dan como muy probable esta versión de Tácito,
quien además consideró el incendio como un accidente. Se sabe que el fuego
avanzó con rapidez por el barrio de los aceiteros, favorecido por la presencia
de enormes depósitos de aceite de oliva y demasiadas casas de madera.
Obviamente, la leyenda de un incendio intencional se inició entre
sus opositores. Más tarde, la grey católica continuó con la especie, indignada
por las persecuciones que habían sufrido sus correligionarios de hacía uno o
dos siglos, persecuciones también comprobadas. Sin embargo, en muchas personas
sigue vigente la leyenda de que Nerón ordenó quemar Roma y que durante el
incendio, se dedicó a contemplar el espectáculo desde su palacio a fin de
inspirarse y componer versos al son de la lira; anécdota falsa que habría
agregado el propio Suetonio. Por supuesto, jamás se conoció un solo verso de
Nerón referido al fuego, pero esto no parece importarle a nadie, ni entonces ni
ahora.
En realidad, Nerón era odiado por casi toda la aristocracia romana
(salvo en las provincias orientales del imperio) y con semejante caldo de
cultivo fue muy fácil difundir la mentira, dado que siempre habría oídos
prestos a escuchar. Se lo odiaba por delitos serios, como el de asesinar a
ciertos familiares (cosa por entonces muy común, ya que al no ser electivo el
trono, todo pariente se creía con derecho a derrocar al emperador), pero sobre
todo por sus meros actos de fanfarronería, como el de considerarse a sí mismo
un artista eximio y un experto conductor de carros [2].
Sin embargo, los análisis históricos demuestran que Nerón estuvo
muy lejos de ser un nuevo Calígula, tal como todavía se lee de algún analista
político despistado o poco entendido en historia antigua, y que su gobierno fue
más que aceptable.
5) Contra determinados avances de la ciencia.
La más famosa es la del tráfico de órganos. Supuestos
secuestros de personas con el objeto de extirparles ilegalmente algún órgano
luego de asistir a una fiesta o de consumir alguna droga en lugares poco
recomendables. Esto, que suena muy parecido al cuento de Caperucita Roja (uno
no debe fiarse de desconocidos ni meterse en líos), no tiene ningún asidero.
Extirpar un órgano y mantenerlo en buen estado no es cosa que pueda hacerse así
como así; se necesita alta tecnología, quirófanos adecuados y mucha gente con
experiencia profesional. Sin embargo el embuste sigue vivito y coleando.
6) De tono moralizante.
Después de tener sexo con una chica toda la noche, ella
desapareció dejándole un mensaje en el espejo del baño: “bienvenido al club del
SIDA”.
La especie tiene algo de común con la anterior y merecería haber
sido iniciada por el club de las despechadas. No se conoce ningún caso real y,
por supuesto, jamás se da nombre alguno.
7) A favor de un ídolo popular.
• El cadáver de Walt Disney está criogenizado; cuando la
ciencia avance, lo volverá a la vida. Esto quizá nació de la fantasía
popular por no perder a quien creó a su vez todo un mundo de fantasía en
derredor de personajes como el Ratón Mickey o el Pato Donald, pero no es más
que otra leyenda. Se sabe que tal cosa nunca ocurrió y que ninguna empresa
especializada se atribuyó el supuesto contrato. El cadáver del famoso dibujante
y empresario nunca recibió ese tratamiento, si bien parece que Disney alguna vez
habría tenido curiosidad en el asunto. Su cuerpo fue incinerado el 17 de
diciembre de 1966 en el Forest Lawn Cemetery de Glendale, California, Estados Unidos.
• También existen otras leyendas acerca de que personas famosas
como Elvis Presley, Jim Morrison o la princesa Diana siguen vivas, lo cual es
todavía más absurdo. Y, por supuesto, la lista es cada vez más grande.
• También las hay sobre mandatarios o cantantes muertos que
habrían sido reemplazados por dobles.
• Quizá la más extraña sea la que cuenta que Adolf Hitler
sobrevivió a la Segunda
Guerra Mundial y seguía vivo hasta hace unas décadas (quizá
para algún fanático siga estándolo, aunque ya contase con 122 años de edad),
cuando se sabe que se suicidó en su bunker de Berlín el 30 de abril de 1945.
Hay varios informes (entre otros, el de uno de sus edecanes) que confirman su
muerte con acabada descripción de detalles. La leyenda habría nacido porque en
su tiempo el gobierno ruso no dio noticia del paradero de sus restos.
• Probablemente, si el gobierno norteamericano sigue insistiendo
en no publicar fotos ciertas del cadáver de Osama Bin Laden, consiga instituir
la leyenda urbana de que continúa vivo o que acabó mucho antes pero de muerte
natural.
8) De carácter patriótico.
• La bandera de nuestro país ganó un concurso
internacional que premiaba a la más hermosa del mundo.
Hay varios casos, entre ellos el de un país latinoamericano y de
unos cuantos europeos. De más está decir que nunca se precisa el año (andaría
por principios del siglo XX o quizá antes) y a veces se menciona una localidad
del Báltico que en realidad está a orillas del Mar del Norte; a las leyendas
urbanas no se les puede exigir justeza en geografía. Tampoco se menciona un
solo miembro del supuesto jurado con nombre y apellido ni la institución que
habría organizado el evento.
• También hay algunas variantes (demasiadas para el gusto y fe de
cualquiera) como que el certamen no versaba sobre banderas sino sobre himnos
nacionales y que la canción patria habría obtenido el segundo lugar; eso sí,
siempre detrás de la
Marsellesa.
9) A favor o en contra de ciertas sustancias o alimentos.
• Una de las leyendas más difundidas es: “la fórmula
secreta” de la Coca Cola
permite aflojar tornillos, elimina óxido o quita manchas de las telas. Por
las dudas, no lo intente, al menos con su ropa fina. Si fuera cierta en todos
sus puntos, no se entiende cómo siguen subsistiendo las tintorerías y por qué
se siguen vendiendo tantos otros productos químicos para eliminar el
óxido.
También existe otra que asegura que se usaron imágenes rápidas de
esta bebida para lanzar mensajes subliminales a fin de que la gente consumiera
más. No se entiende para qué entonces esta multinacional se la pasa haciendo
publicidad por todas partes desde hace añares, con su famoso “tome… que
refresca mejor”, si aquello hubiera sido tan sutil y efectivo.
• De manera análoga, hay una leyenda que versa sobre la supuesta
carne de lombriz mezclada en las hamburguesas de una famosa cadena
internacional, para abaratar costos. Aquí, por supuesto, caben similares
comentarios que en el caso 1).
10) Tampoco la literatura quedó exenta.
La más común es que William Shakespeare no existió o no
escribió todas las obras que se le atribuyen. Esta leyenda toma como base
supuestas diferencias de estilo entre algunas obras y la gran profusión
literaria del autor inglés. Unos pocos críticos se hicieron eco de esta
especie, pero las hipótesis planteadas caen una a una por diversas
incongruencias.
A fuer de verdad, no es el único que tiene una producción enorme y
en cuanto a la diferencia de estilos, un buen escritor puede apelar a maneras o
tonos distintos. Justamente en esto puede residir parte de su genio. Lo cierto
es que nunca se ha podido confirmar la supuesta ayuda, no hay pruebas al
respecto, ni tampoco quiénes (con nombre y apellido) habrían sido sus
ayudantes, es decir nadie comprobó jamás de manera fehaciente cómo estaba
conformado “su equipo”.
En cuanto a la supuesta inexistencia de Shakespeare, por supuesto
tiene aún menos asidero: se conocen las fechas y lugares de nacimiento y
muerte, pues hay suficientes documentos que dan plena fe, quizá muchos más de
los que se han podido mostrar de otros personajes históricos, sobre los que en
cambio no se ensaya ninguna duda.
[1] Antium, actual Anzio.
[2] Nerón
se juzgaba a sí mismo como un gran poeta, compositor y cantante. En las
olimpíadas, indefectiblemente los jueces le otorgaban la corona de olivo en
carreras de carros y recitales de poesía, pese a que se lo consideraba un
mediocre en ambos casos
REALIDADES Y FICCIONES
—Revista
Literaria—
Nº 5 — Junio de 2011 — Año II
ISSN
2250-4281
Propietario
y Director: Héctor R. Zabala
Ciudad
de Buenos Aires, Argentina
zab_he@hotmail.com
Currículo:
http://www.polisliteraria.blogspot.com/
COLABORARON EN ESTE NÚMERO:
• Luis Benítez, Ciudad de Buenos
Aires, Argentina
• Héctor Zabala, Ciudad de Buenos
Aires, Argentina
• Agustín
Romano, Ciudad de Buenos Aires, Argentina
El listado completo de
colaboradores se encuentra a la derecha del blog bajo el acápite COLABORADORES
de Revista REALIDADES Y FICCIONES.
Las opiniones
vertidas en los artículos de esta publicación son de exclusiva responsabilidad
del autor pertinente.
¡Gracias, Héctor! Muy buenos contenidos, realmente. Hay cosas que utilizaré, seguramente, en tareas docentes. Pasa a visitarme, cuando gustes, por LA TRAMPA DE ARENA. ¡Un abrazo en la poesía!
ResponderEliminarCarlos Enrique Cartolano
Ituzaingó, Arg.
Gracias Héctor por el envío. Tendré sin duda un tiempo para la lectura. Muy interesante el contenido....leeré. Un abrazo. Liliana Lapadula
ResponderEliminarMuchas gracias por el envío de la Revista. Excelente material. Un saludo Ana Romano.
ResponderEliminares tan facil sucumbir al lenguaje) que bellas poesias y que buenas entrevistas gracias
ResponderEliminarGuadalupe Castro Perez
Chile
Gracias por la información: entro, leo, comento (y hago suscripción)
ResponderEliminarCarlos Enrique Cabrera
Santo Domingo, República Dominicana
hola gracias por la info si desean pueden enviar material para nuestra revista LAK-BERNA WWW.LAK-BERNA.UNLUGAR.COM ATTE
ResponderEliminarAlicia Lorena Calbaño
Muchas gracias, con mucho gusto me suscribo a la Revista. Hasta pronto!
ResponderEliminarLeticia Rábago Villaseñor
México
suscripción
ResponderEliminarHola, estoy interesada en suscribirme a su revista Realidades y ficciones.
Mi nombre es María Clara Escobar, vivo en Barranquilla - Colombia.
María Clara Escobar
Me interesa la suscripción. ¿La revista se envía por pdf, word o se accede web?
ResponderEliminarSaludos
Julio Zoppi
Rosario (SF), Argentina
www.facebook.com/juliozoppi
www.hargentina.blogspot.com
Soy Dolores Olmos, de España y estoy interesada en recibir su revista.
ResponderEliminarUn saludo
inscripción a Realidades y Ficciones
ResponderEliminarDarino Graciela
Buenos Aires, Argentina
ruego recibir revista REALIDADES Y FICCIONES. gracias
ResponderEliminar--
ALEJANDRO RODRIGUEZ DIAZ, ALICANTE- ESPAÑA
Quiero la suscripción gratuita.
ResponderEliminarJorge Antonini
Moreno – Bs. As.
Argentina
indicando nombre y apellido; Silvana D'Antoni
ResponderEliminarciudad: Hurlingham
país: Argentina
Les mando mi cuento. Muchas gracias, le diré a mis talleristas que les escriban.
suscripción revista realidades y ficciones
ResponderEliminarAdriana Menéndez
Buenos Aires
Argentina
SUSCRIPCIÓN Revista REALIDADES Y FICCIONES
ResponderEliminarGracias Héctor Zabala
Director de REALIDADES Y FICCIONES por la invitación a la revista la cual dirige.
Muchas gracias y es un placer.
Idelys Izquierdo Laboy
Aguas Buenas, P.R. 00703
suscripción
ResponderEliminarMaría Julia Druille
Argentina.
CABA (Bs.As.)
Desde ya, muchas gracias.
pedido de suscripción
ResponderEliminarFelicitas Navarro Perez
Cnl. Dorrego, Argentina
inscripción
ResponderEliminarD'ASCENZO ERICA EMILCE.
CIUDAD : CAÑUELAS.
PAÍS: ARGENTINA.
Quisiera suscribirme gratuitamente
ResponderEliminarMaría Inés López Varela
Rosario, Argentina
Desde ya muchas gracias.
SUSCRIPCIÓN A REVISTA
ResponderEliminarPara Realidades y Ficciones - zab
Argentina - Buenos Aires ( ciudad de Dolores código postal 7100)
Consuelo Freire
Hola, deseo suscribirme
ResponderEliminarNombre y Apellido: Carlos A. Schroeter
Ciudad: Bueno Aires (CABA)
Pais: Argentina
Que tal, mi nombre es Sergio Lizarraga, Tafí Viejo, Tucumán. Argentina.
ResponderEliminarMe gustaría suscribirme y preguntar sobre las condiciones para el envío de colaboraciones. Gracias.
SUSCRIPCIÓN
ResponderEliminarValentina Saa Carbonell
Caracas, Venezuela
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarun saludo
ResponderEliminarhe hojeado tus dos blogs y me anoté como seguidor. Gracias por la invitación. De igual modo te invito a mi blog http://alhambra82.blogspot.com/ para que lo hojees y en lo posible lo subas como blog amigos
Gabriel Rodríguez-Páez
EL TINTERO
alhambra82.blogspot.com
Bogotá, Colombia
Estimado Héctor Zabala, como co administrador y moderador de La Tertulia, red social y portal para escritores y amantes del arte, le hago llegar mis saludos y felicitaciones por el buen material publicado en Realidades y Ficciones Literaria, bajo su dirección.
ResponderEliminarMi nombre es Pablo Pereyra y junto a Zhennamir Rivas, también en funciones de administradora y moderadora, estamos intentando los primeros pasos de nuestro proyecto de lograr un lugar virtual en el cual y a la manera de aquellas tertulias donde se congregaban artistas de diferentes y relacionadas inquietudes artísticas, puedan hallar un sitio propicio aquellos que quieran compartir sus trabajos en un ambiente de confraterno estímulo y llevados por el deseo de formar a través del intercambio fecundo, un espacio de peña cultural en la red.
Además, nos trae hacia usted la intención de enriquecer nuestro sitio compartiendo en La Tertulia mucho del excelente material que publica en RyF Literaria, es bajo ese anhelo que le solicitamos su permiso para tal fin, bajo las condiciones que se nos indiquen.
Desde ya le agradecemos su atención y lo invitamos a que nos visite, ya sea en esta página del Facebook como en La Tertulia misma.
Lo saludan atentamente:
Zhennamir Rivas
Pablo Pereyra.
La Tertulia - Peña Literaria y Cultural Virtual
http://www.latertuliared.com/
Peña Literaria y Cultural Virtual
Agradecería ser incluído entre los receptores de la revista electrónica Realidades y Ficciones. Soy Gustavo González y vivo en Mar del Plata, Argentina. Muchas gracias.
ResponderEliminarSUSCRIPCIÓN
ResponderEliminaren realidad quiero confirmar mi suscripción o hacerla si es necesario
gracias
nora schujman
rosario, argentina
Suscripción
ResponderEliminarAmalia González - ciudad de La Plata - Argentina.
Suscripción
ResponderEliminarEdgar Espinosa
Ciudad de México
--
ZeetobÁ
http://picasaweb.google.com/athapascos/Archeion?feat=directlink
Honestamente no sé si soy suscriptor, pero si no lo fuera, por favor, anótenme entre los suyos. Su revista es excelente, es un placer leerlo. Muchas gracias y les deseo mucho éxito, que lo merecen.
ResponderEliminarTomás Stefanovics
Montevideo, Uruguay
suscripción
ResponderEliminarEspero seguir recibiendo ZAB.
Muchas gracias y un abrazo:
Melacio Castro
Essen
Alemania
Buen Día
ResponderEliminarMuchas Gracias
Disculpa haberme demorado tanto
Quiero suscribirme a la revista
Mi nombre es Leidy Urrego Martínez
Pais: Colombia
Ciudad: Bogotá D.C.
soy del Perú me gustaría recibir sus informes literarios gracias vivo en Lima anticipadas gracias y un cordial saludo mi nombre es Ronald Santa Maria Santos soy un penitente lector y un frustrado escritor sobre filosofía de vida que como la poesía mata de hambre pero satisface el espíritu
ResponderEliminarSaludos, favor de enviarme la revista a esta dirección. reyrodriguez@...
ResponderEliminarMuchas gracias,
Reynier Rodríguez, escritor y editor.
Santiago de Cuba
SUSCRIPCIÓN GRATUITA
ResponderEliminarSeñores:
Realidades y Ficciones.
Solicitud Suscripción.
Nombre: Jesús Iván
Apellido: Arias Botero
Email: jivarias67@...
Ciudad. Bogotá.
Pais: Colombia
Mil gracias por su atención;
IVÁN ARIAS BOTERO.
Re: SUSCRIPCIÓN a REALIDADES Y FICCIONES
ResponderEliminarPara Realidades y Ficciones - zab
Hola Héctor, buen día...
Mil gracias por tu pronta respuesta... Te cuento que soy escritora y, si algún día quieres una colaboración, estoy a la orden...
Te envío un cordial saludo, con el afecto del Caribe,
Valentina Saa Carbonell
Caracas, Venezuela
Junto con saludar, envío mis datos para suscribirme.
ResponderEliminarAna María San Martín Escobar
a.sanmartin.e@...
Santiago
Chile
Muchas gracias
Saludos
Ana María
Inscripción
ResponderEliminarAlejandro Ramón
Mar del Plata
Argentina
Estimado Héctor:
ResponderEliminarTe saludo y felicito por la trascendental gestión cultural que realizas, me interesa la suscripción:
- Viviana Benz Elgueta
- La Serena
- Chile
Un fraterno abrazo
Viviana
Gracias, iré leyendo poco a poco.
ResponderEliminarSaludos
Isabel Díez
Madrid, España
Hola:
ResponderEliminarMe gustaría publicar en nuestra revista el artículo sobre Leyenda Urbana de Zabala. Enviarmelo junto a un breve Cv.
Saludos
Ricardo
Ricardo Acevedo E.
La Habana, Cuba
Director de la Revista digital miNatura
Si deseas descargar la Revista miNatura en formato pdf, la encontrarás:
http://www.servercronos.net/bloglgc/index.php/minatura/
En este blog encontrarás todo lo relacionado con la revista
http://minaturasoterrania-monelle.blogspot.com/
Estimado Héctor:
ResponderEliminarLos "días de" son simbólicos y arbitrarios. No obstante, sirven para recordar a quiénes se toman su trabajo y su talento con seriedad.
Feliz día del escritor!
Saludos
JULIÁN BARSKY
www.gardelbas.com.ar
htp://www.gardelbiografia.com.ar
http://gardelelcantordeltango.blogspot.com
facebook GardelBAs
www.twitter.com/@gardelcantor
en relación a mi sucripción
ResponderEliminarmi nombre es Enzo Adrian Cavani...aunque uso el de Javier Pedemonte como pseudónimo en mi correo. Soy argespañol y por circustancias familiares resido en Málaga (España)...
Soy docente de Filosofía -Estética y Hermenéutica- y estuve tres años en la UBA en Bs. As.
Saludos.
suscripción
ResponderEliminarJuan M Rosa
Puerto Rico
Ciudad de Caguas
suscripción
ResponderEliminarMi nombre es Lino Sangalli y vivo en Lima, Perú. Me gustaría recibir tu revista.
Gracias
Lino Sangalli
Leí un poco y me interesa mucho. Lo poquito que leí, me gustó. Gracias, volveré.
ResponderEliminarBlanca Estela Valdés Correa
México
gracias sean para ustedes que hacen realidad algo que siempre será faltante y un especial agradecimiento por otorgarme la suscripción saludos desde el lindo perú
ResponderEliminarpepe jara
Hola, quiero suscribirme a la Revista Realidades y Ficciones
ResponderEliminarNombre: Raquel Azócar Escamilla. Directora Libro Libre Chile www.librolibrechile.cl
Ciudad: Santiago
País: Chile
Saludos afectuosos y libres
Buenas noches, estos son mis datos para la suscripción a la revista Realidades y Ficciones
ResponderEliminarNombre: Héctor E.Rodriguez V.
E-mail: Lycansur...@...
Ciudad: Caracas
País: Venezuela
Gracias
Vinculación a la revista
ResponderEliminarnombre: Fabián y apellido: Rico
email: fabi...@... ciudad:
Bogotá y país: Colombia
--
Fr. Fabián Rico o.p.
para suscribirme
ResponderEliminarMiriam Caballero,..., Paso de los Libres Corrientes, Argentina
Re: Revista literaria REALIDADES Y FICCIONES
ResponderEliminarGracias a vosotros
Un saludo
Yerma Librería
C/ José Recuerda Rubio
Manzana 5
41018 Sevilla (España)
Gracias, es una revista muy interesante:
ResponderEliminarBijan Fazlikhan
Barcelona España
Suscripción
ResponderEliminarTizimín Yucatán México
Genny G.Chávez Rodríguez
Para subscribirme
ResponderEliminarSeñores/as, me gustaría suscribirme a su interesante revista literaria. Soy la Dra. Rima de Vallbona, escritora costarricense radicada en Houston, Texas, EE.UU. Mi correo electrónico es: rvallbona@aol.com y mi página Web, si les interesa, es: http://www.rimadevallbona.com
Muchas gracias por su atención a este mensaje.
Atentamente,
Suscripción Revista realidades y ficciones
ResponderEliminarDr.Lionel Rial
Montevideo
Uruguay
Solicitud suscripción revista
ResponderEliminarAura Jiménez
San Juan, Puerto Rico
suscripción gratuita
ResponderEliminarNombre: Laura Martinez
e-mail: martinez...@...
País:Argentina
Ciudad: La Rioja-capital
Suscripción
ResponderEliminaralfredo enrique gonzalez barrios
hola espero se encuentre bien he recibido con agrado un boetin de su revista he visitado el blog y lo felicito esta bastante interesante gracias
bogotá, colombia
Por favor suscribirme
ResponderEliminarLuis Weinstein
lweinste...@...
Santiago
Chile
atentamente
Luis
Buenas noches, estos son mis datos para la suscripción:
ResponderEliminarCarlos Cornejo-Roselló Chávez
Arequipa – Perú
quisiera suscribirme a la revista, de ser posible,
ResponderEliminarsoy Maria Sol Lopez Farhat, vivo en san salvador de jujuy, jujuy, argentina
he estado sin conectarme desde hace tres meses. Mi correo es colordea...@... ¿podéis indicarme aspectos sobre vosotros y vuestra actividad poética por mail?
ResponderEliminarEnzo Adrián Cavani
Barcelona, España
Suscripción
ResponderEliminarHola:
Mi nombre es LEYLA URIBE.
mi correo es: ...@...
y soy de SANTIAGO de CHILE.
suscripción
ResponderEliminarHugo Portillo
Mar del Plata
Argentina
Suscripción gratuita
ResponderEliminarManuel Fabre
Las Palmas de Gran Canaria
Islas Canarias - España
Estimado Director H.Zabala:
ResponderEliminarMe interesa suscribirme a la Revista que dirige.
mi nombre Marta Macias.
Soy poeta y trabajo en videos sobre mi obra. mi blog en preparación soledadsolitariosololonely.blogpost,com
Deseo suscribirme a la revista
ResponderEliminarNombre: Veronika
Apellidos: Almaida Mons
ciudad: Sevilla
País: España
Suscripción
ResponderEliminarNombre: Agustín Arosteguy
Ciudad: Bilbao
País: España
Suscripción
ResponderEliminarEsta es mi información:
Elisa Zayas
Daytona Beach
Florida, USA
suscripción
ResponderEliminarJosé Iván Beteta Moreira.
Nicaragua
Managua
Suscripción
ResponderEliminarJavier Molea, USA, NY
Javier Molea
Para Realidades y Ficciones
ResponderEliminarDe Crisálida Ediciones
Gracias Héctor, estaremos atentos a sus publicaciones y esperamos poder ser un aporte desde nuestra producción. Pueden visitar nuestro blog: crisalidaediciones.wordpress.com y en el futuro hacer redes de contactos.
Reciabn un gran saludo, Lorena
De REVISTA MANDALA LITERARIA
ResponderEliminarPara Realidades y Ficciones
Queridos colegas.
Gracias por enviarnos datos de su revista. Se la ve muy interesante. Sería para nosotras muy agradable recibir la revista a este correo (ciudad, Cali - Colombia, San Pedro - Argentina, San Luis - Argentina). También mas adelante podemos estrechar vínculos si es vuestro deseo.
¿Desean recibir MANDALA LITERARIA?
Nosotros acabamos de publicar nuestra primer revista temática del año (esta vez dedicada a escritores noveles), y está por salir el número correspondiente al mes de junio. Nuestro espectro es variado, dando espacio a la prosa, poesía, prosa poética, reflexión, educación y también la cocina. No descuida tampoco las artes plásticas y la fotografía. Sin embargo al leerla podrá percibir que es una revista esencialmentte literaria, dedicada a promover el arte en todas sus manifestaciones. Publicamos catorce números al año, uno por cada mes y dos profundizando un solo tema.
Esperamos su respuesta para hacerles llegar nuestra Mandala de junio y si lo desean, números anteriores.
Un abrazo
Graciela Savickas
miembro equipo editor
Yamile Aisa Quiroz Quiroz: Muy buena e interesante. Y no es un decir.
ResponderEliminarHola Héctor! Quisiera suscribirme
ResponderEliminarAlejandra Del Bueno -aledel...@...- Buenos Aires, Argentina.
Yo le había escrito felicitándolo por sus cuentos y como soy cuentacuentos, le preguntaba si me autorizaba a contar alguno, gracias. Saludos cordiales.
Alejandra
Solicito suscripción a la revista.
ResponderEliminarLaura Melissa Ruiz Silva
Zipaquirá, Colombia
Buenos dias,
ResponderEliminarLe remito datos requeridos para suscripción a su revista
Nombre: Estrella Rodriguez Rengel
Nombre literario: Estrella Montenegro
Ciudad: Toledo
País: España
Correo: t...@hotmail.com
Estimados amigos
ResponderEliminarAgradezco mucho el envío de esta valiosa información.
Seguimos en contacto.
Saludos fraternos.
Marisol Briones
Directora de Cultura con Vos
San Salvador, El Salvador
Estimado Héctor Zabala:
ResponderEliminarMi nombre es Rafael Grillo, soy de La Habana, Cuba y me interesa recibir por este email las actualizaciones de su revista.
Le escribo también con otro propósito, porque soy editor de una publicación en internet homóloga a la suya. Mi dirección es www.isliada.com. Esta página se dedica a la promoción de literatura contemporánea de Cuba. Tenemos una página de enlaces: http://www.isliada.com/enlaces/ , en la cual colocaré el vínculo a su revista y nos gustaría que a su vez, no pusiera usted en su lista de sitios amigos.
Suerte y éxitos,
Rafael Grillo
Editor de Isliada.com
Hola, reinteresante la revista, la verdad que nos gusto muchísimo. Si les interesa podemos intercambiar links en las respectivas páginas. Saludos.
ResponderEliminarRadio Walden
http://www.radiowalden.com.ar/
Rosario, Argentina
Suscripcion a Revista Realidades y Ficciones
ResponderEliminarGerardo Sanchez
e-mail: ...
Houston, Texas
U.S.A.
De antemano, mis sinceros agradecimientos a usted don Hector, y a todos los que trabajan en tan noble labor, por haberme invitado a formar parte de su lista de suscriptores.
Saludos tambien a todos ustedes, argentinos.
suscripción a la revista realidades y ficciones
ResponderEliminarAna Leyda Fuentes Linero
San Juan, Puerto Rico
gracias por compartir amigos, es un placer contactar con uds.
ResponderEliminarEduardo Martínez Dambolena
Maldonado, Uruguay
Hola:
ResponderEliminarDeseo suscribirme a la Revista Realidades y Ficciones. Mis datos son:
Raúl Río Valle
Ecatepec, México.
Gracias por la información, Héctor! Muy bueno el blog y seguiré con mucho gusto la revista. Felicitaciones por su trabajo.
ResponderEliminarUn saludo, Silvia Rodríguez Ares
Buenos Aires, Argentina
RE: revista literaria REALIDADES Y FICCIONES
ResponderEliminargracias por el envio.
ana romero muro
uruguay
Hola Héctor, ya hemos comprobado los enlaces y andan perfectamente, muchas gracias. También te informamos que ya están en nuestra página los enlaces a los dos blog, lo podes encontrar en la sección de Links. ¿Hace falta que nos anotemos para la suscripción o ya estamos inscriptos?
ResponderEliminarUn saludo grande.
Radio Walden
Rosario, Argentina
Rafa: Desde Cuba para realidades y ficciones
ResponderEliminarAmigo Héctor Zabala, ambos sitios (tu blog y la revista realidades y ficciones) ya fueron incorporados en nuestra página de enlaces (http://www.isliada.com/enlaces/). Gracias por la colaboración y ojalá podamos seguir colaborando en el futuro.
Suerte y éxitos,
Rafael Grillo
editor de Isliada.com
La Habana, Cuba
encantado amigos,
ResponderEliminarquedo a vuestra orden.
saludos
ant
http://www.antoniopalomo.com/
mineapolis, U.S.A.
Begin each day by telling yourself: Today I shall be meeting with interference, ingratitude, insolence, disloyalty, ill-will, and selfishness-all them due to the offenders' ignorance of what is good and evil...Neither can I be angry with my brother or fall foul of him;for he and I were born to work together...
Marcus Aurelius AD 161-180
SUSCRIPCIÓN GRATUITA a revista literaria REALIDADES Y FICCIONES
ResponderEliminarAngelo Negrón
Toa Alta, Puerto Rico
Hola.
ResponderEliminarsuena intersante su revista.
Yo soy escritor, publiqué mi novela "Insectos" bajo Editorial Pelícano, y soy director y guionista de cine. ¿Para participar en su revista escribiendo artículos, hay algún lugar donde envíe trabajos o pida solicitud laborar?
Saludos.
Alejandro Murillo
México D.F.
solicitud de suscripción gratuita
ResponderEliminarenrique couto (a) txike47
buenos aires . argentina
SUSCRIPCIÓN GRATUITA a revista literaria REALIDADES Y FICCIONES
ResponderEliminarAna María Skarmeta
Viña del Mar
Chile
Saludos Hector
Atentamente
Ana María