REALIDADES Y FICCIONES
—Revista Literaria—
Nº 56 – Diciembre de 2023 – Año XIV
ISSN 2250-4281 – Edición trimestral
"Corazón volando" Mónica Villarreal, 2014 (Óleo sobre papel, 11" x 14") |
Sumario
• Luz que castiga los crímenes y la esperanza que ilumina a los resucitados. “El peso de vivir en la Tierra” de David Toscana. (José Luis Díaz Caballero)
• Muertas desde el momento mismo de la concepción. “Que por ti llore el Tigris” de Emilienne Malfatto. (Anna Rossell)
• Acercamiento a la novela “Aberraciones” de Alberto Jiménez Ure. (Moisés Cárdenas Chacón)
• “Pasión a la madrileña”, de Marisa Avogadro Thomé. (Luis Benítez)
• Tener el cuerpo plagado de memorias – sobre un poemario de Álvaro Baltasar Chanona Yza. (Adán Echeverría)
• Neruda o la importancia metafísica de nombrar u omitir a sus amigos y enemigos. (Manuel Barbudo)
• Construcción de la subjetividad. A propósito de “Fatal” de Carolina Unrein. (Valeria Badano)
Nuevos colaboradores de Realidades y
Ficciones:
José Luis Díaz Caballero, Madrid, España
Moisés R. Cárdenas Chacón, San Cristóbal (Táchira), Venezuela – Córdoba (Cba.), Argentina
Manuel Barbudo, Madrid – Tenerife, Canarias, España
Valeria Badano, Luján (Provincia de Buenos Aires), Argentina
LUZ QUE CASTIGA LOS CRÍMENES
Y LA ESPERANZA QUE ILUMINA A LOS RESUCITADOS
José Luis Díaz Caballero ©
Para quienes lo observaban a lomos
de Rocinante, escueto y digno como un caballero, andante, como los nómadas que
abordan insondable del mundo, Don Quijote era una rara avis. Nada en él estaba
exento de locura. Ni siquiera para Sancho, que asumió ser su sombra por razones
pragmáticas y pedestres, siempre lastrado por esa mirada escéptica que le
impedía creer en las elegías del héroe. Su lealtad era terrenal, comedida,
reversible.
La locura del otro puede ser una
tragedia, pero también el vehículo que conduzca al observador hacia territorios
afables. Sancho anhelaba poder, pero el suyo era un deseo terrenal, concebido
desde el fracaso y expuesto al mismo grado de incertidumbre que aúnan los
juegos de azar. Se lamentaba él de su imprudencia, de su avaricia, de su
errancia por aquellos desiertos tan frugales y desecados.
La verdad era doble: nocturna y
luminosa para los dos héroes, y terrenal para el resto. Y esta última era
mayoritaria, más allá y del dolor causado por las rígidas estructuras, por la
injusticia, por el lujo jerárquico y celestial que separaba a mujeres y
hombres. Que la verdad es, en ocasiones, asfixiante lo supo Don Quijote, o
Alonso Quijano, antes de entregarse a los libros de caballería. Imaginarlo en
su biblioteca, alejado del campo, entregado al frescor de las muchas historias
que no conducían a nada, es concebir un acto de rebeldía imaginaria. Allí, en
los interminables eriales de la mancha, faltaba el aire. Fue entonces cuando el
lector decidió navegar en la profundidad, divagar bajo las cúpulas de lo
ignoto, elucubrar la batalla que pondrá fin al destierro de su cuerpo. Alonso
Quijano padeció el peso de la levedad, mientras el resto se arrastraba entre
risas y con gula por veredas de similar geografía, quizá esperando la muerte,
quizá suplicándole a Dios un golpe de timón.
Se vive o se muere viviendo. Y si
se elige lo segundo, la muerte en vida debe ser gloriosa, trágica, tan
simbólica como las vidas de aquellos héroes que eligieron vivir en medio de la
muerte. Si la tragedia es mundana, pero insuperable, no habrá más remedio que
recurrir a la lectura, a sus pasajes oníricos, a esa realidad inventada, vívida
en la mente del lector, que puede y debe materializarse cuando éste renuncia a
la vida.
David Toscana |
La novela de David Toscana es
original, por supuesto, pero también un ejercicio de erudición literaria y, por
encima de todo, una elegía a quienes transitan la tragedia asistidos de la luz
que castiga los crímenes y la esperanza que ilumina a los resucitados.
MUERTAS
DESDE EL MOMENTO MISMO DE LA CONCEPCIÓN
Anna Rossell ©
Emilienne Malfatto |
Que por ti llore el Tigris es una crónica
contada con una originalidad muy lograda. Siempre en primera persona, toma voz
una retahíla de personajes que nos permite conocer la cultura iraquí de la mano
de una familia y de su atávico entorno natural, el río Tigris, personalizado, que
se manifiesta como testigo imparcial y símbolo de una historia ancestral, donde
generaciones de seres humanos se van sucediendo sin que cambie ni una brizna de
la tradición secular heredada.
El único que
experimenta cambio es el caudal del río, que la mano humana contribuye a
malograr y ensuciar. Solo algunos indicios salpicados por la materia narrativa
(Sadam Hussein, el imam Ali, la presencia de soldados estadounidenses, la
guerra...) son indicadores de la época desde la cual toma cuerpo esta historia.
La absoluta
sumisión de la mujer, su ninguneo a partir del momento en que la biología la
hace mujer (cuando la regla hace su aparición), la no consideración de su deseo
sexual (considerada únicamente como objeto de satisfacción sexual masculina),
la interiorización y la perpetuación del rol de sometida que transmiten también
casi todas las mujeres de la familia, la ley sin rendijas del hombre, que asume
el poder en la casa cuando el padre desaparece, la interiorización también del
rol masculino impuesto socialmente incluso en los casos en que alguno de ellos
sea más crítico... El panorama que se nos presenta es el de un destino al cual
ni hombres ni mujeres pueden escapar. Tanto ellas como ellos son víctimas de
una predeterminación sin fisuras, que no permite ningún indicio de rebeldía por
parte de nadie. El suyo es un destino con mayúsculas como el de cualquier
tragedia griega.
Es por eso por
lo que la autora, con inteligencia, otorga a la estructura de su novela una
forma que recuerda la tragedia de nuestros antepasados clásicos griegos.
Malfatto construye sus personajes con acierto, convirtiéndolos en paradigma: se
presentan ellos y ellas mismos, nos avanzan quiénes son y qué harán,
conscientes de que su futuro está trazado y de que sus acciones están
predeterminadas, que es su sino, ineludible si quieren sobrevivir en su
sociedad. Ellos y ellas son plenamente conscientes.
La historia,
pues, se convierte en la Historia. La relación entre mujeres y hombres se
perpetúa y se transmite secularmente sin alterarse, sin remedio. Es la historia
de un desencuentro que perdura, del que todos son víctimas, al cual todos
sucumben, bajo la tiranía del eterno
femenino y del eterno masculino,
si bien es la mujer quien se lleva la peor parte. Ella, la protagonista
principal, espera ser asesinada por su hermano mayor porque está esperando un
hijo sin estar casada —y las dedicatorias de Malfatto van dirigidas a mujeres: A las mujeres del Éufrates: Maryam, Shadia,
Alia; a Tiktum y Fatma, que todavía no saben que la libertad se les acabará—.
Y la libertad dura tan poco como la aparición de la regla, que, en el caso de
la protagonista principal, ocurre a los nueve años.
La forma en que
Malfatto ha diseñado su novela la hace susceptible de ser llevada al teatro tal
cual, porque el teatro contemporáneo admite perfectamente el monólogo de estos
personajes trágicos. De hecho, el drama, embebido de poesía, que la traducción sabe
respetar con esmero, está servido desde el principio y la forma dramática
también, a pesar de que los personajes no dialogan; el desencuentro se
manifiesta también simbólicamente en la forma.
Que por ti llore el Tigris es su primera
novela, y ha ganado el Premio Goncourt a la Primera Novela 2021.
Malfatto es
además autora de un ensayo, Les serpents
viendront sur toi, Premio Albert Londres 2021, que todavía no ha sido
traducido a ninguna de las leguas de España.
El libro
también ha sido publicado en catalán este mismo año, de la mano de Edicions de
1984, en traducción de Mia Tarradas, bajo el título Que et plori el Tigris.
ACERCAMIENTO
A LA NOVELA “ABERRACIONES”
Moisés Cárdenas Chacón ©
Nuestra naturaleza nos hace «moralistas»
e «hipócritas» en la sociedad, ante tabúes o temas tribales, y en la literatura
ocurre lo mismo. En diversas épocas se han publicado obras que han sido objeto
de polémicas hasta el extremo de criticar y condenar severamente a sus
escritores. Hago este comentario porque la literatura desarrollada por el
intelectual Alberto Jiménez Ure es
potente: inmoral y descarnada. Muchos han dicho que sus cuentos y novelas son
viscerales, repugnantes o escatológicos. Pregunto: ¿lo juzgan a él y no a lo
desalmado que somos como seres humanos?
Alberto Jiménez Ure |
Mi primer contacto con
la literatura de Alberto Jiménez Ure se produjo cuando yo dirigía, junto con
varios compañeros de estudios, el grupo «Ularte» (fundado en la Universidad de
los Andes/Núcleo Táchira/Venezuela) En una tarde de niebla de esas que arropan
la ciudad de San Cristóbal, un amigo de nombre Leonardo Bustamante (por quien
siento gran afecto y respeto por su conocimientos literarios) leyó unos poemas
de Alberto de su libro Luxfero:
textos que me llamaron mucho la atención y me indujeron a buscar sus obras.
Tras preguntar sobre su literatura, llegué a encontrar una antología de cuentos
eróticos que incluía un cuento de Ure titulado «El triángulo», que me atrapó y
movió mis sentidos.
Recuerdo que
también en la universidad otro amante de la Literatura llamado Erick Martínez
me invitó leer a Jiménez Ure. En la biblioteca pública de la ciudad de San
Cristóbal, hallé uno de sus libros (Suicidios).
Lo pedí en préstamo, lo leí y devolví, pero en mi mente quedaron grabados sus
relatos. Durante mi carrera académica, igual leí otros autores venezolanos,
todos notables poetas o narradores: Armando
Rojas Guardia, Ramón Palomares, Eugenio Montejo, Denzil Romero, José Antonio
Ramos Sucre, Julio Garmendia y los tachirenses Manuel Felipe Rugeles, Antonio Mora, Pablo Mora, Manuel Rojas, Segundo
Medina, José Oropeza, entre otros hacedores que encenderían en mí pasión
por las Letras. Además, no olvido conversaciones literarias con José Antonio Pulido Zambrano y Eudes Alexander Moncada: las lecturas de
sus poemas dieron enaltecieron mi alma. La literatura que fue llegando a mi
espíritu me ayudó a comprender la «Literatura venezolana». Mi propósito de leer
más a Alberto Jiménez Ure continuaba intacto, pues consideraba que su
«cosmogonía literaria» era desafiante.
Las ansias de
toparme con la escritura de Alberto Jiménez Ure me llevaron, por casualidades
de la vida, al excelente poeta Rodolfo
Quintero Noguera: a quien lo conocí una tarde en el Ateneo del Táchira.
Sugirió, estimuló, a varios de mis compañeros del grupo de extensión «Ularte»
para que nos acercáramos a los textos de Ure. Pasó el tiempo y llegó el momento
cuando, por fin, me encontré con varios de sus obras en internet. Basta colocar
su nombre en el buscador de Google para que nos topemos con sus invenciones.
Gracias a la tecnología podemos hallar cuentos, pensamientos, poemas y novelas
suyas. Ya he leído obras como Dictadura
de Ultimomundano, Absurdos
(Antología máxima personal de sus cuentos), Aberraciones
y Jiménez Ure a Contracorriente (de Juan
Liscano). En las líneas anteriores, he querido contar cómo finalmente me
tuve a mi alcance libros de Jiménez Ure. Intentaré desarrollar mis modestos y
breves «apuntes», mi «acercamiento», a la novela Aberraciones.
En primer
lugar: estamos ante un genio de la «Narración fantástica venezolana»: Alberto
tiene energía cósmica para armar personajes, crear argumentos, envolver mundos,
escribir sin prejuicios; en él yace la sangre del «maestro/vidente literario».
Tenía razón el intelectual Juan Liscano al comentar lo siguiente sobre la
escritura de Jiménez Ure: «[…] En su obra
hay videncia; hay intuiciones espirituales trascendentes; hay erotismo
sádico-masoquista, me atrevería a decir; casi redentor, por lo purgativo; hay ciencia-ficción
[…]».
Aberraciones, como bien lo expresa
el título, es incesto, perversión, herejía, blasfemia, horror, caos,
desenfreno, oscuridad, cinismo, violación. ¿Acaso el mundo no está plagado de
estas situaciones? En el planeta Tierra se practica las cosas más horrendas y
macabras. Porque el hombre es destructivo, aberrante. Basta con leer la Historia de la Humanidad para comprobar
cuántos seres malvados ha engendrado la Humanidad, indiscutiblemente numerosos.
En el curso de un «chat» de Facebook, el escritor me dijo que «fue premeditada
y alevosamente difamado tras la aparición de la primera edición de esa novela:
lo acusaban de haber cometido lo que el personaje central de Aberraciones, actos incestuosos con una
hija que no existía en 1987». La Segunda Edición apareció en 1993 y la tercera,
pero digital, en el año 2015.
Jiménez Ure recrea «La Logia Aviesa del Mundo». Para crear el «Universo» se requiere de una reunión, una junta, un plan de mentes diestras en la urdimbre. Satiriza creencias religiosas, como esa según la cual María no había pensado tener a Jesús, sino que fue embarazada por la voluntad de un «Ser Supremo» que le habría anunciado que tendría un hijo suyo. Ella recibió el mandato de concebirlo, de resguardarlo en su vientre.
Otros seres
nacen producto de la violación y procrean a seres con desprecio que alguna vez
desarrollarán ira, malicia, crueldad. Algunos cometerán actos deplorables por
legado, diseminarán víctimas. Nuestro comienzo no es accidental, sino producto
de las «ideas de una logia» que secretamente planeó nuestra aparición y
desvanecimiento.
En Aberraciones hablan los personajes,
caminan, respiran y experimentan con intensidad el mundo. El personaje
principal, Federico Favios, tiene relaciones incestuosas con su hija Priscila.
Percibo en él al caudillo que gobierna. Ella simboliza al país manoseado,
penetrado y, al mismo tiempo, excitado por las manos del gobernante. Ninoska es
la madre de Priscila y esposa de Federico Flavios: el Estado que le permite al
jerarca/padrote ejercer la autoridad. Rosana representa el individuo que está
al servicio del gobierno, y hace lo que se le pide. Bobo, que así se llama el
perro de Priscila, es el pueblo que obedece los dictados de su inicuo jefe: es
acariciado, abusado y abofeteado cuando no se le necesita (la hija del caudillo
es zoófila, obsesa de la parafilia). Los otros personajes que se mencionan en
la novela también integran al grupo de ejecutores del plan e irrefutablemente
están detrás de la mente creadora. Lo que afirmo forma parte de mis sensaciones
personales respecto a los mensajes «subliminales» (semiocultos) en
Aberraciones. Pero, si alguien se sorprendiera por mi análisis, yo le
preguntaría: ¿no es verdad que en cualquier lugar surgen engendros malignos?
Por lo tanto, esta novela es una obra que descarna el nacimiento de nuestra
especie.
El mundo
fantástico que él describe es un espejo que refleja nuestras conductas
aborrecibles como el ultraje, en complicidad «con el otro o la otra». El
advenimiento de la especie fue posible mediante el «Mal» que es,
paradójicamente, el «Bien». Porque se necesitan dos fuerzas opuestas para
engendrar, nacer, cohabitar y hasta morir. Alberto Jiménez Ure es intuitivo,
deductivo e inevitable pensador: decodifica lo que observa en su entorno para
plasmarlo en sus obras. Nos transfiere, mediante sus tramas novelescas, su
conocimiento de lo «oculto abominable». El libro Aberraciones ya estaba escrito cuando Satanás se rebeló ante Dios,
cuando Caín mató Abel, cuando los hijos de Adán y Eva se aparearon consumando
el incesto y desparramaron la humanidad. Aberraciones
siempre ha existido. El horror ya estaba consumado literatura.
«[…] ¡Cálmate
—le susurraba el bastardo al oído—. Es menester que engendres a Hs, mi hijo, a
quien legaré conocimientos! […]»
“PASIÓN A LA MADRILEÑA”, DE MARISA AVOGADRO THOMÉ
Luis Benítez ©
Una veintena de piezas de diversa extensión componen Pasión a la madrileña [1], de la autora mendocina Marisa Avogadro Thomé, donde se conjugan dos órdenes —el gastronómico y el literario— o, mejor expresado todavía, la escritora aprovecha el condimento del primero para narrar historias donde las comidas parecen ocupar el primer plano, mientras que en verdad constituyen el soporte (y muy atractivo) de cuanto desea contarnos.
Desde los tiempos del hedónico y
refinado Anacreonte (574 y 485 a. C.), “el poeta de los banquetes”, hasta Comiendo en Hungría, de Pablo Neruda
(1904-1973) [2] o la publicación en 1974 del poemario Canto popular de las comidas [3],
del argentino Armando Tejada Gómez (1929-1992), no casualmente comprovinciano
de Avogadro Thomé, el buen yantar y cuanto innumerables gira en torno de él ha
sido repetidamente tema (o pretexto) de composiciones de apelación similar,
tanto en prosa como en verso.
En el caso que nos ocupa, Pasión a la madrileña se suma con
merecimiento a este ilustre y milenario recurso, con un estilo cuya sencillez
expresiva no empaña sino que hace relucir todavía más el intenso sentido
emocional de lo relatado. Desde las evocaciones de infancia hasta las vivencias
y reflexiones de la madurez se dan cita al trasluz de hervores, asaduras,
combinaciones de sabores y aromas que impregnan de sinestesias este volumen
breve, pero de sólida hondura conceptual, haciendo muy obvio el advenimiento a
la memoria del efecto empleado por Marcel Proust (1871-1922) en su clásico À la recherche du temps perdu [4]
donde dedica buen número de páginas a lo que parece —engañosamente— ser la mera
descripción de una madalena.
Logrados recursos y vívidas sensaciones
se intercalan en esta obra de Avogadro Thomé, sin que falte el regusto
agridulce de una suave nostalgia subyacente en la mayoría de sus historias,
particularmente en las relacionadas con lo amoroso, que también tiene su papel
en este libro.
La autora
NOTAS
[1] Avogadro Thomé, Marisa: Pasión a la madrileña (Mar y Arte
Ediciones, Maipú, Provincia de Mendoza, Argentina, 2015; ISBN
978-987-29086-5-2, 48 pp).
[2] Pablo Neruda en coautoría con Miguel
Ángel Asturias: Comiendo en Hungría
(Editorial Lumen, Barcelona, España, 1969).
[3] Tejada Gómez, Armando: Canto popular de las comidas (Editorial
Casa de las Américas, La Habana, Cuba, 1974; Premio de Poesía de La Casa de las
Américas 1974).
[4] Proust, Valentin Louis Georges
Eugène Marcel, À la recherche du temps
perdu, traducido habitualmente al castellano como En busca del tiempo perdido, 7 tomos, Éditions Grasset y Éditions
Gallimard, París, 1913-1927.
TENER
EL CUERPO PLAGADO DE MEMORIAS
Adán Echeverría ©
Cuatro secciones forman el poemario La alforja de los desprendimientos (VersodestierrO, 2009) que presenta Álvaro Baltazar Chanona Yza (Yucatán, México, 1962), para mostrarnos su capacidad poética, y redescubrir, mediante el diálogo que establece con el lector, los alcances de su voz poética. Diez poemas numerados que integran la sección Del Caribe esta cosmogonía, seguida por La alforja de los desprendimientos, que da nombre al poemario, luego Los sueños hirsutos de un navegante, y los ocho poemas que integran Entre el erial y el río. Y dentro de las apenas 72 cuartillas uno puede navegar al vaivén de los versos, nunca en calma, sino al borde de fenecer ahogado en la materialización poética. He ahí el discurso y la forma, los rompimientos, y los recursos.
En él podemos
encontrar un estribillo como este: Nada
tengo ahora / que no sea este oficio / desenfrenadamente terco y solitario /
que es traducir el alfabeto invertido / de la noche… cinco versos iniciales
del poema Itinerario. Uno se detiene
al encontrarlos, al recitarlos se determina parte de la búsqueda del lenguaje,
algo tiene de esa persecución de las ideas, algo como el hacernos siempre un
mundo. Ese mundo propio que es la nuestra literatura, la nuestra idea del
poema, la nuestra idea de ser el vaso comunicante en el que nos es necesario
dibujarnos la vida, el pensamiento, las sensaciones.
Porque uno se
sabe preso de esta maldición que es el ser poeta, cuando a media noche (ese
alfabeto invertido) nos despertamos al darnos cuenta que la frase tal, el
adjetivo que pusimos, no termina de agradarnos, y entonces la noche nos maldice
con el insomnio sin ojos trepado encima de nuestra nariz, con ese su olor a
mediocridad con que se burla y nos insulta. El monstruo del insomnio que va
creciendo hasta apoderarse de nuestras manos, ojos, piernas, y nos impide
respirar.
Caminamos al
ordenador, y trazamos nuestro sueño hacia vislumbrar el ojo frío del insomnio,
la angustia, el desesperante principio de la creación que nos va dañando el
espinazo, la columna vertebral, las nalgas, las piernas colgadas, movernos
hacia un lado, quemarnos la lengua con el café caliente, y estar seguros de que
tenemos que mejorar el texto. Y nos vamos mirando el reflejo en la pantalla del
ordenador, y la hoja blanca va burlándose de nuestro empeño.
Buscamos
descansar de este maldito oficio, y maldecimos, y tenemos que recurrir a
nuestras fuentes, todos los otros poetas refugiados en los libros, y también
les mentamos la madre, y decimos, que chingón el Darío, poca madre Dylan
Thomas, y yo con este verso, y nos sentimos mediocres, a punto de claudicar, y
sabemos que nos leemos y nos disfrutamos, porque muchos escribimos para llenar
esos huecos con esa propia forma de decir las cosas, aventajar a los lugares
comunes, que como perros rabiosos nos persiguen y se ríen como hienas con el
hocico de sus letras junto a los ojos.
Álvaro Chanona Yza |
Y es lo que nos
queda, envenenarnos en la ponzoña del lenguaje. Ya lo ha escrito, dicho y
advertido antes Huidobro en su Arte
Poética: Que el verso sea como una llave que abra mil puertas.
Y el poema abre
la boca y nos muestra los colmillos afilados del desprendimiento, los colmillos
hartos ya del intelecto. El poema se nos echa encima con sus fauces negras,
buscándonos el cuello. Uno tiene que defenderse, y avanza la página, pero el
rugido es grave y nos va estallando los nervios: Tú que habitas el cráneo pequeño / de los hombres, que por lo mismo /
conoces el lenguaje arcaico y críptico de la tristeza…
El poema
enseñoreado nos mira pequeños. Nuestros ojos van dejando apenas su huella de
locura, de deseo inacabado, sobre el borde de la página, y Chanona Yza, como
ese dios creador que se presiente dentro de su creación, nos tira un dardo más:
Porque solo el que sufre el dolor atávico
/ de respirar por vez primera / el oxígeno rudo y pueril del nacimiento / puede
una y otra vez repetir el dolor / que produce la vigilia constante / y
monocorde de la muerte.
NERUDA
O LA IMPORTANCIA METAFÍSICA DE NOMBRAR
U
OMITIR A SUS AMIGOS Y ENEMIGOS
Manuel Barbudo ©
En estos días se cumplen cincuenta años de la muerte del poeta chileno Pablo Neruda, así como del golpe de estado al gobierno de Salvador Allende. He sentido la necesidad de recordarlo, a él, poeta integral, estudiando un aspecto de su creación poética que, hasta donde se me alcanza, está poco indagado, pese a la insistencia con que Neruda se adentró en este terreno: me refiero al hecho de incluir u omitir el nombre de personas con quien tuvo estrecha relación, para bien o para mal, o que supusieron políticamente un revulsivo o un obstáculo al avance de la sociedad, según la perspectiva del poeta temucano. Es un terreno de una amplitud enorme debido a varias circunstancias, entre ellas la dimensión pública de Neruda, su presencia internacional tanto literaria e intelectual como política durante tres buenas partes del siglo XX, que le hizo conocer a una ingente cantidad de personas de esos y otros campos y nacionalidades; también su carácter intensamente visceral, pese a su apariencia en extremo serena, bonachona y lenta, su caminar y moverse pausados y ensimismados o el mismo volumen de la obra de Neruda, que alcanza los cuarenta y seis libros, tan solo en el campo de la poesía.
Pero sin duda la razón
principal de la insistencia de Neruda en esta práctica de nombrar u omitir a
las personas de su importancia hay que buscarla en el propio concepto que de la
palabra poética tenía, de los efectos digamos metafísicos que para él surtía
como lector recibir el nombre de una persona en un texto y especialmente el de
incluirlo o no en su obra propia: en ambos casos, el poder de poner en pie la
realidad designada con el nombre y que guarda relación con el mismo efecto que
detectamos en la mención del resto de la realidad, naturaleza, materias,
plantas, animales, mar, arena, cielo, etc.
En este artículo
estudiaré de manera general, en ningún caso exhaustiva, este fenómeno presente
a lo largo de toda la obra de Neruda, comentando para ello algunos poemas donde
se da con intensidad y claridad particulares, tanto al ocuparse de sus amigos como
de sus enemigos.
Me gustaría comenzar
citando al propio poeta para que se evidencien su conciencia de lo que hacía y
las consecuencias poéticas del fenómeno mismo. Enrico Mario Santí, en su
edición de Canto general (1950),
Madrid, Cátedra, 2011, cita unas declaraciones de Pablo Neruda sobre este
libro, recogidas en Pablo Neruda y otros
ensayos, de Alfredo Cardona Peña, México, Ediciones de Andrea, 1955, en
extremo pertinentes al respecto:
Debo advertir que si salen
muchos nombres propios, así como reseñas de actos importantes e
insignificantes, esto se debe a que por una parte he querido dar la sensación
de nuestras luchas continentales a través de un romanticismo revolucionario que
no está en desacuerdo con el realismo a que aspira a tener el libro. Causará
extrañeza leer nombres sin ninguna importancia histórica, como los de González
Videla y secuaces; lo he hecho deliberadamente para que caiga sobre ellos un
estigma simbólico. Yo sé que el pueblo los castigará, pero en mi poema queda
una acusación del molde humano de ellos: son diplomáticos, alcahuetes,
periodistas pervertidos y sabuesos de una dictadura corrompida [...] Sentí
durante un año de trabajo encarnizado una alegría embriagadora, pues la vida me
daba ocasión de vencer a todos los enemigos del pueblo cuando ya se me creía en
el fondo de la derrota.
Además de la
compatibilidad entre romanticismo revolucionario y realismo, que llegaría a ser
casi socialista en un libro como Las uvas y el viento (1954), de forma expresa
señala las consecuencias que tiene para los mencionados, con sus «nombres
propios», el quedar impresos y, en este caso, simbólicamente estigmatizados
para siempre en sus libros, como en otros serán alabados sus amigos o los
héroes de las guerras de independencia: queda eternizada su esencia, el «molde
humano de ellos», una victoria del poeta en su propio terreno sobre los
enemigos del pueblo, que le produce «una alegría embriagadora».
En la importancia que
para el poeta tenía nombrar o no nombrar a amigos o enemigos (igualmente a
cosas o recuerdos, pues, como decimos, hacerlo suponía poner en pie, dar vida a
los objetos y personas mentados), que ejemplarizaré a continuación, aun teniendo
en cuenta que se trata de una recreación ficcional, mental, esta parece suponer
una realidad paralela extremadamente intensa para Neruda, rescatar del olvido o
de la muerte a sus amigos o condenar, por el contrario, a sus enemigos a un
infierno eterno de papel, al escrutinio perpetuo de los lectores.
Empecemos por
la «Oda a Federico García Lorca», de Residencia
en la tierra (1935), donde el registro de personas conocidas tanto por
Neruda como por Federico cumple la doble función de situarlas en la posteridad
y de completar el retrato del poeta granadino mediante las cosas y las gentes
que «llegan» a su casa, es decir, tanto personas reales como todo lo que entra
en la atención de Lorca —y de Neruda—, toda su percepción, que después conforma
su obra —y la de Neruda. El resultado global es una imagen frenética y
verosímil de Lorca, como vista en el espejo de otro poeta y en el de sus
propios versos, evidente para quien los conozca, apoyado en la anáfora:
llegan muchas personas de traje agonizante,
llegan regiones de triste esplendor,
llegan arados muertos y amapolas,
llegan enterradores y jinetes,
llegan planetas y mapas con sangre,
llegan buzos cubiertos de ceniza,
llegan enmascarados arrastrando doncellas
atravesadas por grandes cuchillos,
llegan raíces, venas, hospitales,
manantiales, hormigas,
llega la noche con la cama en donde
muere entre las arañas un húsar solitario,
llega una rosa de odio y alfileres,
llega una embarcación amarillenta,
llega un día de viento con un niño,
llego yo con Oliverio, Norah,
Vicente Aleixandre, Delia,
Maruca, Malva Marina, María Luisa y Larco,
la Rubia, Rafael, Ugarte,
Cotapos, Rafael Alberti,
Carlos, Bebé, Manolo Altolaguirre,
Molinari,
Rosales, Concha Méndez,
y otros que se me olvidan.
Anterior al
poema de Lorca en un año, «Alberto Rojas Giménez viene volando», también de Residencia en la tierra, es otro ejemplo
de retrato de un amigo, oda fúnebre en este caso, de perfecta adecuación formal
a la estrofa sáfico-adónica, que usa casi sin excepción. Y es uno de esos en
que la persona retratada monográficamente entra en la nómina nerudiana de la posteridad
de tipo elegíaco, fraternal.
El recuerdo del
amigo y la noticia de su muerte y circunstancias cogen a Neruda en Barcelona,
al poco de llegar a España como cónsul de Chile (1934), una situación personal
que queda retratada a lo largo de todo el poema:
Entre plumas que asustan, entre noches,
entre magnolias, entre telegramas,
entre el viento del sur y el oeste marino,
vienes volando.
Pablo Neruda |
Los detalles de la vida de Alberto, con el que Neruda en su tiempo compartió vida bohemia y farras, y el presente, tanto del final de su vida como el de Neruda, se entrelazan entonces como una manera de unirse a él, de unir su vida a la del amigo muerto. El recuerdo viene volando «sobre», «bajo», «junto», «entre», «mientras» Neruda hace sus cosas, o cosas que rodean la materialidad que deja atrás Alberto. La materia de la muerte, base conceptual de la muerte para Neruda, junto al recuerdo vivo del espíritu de la persona, del amigo, vivo por la memoria de él y por la emoción que comporta el recuerdo, quedan encarnados poéticamente mediante su inclusión en el poema.
Bastantes veces
el contexto en que aparece Alberto volando no se sabe si le pertenece a él, a
Neruda, a ambos, al pasado o al presente. Otras sí. A Alberto pertenece:
con traje nuevo y ojos extinguidos
[...]
Sobre tu cementerio sin paredes
[...]
Sobre las piedras en que te derrites
[...]
con tu celeste voz y tus zapatos húmedos.
En realidad,
todo confluye en el momento de escritura. Esta primera parte es, digamos, la
recepción de la noticia y los primeros recuerdos y sus efectos en Neruda, que
van a tener mayor desarrollo en la segunda parte del poema, a partir de «Oh
amapola marina, oh deudo mío» y con la negación de la verdad de la muerte, que
resulta insoportable y hasta aquí se deducía de las cosas que Alberto sigue
haciendo, ahora de forma expresa:
No estás allí, rodeado de cemento,
y negros corazones de notarios,
y enfurecidos huesos de jinetes:
vienes volando.
[...]
No es verdad tanta sombra persiguiéndote,
no es verdad tantas golondrinas muertas,
tanta región oscura con lamentos:
vienes volando.
Hay un aspecto
que acaso permite deducir el lugar concreto en que Neruda reside al escribir el
poema, o esa parte de él:
Allí está el mar. Bajo de noche y te oigo
venir volando bajo el mar sin nadie,
bajo el mar que me habita, oscurecido
Se trata de
Barcelona, aunque su contemplación ponga en pie de algún modo el constante y
multiforme mar que habita al poeta. El mar y la noche, que otra vez, en este
contexto, vuelven a significar conjuntamente la muerte, lo insondable y oculto
que alberga toda la muerte y a los que el poeta baja para encontrar a su amigo.
Esta segunda parte, poco a poco más serena y profunda, contiene también una
alusión explícita al pasado común de los dos amigos:
Hay ron, tú y yo, y mi alma donde lloro
Escrito en verso libre
y blanco, «El general Franco en los infiernos», perteneciente a España en el corazón (1937), luego
incluido en Tercera residencia
(1947), es un poema que nos adentra en la formación poética del infierno
impreso dedicado a un enemigo universal de Neruda. Me voy a centrar en tres
aspectos principales: el concepto de muerte, del futuro de los muertos, que
refiere aquí a los del bando republicano, el del infierno reservado a Franco,
un tanto particular, y el también particular tono que emplea para procesar los
conceptos escatológicos y de tormento, relacionado con el anterior y formar así
el retrato lamentable de Franco.
El estado de esta gente
es, pues, de eternidad, tal como los cogió la muerte, pero también reciben el
tratamiento de desaparecidos, relegados a una existencia solo en la memoria, en
la escritura y desde luego en el remordimiento infernal de Franco, el cual se
espera comience enseguida, si no ha comenzado ya en el momento en que escribe,
primer tercio de la Guerra Civil española. Por ello, a esa santa leche y esos
senos pisoteados por los caminos acompaña
[...] una aldea más, un silencio
más, una puerta rota.
En el infierno,
a Franco le espera «sólo lo humano», lo único real y capaz de torturarle:
[...] una eternidad de manos muertas
y ojos podridos [...]
Es un infierno
del que quedan excluidos expresamente otros elementos torturantes, que el poeta
supone menos feroces, menos infernales, al menos para Franco:
[...] ni el fuego ni el vinagre caliente
en un nido de brujas volcánicas ni el hielo devorante,
ni la tortuga pútrida que ladrando y llorando
con voz de mujer muerta te escarbe la barriga
[...] que dentro del absoluto fuego de las cosas,
no te consumas, que no te pierdas
en la escala del tiempo, y que no te taladre el vidrio ardiendo
ni la feroz espuma.
Neruda es
consciente de los infiernos diversos por los que puede pasar un hombre, en esta
vida, y sabe que sus elementos están formados por aquellas cosas o tipo de
elementos, físicos o psicológicos, mentales o espirituales, culturales o
sociales, que a cada cual torturan y llenan sus pesadillas. De hecho, entre
esos elementos mencionados justo antes hay muchos que parecen pertenecer al
infierno particular de Neruda, aquel del que en ese mismo tiempo estaba
saliendo, gracias sobre todo al estímulo de la lucha política y al apartamiento
de una contemplación obsesiva de sus propios fantasmas y de la muerte
generalizada en cada acto de vida. Como es consciente de que, para alguien como
Francisco Franco, nada de eso pasa por su mente y, por tanto, no puede torturarlo
en absoluto.
Así pues, el infierno
de Franco está colmado de los destrozos y despojos humanos de que es
responsable:
[...] solo en una cueva
de tu infierno, comiendo silenciosa pus y sangre
para una eternidad maldita y sola.
[...] Todas, todos los tristes niños descuartizados,
tiesos, están colgados, esperando en tu infierno
ese día de fiesta fría: tu llegada.
Otro elemento del
infierno de Franco es el de la imposibilidad de dormir, la falta de su consuelo
y descanso por un insomnio eterno:
No mereces dormir
aunque sea clavados de alfileres los ojos: debes estar
despierto, general, despierto eternamente
Esa misma línea
psicológica que se considera la de Franco, y que es la única que puede
torturarle por los remordimientos, es la base asimismo del retrato descendente,
putrefacto, del general:
Aquí estás. Triste párpado, estiércol
de siniestras gallinas de sepulcro, pesado esputo, cifra
de traición que la sangre no borra. Quién, quién eres,
oh miserable hoja de sal, oh perro de la tierra,
oh mal nacida palidez de sombra.
Contiene el poema
muchos recursos literarios y conceptuales más que merecen ser estudiados con
detenimiento, entre ellos los símbolos con que Neruda estipula las condiciones
del infierno para Franco, símbolos que alguna vez fueron pesadillescos para el
poeta, otros que lo serán para alguien tan distinto a él, por ejemplo, los
contenidos en «hoja de sal, oh perro de la tierra». Salvo perro, los otros
tres, hoja, sal y tierra han sido enormemente productivos para Neruda y en
general positivos como elementos terrestres o ámbitos de su indagación. La hoja
y la tierra siempre fueron queridas por el poeta, y en cuanto a la sal,
normalmente ha ejemplarizado la esencia de la vida, si bien es verdad que otras
lo corrosivo de ella, o ambas cosas a la vez. En este caso, se vuelven
elementos constitutivos de lo peor de Franco. El caso de perro, frecuentemente
negativo, incluso en el imaginario común de entonces, es más complejo, pues
puede estar relacionado con la expresión española «estar salado como los
perros» y conectarse tanto a sal como a tierra en un significado unitario
intensificador.
Otros son, por ejemplo,
algunos habidos en el infierno particular pasado por Neruda, ya mencionado.
Así, el «fuego absoluto de las cosas» y «la feroz espuma», símbolos a veces de
vida, en el primer caso, y de alma, lo ligero y volátil del agua, además de
estar vetados por esa misma causa en el infierno de Franco, nos hablan de la
importancia que ya tenían entonces los objetos para Neruda, e incluso que ya en
ese tiempo los veía como empapados de la vida de los hombres que los usaron y
desgastaron, algo que desarrollará, muy por extenso en sus libros del ciclo de
las Odas.
En conclusión, podemos
afirmar que Neruda se ha pasado la vida y la obra hablando de lo que
aparentemente empieza y lo que aparentemente acaba, así como de lo que, sin
duda alguna, dura, de la duración en sí, al menos mientras esa duración es
observable y rastreable hacia atrás por un observador, por un observador
especialmente dotado como Neruda, partiendo de que, a fin de cuentas, toda
duración es relativa: incluso la de la roca o el metal más resistente a la
erosión, la oxidación o el desgaste. Ello ha incluido, con frecuencia inferior
comparativamente, el comienzo y el fin de los demás hombres y el antes y el
después de ese lapso de acontecimientos que comúnmente llamamos una vida
humana. Un intento por revertir esa desaparición inevitable y lamentable de
amigos y enemigos es situarlos perpetuamente en sus poemas, a los primeros para
que los recordemos con amor, a los segundos para que no olvidemos sus bajezas
morales y acaso, para que imitemos a unos y no a otros.
CONSTRUCCIÓN
DE LA SUBJETIVIDAD
A
PROPÓSITO DE FATAL DE CAROLINA UNREIN
Valeria Badano ©
Fatal, una crónica trans (2019) es el segundo libro de carácter autobiográfico de la joven escritora argentina Carolina Unrein. Este libro se nutre de acontecimientos autobiográficos, pero también puede ser leído como una novela donde lúdicamente el yo narrativo, los sujetos y sus voces, los espacios, los hechos y las circunstancias enunciadas plantean la pluralidad subjetiva y verbal.
Carolina Unrein |
Una vez sumergidos en la novela, el
texto no solo cuenta el derrotero de esa joven trans en el proceso que la lleva
al nacimiento físico y nominal de Caro sino que se sumerge en el camino de su
propio nacimiento, nacimiento propio en tanto que es por ella misma gesta(iona)do
y parida.
Nuevos colaboradores
JOSÉ LUIS
DÍAZ CABALLERO
(Madrid, España, 1979) es escritor y
abogado. Desde hace más de veinte años, compagina con pasión ambas vocaciones.
En 1997 fue galardonado con el premio Los nuevos de Alfaguara, por su relato La agonía lánguida del Santo Patrón. En
2010 se alzó con el primer premio de artículos monográficos, convocado por el
Ilustre Colegio de Abogados de Madrid. Tras cursar diversos estudios de
literatura y escritura creativa, debutó en la novela con El rugido de las sombras, finalista en 2015 del Premio Onuba y del
Premio Caligrama en 2017. Con su segunda novela, Sudor y lluvia tras el fin del mundo (Maclein y Parker, 2018),
obtiene el segundo premio Fray Luis de León de narrativa (2018). En 2022
publica la presente Cien cruces
arrastradas (Velasco), posiblemente su obra más ambiciosa. A pesar de los
años, persiste en él una gran obsesión: traducir el mundo en uno de sus muchos
cuadernos.
MOISÉS CÁRDENAS CHACÓN
Actualmente radicado en Córdoba (Argentina), Moisés Roberto Cárdenas Chacón nació en San Cristóbal (Estado Táchira), Venezuela, el 27 de julio de 1981. Poeta, narrador, profesor y licenciado en educación - mención castellano y literatura. Egresado de la ULA-Táchira. Ha publicado en antologías de Venezuela, Argentina, España, Italia y Estados Unidos.
Entre sus obras encontramos: Relatos de cualquier tipo (narrativa,
Editorial Solaris de Uruguay, 2022); En
el jardín de tu cuerpo (poemario, Sultana del Lago Editores, Venezuela,
2021); Los ojos de un exilio (novela
de género testimonial, Editorial Avant, Barcelona, España, 2020); Obra poética y narrativa (publicación
digital, Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, volumen 208, BAT. San
Cristóbal, Táchira, Venezuela, 2018); Mis
primeros poemas (poemario infantil, Ediciones Ecoval, Córdoba, Argentina,
año 2015); Poemas a la Intemperie
(poemario, Editorial Symbólicus, Córdoba, Argentina, 2013); Duerme Sulam (poemario, Editorial
Cecilio Acosta, Museo de Barinas, Venezuela, 2007); El silencio en su propio olvido (poemario, Ministerio de Educación
– IPASME, Caracas, Venezuela, 2008).
Ha colaborado con artículos literarios
en la revista Digital Incomunidade, Oporto-Portugal. En el Diario Digital
Identidad Latina Multimedia de Hartford, Estados Unidos, y desde este número
con Realidades y Ficciones – Revista Literaria, de Buenos Aires, Argentina.
MANUEL BARBUDO
Rafael Manuel Barbudo González es madrileño, canario de adopción y crianza, y reside en Tenerife, Islas Canarias, España. Ha sido editor en Grupo libres de varias de sus editoriales y director de la librería virtual Ociohispano, en Madrid. Licenciado en filología hispánica, actualmente doctorando en literatura hispanoamericana por la Universidad de La Laguna con una tesis sobre el poeta Pablo Neruda. Es también poeta, cuentista y novelista. Como poeta ha publicado el poemario Tiempo caído (2018), en Ediciones Ondina, Madrid, que recibió un generoso comentario por parte de Francisco J. Castañón, director de la revista Entreletras, y poemas en la antología colectiva Voces para el futuro (2021), Ediciones Ondina. Como narrador ha escrito varias novelas y participado en el libro colectivo Relatos del Prado (2020), Ediciones Ondina.
VALERIA BADANO
Miembro de número y secretaria de la
Academia Argentina de Literatura Infantil y Juvenil. Miembro del consejo
editorial de la revista “Miradas y voces de la LIJ”, órgano de la AALIJ.
Miembro del consejo editorial de la revista literaria Alba de América del
Instituto Literario y Cultural Hispánico, California, Estados Unidos. Miembro
Honorario del IFLAC (Foro Internacional de Literatura y Cultura por la Paz).
Coordinadora-docente de la Cátedra Popular de Historia de las Mujeres en Luján.
Premio Anual Mujeres Innovadoras 2010,
en el rubro Letras, Senado de la provincia de Buenos Aires.
Publicaciones de estudio: Madres, Madrazas, Matronas. De las
representaciones familiares (sociales) y las figuraciones femeninas (textuales)
en producciones de escritoras argentinas de los siglos XX y XXI (Gayheart
ediciones, 2023); De cómo me hice
escritora y feminista… (Ser Seres, 2019); Escribir para chicos… (Nueva Generación, 2011); Las otras miradas… (Nueva Generación,
2009); La voz abismada… Nueva
Generación, 2007).
Publicaciones de ficción: Bendecidas (o las bien dichas)
(Editorial Nueva Generación, 2022), El
cuaderno azul y otras páginas (Como pez en el cielo, 2019), El cuaderno azul (Ser Seres, 2018), La sororidad es un cadáver exquisito
(con Catalina Zuloaga, Ser seres, 2019), Mi
mamá me mima (Ser Seres, 2019), Yo no
quiero el paraíso y otras páginas (Como pez en el cielo, 2015), Indisciplinadas, todas (Turmalina,
2012).
Publicaciones de ficción para niños: ¿Cómo ser un verdadero fantasma?
(publicación digital. Amazon), Microficciones La veleta (Un mundo de papel, CIILU-UNT, 2014), Aunque parezcan mentiras (GEA, 2010), Lo que ellos no saben y Cuentos increíbles (GEA, 2007), Decires de la palabra perdida. Trilogía en
un acto (Macedonia, 2008).
Participante como
investigadora-expositora en más de setenta congresos y simposios nacionales e
internacionales.
REALIDADES Y FICCIONES
—Revista Literaria—
Nº 56 – Diciembre de 2023 – Año XIV
ISSN 2250-4281 – Edición trimestral
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del 17/10/2023, incorporado a RL-2018-52429319-APN-DNDA#MJ, Dirección
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Colaboradores
Corrección general:
Noelia Natalia Barchuk Löwer
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COLABORARON EN ESTE NÚMERO:
• Noelia Natalia Barchuk, Resistencia (Chaco), Argentina
• Valeria Badano, Luján (Provincia de Buenos Aires), Argentina• Manuel Barbudo, Madrid – Tenerife, Canarias, España
Currículo en Realidades y Ficciones – Revista Literaria Nº 56:
https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2023/12/realidades-y-ficciones-revista.html
alu0101538068@ull.edu.es
• Luis Benítez, Ciudad de Buenos Aires, Argentina
Currículo en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 64: https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com.ar/2015/03/suplemento-64-realidades-y-ficciones-en.html
lb20032003@gmail.com
• Moisés Roberto Cárdenas Chacón, San Cristóbal (Táchira), Venezuela – Córdoba (Cba.), Argentina
Currículo en Realidades y Ficciones – Revista Literaria Nº 56:
• José Luis Díaz Caballero, Madrid, España
Currículo en Realidades y Ficciones – Revista Literaria Nº 56:
jlmik@me.com
http://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2016/09/realidades-y-ficciones-revista.html
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• Anna Rossell, Barcelona (Cataluña), España
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• Mónica Villarreal, Scottsdale (Arizona), Estados Unidos – Monterrey (Nuevo León), México
• Héctor Zabala, Ciudad de Buenos Aires, Argentina
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