miércoles, 20 de diciembre de 2023

 REALIDADES Y FICCIONES

—Revista Literaria—

Nº 56 – Diciembre de 2023 – Año XIV

ISSN 2250-4281 – Edición trimestral


Inscripción gratuita como LECTOR o COLABORADOR
si escribe a zab_he@hotmail.com
indicando nombre y apellido, ciudad y país
(se le avisará cada nuevo número trimestral).

 

"Corazón volando"
Mónica Villarreal, 2014
(Óleo sobre papel, 11" x 14")

Sumario

• Luz que castiga los crímenes y la esperanza que ilumina a los resucitados. “El peso de vivir en la Tierra” de David Toscana. (José Luis Díaz Caballero)
• Muertas desde el momento mismo de la concepción. “Que por ti llore el Tigris” de Emilienne Malfatto. (Anna Rossell)
• Acercamiento a la novela “Aberraciones” de Alberto Jiménez Ure. (Moisés Cárdenas Chacón)
• “Pasión a la madrileña”, de Marisa Avogadro Thomé. (Luis Benítez)
• Tener el cuerpo plagado de memorias – sobre un poemario de Álvaro Baltasar Chanona Yza. (Adán Echeverría)
• Neruda o la importancia metafísica de nombrar u omitir a sus amigos y enemigos. (Manuel Barbudo)
• Construcción de la subjetividad. A propósito de 
Fatal de Carolina Unrein. (Valeria Badano)


Nuevos colaboradores de Realidades y Ficciones:                                                         

            José Luis Díaz Caballero, Madrid, España
            Moisés R. Cárdenas Chacón, San Cristóbal (Táchira), Venezuela – Córdoba                    (Cba.), Argentina
            Manuel Barbudo, Madrid – Tenerife, Canarias, España
            Valeria Badano, Luján (Provincia de Buenos Aires), Argentina

 

 

LUZ QUE CASTIGA LOS CRÍMENES Y LA ESPERANZA QUE ILUMINA A LOS RESUCITADOS

José Luis Díaz Caballero ©



Para quienes lo observaban a lomos de Rocinante, escueto y digno como un caballero, andante, como los nómadas que abordan insondable del mundo, Don Quijote era una rara avis. Nada en él estaba exento de locura. Ni siquiera para Sancho, que asumió ser su sombra por razones pragmáticas y pedestres, siempre lastrado por esa mirada escéptica que le impedía creer en las elegías del héroe. Su lealtad era terrenal, comedida, reversible.

La locura del otro puede ser una tragedia, pero también el vehículo que conduzca al observador hacia territorios afables. Sancho anhelaba poder, pero el suyo era un deseo terrenal, concebido desde el fracaso y expuesto al mismo grado de incertidumbre que aúnan los juegos de azar. Se lamentaba él de su imprudencia, de su avaricia, de su errancia por aquellos desiertos tan frugales y desecados.

Su mirada aunaba una extraña lucidez que le hizo sufrir tanto o más que la locura de Alonso Quijano. Pero a este también se le observó con afán vigilante, con ese aire consumista del que ya nos advirtió Carlos Fuentes: «Don Quijote y Sancho son los dos primeros personajes que se supieron leídos». Leídos, observados y expuestos a esa mirada casi televisiva de quienes saben la verdad y juegan con ella. La verdad, en este caso, exacerbaba los delirios de Don Quijote, al igual que las pretensiones políticas de Sancho.

La verdad era doble: nocturna y luminosa para los dos héroes, y terrenal para el resto. Y esta última era mayoritaria, más allá y del dolor causado por las rígidas estructuras, por la injusticia, por el lujo jerárquico y celestial que separaba a mujeres y hombres. Que la verdad es, en ocasiones, asfixiante lo supo Don Quijote, o Alonso Quijano, antes de entregarse a los libros de caballería. Imaginarlo en su biblioteca, alejado del campo, entregado al frescor de las muchas historias que no conducían a nada, es concebir un acto de rebeldía imaginaria. Allí, en los interminables eriales de la mancha, faltaba el aire. Fue entonces cuando el lector decidió navegar en la profundidad, divagar bajo las cúpulas de lo ignoto, elucubrar la batalla que pondrá fin al destierro de su cuerpo. Alonso Quijano padeció el peso de la levedad, mientras el resto se arrastraba entre risas y con gula por veredas de similar geografía, quizá esperando la muerte, quizá suplicándole a Dios un golpe de timón.

Se vive o se muere viviendo. Y si se elige lo segundo, la muerte en vida debe ser gloriosa, trágica, tan simbólica como las vidas de aquellos héroes que eligieron vivir en medio de la muerte. Si la tragedia es mundana, pero insuperable, no habrá más remedio que recurrir a la lectura, a sus pasajes oníricos, a esa realidad inventada, vívida en la mente del lector, que puede y debe materializarse cuando éste renuncia a la vida.


David Toscana
David Toscana (Monterrey, 1961) ha escrito una obra extraordinaria. El peso de vivir en la tierra (Candaya, 2022), reciente ganadora del Premio Bienal de Novela Mario Vargas Llosa, es una actualización del ideal quijotesco, una revisión de sus causas y un examen muy riguroso de sus consecuencias. En esta historia tan literaria, dos personajes anclados en el México de finales de los años 60 deciden asumir la tragedia como forma de vida, tras la muerte de los tres astronautas soviéticos, tras regresar, veintitrés días después, de la estación espacial Salyut. Para Nicolás y María, que pronto serán Nikolai y Marfa, la tragedia debe asumirse como hicieron los grandes escritores rusos. Como hicieron Tolstói y Dostoyevski. Como hicieron Bulgákov y Anna Ajmátova. Su literatura fue un gran fresco del dolor del ser humano, de su heroicidad, de su resignación a la penuria, al ostracismo, y a las grandes batallas —muchas de ellas anónimas— emprendidas contra el poder. Pero a diferencia de Don Quijote, la mirada lúcida no es residual. Es la visión literaria la que se impone, con paciencia y persuasión, dentro del colectivo.

La novela de David Toscana es original, por supuesto, pero también un ejercicio de erudición literaria y, por encima de todo, una elegía a quienes transitan la tragedia asistidos de la luz que castiga los crímenes y la esperanza que ilumina a los resucitados.

 

 

 

MUERTAS DESDE EL MOMENTO MISMO DE LA CONCEPCIÓN

Anna Rossell ©


Emilienne Malfatto
Que por ti llore el Tigris
Traducción de Palmira Feixas
Editorial Minúscula, 2022, pp. 104

 

Que la muerte es el destino que espera a todo ser humano desde que nacemos es sabido. La muerte es inherente a la vida. Aun así la vida tiene que ser vida antes de que nos llegue la muerte. Sin embargo, la historia que nos explica el libro de Malfatto es, para la mujer, una historia de muerte desde el momento mismo de la concepción.

Emilienne Malfatto
Emilienne Malfatto (1989) es periodista y fotógrafa francesa que ha vivido y trabajado en Colombia y en Francia, pero no nos desvela su ascendencia. La narración de la novela, cuya acción acontece en Irak durante la Segunda Guerra del Golfo, el conocimiento de los sentimientos de sus personajes que rezuma su texto, da a entender que participa con creces de todo el que nos habla. La empatía de la autora con la voz narradora de su protagonista principal da fe de ello.

Que por ti llore el Tigris es una crónica contada con una originalidad muy lograda. Siempre en primera persona, toma voz una retahíla de personajes que nos permite conocer la cultura iraquí de la mano de una familia y de su atávico entorno natural, el río Tigris, personalizado, que se manifiesta como testigo imparcial y símbolo de una historia ancestral, donde generaciones de seres humanos se van sucediendo sin que cambie ni una brizna de la tradición secular heredada.

El único que experimenta cambio es el caudal del río, que la mano humana contribuye a malograr y ensuciar. Solo algunos indicios salpicados por la materia narrativa (Sadam Hussein, el imam Ali, la presencia de soldados estadounidenses, la guerra...) son indicadores de la época desde la cual toma cuerpo esta historia.

El texto es, pues, una narración coral iraquí: una mujer joven, que es la primera en hablar y es la única que protagoniza varios capítulos, sin que lo encabece su nombre —signo significativo de su absoluto ninguneo por parte de todas las otras voces, tanto masculinas como femeninas, que solo se hacen oír una vez, pero cuyo monólogo sí lleva en el encabezamiento el nombre correspondiente: Mohammed, el amante de ella; Amir, Hassan, Ali y Layla, todos hermanos de la primera; Latifa, madre de todos ellos; Baneen, su cuñada, casada con Amir. El Tigris es el único personaje que, como la heroína principal, toma a menudo protagonismo. Él es el observador imparcial que intercala su voz casi siempre entre los capítulos que la autora integra en su texto como el testimonio antiquísimo que da cuenta de que nada cambia —las palabras del río están tomadas del Poema de Gilgamesh, epopeya cuyo origen se remonta a cuatro mil setecientos años, considerada la obra literaria mesopotámica más importante.

La absoluta sumisión de la mujer, su ninguneo a partir del momento en que la biología la hace mujer (cuando la regla hace su aparición), la no consideración de su deseo sexual (considerada únicamente como objeto de satisfacción sexual masculina), la interiorización y la perpetuación del rol de sometida que transmiten también casi todas las mujeres de la familia, la ley sin rendijas del hombre, que asume el poder en la casa cuando el padre desaparece, la interiorización también del rol masculino impuesto socialmente incluso en los casos en que alguno de ellos sea más crítico... El panorama que se nos presenta es el de un destino al cual ni hombres ni mujeres pueden escapar. Tanto ellas como ellos son víctimas de una predeterminación sin fisuras, que no permite ningún indicio de rebeldía por parte de nadie. El suyo es un destino con mayúsculas como el de cualquier tragedia griega.

Es por eso por lo que la autora, con inteligencia, otorga a la estructura de su novela una forma que recuerda la tragedia de nuestros antepasados clásicos griegos. Malfatto construye sus personajes con acierto, convirtiéndolos en paradigma: se presentan ellos y ellas mismos, nos avanzan quiénes son y qué harán, conscientes de que su futuro está trazado y de que sus acciones están predeterminadas, que es su sino, ineludible si quieren sobrevivir en su sociedad. Ellos y ellas son plenamente conscientes.

La historia, pues, se convierte en la Historia. La relación entre mujeres y hombres se perpetúa y se transmite secularmente sin alterarse, sin remedio. Es la historia de un desencuentro que perdura, del que todos son víctimas, al cual todos sucumben, bajo la tiranía del eterno femenino y del eterno masculino, si bien es la mujer quien se lleva la peor parte. Ella, la protagonista principal, espera ser asesinada por su hermano mayor porque está esperando un hijo sin estar casada —y las dedicatorias de Malfatto van dirigidas a mujeres: A las mujeres del Éufrates: Maryam, Shadia, Alia; a Tiktum y Fatma, que todavía no saben que la libertad se les acabará—. Y la libertad dura tan poco como la aparición de la regla, que, en el caso de la protagonista principal, ocurre a los nueve años.

La forma en que Malfatto ha diseñado su novela la hace susceptible de ser llevada al teatro tal cual, porque el teatro contemporáneo admite perfectamente el monólogo de estos personajes trágicos. De hecho, el drama, embebido de poesía, que la traducción sabe respetar con esmero, está servido desde el principio y la forma dramática también, a pesar de que los personajes no dialogan; el desencuentro se manifiesta también simbólicamente en la forma.

Que por ti llore el Tigris es su primera novela, y ha ganado el Premio Goncourt a la Primera Novela 2021.

Malfatto es además autora de un ensayo, Les serpents viendront sur toi, Premio Albert Londres 2021, que todavía no ha sido traducido a ninguna de las leguas de España.

El libro también ha sido publicado en catalán este mismo año, de la mano de Edicions de 1984, en traducción de Mia Tarradas, bajo el título Que et plori el Tigris.

  

 

 

ACERCAMIENTO A LA NOVELA “ABERRACIONES”

Moisés Cárdenas Chacón ©

«El libro “Aberraciones” ya estaba escrito
cuando Satanás se rebeló ante Dios,
cuando Caín mató Abel,
cuando los hijos de Adán y Eva
se aparearon consumando el incesto
y desparramaron la Humanidad»

Nuestra naturaleza nos hace «moralistas» e «hipócritas» en la sociedad, ante tabúes o temas tribales, y en la literatura ocurre lo mismo. En diversas épocas se han publicado obras que han sido objeto de polémicas hasta el extremo de criticar y condenar severamente a sus escritores. Hago este comentario porque la literatura desarrollada por el intelectual Alberto Jiménez Ure es potente: inmoral y descarnada. Muchos han dicho que sus cuentos y novelas son viscerales, repugnantes o escatológicos. Pregunto: ¿lo juzgan a él y no a lo desalmado que somos como seres humanos?

Alberto Jiménez Ure
Sé que cada quien tiene sus gustos en materia de literatura, ya que cada lector busca: goce, disfrute e identificación. En mi condición de profesor, poeta, narrador y lector, considero que la literatura de Jiménez Ure es fantástica y magnifica por los ámbitos que crea. Estoy convencido que está hecha para personas que sean librepensadoras, sin prejuicios religiosos, culturales, políticos, sociales ni conservadurismos. Leyéndolo encontramos palabras crudas, aberrantes, explosivas, fuertes, monstruosas. Cuando nos adentramos a sus libros percibimos el aliento de un ser omnisciente y terrorífico en sus páginas: hay que estar prestos a empaparse de la saliva de una bestia.

Mi primer contacto con la literatura de Alberto Jiménez Ure se produjo cuando yo dirigía, junto con varios compañeros de estudios, el grupo «Ularte» (fundado en la Universidad de los Andes/Núcleo Táchira/Venezuela) En una tarde de niebla de esas que arropan la ciudad de San Cristóbal, un amigo de nombre Leonardo Bustamante (por quien siento gran afecto y respeto por su conocimientos literarios) leyó unos poemas de Alberto de su libro Luxfero: textos que me llamaron mucho la atención y me indujeron a buscar sus obras. Tras preguntar sobre su literatura, llegué a encontrar una antología de cuentos eróticos que incluía un cuento de Ure titulado «El triángulo», que me atrapó y movió mis sentidos.

Recuerdo que también en la universidad otro amante de la Literatura llamado Erick Martínez me invitó leer a Jiménez Ure. En la biblioteca pública de la ciudad de San Cristóbal, hallé uno de sus libros (Suicidios). Lo pedí en préstamo, lo leí y devolví, pero en mi mente quedaron grabados sus relatos. Durante mi carrera académica, igual leí otros autores venezolanos, todos notables poetas o narradores: Armando Rojas Guardia, Ramón Palomares, Eugenio Montejo, Denzil Romero, José Antonio Ramos Sucre, Julio Garmendia y los tachirenses Manuel Felipe Rugeles, Antonio Mora, Pablo Mora, Manuel Rojas, Segundo Medina, José Oropeza, entre otros hacedores que encenderían en mí pasión por las Letras. Además, no olvido conversaciones literarias con José Antonio Pulido Zambrano y Eudes Alexander Moncada: las lecturas de sus poemas dieron enaltecieron mi alma. La literatura que fue llegando a mi espíritu me ayudó a comprender la «Literatura venezolana». Mi propósito de leer más a Alberto Jiménez Ure continuaba intacto, pues consideraba que su «cosmogonía literaria» era desafiante.

Las ansias de toparme con la escritura de Alberto Jiménez Ure me llevaron, por casualidades de la vida, al excelente poeta Rodolfo Quintero Noguera: a quien lo conocí una tarde en el Ateneo del Táchira. Sugirió, estimuló, a varios de mis compañeros del grupo de extensión «Ularte» para que nos acercáramos a los textos de Ure. Pasó el tiempo y llegó el momento cuando, por fin, me encontré con varios de sus obras en internet. Basta colocar su nombre en el buscador de Google para que nos topemos con sus invenciones. Gracias a la tecnología podemos hallar cuentos, pensamientos, poemas y novelas suyas. Ya he leído obras como Dictadura de Ultimomundano, Absurdos (Antología máxima personal de sus cuentos), Aberraciones y Jiménez Ure a Contracorriente (de Juan Liscano). En las líneas anteriores, he querido contar cómo finalmente me tuve a mi alcance libros de Jiménez Ure. Intentaré desarrollar mis modestos y breves «apuntes», mi «acercamiento», a la novela Aberraciones.

En primer lugar: estamos ante un genio de la «Narración fantástica venezolana»: Alberto tiene energía cósmica para armar personajes, crear argumentos, envolver mundos, escribir sin prejuicios; en él yace la sangre del «maestro/vidente literario». Tenía razón el intelectual Juan Liscano al comentar lo siguiente sobre la escritura de Jiménez Ure: «[…] En su obra hay videncia; hay intuiciones espirituales trascendentes; hay erotismo sádico-masoquista, me atrevería a decir; casi redentor, por lo purgativo; hay ciencia-ficción […]».

Aunque no pretendo presentar una inexpugnable crítica literaria sobre su obra, quiero expresar que es (sin duda) trascendental: porque explorarla es implicarse con las desafiantes reflexiones filosóficas que contiene. En Aberraciones, Jiménez Ure discierne sus preocupaciones sociales: desuella al mundo como lo conocemos. También se puede observar que juega con el idioma. Sus obras están dirigidas a lectores no prejuiciados e inteligentes, que hay pocos, porque a la mayoría sólo gusta la literatura fácil. A causa de su lenguaje, la forma cómo describe a sus personajes, en Venezuela pocos lectores entienden a plenitud los contenidos de las obras de Jiménez Ure. Su literatura no es comercial, pero tampoco inaccesible a pesar de su profundidad cósmica. Está habitada por seres ávidos de espiritualidad, siempre movidos por la luz sideral pueden irradiar sus argumentos. La afamada escritora y psicóloga venezolana Marisol Marrero expresó sobre la novela lo siguiente: «[…] A través de la palabra, que se convierte en exorcismo, Jiménez Ure saca los demonios: es una suerte de mea culpa humana. El Yo reprimido estalla, sale a la luz; por eso debió dolerle mucho descubrir a los demás ese mundo tenebroso. Tuvo que ser un proceso doloroso, intenso, quebrantador de reglas, noche obscura del alma […]»

Aberraciones, como bien lo expresa el título, es incesto, perversión, herejía, blasfemia, horror, caos, desenfreno, oscuridad, cinismo, violación. ¿Acaso el mundo no está plagado de estas situaciones? En el planeta Tierra se practica las cosas más horrendas y macabras. Porque el hombre es destructivo, aberrante. Basta con leer la Historia de la Humanidad para comprobar cuántos seres malvados ha engendrado la Humanidad, indiscutiblemente numerosos. En el curso de un «chat» de Facebook, el escritor me dijo que «fue premeditada y alevosamente difamado tras la aparición de la primera edición de esa novela: lo acusaban de haber cometido lo que el personaje central de Aberraciones, actos incestuosos con una hija que no existía en 1987». La Segunda Edición apareció en 1993 y la tercera, pero digital, en el año 2015. 

Jiménez Ure recrea «La Logia Aviesa del Mundo». Para crear el «Universo» se requiere de una reunión, una junta, un plan de mentes diestras en la urdimbre. Satiriza creencias religiosas, como esa según la cual María no había pensado tener a Jesús, sino que fue embarazada por la voluntad de un «Ser Supremo» que le habría anunciado que tendría un hijo suyo. Ella recibió el mandato de concebirlo, de resguardarlo en su vientre.

Otros seres nacen producto de la violación y procrean a seres con desprecio que alguna vez desarrollarán ira, malicia, crueldad. Algunos cometerán actos deplorables por legado, diseminarán víctimas. Nuestro comienzo no es accidental, sino producto de las «ideas de una logia» que secretamente planeó nuestra aparición y desvanecimiento.

En Aberraciones hablan los personajes, caminan, respiran y experimentan con intensidad el mundo. El personaje principal, Federico Favios, tiene relaciones incestuosas con su hija Priscila. Percibo en él al caudillo que gobierna. Ella simboliza al país manoseado, penetrado y, al mismo tiempo, excitado por las manos del gobernante. Ninoska es la madre de Priscila y esposa de Federico Flavios: el Estado que le permite al jerarca/padrote ejercer la autoridad. Rosana representa el individuo que está al servicio del gobierno, y hace lo que se le pide. Bobo, que así se llama el perro de Priscila, es el pueblo que obedece los dictados de su inicuo jefe: es acariciado, abusado y abofeteado cuando no se le necesita (la hija del caudillo es zoófila, obsesa de la parafilia). Los otros personajes que se mencionan en la novela también integran al grupo de ejecutores del plan e irrefutablemente están detrás de la mente creadora. Lo que afirmo forma parte de mis sensaciones personales respecto a los mensajes «subliminales» (semiocultos) en Aberraciones. Pero, si alguien se sorprendiera por mi análisis, yo le preguntaría: ¿no es verdad que en cualquier lugar surgen engendros malignos? Por lo tanto, esta novela es una obra que descarna el nacimiento de nuestra especie.

El mundo fantástico que él describe es un espejo que refleja nuestras conductas aborrecibles como el ultraje, en complicidad «con el otro o la otra». El advenimiento de la especie fue posible mediante el «Mal» que es, paradójicamente, el «Bien». Porque se necesitan dos fuerzas opuestas para engendrar, nacer, cohabitar y hasta morir. Alberto Jiménez Ure es intuitivo, deductivo e inevitable pensador: decodifica lo que observa en su entorno para plasmarlo en sus obras. Nos transfiere, mediante sus tramas novelescas, su conocimiento de lo «oculto abominable». El libro Aberraciones ya estaba escrito cuando Satanás se rebeló ante Dios, cuando Caín mató Abel, cuando los hijos de Adán y Eva se aparearon consumando el incesto y desparramaron la humanidad. Aberraciones siempre ha existido. El horror ya estaba consumado literatura.

«[…] ¡Cálmate —le susurraba el bastardo al oído—. Es menester que engendres a Hs, mi hijo, a quien legaré conocimientos! […]»

 

 

“PASIÓN A LA MADRILEÑA”, DE MARISA AVOGADRO THOMÉ 

(e historias breves que obtuvo en España la distinción
Gourmand Cookbook Award al mejor libro digital de literatura)

Luis Benítez ©



El sello argentino Mar y Arte Ediciones, dentro de su
colección CuentosComunicarte, publicó
esta colección gastronómica de la Argentina.


Una veintena de piezas de diversa extensión componen Pasión a la madrileña [1], de la autora mendocina Marisa Avogadro Thomé, donde se conjugan dos órdenes —el gastronómico y el literario— o, mejor expresado todavía, la escritora aprovecha el condimento del primero para narrar historias donde las comidas parecen ocupar el primer plano, mientras que en verdad constituyen el soporte (y muy atractivo) de cuanto desea contarnos.

Desde los tiempos del hedónico y refinado Anacreonte (574 y 485 a. C.), “el poeta de los banquetes”, hasta Comiendo en Hungría, de Pablo Neruda (1904-1973) [2] o la publicación en 1974 del poemario Canto popular de las comidas [3], del argentino Armando Tejada Gómez (1929-1992), no casualmente comprovinciano de Avogadro Thomé, el buen yantar y cuanto innumerables gira en torno de él ha sido repetidamente tema (o pretexto) de composiciones de apelación similar, tanto en prosa como en verso.

En el caso que nos ocupa, Pasión a la madrileña se suma con merecimiento a este ilustre y milenario recurso, con un estilo cuya sencillez expresiva no empaña sino que hace relucir todavía más el intenso sentido emocional de lo relatado. Desde las evocaciones de infancia hasta las vivencias y reflexiones de la madurez se dan cita al trasluz de hervores, asaduras, combinaciones de sabores y aromas que impregnan de sinestesias este volumen breve, pero de sólida hondura conceptual, haciendo muy obvio el advenimiento a la memoria del efecto empleado por Marcel Proust (1871-1922) en su clásico À la recherche du temps perdu [4] donde dedica buen número de páginas a lo que parece —engañosamente— ser la mera descripción de una madalena.

Logrados recursos y vívidas sensaciones se intercalan en esta obra de Avogadro Thomé, sin que falte el regusto agridulce de una suave nostalgia subyacente en la mayoría de sus historias, particularmente en las relacionadas con lo amoroso, que también tiene su papel en este libro.

 

La autora

Marisa Avogadro Thomé
es periodista, escritora y editora, nacida en la provincia de Mendoza, República Argentina. Máster en Comunicación y Educación, es la directora y editora de la revista RazónArte de Ecuador. Se desempeña además como profesora universitaria, conferencista y narradora. Tiene publicaciones periodísticas y literarias en medios impresos y digitales en: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, España, Estados Unidos, México, Perú, Uruguay, Venezuela. Ha recibido diversas distinciones por sus trabajos periodísticos y literarios. Algunas de sus obras publicadas son: Un besito volador. Historias y poesías de ternura de ilusión (2016), Perspectivas. Poesía al color (2015), Quisiera esta noche. Poesías (2013), Con sabor a Malbec. Poesías y cuentos a las uvas y los vinos (2013; Gourmand Wine Book Award al mejor libro digital de literatura de vinos de la Argentina), Con el corazón a tientas. Poesías (2009), Un viaje imaginario. Cuentos infantiles (2004). Es propietaria, directora y editora de Diafanís, revista digital de arte, ciencia y comunicación (https://revistadiafanis.com.ar), que publica cuatrimestralmente desde Mendoza.

 

NOTAS

[1] Avogadro Thomé, Marisa: Pasión a la madrileña (Mar y Arte Ediciones, Maipú, Provincia de Mendoza, Argentina, 2015; ISBN 978-987-29086-5-2, 48 pp).

[2] Pablo Neruda en coautoría con Miguel Ángel Asturias: Comiendo en Hungría (Editorial Lumen, Barcelona, España, 1969).

[3] Tejada Gómez, Armando: Canto popular de las comidas (Editorial Casa de las Américas, La Habana, Cuba, 1974; Premio de Poesía de La Casa de las Américas 1974).

[4] Proust, Valentin Louis Georges Eugène Marcel, À la recherche du temps perdu, traducido habitualmente al castellano como En busca del tiempo perdido, 7 tomos, Éditions Grasset y Éditions Gallimard, París, 1913-1927.

 

 

 

TENER EL CUERPO PLAGADO DE MEMORIAS

Adán Echeverría ©


Mañana los poetas cantarán un divino
verso que no logramos entonar los de hoy.
Enrique González Martínez



Cuatro secciones forman el poemario La alforja de los desprendimientos (VersodestierrO, 2009) que presenta Álvaro Baltazar Chanona Yza (Yucatán, México, 1962), para mostrarnos su capacidad poética, y redescubrir, mediante el diálogo que establece con el lector, los alcances de su voz poética. Diez poemas numerados que integran la sección Del Caribe esta cosmogonía, seguida por La alforja de los desprendimientos, que da nombre al poemario, luego Los sueños hirsutos de un navegante, y los ocho poemas que integran Entre el erial y el río. Y dentro de las apenas 72 cuartillas uno puede navegar al vaivén de los versos, nunca en calma, sino al borde de fenecer ahogado en la materialización poética. He ahí el discurso y la forma, los rompimientos, y los recursos.

Pero quiero detenerme a platicar sobre el apartado que forma La alforja de los desprendimientos, porque brilla por la calidad de sus versos.

En él podemos encontrar un estribillo como este: Nada tengo ahora / que no sea este oficio / desenfrenadamente terco y solitario / que es traducir el alfabeto invertido / de la noche… cinco versos iniciales del poema Itinerario. Uno se detiene al encontrarlos, al recitarlos se determina parte de la búsqueda del lenguaje, algo tiene de esa persecución de las ideas, algo como el hacernos siempre un mundo. Ese mundo propio que es la nuestra literatura, la nuestra idea del poema, la nuestra idea de ser el vaso comunicante en el que nos es necesario dibujarnos la vida, el pensamiento, las sensaciones.

Porque uno se sabe preso de esta maldición que es el ser poeta, cuando a media noche (ese alfabeto invertido) nos despertamos al darnos cuenta que la frase tal, el adjetivo que pusimos, no termina de agradarnos, y entonces la noche nos maldice con el insomnio sin ojos trepado encima de nuestra nariz, con ese su olor a mediocridad con que se burla y nos insulta. El monstruo del insomnio que va creciendo hasta apoderarse de nuestras manos, ojos, piernas, y nos impide respirar.

Caminamos al ordenador, y trazamos nuestro sueño hacia vislumbrar el ojo frío del insomnio, la angustia, el desesperante principio de la creación que nos va dañando el espinazo, la columna vertebral, las nalgas, las piernas colgadas, movernos hacia un lado, quemarnos la lengua con el café caliente, y estar seguros de que tenemos que mejorar el texto. Y nos vamos mirando el reflejo en la pantalla del ordenador, y la hoja blanca va burlándose de nuestro empeño.

Buscamos descansar de este maldito oficio, y maldecimos, y tenemos que recurrir a nuestras fuentes, todos los otros poetas refugiados en los libros, y también les mentamos la madre, y decimos, que chingón el Darío, poca madre Dylan Thomas, y yo con este verso, y nos sentimos mediocres, a punto de claudicar, y sabemos que nos leemos y nos disfrutamos, porque muchos escribimos para llenar esos huecos con esa propia forma de decir las cosas, aventajar a los lugares comunes, que como perros rabiosos nos persiguen y se ríen como hienas con el hocico de sus letras junto a los ojos.

Álvaro Chanona Yza
Parece que todo esto lo ha vivido Álvaro Chanona Yza, y eso lo vuelve mortal, junto con nosotros sus lectores, y caminamos por la página del libro hasta el siguiente verso: Este veneno domesticado / sin etiqueta de advertencia / que es tocarse el corazón arrancado de este bagazo / en que moría, sin el estorbo inmaterial / de los espejos…

Y es lo que nos queda, envenenarnos en la ponzoña del lenguaje. Ya lo ha escrito, dicho y advertido antes Huidobro en su Arte Poética: Que el verso sea como una llave que abra mil puertas.

Y el poema abre la boca y nos muestra los colmillos afilados del desprendimiento, los colmillos hartos ya del intelecto. El poema se nos echa encima con sus fauces negras, buscándonos el cuello. Uno tiene que defenderse, y avanza la página, pero el rugido es grave y nos va estallando los nervios: Tú que habitas el cráneo pequeño / de los hombres, que por lo mismo / conoces el lenguaje arcaico y críptico de la tristeza…

El poema enseñoreado nos mira pequeños. Nuestros ojos van dejando apenas su huella de locura, de deseo inacabado, sobre el borde de la página, y Chanona Yza, como ese dios creador que se presiente dentro de su creación, nos tira un dardo más: Porque solo el que sufre el dolor atávico / de respirar por vez primera / el oxígeno rudo y pueril del nacimiento / puede una y otra vez repetir el dolor / que produce la vigilia constante / y monocorde de la muerte.

  

 

 

NERUDA O LA IMPORTANCIA METAFÍSICA DE NOMBRAR

U OMITIR A SUS AMIGOS Y ENEMIGOS

Manuel Barbudo ©


En estos días se cumplen cincuenta años de la muerte del poeta chileno Pablo Neruda, así como del golpe de estado al gobierno de Salvador Allende. He sentido la necesidad de recordarlo, a él, poeta integral, estudiando un aspecto de su creación poética que, hasta donde se me alcanza, está poco indagado, pese a la insistencia con que Neruda se adentró en este terreno: me refiero al hecho de incluir u omitir el nombre de personas con quien tuvo estrecha relación, para bien o para mal, o que supusieron políticamente un revulsivo o un obstáculo al avance de la sociedad, según la perspectiva del poeta temucano. Es un terreno de una amplitud enorme debido a varias circunstancias, entre ellas la dimensión pública de Neruda, su presencia internacional tanto literaria e intelectual como política durante tres buenas partes del siglo XX, que le hizo conocer a una ingente cantidad de personas de esos y otros campos y nacionalidades; también su carácter intensamente visceral, pese a su apariencia en extremo serena, bonachona y lenta, su caminar y moverse pausados y ensimismados o el mismo volumen de la obra de Neruda, que alcanza los cuarenta y seis libros, tan solo en el campo de la poesía.

Pero sin duda la razón principal de la insistencia de Neruda en esta práctica de nombrar u omitir a las personas de su importancia hay que buscarla en el propio concepto que de la palabra poética tenía, de los efectos digamos metafísicos que para él surtía como lector recibir el nombre de una persona en un texto y especialmente el de incluirlo o no en su obra propia: en ambos casos, el poder de poner en pie la realidad designada con el nombre y que guarda relación con el mismo efecto que detectamos en la mención del resto de la realidad, naturaleza, materias, plantas, animales, mar, arena, cielo, etc.

En este artículo estudiaré de manera general, en ningún caso exhaustiva, este fenómeno presente a lo largo de toda la obra de Neruda, comentando para ello algunos poemas donde se da con intensidad y claridad particulares, tanto al ocuparse de sus amigos como de sus enemigos.

Me gustaría comenzar citando al propio poeta para que se evidencien su conciencia de lo que hacía y las consecuencias poéticas del fenómeno mismo. Enrico Mario Santí, en su edición de Canto general (1950), Madrid, Cátedra, 2011, cita unas declaraciones de Pablo Neruda sobre este libro, recogidas en Pablo Neruda y otros ensayos, de Alfredo Cardona Peña, México, Ediciones de Andrea, 1955, en extremo pertinentes al respecto:

Debo advertir que si salen muchos nombres propios, así como reseñas de actos importantes e insignificantes, esto se debe a que por una parte he querido dar la sensación de nuestras luchas continentales a través de un romanticismo revolucionario que no está en desacuerdo con el realismo a que aspira a tener el libro. Causará extrañeza leer nombres sin ninguna importancia histórica, como los de González Videla y secuaces; lo he hecho deliberadamente para que caiga sobre ellos un estigma simbólico. Yo sé que el pueblo los castigará, pero en mi poema queda una acusación del molde humano de ellos: son diplomáticos, alcahuetes, periodistas pervertidos y sabuesos de una dictadura corrompida [...] Sentí durante un año de trabajo encarnizado una alegría embriagadora, pues la vida me daba ocasión de vencer a todos los enemigos del pueblo cuando ya se me creía en el fondo de la derrota.

 

Además de la compatibilidad entre romanticismo revolucionario y realismo, que llegaría a ser casi socialista en un libro como Las uvas y el viento (1954), de forma expresa señala las consecuencias que tiene para los mencionados, con sus «nombres propios», el quedar impresos y, en este caso, simbólicamente estigmatizados para siempre en sus libros, como en otros serán alabados sus amigos o los héroes de las guerras de independencia: queda eternizada su esencia, el «molde humano de ellos», una victoria del poeta en su propio terreno sobre los enemigos del pueblo, que le produce «una alegría embriagadora».

En la importancia que para el poeta tenía nombrar o no nombrar a amigos o enemigos (igualmente a cosas o recuerdos, pues, como decimos, hacerlo suponía poner en pie, dar vida a los objetos y personas mentados), que ejemplarizaré a continuación, aun teniendo en cuenta que se trata de una recreación ficcional, mental, esta parece suponer una realidad paralela extremadamente intensa para Neruda, rescatar del olvido o de la muerte a sus amigos o condenar, por el contrario, a sus enemigos a un infierno eterno de papel, al escrutinio perpetuo de los lectores.

Empecemos por la «Oda a Federico García Lorca», de Residencia en la tierra (1935), donde el registro de personas conocidas tanto por Neruda como por Federico cumple la doble función de situarlas en la posteridad y de completar el retrato del poeta granadino mediante las cosas y las gentes que «llegan» a su casa, es decir, tanto personas reales como todo lo que entra en la atención de Lorca —y de Neruda—, toda su percepción, que después conforma su obra —y la de Neruda. El resultado global es una imagen frenética y verosímil de Lorca, como vista en el espejo de otro poeta y en el de sus propios versos, evidente para quien los conozca, apoyado en la anáfora:


            llega el verano con los labios rotos,
            llegan muchas personas de traje agonizante,
            llegan regiones de triste esplendor,
            llegan arados muertos y amapolas,
            llegan enterradores y jinetes,
            llegan planetas y mapas con sangre,
            llegan buzos cubiertos de ceniza,
            llegan enmascarados arrastrando doncellas
            atravesadas por grandes cuchillos,
            llegan raíces, venas, hospitales,
            manantiales, hormigas,
            llega la noche con la cama en donde
            muere entre las arañas un húsar solitario,
            llega una rosa de odio y alfileres,
            llega una embarcación amarillenta,
            llega un día de viento con un niño,
            llego yo con Oliverio, Norah,
            Vicente Aleixandre, Delia,
            Maruca, Malva Marina, María Luisa y Larco,
            la Rubia, Rafael, Ugarte,
            Cotapos, Rafael Alberti,
            Carlos, Bebé, Manolo Altolaguirre,
            Molinari,
            Rosales, Concha Méndez,
            y otros que se me olvidan.

Anterior al poema de Lorca en un año, «Alberto Rojas Giménez viene volando», también de Residencia en la tierra, es otro ejemplo de retrato de un amigo, oda fúnebre en este caso, de perfecta adecuación formal a la estrofa sáfico-adónica, que usa casi sin excepción. Y es uno de esos en que la persona retratada monográficamente entra en la nómina nerudiana de la posteridad de tipo elegíaco, fraternal.

El recuerdo del amigo y la noticia de su muerte y circunstancias cogen a Neruda en Barcelona, al poco de llegar a España como cónsul de Chile (1934), una situación personal que queda retratada a lo largo de todo el poema:

 

            Entre plumas que asustan, entre noches,
            entre magnolias, entre telegramas,
            entre el viento del sur y el oeste marino,
                        vienes volando.



Pablo Neruda

Los detalles de la vida de Alberto, con el que Neruda en su tiempo compartió vida bohemia y farras, y el presente, tanto del final de su vida como el de Neruda, se entrelazan entonces como una manera de unirse a él, de unir su vida a la del amigo muerto. El recuerdo viene volando «sobre», «bajo», «junto», «entre», «mientras» Neruda hace sus cosas, o cosas que rodean la materialidad que deja atrás Alberto. La materia de la muerte, base conceptual de la muerte para Neruda, junto al recuerdo vivo del espíritu de la persona, del amigo, vivo por la memoria de él y por la emoción que comporta el recuerdo, quedan encarnados poéticamente mediante su inclusión en el poema.

Bastantes veces el contexto en que aparece Alberto volando no se sabe si le pertenece a él, a Neruda, a ambos, al pasado o al presente. Otras sí. A Alberto pertenece:

 

            con traje nuevo y ojos extinguidos
            [...]
            Sobre tu cementerio sin paredes
            [...]
            Sobre las piedras en que te derrites
            [...]
            con tu celeste voz y tus zapatos húmedos.


En realidad, todo confluye en el momento de escritura. Esta primera parte es, digamos, la recepción de la noticia y los primeros recuerdos y sus efectos en Neruda, que van a tener mayor desarrollo en la segunda parte del poema, a partir de «Oh amapola marina, oh deudo mío» y con la negación de la verdad de la muerte, que resulta insoportable y hasta aquí se deducía de las cosas que Alberto sigue haciendo, ahora de forma expresa:

 

            No estás allí, rodeado de cemento,
            y negros corazones de notarios,
            y enfurecidos huesos de jinetes:
            vienes volando.
            [...]
            No es verdad tanta sombra persiguiéndote,
            no es verdad tantas golondrinas muertas,
            tanta región oscura con lamentos:
            vienes volando.

 

Hay un aspecto que acaso permite deducir el lugar concreto en que Neruda reside al escribir el poema, o esa parte de él:

 

            Allí está el mar. Bajo de noche y te oigo
            venir volando bajo el mar sin nadie,
            bajo el mar que me habita, oscurecido

 

Se trata de Barcelona, aunque su contemplación ponga en pie de algún modo el constante y multiforme mar que habita al poeta. El mar y la noche, que otra vez, en este contexto, vuelven a significar conjuntamente la muerte, lo insondable y oculto que alberga toda la muerte y a los que el poeta baja para encontrar a su amigo. Esta segunda parte, poco a poco más serena y profunda, contiene también una alusión explícita al pasado común de los dos amigos:

 

Hay ron, tú y yo, y mi alma donde lloro

 

Escrito en verso libre y blanco, «El general Franco en los infiernos», perteneciente a España en el corazón (1937), luego incluido en Tercera residencia (1947), es un poema que nos adentra en la formación poética del infierno impreso dedicado a un enemigo universal de Neruda. Me voy a centrar en tres aspectos principales: el concepto de muerte, del futuro de los muertos, que refiere aquí a los del bando republicano, el del infierno reservado a Franco, un tanto particular, y el también particular tono que emplea para procesar los conceptos escatológicos y de tormento, relacionado con el anterior y formar así el retrato lamentable de Franco.

El estado de esta gente es, pues, de eternidad, tal como los cogió la muerte, pero también reciben el tratamiento de desaparecidos, relegados a una existencia solo en la memoria, en la escritura y desde luego en el remordimiento infernal de Franco, el cual se espera comience enseguida, si no ha comenzado ya en el momento en que escribe, primer tercio de la Guerra Civil española. Por ello, a esa santa leche y esos senos pisoteados por los caminos acompaña

 

[...] una aldea más, un silencio más, una puerta rota.

 

En el infierno, a Franco le espera «sólo lo humano», lo único real y capaz de torturarle:

 


            [...] una eternidad de manos muertas
            y ojos podridos [...]

 

Es un infierno del que quedan excluidos expresamente otros elementos torturantes, que el poeta supone menos feroces, menos infernales, al menos para Franco:

 

            [...] ni el fuego ni el vinagre caliente
            en un nido de brujas volcánicas ni el hielo devorante,
            ni la tortuga pútrida que ladrando y llorando
            con voz de mujer muerta te escarbe la barriga
            [...] que dentro del absoluto fuego de las cosas,
            no te consumas, que no te pierdas
            en la escala del tiempo, y que no te taladre el vidrio ardiendo
            ni la feroz espuma.

 

Neruda es consciente de los infiernos diversos por los que puede pasar un hombre, en esta vida, y sabe que sus elementos están formados por aquellas cosas o tipo de elementos, físicos o psicológicos, mentales o espirituales, culturales o sociales, que a cada cual torturan y llenan sus pesadillas. De hecho, entre esos elementos mencionados justo antes hay muchos que parecen pertenecer al infierno particular de Neruda, aquel del que en ese mismo tiempo estaba saliendo, gracias sobre todo al estímulo de la lucha política y al apartamiento de una contemplación obsesiva de sus propios fantasmas y de la muerte generalizada en cada acto de vida. Como es consciente de que, para alguien como Francisco Franco, nada de eso pasa por su mente y, por tanto, no puede torturarlo en absoluto.

Así pues, el infierno de Franco está colmado de los destrozos y despojos humanos de que es responsable:

 

            [...] solo en una cueva
            de tu infierno, comiendo silenciosa pus y sangre
            para una eternidad maldita y sola.
            [...] Todas, todos los tristes niños descuartizados,
            tiesos, están colgados, esperando en tu infierno
            ese día de fiesta fría: tu llegada.

 

Otro elemento del infierno de Franco es el de la imposibilidad de dormir, la falta de su consuelo y descanso por un insomnio eterno:

 

            No mereces dormir
            aunque sea clavados de alfileres los ojos: debes estar
            despierto, general, despierto eternamente

 

Esa misma línea psicológica que se considera la de Franco, y que es la única que puede torturarle por los remordimientos, es la base asimismo del retrato descendente, putrefacto, del general:

 

            Aquí estás. Triste párpado, estiércol
            de siniestras gallinas de sepulcro, pesado esputo, cifra
            de traición que la sangre no borra. Quién, quién eres,
            oh miserable hoja de sal, oh perro de la tierra,
            oh mal nacida palidez de sombra.

 

Contiene el poema muchos recursos literarios y conceptuales más que merecen ser estudiados con detenimiento, entre ellos los símbolos con que Neruda estipula las condiciones del infierno para Franco, símbolos que alguna vez fueron pesadillescos para el poeta, otros que lo serán para alguien tan distinto a él, por ejemplo, los contenidos en «hoja de sal, oh perro de la tierra». Salvo perro, los otros tres, hoja, sal y tierra han sido enormemente productivos para Neruda y en general positivos como elementos terrestres o ámbitos de su indagación. La hoja y la tierra siempre fueron queridas por el poeta, y en cuanto a la sal, normalmente ha ejemplarizado la esencia de la vida, si bien es verdad que otras lo corrosivo de ella, o ambas cosas a la vez. En este caso, se vuelven elementos constitutivos de lo peor de Franco. El caso de perro, frecuentemente negativo, incluso en el imaginario común de entonces, es más complejo, pues puede estar relacionado con la expresión española «estar salado como los perros» y conectarse tanto a sal como a tierra en un significado unitario intensificador.

Otros son, por ejemplo, algunos habidos en el infierno particular pasado por Neruda, ya mencionado. Así, el «fuego absoluto de las cosas» y «la feroz espuma», símbolos a veces de vida, en el primer caso, y de alma, lo ligero y volátil del agua, además de estar vetados por esa misma causa en el infierno de Franco, nos hablan de la importancia que ya tenían entonces los objetos para Neruda, e incluso que ya en ese tiempo los veía como empapados de la vida de los hombres que los usaron y desgastaron, algo que desarrollará, muy por extenso en sus libros del ciclo de las Odas.

En conclusión, podemos afirmar que Neruda se ha pasado la vida y la obra hablando de lo que aparentemente empieza y lo que aparentemente acaba, así como de lo que, sin duda alguna, dura, de la duración en sí, al menos mientras esa duración es observable y rastreable hacia atrás por un observador, por un observador especialmente dotado como Neruda, partiendo de que, a fin de cuentas, toda duración es relativa: incluso la de la roca o el metal más resistente a la erosión, la oxidación o el desgaste. Ello ha incluido, con frecuencia inferior comparativamente, el comienzo y el fin de los demás hombres y el antes y el después de ese lapso de acontecimientos que comúnmente llamamos una vida humana. Un intento por revertir esa desaparición inevitable y lamentable de amigos y enemigos es situarlos perpetuamente en sus poemas, a los primeros para que los recordemos con amor, a los segundos para que no olvidemos sus bajezas morales y acaso, para que imitemos a unos y no a otros.

 

 

 

CONSTRUCCIÓN DE LA SUBJETIVIDAD

A PROPÓSITO DE FATAL DE CAROLINA UNREIN

Valeria Badano ©

Fatal, una crónica trans (2019) es el segundo libro de carácter autobiográfico de la joven escritora argentina Carolina Unrein. Este libro se nutre de acontecimientos autobiográficos, pero también puede ser leído como una novela donde lúdicamente el yo narrativo, los sujetos y sus voces, los espacios, los hechos y las circunstancias enunciadas plantean la pluralidad subjetiva y verbal.


Carolina Unrein
La primera parte del título: “Fatal”, plantea, desde la primera aproximación léxica, la presencia del “hado”, del destino determinado en la construcción del sujeto, de manera que los comportamientos personales resultan atados a una condición predeterminada.

Una vez sumergidos en la novela, el texto no solo cuenta el derrotero de esa joven trans en el proceso que la lleva al nacimiento físico y nominal de Caro sino que se sumerge en el camino de su propio nacimiento, nacimiento propio en tanto que es por ella misma gesta(iona)do y parida.

El libro se estructura explícitamente en capítulos signados por el tiempo: días, meses, años, antes, después, durante son los signos que anclan la voz en primera de la narradora de este diario. De este modo parece instalarse la idea de que la subjetividad, la locuacidad de ese yo crecen en el tiempo. La voz de Carolina es un ser en el tiempo, ubicada en él. Ese yo que se construye físicamente en tanto corporidad se inscribe en la posibilidad de trascendencia en tanto que es un ser en el tiempo. Esto coincide con la segunda parte del título donde se precisa que se trata de una crónica y que, por lo tanto, los índices temporales lo organizan. De esta manera, Carolina Unrein determina las maneras en que su voz se va a plantear y, así, decirse: la narración es de un yo situado en esos tiempos en los que ese yo va siendo: un sujeto hecho de números, de días, de años.

 

 

 

Nuevos colaboradores

 

JOSÉ LUIS DÍAZ CABALLERO

(Madrid, España, 1979) es escritor y abogado. Desde hace más de veinte años, compagina con pasión ambas vocaciones. En 1997 fue galardonado con el premio Los nuevos de Alfaguara, por su relato La agonía lánguida del Santo Patrón. En 2010 se alzó con el primer premio de artículos monográficos, convocado por el Ilustre Colegio de Abogados de Madrid. Tras cursar diversos estudios de literatura y escritura creativa, debutó en la novela con El rugido de las sombras, finalista en 2015 del Premio Onuba y del Premio Caligrama en 2017. Con su segunda novela, Sudor y lluvia tras el fin del mundo (Maclein y Parker, 2018), obtiene el segundo premio Fray Luis de León de narrativa (2018). En 2022 publica la presente Cien cruces arrastradas (Velasco), posiblemente su obra más ambiciosa. A pesar de los años, persiste en él una gran obsesión: traducir el mundo en uno de sus muchos cuadernos.

jlmik@me.com

 

 

 

MOISÉS CÁRDENAS CHACÓN

Actualmente radicado en Córdoba (Argentina), Moisés Roberto Cárdenas Chacón nació en San Cristóbal (Estado Táchira), Venezuela, el 27 de julio de 1981. Poeta, narrador, profesor y licenciado en educación - mención castellano y literatura. Egresado de la ULA-Táchira. Ha publicado en antologías de Venezuela, Argentina, España, Italia y Estados Unidos.

Entre sus obras encontramos: Relatos de cualquier tipo (narrativa, Editorial Solaris de Uruguay, 2022); En el jardín de tu cuerpo (poemario, Sultana del Lago Editores, Venezuela, 2021); Los ojos de un exilio (novela de género testimonial, Editorial Avant, Barcelona, España, 2020); Obra poética y narrativa (publicación digital, Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, volumen 208, BAT. San Cristóbal, Táchira, Venezuela, 2018); Mis primeros poemas (poemario infantil, Ediciones Ecoval, Córdoba, Argentina, año 2015); Poemas a la Intemperie (poemario, Editorial Symbólicus, Córdoba, Argentina, 2013); Duerme Sulam (poemario, Editorial Cecilio Acosta, Museo de Barinas, Venezuela, 2007); El silencio en su propio olvido (poemario, Ministerio de Educación – IPASME, Caracas, Venezuela, 2008).

Ha colaborado con artículos literarios en la revista Digital Incomunidade, Oporto-Portugal. En el Diario Digital Identidad Latina Multimedia de Hartford, Estados Unidos, y desde este número con Realidades y Ficciones – Revista Literaria, de Buenos Aires, Argentina.

viajesideral2@yahoo.com.ar

 

 

 

MANUEL BARBUDO

Rafael Manuel Barbudo González es madrileño, canario de adopción y crianza, y reside en Tenerife, Islas Canarias, España. Ha sido editor en Grupo libres de varias de sus editoriales y director de la librería virtual Ociohispano, en Madrid. Licenciado en filología hispánica, actualmente doctorando en literatura hispanoamericana por la Universidad de La Laguna con una tesis sobre el poeta Pablo Neruda. Es también poeta, cuentista y novelista. Como poeta ha publicado el poemario Tiempo caído (2018), en Ediciones Ondina, Madrid, que recibió un generoso comentario por parte de Francisco J. Castañón, director de la revista Entreletras, y poemas en la antología colectiva Voces para el futuro (2021), Ediciones Ondina. Como narrador ha escrito varias novelas y participado en el libro colectivo Relatos del Prado (2020), Ediciones Ondina.

alu0101538068@ull.edu.es

 

 

 

VALERIA BADANO

Profesora universitaria en letras (Universidad de Morón - UM), Licenciada en letras con orientación en lingüística (UM), especialista en estudios de las mujeres y el género (Universidad Nacional de Luján). Profesora de nivel medio en el Instituto J.M. Estrada de Capilla del Señor. Narradora, ensayista, dramaturga y docente universitaria.

Miembro de número y secretaria de la Academia Argentina de Literatura Infantil y Juvenil. Miembro del consejo editorial de la revista “Miradas y voces de la LIJ”, órgano de la AALIJ. Miembro del consejo editorial de la revista literaria Alba de América del Instituto Literario y Cultural Hispánico, California, Estados Unidos. Miembro Honorario del IFLAC (Foro Internacional de Literatura y Cultura por la Paz). Coordinadora-docente de la Cátedra Popular de Historia de las Mujeres en Luján.

Premio Anual Mujeres Innovadoras 2010, en el rubro Letras, Senado de la provincia de Buenos Aires.

Publicaciones de estudio: Madres, Madrazas, Matronas. De las representaciones familiares (sociales) y las figuraciones femeninas (textuales) en producciones de escritoras argentinas de los siglos XX y XXI (Gayheart ediciones, 2023); De cómo me hice escritora y feminista… (Ser Seres, 2019); Escribir para chicos… (Nueva Generación, 2011); Las otras miradas… (Nueva Generación, 2009); La voz abismada… Nueva Generación, 2007).

Publicaciones de ficción: Bendecidas (o las bien dichas) (Editorial Nueva Generación, 2022), El cuaderno azul y otras páginas (Como pez en el cielo, 2019), El cuaderno azul (Ser Seres, 2018), La sororidad es un cadáver exquisito (con Catalina Zuloaga, Ser seres, 2019), Mi mamá me mima (Ser Seres, 2019), Yo no quiero el paraíso y otras páginas (Como pez en el cielo, 2015), Indisciplinadas, todas (Turmalina, 2012).

Publicaciones de ficción para niños: ¿Cómo ser un verdadero fantasma? (publicación digital. Amazon), Microficciones La veleta (Un mundo de papel, CIILU-UNT, 2014), Aunque parezcan mentiras (GEA, 2010), Lo que ellos no saben y Cuentos increíbles (GEA, 2007), Decires de la palabra perdida. Trilogía en un acto (Macedonia, 2008).

Participante como investigadora-expositora en más de setenta congresos y simposios nacionales e internacionales.

valeriabadano@gmail.com




REALIDADES Y FICCIONES
—Revista Literaria—
Nº 56 – Diciembre de 2023 – Año XIV
ISSN 2250-4281 – Edición trimestral
EX-2023-122906980-APN-DNDA#MJ del 17/10/2023, incorporado a RL-2018-52429319-APN-DNDA#MJ, Dirección Nacional del Derecho de Autor / República Argentina.

Propietario y director: Héctor Zabala
Av. Del Libertador 6039 (C1428ARD)
Ciudad de Buenos Aires, Argentina
zab_he@hotmail.com
http://hector-zabala.blogspot.com/
Currículo en revista Realidades y Ficciones Nº 40:
https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2019/12/realidades-y-ficciones-revista.html
 

Colaboradores

Corrección general:
Noelia Natalia Barchuk Löwer
Resistencia (Chaco), Argentina
alfana79@hotmail.com
http://noelia-barchuk-literatura.blogspot.com.ar/
Currículo en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 88:
https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2020/12/suplemento-derealidades-y-ficciones-n.html



Ilustración de carátula y emblema:
Mónica Villarreal
Scottsdale (Arizona), Estados Unidos
Monterrey (Nuevo León), México
monvillarreal@hotmail.com
@mon_villarreal
https://www.facebook.com/monvillarreal22
Currículo en revista Realidades y Ficciones Nº 17:
http://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com.ar/2014/06/
 


COLABORARON EN ESTE NÚMERO:

 Noelia Natalia Barchuk, Resistencia (Chaco), Argentina

• Valeria Badano, Luján (Provincia de Buenos Aires), Argentina
Currículo en Realidades y Ficciones – Revista Literaria Nº 56:

• Manuel Barbudo, Madrid – Tenerife, Canarias, España
Currículo en Realidades y Ficciones – Revista Literaria Nº 56:
https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2023/12/realidades-y-ficciones-revista.html
alu0101538068@ull.edu.es

• Luis Benítez, Ciudad de Buenos Aires, Argentina
Currículo en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 64: https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com.ar/2015/03/suplemento-64-realidades-y-ficciones-en.html
lb20032003@gmail.com

• Moisés Roberto Cárdenas Chacón, San Cristóbal (Táchira), Venezuela – Córdoba (Cba.), Argentina
Currículo en Realidades y Ficciones – Revista Literaria Nº 56:
https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2023/12/realidades-y-ficciones-revista.html
viajesideral2@yahoo.com.ar

• José Luis Díaz Caballero, Madrid, España
Currículo en Realidades y Ficciones – Revista Literaria Nº 56:

• Adán Echeverría, Mérida (Yucatán), México
Currículo en Realidades y Ficciones – Revista Literaria Nº 26:
http://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2016/09/realidades-y-ficciones-revista.html
adanizante@yahoo.com.mx

• Anna Rossell, Barcelona (Cataluña), España
Currículo en Realidades y Ficciones – Revista Literaria Nº 11:
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• Mónica Villarreal, Scottsdale (Arizona), Estados Unidos – Monterrey (Nuevo León), México

• Héctor Zabala, Ciudad de Buenos Aires, Argentina

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“Realidades y Ficciones”
Mónica Villarreal (2014)
acrílico y óleo sobre
papel-lienzo, 30 cm x 30 cm