lunes, 20 de septiembre de 2021

REALIDADES Y FICCIONES
—Revista Literaria—
Nº 47 – Septiembre de 2021 – Año XII
ISSN 2250-4281 – Edición trimestral


Inscripción gratuita como LECTOR
si escribe a zab_he@hotmail.com
indicando nombre y apellido, ciudad y país
(se le avisará cada nuevo número trimestral).

“Eros...”
Mónica Villarreal (2020)
(Acrílico sobre tela, 16" x20")
Serie Mariposas
 


Sumario
• “Amor escondido” de Carmen Pérez Ballesteros. (Victorino Polo García)
• “Las sirvientas del domingo”: el irónico humanismo de Elías Scherbacovsky. (Luis Benítez)
• Los sonidos de la Historia. “Desierto sonoro” de Valeria Luiselli. (Anna Rossell)
• El laconismo necesario. “Luz de juventud” de Ralf Rothmann. (Anna Rossell)
• La novela “El examen” de Julio Cortázar. (Alberto Julián Pérez)
• Borges supremacista. (Leo Castillo)
• Mundo educativo y los modelos híbridos de la enseñanza que está por venir. (Gen-Möra)
• “Sirena de río” de Ana María Shua. Biografía de la autora. Análisis del cuento. (Héctor Zabala)
• Nuevos colaboradores de Realidades y Ficciones:
    Victorino Polo García, Murcia, España
    Gema Moraleja Paz (Gen-Möra), Puerto Rosario, Canarias, España

 

 

“AMOR ESCONDIDO" DE CARMEN PÉREZ BALLESTEROS

Victorino Polo ©


 

Es un hermoso libro de poesía, escrito desde el corazón, pero bien organizado y dirigido por un pensamiento firme y una sensibilidad bien temperada. La autora se mueve en el campo de la concepción y de la técnica con toda soltura. Sabe lo que desea escribir y lo hace muy bien, de modo consecuente, como decía García Márquez que debía ser toda escritura que mereciera la pena.

        El gran tema, naturalmente, es el amor. Basta leer el título para saber a qué atenernos. Pero claro, el amor es poliédrico y multifacial, lo abarca todo desde la cuna a la sepultura. Como bien sabemos, es el tema y la vivencia que mayor profundidad y extensión tiene en el mundo. Si no existiera el amor, la vida no tendría sentido, esto lo percibe muy bien la autora, y lo transmite a los lectores con gran maestría y delicadeza, eligiendo las palabras adecuadas, que no permiten dudas o titubeos.

No suelo hacerlo, pero en este caso citaré un poema central, "El amor lo es todo". No está colocado al principio del libro, pero es el origen caminando hacia el final, para encerrarlo, para envolverlo en un halo preciso de comprensión proyectiva, como decía San Pablo al afirmar que el amor es de suyo expansivo.

Con gran tino, la autora ha elegido el poema bastante breve y el verso libre perfectamente manejado, repercutiendo lo que decía el gran poeta: "verso libre, verso libre, líbrate del verso cuando te esclavice". Aquí no hay esclavitud a la forma ni a las estrictas normas tradicionales de la versificación. Hay libertad de idea y libertad de sentimientos, que van fluyendo de manera natural y ordenada desde el primero hasta el último poema.

Y como el amor lo informa todo, la autora tenía un grave problema inicial de elección, resuelto perfectamente. Amor humano, amor divino, amor a la naturaleza, amor a todo. Amor sentido y pensado y dolorido y feliz, es decir, todas las formas posibles que el amor propicia, con sabia mezcla de dolor y gozo para que resulte creíble, admirable y finalmente aceptado.

Por otra parte, el libro resulta peculiar en cierto sentido, pues que incorpora tres poemas de otros tantos escritores a los que admira y con cuya amistad cuenta. Encontrarme entre ellos, me congratula y sorprende con todo agrado. Lo cito a propósito de sus palabras: "En estas tres poesías tengo a mis tres maestros de la poesía".

Por lo que a mí se refiere, me parece oportuno indicar que mi ayuda técnica y de exégesis del fenómeno poético la ha asimilado perfectamente la autora, como bien demuestra en todos y cada uno de los poemas que componen el libro. Porque esta es otra de las notables virtudes que definen el volumen, la destreza con que maneja los resortes para convertir unas palabras en un emocionante poema de amor.

Ha sido para mí una emotiva experiencia leer con detenimiento y atención, tal como sus textos propician y esperan de un lector avisado y proclive. En consecuencia, lo recomiendo como uno de los muy buenos de versos que cualquier lector asimilará con pasión y agradecimiento. Me satisface afirmarlo así.

 

He aquí dos poemas del libro Amor escondido, seleccionados por la autora:

 

MI SENSACIÓN

Carmen Pérez Ballesteros ©

 

Cuando todo está en silencio

Y mis pensamientos se pierden

en la noche,

una brisa envolvente

sale para saludar.

 

Sonrío contento,

por tan grato despertar,

aunque soñando todavía

me quedaría un poquito

más.

 

Es sensacional, sentirme así

y comprender tus sueños

cómo creador, de tu

despertar.

 

Nos movemos despacio

y no nos podemos encontrar

pero el alma habla

y tú callado estás.

Soñamos juntos

y nos amamos en distancia

deseosos de vernos

en un tiempo remoto.

 

El antes o el después

no existe,

tan solo es el hoy

donde sacamos, nuestro querer,

amándonos los dos.

 

 

PREGÚNTAME CORAZÓN

Carmen Pérez Ballesteros ©

 

En algún lugar del mundo

hay un pensamiento dormido,

su timidez no le permite

afrontar cualquier desosiego.

 

Le dije, que ya, algún tiempo

que el llorar no es necesario

para encontrar tu silencio,

hablándome con prudencia.

 

Corazón de noches eternas,

cariño de toda la vida

pregunta por esa boquita

que pena te fatiga.

 

Te diré en mañanas hermosas

que deseo ver tu sonrisa,

y apoyarme en tu hombro

sin temor a la intriga.

 

No dudes de mi amor

pregunta y confía

que para eso te elegí

en esta noche fría.

 

 

CARMEN PÉREZ BALLESTEROS


María del Carmen Pérez Ballesteros nació el 31 de diciembre de 1965 en Murcia, España. Comenzó su periplo como escritora a la edad de 9 años; ya por entonces escribía historias juveniles y poesías. Con sus 16 años le fueron editados poemas en Comunicación Literaria de Autores (CLA) en Bilbao, pero no fue hasta el año 1983 cuando comenzó a publicar. En 1984, por ejemplo, le editaron diversos poemas en los cuadernos “Ánfora”. Obtuvo también unos de los primeros puestos del concurso “Vizcaya” de Universidades Hispanoamericanas.

Tiempo después publicó su poemario Oda al mar en el apartado "La Rosa de Papel" de la editorial Murcia Libro.

Es miembro de la Unión Nacional de Escritores de España (UNEE). En esta asociación comenzó su proyecto sobre los Valores Humanos donde poesías sencillas han sido el placer de los que las han leído, pues ella desea que los valores humanos no se pierdan.

Ha recitado en numerosos eventos, en los que sus poemas han sido escuchados, deleitando a los oyentes con su voz dulce. Uno de los lugares donde más ha recitado fue el Foro Poético del Casino de Murcia. También en el Corte Inglés, además de presentar allí sus libros. En Murcia da clases de lectura en el Centro Social de Mayores La Paz y estudió en la Universidad La Merced, obteniendo su diploma de Lectura y Escritura e Historia Hispanoamericana.

Escribió los siguientes libros sobre valores humanos: Humildad, Esperanza, Amor Escondido. Tuvo ocasión de promocionar sus libros por la costa junto a Taller de Prensa, que llevaba todos los libros de los escritores murcianos. Le han presentado sus libros personas como Juan Tomás Frutos, cuando era director de RTVE.

Actualmente sigue en ocasiones escribiendo poesías para la revista Letras de Parnaso, del escritor Juan Antonio Pellicer. Hoy continúa enviado poesías y creando historias juveniles pero sin presentaciones por el momento.

 

 

 

LAS SIRVIENTAS DEL DOMINGO: EL IRÓNICO HUMANISMO DE ELÍAS SCHERBACOVSKY

Luis Benítez ©

Que para los buenos escritores no existen temas menores es algo bien sabido y en ocasiones hasta damos con sus mejores ejemplos. Un episodio como el asesinato de una anciana usurera a manos de un mísero estudiante, que acosado por un inspector de policía termina confesando su culpa, es hoy —en medio de tantos horrores como describe la prensa— apenas digno de quince líneas en las últimas páginas de un medio amarillista. Pero lo toma como excusa para la mejor prosa alguien como Fiódor Mijáilovich Dostoyevski y nos deja Crimen y castigo.
S.Scherbacovsky

Ese acierto vuelve a confirmarse en el caso de Las sirvientas del domingo, nueva entrega de Elías Samuel Scherbacovsky (La Plata, Argentina, 1936), quien ya anteriormente demostró sus capacidades narrativas en novelas como La Monalisa de Jerusalén, El padre de los monos, Los resentidos de la Patagonia —más los relatos reunidos en Obituarios escogidos—, Galia y el limpiador de edificios y Soleá: Un gitano en el kibutz.

Las sirvientas del domingo es un volumen de cuentos lanzado por Ediciones Simurg (www.edicionessimurg.com.ar), de Argentina, hace pocos meses (ISBN 978-987-554-229-7, 128 pp, Buenos Aires, 2021) que reúne en sus páginas cinco relatos titulados por Scherbacovsky: “Gastón Lerchundi entre la vida y la perfección”, “Bacigalupo me visita en Jerusalén”, “Las sirvientas del domingo”, “Méndele Saratogo y la fidelidad” y “El testimonio de Olinda”.

Con pareja calidad, este quinteto de historias se ocupa de existencias dominadas por la sordidez que empaña lo cotidiano, donde la infelicidad, los añejos desengaños, la ambición sin fundamento ni puerto posible, el desmadre emocional y el vacío interior que retrata el autor con fidelidad fotográfica —un preciso blanco y negro que no necesita de añadidas coloraturas— no le impiden a este sugerir qué dignos de ternura y compasión resultan ser sus personajes, a los que reviste de una carnadura que nos resulta preocupantemente familiar.

 

Scherbacovsky bien conoce los entresijos y las esquinas que ofrece la condición humana, sus contradicciones y límites, pero solo con ese saber no se edifica una obra literaria de los calibres que demuestran sus relatos. Es necesario poseer su maestría para los juegos de indicios, las pistas que el autor sabe cómo brindar con la mera descripción de un tic, la pausa de un silencio, un premeditado equívoco, la falta de término de una frase, la pintura más acabada de los caracteres que ha ficcionalizado para volverlos más reales todavía que muchas personas a las que suponemos conocer y que tratamos en la vida diaria sin prestarles mayor atención. Sujetos que guardan, como Gastón Lerchundi, tal como Atilio Bacigalupo, Enrique Carrera Gutiérrez, Méndele Saratogo o el inefable y kafkiano señor R. y la enternecedora Olinda —dúo inolvidable del muy logrado cuento que cierra el volumen—, una relación directa con esa realidad que, gracias al arte de escritores como quien nos ocupa, se transforma en representación de sus ficciones.

Estamos refiriéndonos a un autor que domina como pocos la habilidad de resumir en una frase, un párrafo corto, la vacilación que teclea en falso dentro de una respuesta, un conjunto de visiones y perspectivas que en otros textos necesitan de páginas enteras para conducirnos a un sitio similar. Y Scherbacovsky lo logra, además, sin apelar a enrarecimientos de la escritura, citas ripiosas, falsos atajos que demoran y entorpecen el acceso al potente núcleo de sentidos que logra desnudar ante nosotros. Su discurso narrativo tiene una fluidez acuática, tan natural que nos lleva con ella a donde nos quiere conducir sin tropiezos ni desvíos; una sencillez expresiva que el lector avezado inmediatamente reconoce como resultado de un complejo trabajo narrativo que simula ser casual, como al desgaire, para así acrecentar todavía más su vigorosa irrupción —y permanencia— en la sensibilidad de quien lee.

Y la ironía, otro elemento fundamental en el arsenal literario de que dispone el escritor que anima estas ficciones, está dirigida invariablemente a poner de relieve esas bajezas, miserias, debilidades y efímeras grandezas que nos constituyen y nos dan entidad diferenciada, por lo que Scherbacovsky la utiliza para mejor pintar qué es lo humano y apiadarse de ello, apiadarse siempre, aunque sonría amargamente cada vez que ella surge bajo el pulso de sus dedos.

Sin duda se trata de un texto de relevancia visible y palpable, cuyo único defecto estriba en su brevedad: uno de esos que hace lamentar al lector que acabe y no continúe más allá de su última página.

 

 

 

LOS SONIDOS DE LA HISTORIA

Anna Rossell ©

 

 Valeria Luiselli
Desierto sonoro
Traducción de Daniel Saldaña París y Valeria Luiselli
Ed. Sextopiso, Barcelona, 2019, 459 pp.


Valeria Luiselli

Atractiva y original esta novela de Valeria Luiselli (Ciudad de México, 1983), que plantea un tema de la más acuciante actualidad: la de los niños que emigran solos huyendo de la desesperanza, los niños perdidos. Y, si bien el escenario nos sitúa en el Sur de los Estados Unidos y hace referencia a los niños mexicanos, las peripecias que se nos describen adquieren significación universal y tienden un hilo de conexión con otra persecución y exterminio histórico: la de los indios aborígenes estadounidenses.

Pero, aunque este sea el motivo que conduce la materia narrativa, el libro tiene la prerrogativa de sumergirlo en unas circunstancias que amplían considerablemente la panorámica a otros campos de interés: los nexos de pareja, la relación entre padres e hijos, la imaginación infantil y, algo muy novedoso por poco tratado, la importancia del universo sonoro que nos rodea y que tiene la capacidad de contar historias y, sobre todo, la Historia.

 

Dividida en dos partes diferenciadas por ópticas distintas —en la primera, la de la madre; en la segunda, se alternan la de la madre y la del hijo mayor dirigiéndose a su hermana—, asistimos en primera persona al viaje de trabajo que emprende en sus vacaciones de verano una pareja con dos niños de cinco y diez años, desde Nueva York hasta la esquina sureste de Arizona (un valor añadido, el viaje). La pareja, que se conoció en un proyecto de grabación del paisaje sonoro de la ciudad, ha decidido separarse cuando el periplo concluya; cada uno con un propósito de documentación sonora diferente: ella, los niños perdidos (en 6 o 7 meses, más de 80.000 niños indocumentados provenientes de México y del Triángulo del Norte de Centroamérica habían sido detenidos en la frontera Sur de Estados Unidos); él, la historia de los Apaches en Chiricaua (Arizona), el corazón de la Apachería, donde vivieron los últimos apaches libres.

El relato del trayecto ofrece al lector una ventana abierta al paisaje y a las vivencias de la pareja con los personajes del camino, así como la posibilidad de acompañar a los protagonistas en su viaje y a la madre y al niño en sus reflexiones, e instalarse en el vehículo familiar como un pasajero más: las conversaciones entre padres e hijos, casi siempre relacionadas con su trabajo, las preguntas infantiles que suscitan las explicaciones de los padres o los audiolibros que comparten los cuatro en las largas horas de recorrido.

Numerosas son las alusiones a la literatura (Cormac McCarthy, Juan Rulfo, Ralph Ellison, Carson McCullers, Jack Kerouac, Susan Sontag, R. Murray Schafer, William Golding, Nathalie Léger, Marguerite Duras, Ezra Pound, Roberto Bolaño, Joseph Conrad, Charles Baudelaire, Vladimir Nabokov…), a la música, incluidas distintas versiones (Philip Glass, Odetta, Rolling Stones, The Clash, The Highwaymen, Jordi Savall…) y a los trabajos fotográficos de Emmet Gowin.

Si bien se trata de una traducción —el original es inglés— la autora es a su vez cotraductora a un español mexicano estándar, que, lejos de interferir la lectura a un lector español, tiene la ventaja de ubicarlo estrictamente en el lugar de los hechos.

Los últimos capítulos constituyen la condensación destilada del aprendizaje de los niños con un significativo toque de realismo mágico.

El libro, fiel a su espíritu documental, se cierra con la colección de fotos que ha hecho el niño sobre el viaje y, ya fuera de novela, con una relación de notas sobre las fuentes citadas y sobre los créditos de las imágenes.

De la misma autora Sexto Piso ha publicado Los ingrávidos, La historia de mis dientes y Los niños perdidos: un ensayo en cuarenta preguntas.

 

Nota. Desierto sonoro ha ganado recientemente (mayo 2021) el Dublin Literary Award.

 

 

 

EL LACONISMO NECESARIO

Anna Rossell ©

 

Ralf Rothmann,
Luz de juventud
Traducción de Marina Bornas,
Libros del Asteroide, Barcelona, 2018, 230 pp.

 

Ralf Rothmann


Cuando a una pluma de calidad se le suma una extraordinaria y sensible capacidad para la observación, la escritura ya no solo es excelsa sino, además, auténtica. Estas son dos cualidades que reúne la narrativa de Rothmann, que se caracteriza por rasgos a mi entender definitorios de la mejor literatura: el profundo conocimiento de sus personajes y el preciso laconismo para transmitir lo que estos personajes son en lo más recóndito, sin descripción pormenorizada. La virtud más preciada de la prosa de Rothmann es la abominación de lo superfluo. El autor alemán es un verdadero maestro en dar a entender estados de ánimo, situaciones, incluso historias enteras, de modo indirecto y con escasísimas palabras, a partir de un gesto, un pequeño detalle en el modo de vestir o en el movimiento de una mano. Ralf Rothmann (Schleswig, 1953) sabe depurar su prosa hasta dejarla en lo estricto, necesario y esencial, ofreciéndola al buen lector capaz de leer las palabras para trascenderlas. Es el autor de la insinuación significativa, y ello hace de su literatura una delicia.

 

Luz de juventud, publicada en Alemania por Suhrkamp bajo el titulo de Junges Licht en 2004 y ahora en España, tiene por protagonista a un adolescente de doce años, Julian, hijo de una familia minera de la Cuenca del Ruhr. La historia se ubica temporalmente en los años sesenta, momento en que la industria del carbón del Ruhr se había sumido en la crisis que acabaría con el cierre de las minas. Sin embargo, Rothmann no cuenta esta crisis; de hecho parece que no cuenta nada; su narración fluye del modo más natural a partir de la vida cotidiana de la gente humilde, de las familias de los mineros, de la relación entre ellos y de las estrecheces en las que viven. El mérito más destacado es precisamente esta naturalidad con que discurre la historia, en la que el autor evita el recurso al dramatismo. A partir de la secuencia de los cuadros —los capítulos sin numeración en que divide la novela—, en la mina y en la casa familiar o en el barrio, nos adentramos en el ambiente más íntimo del mundo proletario de la minería de aquellos años sin necesidad de recurrir a los Protocolos de Bottrop —Bottroper Protokolle—, de Erika Runge, publicados en Alemania en 1968 y, en segunda edición, en 2008, inéditos en nuestro país; una serie de entrevistas que Runge hizo a muchas de las familias del Ruhr, en los años de la crisis. Porque la historia de Rothmann parece ser la de Julian en la crítica edad en que su adolescencia manifiesta los primeros síntomas del despertar a la sexualidad, una sexualidad que el protagonista no acaba de entender en muchas de sus manifestaciones, una ingenuidad que pone de manifiesto la capacidad de Rothmann para la ternura.

La novela está escrita predominantemente en primera persona, la voz de Julian. Sin embargo un narrador omnisciente se ocupa de dar cuenta de la vida del minero en la mina, con descripción directa y detallada, ahora sí, de cómo transcurre su trabajo. Una y otra voz se van alternando, lo cual evidencia la intención del autor de situarnos en una realidad, solo desde el punto de vista técnico-literario separada de la otra, que condiciona la vida de las personas inmersas en ella de modo determinante. Todo en la prosa de Rothmann va dirigido a la objetividad. Aunque parezca una paradoja, también la narración en primera persona persigue al máximo la intención objetiva. Y la consigue. Loable es el buen trabajo de la traductora Marina Bornas, que no traiciona en ningún momento la naturalidad y espontaneidad de la prosa de Rothmann en un español igualmente natural y fluido, y también está a la altura del lenguaje especializado de la minería.

Del mismo autor se ha publicado en España con buena crítica Morir en primavera, de la mano de Libros del Asteroide.

La novela fue llevada al cine en 2016, bajo dirección de Adolf Winkelmann.

 

 

 

LA NOVELA “EL EXAMEN”: CORTÁZAR

Alberto Julián Pérez ©

Texas Tech University

 


 

 

  

(VIENE DE LA REVISTA ANTERIOR)

 

II

 

Cortázar dividió la narración en ocho capítulos, y la novela, desde el inicio, nos introduce en una situación simbólica, con visos fantásticos. Clara está en la Casa, un centro con varios salones, en cada uno de los cuales hay un lector leyendo una novela en una lengua extranjera. Entra en la sala de inglés y en la de francés. Busca a Juan, su marido, pero este no aparece. Juan, en esos momentos, camina por el centro de Buenos Aires. Lleva en la mano un coliflor, que él considera algo mágico, maravilloso.

El mundo que presenta el autor es idiosincrático, surreal. La situación absurda sorprende al lector. Juan entra en un café donde ve a Abel, que parece estar buscando a alguien. No sabemos a quién.

Juan llega a la Casa y encuentra a Clara, su mujer. Descubrimos que Juan es poeta. Le recita a su esposa uno de sus poemas y le muestra el coliflor. La narración se desplaza de la prosa al verso. Esto se repite a lo largo de la novela, que incluye varios poemas. Cortázar cree que en la narrativa tienen que convivir el lenguaje enunciativo y el poético (Teoría del túnel, 76-81). El mundo representado oscila entre el realismo y lo simbólico. Cortázar trata de desestabilizar la narrativa, e impedir que el lector se asiente en uno o en otro modo o estilo. Quiere que el lector piense, que cuestione la escritura. Es parte de su credo neovanguardista. [3]

Juan y Clara van de una sala a otra. Tienen que prepararse para dar el examen final al día siguiente. ¿Lo pasarán? El narrador mantiene en vilo al lector. En el salón donde se lee en francés encuentran a la otra pareja de personajes centrales: Andrés y su esposa Stella.

Julio Cortázar
 

Andrés es un personaje clave. Es escritor, ensayista, como Cortázar, y está escribiendo un diario. [4] En ese diario medita sobre la escritura. Será quien salve a Clara y a Juan del desastre en el final, y quien se sacrifique por ellos, enfrentándose a Abel, en una situación en que no se sabe cuál de los dos sobrevivirá. Andrés es la conciencia moral en la novela. Su mujer, Stella, es muy distinta a él. Es espontánea, poco culta, vital. El quinto personaje que completa el grupo es el Cronista, a quien encontrarán luego. Es un buen amigo que trabaja en un periódico. A pesar de su profesión y de su sobrenombre, el Cronista no valora demasiado la historia. La considera una especie de fábula. La literatura y el arte le parecen superiores a ella. No está convencido de la importancia de ser testigo de su tiempo.

El grupo decide dejar la Casa e ir a comer todos juntos. Toman un tranvía y atraviesan el centro de la ciudad. Cortázar narra con humor. Los personajes se hacen bromas. Usan el tono ligero y desinhibido del habla coloquial estudiantil. El lenguaje informal, burlón y transgresivo, permite a Cortázar acercarse de una manera más personal e íntima al público joven.

Por momentos la situación cómica puede derivar en la sátira y la parodia, como en el episodio de los barrenderos. Estos suben en medio del viaje para limpiar el tranvía. El narrador describe minuciosamente el movimiento que hacen con sus traseros cuando barren y la reacción de los pasajeros, en una escena burlesca.

Bajan y llegan al restaurante, donde van a encontrar al Cronista. El narrador afirma que el Cronista es un ejemplo del porteño que no se mete en nada. Andrés lo invita a la mesa y le cuenta que Clara y Juan al día siguiente rinden el examen final. El Cronista había visitado Europa hacía poco, y los demás lo respetan. Hablan de los ensayos de Andrés y del diario que este escribe. Mientras comen, discuten el papel del intelectual en la sociedad. El Cronista le niega valor a la intelectualidad argentina. Dice: “Creo que aquí somos pocos, que servimos para poco, y que la inteligencia elige sus zonas y entre ellas no está la Argentina” (El examen, 42). Esta visión pequeño-burguesa, pesimista, prevalece en la novela. Los personajes sienten que viven en un mundo desvalorizado, degradado, y muestran su desencanto. Juan sostiene que los argentinos carecen de “espíritu de sistema” y no saben cómo participar “…individualmente en la aventura humana” (43, 45). A Juan le importa la creación, no la historia, que ve casi como un obstáculo. Y para crear, dice, hay que tener “moral de creación” y “dignidad personal”.

Clara participa en la discusión. Es una intelectual muy lúcida. Mantiene una actitud de seducción constante hacia Andrés y este hacia ella. Clara acusa a Juan y al Cronista de ser «afrancesados puros». Cortázar deja que los personajes polemicen: no hay un solo punto de vista. Un vaso que el mozo deja caer por descuido al suelo interrumpe la conversación y salen del restaurante.

Pasan frente al estadio de boxeo Luna Park y el Correo Central, edificios emblemáticos de la zona del bajo porteño, mientras Juan recita sus poemas. A medida que se acercan a la Cosa Rosada, sede del gobierno, notan que pasa algo raro. Escuchan un altoparlante y ven una multitud que camina hacia la Plaza de Mayo. El Cronista les devela el enigma: van todos a ver el “Hueso”. Habrá una ceremonia. Viene gente del interior también. Deciden ir.

Ven que en la plaza han levantado un santuario, tomando la pirámide patria como uno de los soportes de la improvisada construcción. El Cronista les advierte que serán testigos de un verdadero ritual.

El narrador caracteriza a la multitud: son los “negros” del interior y del Gran Buenos Aires, los temidos “cabecitas negras”. Representan el nuevo poder popular. Se aproximan al santuario donde está el hueso. Los obreros escoltan el sitio. Cortázar narra esta parte mezclando prosa y verso. Los personajes en sus diálogos ridiculizan a los participantes de la ceremonia. La narración es serio-cómica.

Entran en el santuario de arpillera iluminado por reflectores. Abel, desde un costado, los observa. Junto al Hueso ven a una mujer de pelo rubio y vestido blanco, símbolo de Eva Perón, la actriz esposa del presidente Perón, a la que la burguesía teme y detesta. La gente repite “ella es buena” como una letanía. Un falso orador, subido a una mesita, pronuncia un discurso. Gesticula. Repite palabras sin sentido.

Los muchachos critican la “falta de estilo” de la multitud. Solo Stella siente una curiosidad genuina ante el Hueso. Siguen a un perro, que pasa en medio de la gente, y logran salir del lugar. Van a un bar y allí descansan, y comentan lo que vivieron.

Este episodio grotesco, del Hueso y la gente “baja”, tendrá como contrapartida un episodio posterior, protagonizado por la gente “elevada”, fina, en el Teatro Colón, durante un concierto de música clásica. El mundo del Colón es el ámbito de la alta burguesía, que ellos conocen y entienden; es el reverso de ese universo obrero que los atemoriza, y al que consideran “bárbaro”. Estos jóvenes, que rechazan el mundo proletario, no comparten tampoco los valores de la burguesía. Les parece una clase ridícula. El artista pequeño-burgués, lúcido, sensible, prefiere ocupar el margen, donde se siente seguro. La burguesía considera al artista un individuo “difícil”, conflictivo, problemático. La buena sociedad lo excluye. Su único bien es la cultura, que es su banquete, su privilegio.

Salen del bar y van hacia la Plaza Colón, detrás de la casa de gobierno. Consiguen una botella de vino y van a beberla allí. Durante el camino, hablan de lo que vivieron y se ríen de la gente grosera e inculta. Al llegar a la Plaza Colón descubren a Abel, huidizo como siempre, que los observa de la vereda de enfrente y desaparece enseguida, sin tratar de acercarse. Se sientan en un banco y, entre tragos de vino, hablan sobre literatura y escritura. Es un momento determinante en la trama de la novela. Discuten Andrés, el Cronista, Juan y Clara. Stella no participa casi: no es intelectual ni artista. Cortázar pone en boca de sus personajes los temas que a él más le interesan: el problema de la escritura, la formación del escritor, sus escritores preferidos y sus proyectos literarios.

Andrés, alter ego del autor, desconfiaba del color local y había escrito sonetos y cuentos. Sus amigos habían sido severos en sus críticas a su obra, por eso no era más abundante: pensaba mucho cada cosa que escribía. El libro de Cocteau, Opium, tuvo una gran influencia en su vida. Admiraba a Mallarmé, y se volvió exigente y autocrítico como él (94-5). En el comienzo de su carrera, afirma, el escritor debe ser “ecuménico”. Pasada esta etapa puede acercarse a lo local.

Juan, por su parte, confiesa que lo influyeron Novalis y Keats. [5] Le cuenta al Cronista cómo se siente ante las masas y ante la pequeña burguesía y la burguesía: “Te voy a decir una cosa horrible… cada vez que veo un pelo negro lacio, unos ojos alargados, una piel oscura, una tonada provinciana, me da asco. Y cada vez que veo un ejemplo de hortera porteño, me da asco. Y las catitas me dan asco. Y esos empleados inconfundibles, esos productos de ciudad con su jopo y su elegancia de mierda y sus silbidos por la calle, me dan asco…” y concluye “…los que son como nosotros me dan lástima” (97).

Hablan sobre la lengua literaria. Clara argumenta que los escritores argentinos mostraban “miedo a las palabras” (99). Para Andrés “el idioma de los argentinos solo es rico en las formas exclamativas” (100). Cree que hay que “expresarse con fidelidad a su materia poética o plástica”. Cita como ejemplo a Roberto Arlt, que “peleó duro para conseguir y validar una unión del lenguaje con su sentido” (101). Para él “lo nacional” sobrepasa los límites que “el lenguaje culto” quiere imponer. Arlt, dice, “atropelló para el lado de la calle, por donde corre la novela” (102). Su novela es “la novela del hombre de la calle”. La lengua debe representar con verosimilitud al personaje, alejándose del lenguaje literario artificioso, culto, como el que habían usado los modernistas en su prosa.

Terminada la discusión se van a sus casas en taxi. Andrés, Stella y el Cronista toman un auto; Juan y Clara otro. Ya amanece. Andrés y el Cronista rematan la noche hablando de poesía mientras el taxi avanza en su recorrido. Andrés dice que para él el poeta es el hombre para quien “el dolor no es una realidad” y, cuando lo padece, siente que se “metamorfosea” (112). Mientras el poeta sufre, argumenta, se ve a sí mismo sufrir, como si fuera otro.

Clara y Juan, por su parte, observan, al llegar a su casa, que se ha hundido el piso de la entrada. El proceso de deterioro y destrucción avanza en torno de ellos. La ciudad cambia rápidamente. Esa noche, Clara sueña con Andrés y Andrés con Clara.

 

Concluida la aventura de la Plaza Colón, la novela evoluciona hacia su demorada conclusión. Tal como pasará en Los premios diez años después, cuando el barco no llega a ningún lado, en El examen el objetivo que motivaba la acción fracasa: los personajes no pueden tomar el examen.

Cortázar plantea las próximas escenas con riqueza dramática: crea una gran comedia burlesca. Al día siguiente, Juan y Clara visitan la casa del papá de esta para almorzar y luego asistir a un concierto de la tarde en el Teatro Colón. El narrador introduce al hermano de Clara, el Bebe, un joven a la moda de fines de los años ‘40, que admira a la orquesta de tango de Pichuco, y al padre de Clara, que acompañará a su hija y su yerno al concierto, donde podrá codearse con la gran burguesía de Buenos Aires. El narrador ridiculiza el comportamiento del público snob que asiste. Describe también a algunos personajes representativos de la oligarquía culta, como Pincho López Morales, y su hermano Wally, que han viajado por Europa, conocen el arte vanguardista francés, y la obra de Artaud y de Schumann (148). Cortázar, sabemos, era melómano, y muestra a los lectores su conocimiento y su pasión por la música. Mezcla lo serio y lo cómico: la escena termina con una sensacional riña en el baño del Teatro Colón, durante el intervalo. Los hombres se pelean por un peine que, atado a una cadenita, pretenden usar todos al mismo tiempo. La riña concluye cuando los acomodadores del teatro llaman a la policía y los participantes, incluido el padre de Clara, que también repartió trompadas, terminan detenidos en la comisaría.

Andrés, por su parte, vive una experiencia traumática. Entra a la librería El Ateneo, en calle Florida. Observa que la humedad y los hongos están corrompiendo el papel de los libros. Recuerda a algunos de los autores de las obras que comprara allí en el pasado: Esquilo, Sófocles, Teócrito, O´Neill, Molinari, Freud, Girardoux, García Lorca… Reconoce a un vendedor amigo suyo: Arturo Planes. Los altoparlantes de la calle van informando lo que sucede. Sube al primer piso. Ve en una oficina a varios empleados que están tratando de reanimar a un hombre desvanecido. No lo logran: está muerto. Andrés se siente mal. Lo había visto antes en un curso de Martínez Estrada y en unas clases de Borges (ambos eran escritores antiperonistas).

Andrés medita largamente sobre la muerte. No le reconoce su poder. “Estoy vivo, soy porque estoy vivo —dice—…si al morir no soy yo… el que se muere es otro” (193). En ese momento reconoce en la librería a Abel, su doble, que lo persigue. Sale a la calle Florida y va hacia Corrientes. En la calle reina la confusión. Cortázar compara ese caos con el mundo del circo, una de sus figuras favoritas, que reaparecerá en Rayuela (196). Andrés entra en un café casi vacío donde encuentra a Stella. Salen del café y van a la Universidad. Se reúnen con Juan y Clara, que tienen su examen final. En el salón los estudiantes esperan en vano. Comprenden que no habrá examen. Los bedeles les van a entregar los diplomas sin que rindan. Clara les cuenta que recibió una carta de Abel, que se acerca más y más a ellos. No esperan por los diplomas y salen de la Universidad. La novela se aproxima a su final.

La niebla inunda la ciudad amenazada. Van los cuatro a un bar. La gente, a su alrededor, corre desesperada. Traen a un muchacho herido, que pronto expira. Andrés convence a Juan de que se lleve a Clara de Buenos Aires. Él y Stella van a quedarse. Un hombre del bar, Calimano, tiene un bote, y se ofrece a sacarlos de allí. El río está cerca. Andrés deja a Stella en el bar, y los acompaña hacia el Río de la Plata. Atraviesan el bajo y entran al puerto. Andrés los despide. Al regresar sucede lo inevitable: aparece aquél que lo estaba buscando, Abel. Se dicen poco, se insultan. Andrés saca la pistola que guarda en el bolsillo. No sabemos si Abel está armado ni cuál de los dos va a morir. En el mundo que se derrumba no hay lugar para los dos. En la última escena, Stella, en su departamento, espera a Andrés, que no viene y no va a llegar. Se va a dormir. A la mañana siguiente sale el sol. El equilibrio se ha restablecido. El mundo está salvado. El sacrificio de Andrés ha evitado el caos final.

Muy pocos escritores hablaron de esta época de la historia argentina. Cortázar, a su modo, pudo hacerlo. Los personajes de su novela son escritores desconformes y rebeldes, que no se ajustan a la realidad social de su tiempo. Cortázar era en esos momentos un escritor lleno de dudas, inseguro. Subestimaba a los sectores populares, y criticaba a la burguesía urbana, superficial y consumista, regida por falsos valores, inauténtica.

El Surrealismo y el Existencialismo guiaron su pensamiento. Al llegar al Río de la Plata, estos movimientos no conservaron la combatividad que habían tenido en su lugar de origen. Los artistas locales los adaptaron a sus propios intereses. El arte literario rioplatense mantiene su impronta exclusiva y elitista.

El examen es una novela intelectual alegórica que describe la vida social contemporánea, tal como la percibía la pequeña burguesía culta, de donde provenían los nuevos escritores como Cortázar y Sábato. Cortázar testimonia su confusión, su incomprensión, sus prejuicios de clase, el vacío existencial en que viven. Forma parte de un sector social que tiene una identidad nacional débil, y busca el apoyo y la protección de la alta burguesía, a la que trata de servir, si bien se burla de ella. No sabe cómo acercarse a esa masa proletaria que ha despertado y a la que teme y desprecia, por su falta de educación y de finura. Muestra las tendencias serviles del segmento social que representa. Eran casi todos descendientes de los no tan antiguos emigrantes italianos y españoles, que llegaron masivamente a Argentina hacia fines del siglo XIX y las tres primeras décadas del siglo XX. Esta clase media ocupa una posición social privilegiada en el país joven. Pretende monopolizar el buen gusto y hacerse indispensable para los sectores ricos y propietarios.

El pueblo que presenta Cortázar, las multitudes que marchan por las calles hacia la plaza, pertenecen a un sector social nuevo que está en transición hacia otra cosa. Los personajes cultos de la novela no entienden bien qué pasa y observan todo con pesimismo, temiendo que sea el comienzo de una hecatombe. Las masas que se movilizan por la ciudad son parte de ese proletariado que despertó con el peronismo y buscaba un protagonismo social. La mayoría de los escritores e intelectuales de la pequeña burguesía culta y de la antigua clase patriarcal, entre los que podemos mencionar, además de Cortázar, a Victoria Ocampo, Jorge Luis Borges, Ezequiel Martínez Estrada, José Luis Romero, Ernesto Sábato, entre otros, rechazaban y aun odiaban al peronismo. Lo acusaban de ser un populismo destructivo, tiránico, antidemocrático. Muchos de ellos celebraron en 1955 el golpe militar que derrocó a Perón, y fueron cómplices silenciosos de la persecución y masacre de trabajadores. No denunciaron el bombardeo de la Plaza de Mayo repleta de civiles en 1955, ni las matanzas de José León Suárez en 1956, aceptaron colaborar con la dictadura del General Aramburu y recibieron de él favores y prebendas. Cortázar, que emigró en 1951, no fue testigo de la caída del peronismo.

En Francia, el Cortázar expatriado se transformó en un escritor bohemio, inspirado, que sobrevivió al margen de una sociedad a la que no pertenecía, en un país que para él era más un símbolo idealizado de la sensibilidad del mundo artístico, que una entidad histórico-social concreta.

El examen, en cambio, nos introdujo en el tiempo histórico y político argentino de 1950. Es una visión auténtica de su medio, tal como lo vio Cortázar, epítome del artista elitista de la época, refractado en el prisma de la alegoría, que caracteriza a esta novela como obra de arte.

 

[3] En Hispanoamérica la novela aún no había logrado encontrar su mejor forma para plasmar los principios del arte vanguardista, como sí lo había hecho la poesía, ya desde la década del veinte, con Vallejo y Neruda. Era una deuda pendiente. Allí estaban los grandes autores europeos que habían revolucionado el género: James Joyce, Virginia Woolf, entre otros. Cortázar ambicionaba renovar la novela y, a partir de ese momento, y durante los años venideros, todos sus esfuerzos estarán destinados a escribir esa gran obra vanguardista que vislumbró en Teoría del túnel, donde explicaba el proyecto teórico que lo guiaba y mostraba su plan de trabajo. Lo lograría en 1963, con Rayuela.

[4] El diario no se incluyó en El examen en 1986. Fue publicado por separado en 1995 bajo el título El diario de Andrés Fava.

[5] En 1951-52, en París, Cortázar escribió sobre Keats un extenso y original ensayo, que se publicó póstumamente, en 1996, con el título Imagen de John Keats. Había estudiado su obra durante una década.

 

 

Bibliografía citada

• Bracamonte, Jorge. Julio Cortázar y momentos de la novela experimental argentina. Anclajes No. 19 (diciembre 2015): 12-23.

• Cortázar, Julio. El examen. Buenos Aires, Alfaguara, 2017. Primera edición, 1986.

• Cortázar, Julio. Obra crítica 1. Buenos Aires: Alfaguara, 2014. Edición de Saúl Yurkievich. Primera edición, 1994.

• Cortázar, Julio. Obra crítica 2. Buenos Aires, Alfaguara, 2018. Edición de Jaime Alazraki. Primera edición, 1994.

• Cortázar, Julio. Divertimento. Buenos Aires, Alfaguara, 1986.

• Cortázar, Julio. Rayuela. Buenos Aires, Alfaguara, 2016. Primera edición, 1963.

• Cortázar, Julio. Bestiario. Buenos Aires, Alfaguara, 2006. Primera edición, 1951.

• Cortázar, Julio. Todos los fuegos el fuego. Buenos Aires, Alfaguara, 2007. Primera edición, 1966.

• Cortázar, Julio. Final de juego. Buenos Aires, Punto de Lectura, 2007. Primera edición, 1956.

• Cortázar, Julio. Las armas secretas. Madrid, Cátedra, 1993. Primera edición, 1959.

• Cortázar, Julio. Los premios. Buenos Aires, Alfaguara, 2016. Primera edición, 1960.

• Cortázar, Julio. Imagen de John Keats. Buenos Aires, Alfaguara, 1996.

• Cortázar, Julio. Diario de Andrés Fava. Buenos Aires, Alfaguara, 1995.

• Cortázar, Julio. Libro de Manuel. Buenos Aires, Alfaguara, 2012. Primera edición, 1973.

• Correas, Jaime. Cortázar, profesor universitario. Buenos Aires, Aguilar, 2004.

• Gilman, Claudia. La política como desgarro. Florencia Abbate, editora. Homenaje a Julio Cortázar. Buenos Aires, Eudeba, 2005. 89-105.

• Herráez, Miguel. Julio Cortázar, una biografía revisada. Barcelona, Alrevés, 2012.

• Lagmanovich, David. Claves de Julio Cortázar en Divertimento (1949) y El examen (1950). Dispositio No. 44 (1993): 175-91.

• Marechal, Leopoldo. Adán Buenosayres. Buenos Aires, Corregidor, 2013. Primera edición, 1948.

• O´Connor, Patrick. Melancolía Porteña and Survivor´s Guilt: A Benjaminian Reading of Cortázar´s El examen. Latin American Literary Review No. 46 (July 1995): 5-32.

• Orloff, Carolina. Julio Cortázar´s Forgotten Politics: Anti-Peronism in the Rise of a Writer. Peter Marks, Editor. Literature and Politics: Pushing the World in Certain Directions. Newcastle: Cambridge Scholars Publishing, 2012: 121-9.

• Pérez, Alberto Julián. Literatura, peronismo y liberación nacional. Buenos Aires: Corregidor, 2014.

• Romano, Eduardo. Julio Cortázar frente a Borges y el grupo de la revista Sur. Cuadernos Hispanoamericanos No. 364-66 (1980): 106-38.

• Sábato, Ernesto. El túnel. Madrid, Cátedra, 1989. Primera edición, 1948.

• Standish, Peter. El examen de Julio Cortázar: novela de transición. Actas XIII Congreso Asociación Internacional de Hispanistas, 2000 (Tomo III): 441-49.

 

NR: La parte I de este artículo fue publicada en la revista anterior de Realidades y Ficciones (la Nº 46).

 

 

 

BORGES SUPREMACISTA

Leo Castillo ©



Lo de Borges ha sido poco menos que una religión, un culto peripuesto. Para mí, un vicio mental y también emotivo, cómo no, aunque no más allá de la experiencia estética mayormente. Porque lo estético me emociona, me conmueve. Recibo al escritor como el mayor de los solidarios. Como prototipo del mártir seglar. Así que toda esa presumida y ridícula liturgia en torno suyo nunca alcanzó a sacarme de tono. A lo sumo, giré mi cabeza a otro lado de la vergüenza ajena. Y que le hayan escatimado su eventual derecho al Nobel, a mí se me da un absoluto carajo. Que no conecto con un autor por un premio, ni lo dejo de hacer por ello. Tampoco porque lo aúpe la mafia editorial. Pones basura en una poderosa casa editora y es literatura. Lo que la hace tal es dónde la enrolas. Muchos de los mejores momentos del idilio que he mantenido o defendido con los libros, los debo a Borges. Y si bien me lo han soplado como a un zepelín sobrenatural, sigo teniéndolo casi por el mejor autor de Latinoamérica. Porque, parafraseándolo, [i] Borges no escribió Pedro Páramo. ¿Leyó más libros que Rulfo? Seguramente, y de ello he devengado gran deleite, orientando en buena medida mi aguja magnética hacia los nombres grandes en mi corazón, esquivando el desmaño de otros entre los que se cuentan casi todos los premios Nobel, si a eso vamos. Siempre tuve la estética sobre la moral oficial. Cualquiera se hace el justo, pero el genio es imposible impostarlo. Es que “es difícil y raro que en aquella ciudad/ te censen como ciudadano./ En su ágora hallas Legisladores/ a los que no burla ningún aventurero”, advierte Kavafis al que se aventura a tramontar el muro de la ciudad de las ideas.

Téngase lo dicho por petición de principio y a lo que vinimos. Y ya está.

 

Jorge Luis Borges

No es lícito condenar un eurocentrismo intelectual, estético. Es una opción que no goza de universalidad, limitada, pero no es ello ilegal. El centro del espíritu del arte es móvil y este sopla donde quiere, como el bíblico. India, China, Egipto, Japón, México… Borges lo sabe tan bien como nosotros, aunque no más. La universalidad es o no es, así que no sufre grados. O no debiera. Europa es la patria del denominado hombre blanco, para Borges, el supremo. Que los judíos sean para él “serviles” [ii] es, cuando menos, chocante, especialmente si en otros contextos (invitado a conferenciar por ellos) los lisonjea. “Más allá de los azares de la sangre, todos somos griegos y hebreos”, dijo a Ben Gurión en Israel.

Estela Canto encuentra en Borges una “deficiencia humana” [iii] que no parece estar demasiado lejos del “fascista de mierda” que ve Lobo Antunes.

Borges se pregonaba enemigo de toda dictadura. No disimulaba un odio enfermizo por Perón, TIRANO, y por la URSS, una DICTADURA. Un anticomunista promulgado, ¡eh!, con singularidades, como con respecto a su buen amigo Enrique Amorim, comunista. ¿Qué?: “Es verdad que Amorim era un comunista acaudalado que pertenecía a una familia de clase alta en su país y que esto, por supuesto, hacía cerrar los ojos a doña Leonor sobre sus incorrectas ideas políticas.” [iv] El anticomunismo y animosidad a las dictaduras de Borges era curiosamente del mismo tipo que el de doña Leonor Acevedo, su madre. Así encuentro que tanto nada tiene de particular que aceptara ser homenajeado por el más célebre de los dictadores latinoamericanos, Augusto Pinochet, en Chile, como que “Borges, fascista de mierda”, le llamara António Lobo Antunes. [v] Cosas del ambiente de una nación europea trasplantada en América del Sur, como que en Sur Victoria Ocampo “obligó a renunciar a su secretario de redacción, José Bianco, en el cargo desde hacía 25 años, cuando este se tomó la libertad de aceptar una invitación para visitar la Cuba de Fidel Castro.” [vi]

Mi agradecimiento a Borges proviene de un estrato más profundo que su elocución consciente. Borges comparte con el inevitable García Márquez el papel protagónico de mis sueños con escritores y actualmente no podría decir con cuál de ellos he soñado en más ocasiones. Lo del fabulador de Macondo se me impone por haber nacido en su misma comarca, el Caribe colombiano, y quizá por habernos visto en Cartagena de Indias. A Borges lo crea la calidad de mi añoranza. Algunas de estas evocaciones oníricas las hice públicas. No ha lugar la acusación de envidia o ánimo retaliativo en las líneas en que aludo a su reiterada injusticia. No sé ya si agradecer o deplorar las infidencias de Bioy Casares y Estela Canto por el agrio efecto que han ocasionado en la incondicional amistad con el hombre y la devoción al escritor, no alcanzando, desde luego, a derribarlo en modo alguno del pedestal en que quedará hasta “el día/ ulterior que suceda a la agonía” (Borges, poema El mar.)

Es torpe Borges o descuidado al afirmar que “que en todas partes, los pueblos más diferentes hayan perseguido a los judíos es un argumento en contra de ellos.” [vii] Creo que esto mismo podría afirmarlo de los gitanos, de los negros o del abuso de la mujer en la historia. Es torpe acusar a la víctima del crimen contra ella cometido apoyándose el argumento de la recurrencia de la afrenta.

Su porfía tendenciosa, ya que no el atenuante de la accidentalidad, podría acaso demandar el de la conformación cateta de la argentinidad que lo contamina, lo que debita sensiblemente la universalidad apriorística y sin reservas consignada al célebre autor.

“Negrear” es voz corriente en el Caribe colombiano, al menos, que designa desprecio o sarcasmo con que se refieren a personas notando el color de su piel, alcanzando el extremo de desconocer su condición de ser humano y asimilándolo a condición animalesca. “BORGES: ‘A diferencia de los gringos aquí o de los judíos en muchas partes, los negros de los Estados Unidos son un problema real y no ficticio. Hay algo evidente en los negros que nos rechaza. Por eso los argentinos vemos a los brasileros como macacos’. HERNÁNDEZ: ‘No hay ningún parecido entre los negros y los monos. Los labios abultados son propios del hombre; los monos no tienen casi labios, la boca es como un tajo’. BORGES: ‘Todas esas diferencias que usted señala son contraproducentes. Son muy sospechosas. Usted las señala porque piensa que hay algún parecido entre negros y monos. No se pondría a enumerar las diferencias que hay entre griegos y monos, entre la Venus de Milo y un mono’. Hablamos de que hubo y ya no había negros aquí. ‘Qué lástima’, exclama Hernández. (‘Este muchacho es completamente idiota’ comenta después, al recordar la exclamación, Borges.” [viii] Como se ve, el racismo insano, su flagrante supremacismo blanco, precipita a Borges en la ceguera argumental: confrontando Juan José Hernández el prejuicio argentino o blanco (vienen a ser lo mismo) que compara al africano y al afrodescendiente con el animal, Borges atribuye el prejuicio a Hernández. Psicología inversa, me parece que se llama este deshonesto recurso.

Borges, en lo que tengo dicho y lo que prosigue, nunca dice africano, afro ni afrodescendiente. En una suerte de vicio de sinécdoque martilla, diríase con sevicia, negro. El abuso rebasa toda expectativa racista en El atroz redentor Lazarus Morell, de que me ocuparé más adelante. Ahora debo sofrenarme en una negación que no es, de nuevo, exclusiva de Borges, sino que ejemplifica el afán de blanquitud de este país “sudaca”, referida a Falucho.

Borges niega que el soldado afrodescendiente Antonio Ruiz, “Falucho”, haya existido alguna vez. Literalmente dice “la estatua del imaginario Falucho.” [ix]

Bartolomé Mitre

Gracias a colecta promovida por el dibujante y retratista Juan Blanco de Aguirre en octubre de 1889, “un momento de depresión económica (…) desfavorable para levantar suscripciones (…), la estatua de Falucho, realizada en bronce por el escultor Lucio Correa Morales, fue inaugurada el 16 de mayo de 1897.” [x] La iniciativa habría tenido inspiración en el importante trabajo de memoria histórica debido al presidente (1862-1868) Bartolomé Mitre, considerado uno de los fundadores de la denominada historiografía nacional científica. El monumento alcanzaría notable popularidad, congregando multitudes, lugar para conmemoración de las fiestas patrias, mereciendo en 1923 un artículo del director del Chicago Defender, Robert Abbot, lo que da una idea de su significación, incluso para extranjeros que visitaban Buenos Aires: “Cada año entre 50.000 y 75.000 alumnos de escuelas se reúnen a los pies del monumento con representantes de la iglesia y del estado para rendir homenaje a este gran mártir”, [xi] escribe Abbot. A la fecha el blanqueamiento de la memoria histórica lo ha invisibilizado casi completamente al “héroe negro” y la misma suerte de los afroargentinos han corrido los indios en “la nación (que) se representa a sí misma como blanca-europea.” [xii] Según Andrews (1989), citado por Lea Geler y María de Lourdes Ghidoli, de la “desaparición” dan cuenta el efecto devastador de las epidemias en la segunda mitad del siglo XIX y el empleo como carne de cañón de los afrodescendientes en las guerras del mismo siglo (razón, creo, para que un héroe de estas características se presente), así como el mestizaje y la escasez de personas de sexo masculino en esta población: “al día de hoy, la sociedad argentina se piensa des-racializada” (Ratier, 1972; Margulis y Belvedere, 1999; Briones, 2002; Frigerio, 2006; Garguin, 2007; Geler, 2016, 2013.) [xiii]

Rafael Obligado

La crónica de la muere heroica de Falucho fue publicada inicialmente el año 1857 y nuevamente en 1874. Escribe aquí Mitre cómo “Falucho era un soldado negro que habría muerto el 7 de febrero de 1824 durante la sublevación del Callao (Perú), cuando suboficiales y soldados se amotinaron debido al atraso en los pagos de salarios, lo que derivó en la recuperación del sitio por parte del ejército español. En esas circunstancias, Falucho se inmoló por el honor del ‘pabellón argentino’ al romper su fusil y gritar de rodillas frente a los traidores ‘¡Viva Buenos Aires!’, por lo que fue inmediatamente fusilado.” [xiv] Por su parte el poeta Rafael Obligado (1851-1920), miembro correspondiente de la Real Academia Española, cofundador de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, publicó su poema El negro Falucho en 1889. Dice Obligado del hecho ocurrido en la Fortaleza del Real Felipe:

 

En él está de facción,

porque alejarle quisieron,

un negro de los que fueron

con San Martín, de los grandes,

que en la pampa y en los Andes

batallaron y vencieron.

 

Hace mención de la esposa de Falucho (“en su hogar desolado/ triste le aguarda”) y de una amante en Buenos Aires. Falucho enfrenta a una facción criolla levantada en nombre de España, muriendo a nombre de la bandera albiceleste en el empeño. Parece que enfrentar a su Europa (en realidad, a criollos “euroargentinos”) es “audacia insolente” que el supremacismo blanco de los argentinos no le consiente a un negro:

 

Y asestados al valiente

cuatro fusiles brillaron:

—¡Ríndete al Rey! —le intimaron,

mas como el negro exclamó:

—¡Viva la Patria y no yo!—,

los cuatro tiros sonaron.

 

“La estatua del imaginario Falucho”, bufa Borges, ofendido en su blanquitud por la presencia de un soldado negro en la Argentina durante las primeras décadas del siglo XIX.

José Hernández

Para el Borges atroz de su par El atroz redentor Lazarus Morell del exterminio, la esclavitud y la tortura sistemáticos de esa vil página en la historia de la humanidad denominada trata de negros, no estas, para usar su adjetivo predilecto, unánimes desgracias merecen lamentarse. Lamenta el “euroargentino” (recuérdese que Borges, nacido en Buenos Aires, no es ni siquiera hijo de europeos) los “trescientos millones gastados en pensiones militares”, la estatua de Falucho (del “imaginario” negro Falucho), “la deplorable rumba El Manisero” y el “moreno” asesinado por Martín Fierro. Cito la objetualización y caricatura de José Hernández en el libro nacional de la Argentina:

 

“Al ver llegar la morena,

Que no hacía caso de naides,

Le dije con la mamía:

‘Va… ca… yendo gente al baile’.

 

La negra entendió la cosa

Y no tardó en contestarme,

Mirándome como a perro:

‘Más vaca será su madre’.

 

Y entró al baile muy tiesa,

Con más cola que una zorra, [xv]

Haciendo blanquiar los dientes,

Lo mesmo que mazamorra:

 

‘Negra linda’ dije yo,

‘Me gusta pa la carona’ [xvi]

Y me puse a talariar

Esta coplita fregona:

 

A los blancos hizo Dios;

A los mulatos San Pedro;

A los negros hizo el diablo

Para tizón del infierno.’’

 

Hasta aquí la caricatura del gaucho/ Hernández de la mujer del “moreno.” Luego pasa a despachar al compañero de ella…

 

“Lo conocí retobao

Me acerqué y le dije presto:

Po… rudo [xvii] que un hombre sea,

Nuca se enoja por esto”.

 

(…) Le coloriaron las motas

Con la sangre de la herida

 

(…) Me hirvió la sangre en las venas

Y me le afirmé al moreno

Dándole de punta y hacha

Pa dejar un diablo menos”.

 

… para regresar finalmente con la mujer del hombre ahora muerto:

 

Yo quise darle una soba [xviii]

A ver si la hacía callar;

(…) Y por respeto al dijunto

No la quise castigar. [xix]

 

Conforme a esto Borges no es más que pasivo heredero o eco de una tradición argentina, reiterada hasta extenuar con su redentor Lazarus Morell: aquí lo vemos diligentísimo tratando de notar de bestias o barbarie a víctimas de brutal esclavitud, a los débiles en desventaja: “Fuera de la relación madre-hijo los parentescos eran convencionales y turbios. Nombres tenían, pero podían prescindir de apellidos. No sabían leer. Su enternecida voz de falsete canturreaba un inglés de lentas vocales. Trabajaban en filas, encorvados bajo el rebenque del capataz. Huían, y hombres de barba entera saltaban sobre hermosos caballos y los rastraban fuertes perros de presa.

“A un sedimento de esperanzas bestiales (el subrayado es mío) y miedos africanos habían agregado las palabras de la Escritura.” Poco que agregar; adviértase, sin embargo, como achaca a los esclavos una renuncia de su identidad: podían prescindir de apellidos. ¿Es Borges ignorante de la imposibilidad de contar con apellidos esclavos a los que se marcaba con el hierro del amo como a reses a manera de “apellido”? Los caballos son “hermosos”, los perros, fuertes, los esclavos (“las negradas”, dice) indignos de ser cazados por estos magníficos animales. “Magnífica”, si bien atroz, es la existencia de Lazarus Morell, “hombre tan memorable y famoso”, que recluta (roba) negros incitándolos a huida para luego revenderlos, etc. Estos esclavos a veces “cometían la ingratitud de enfermarse y morir (…) Por eso los tenían en los campos desde el primer sol hasta el último.” Nos enferma Borges aquí con expresiones como “el hijo de perra nacido esclavo” o cuando a los Abolicionistas describe como “una turba de locos peligrosos que negaban la propiedad y predicaban la libertad de los negros.” Ya en la introducción lamenta entre los achaques de la traída de africanos a América la exaltación del abolicionista Abraham Lincoln (pero no olvidemos que Lincoln quiso inicialmente, como “solución” al conflicto civil, desterrar a los afros de Norteamérica a una isla centroamericana) a un “tamaño mitológico.”

Consideraré la posibilidad de que alguien intente redargüir al mismo Borges, redimiéndolo mediante una increíble maroma retórica, haciendo del notable autor argentino un imposible inocente (un Borges apenas irónico, mordaz a lo sumo y esto solo respecto de Lazarus Morell); a ese abogado ilusorio que invirtiera los términos, haciendo a Borges verdugo de Morell y un Pedro Claver de los esclavos (descontado el cuestionamiento moderno a Claver), respondería con esa pobre y melancólica frase de los mortificados y resignados: con amigos así, para qué enemigos.

“Los mexicanos salieron de los indios, los brasileros salieron de la selva, pero nosotros los argentinos llegamos de los barcos, y eran barcos que venían de Europa, y así construimos nuestra sociedad”: (Alberto Fernández, presidente de Argentina)


Referencias:

[i] Dice que “línea por línea Quevedo es superior a Cervantes, pero Quevedo no escribió El Quijote.” (N. del A.)

[ii] Lunes 1° de noviembre de 1965, en Bioy Casares, A., Borges, 2011, p. 449.

[iii] Canto, Estela, Borges a contraluz, 1991, p.69.

[iv] Ib., p. 86.

[v] En La Esfera de Papel Literatura, El Mundo, 16/10/2019, 11.07 p.m.

[vi] Canto, Estela, Op. cit., p.88.

[vii] Bioy Casares, A., Borges, 2011, p. 36.

[viii] Ib., p. 346.

[ix] El atroz redentor Lazarus Morell, en Historia universal de la infamia, 1935.

[x] El lector hallará el tema y una solvente bibliografía sobre Falucho en Geler, Lea y Ghidoli, María de Lourdes, Falucho, paradojas de un héroe negro en una nación blanca. Raza, clase y género en Argentina (1875-1930), Universidad Nacional de Rosario, 4 junio 2019,

http://portal.amelica.org/ameli/jatsRepo/27/27692002/html/index.html, 9/6/2021, 5:27 p.m. (N. del A.)

[xi] Ib.

[xii] Ib.

[xiii] Ib.

[xiv] Ib.

[xv] Se refiere los glúteos de la mujer. (N. del A.)

[xvi] “Lo pícaro de esa alusión reside en que la carona, además de ser parte del apero de montar, era pieza que el gaucho utilizaba para tenderse sobre ella cuando dormía al raso.” (Nota en Hernández, José, Martín Fierro, Panamericana, 1997, p. 48.)

[xvii] Ib.: “Doble sentido: ‘por rudo’ y ‘porrudo’, que tiene porra o vedija, es decir, porción de lana apretada”, aludiendo al cabello grifo del hombre. (N. del A.)

[xviii] Manosearla. (N. del A.)

[xix] Someterla sexualmente hablando. (N. del A.)

 

 

 

MUNDO EDUCATIVO Y LOS MODELOS HÍBRIDOS DE LA ENSEÑANZA QUE ESTÁ POR VENIR

Gen-Möra ©

Estamos ante un momento histórico en todos los ámbitos personales, sociales, planetarios, educacionales, sanitarios y en un sin fin de parcelas del conocimiento, buscando la forma de mejorar como seres humanos puliendo la mejor versión de nosotros mismos.

“Los despliegues positivos que tenemos ante nosotros también pueden tener una cara oculta dentro del sistema educativo o una proyección de futuro que estando a largo plazo en prototipo o semilla potencial para el siglo XXII, se adelanta, debido a una” Pandemia mundial” que nos hace reflexionar sobre todo en los principios humanistas y trascendentales de nuestra existencia de paso por esta, nuestra casa”.

Las consecuencias se aplican correctamente porque en estos momentos tenemos que despertar de un sistema educativo obsoleto en muchas partes del mundo a saltar de repente a un sistema educativo telemático donde los alumnos y los padres no están preparados para las TICS [1], y muchos profesores que son de otras generaciones anteriores tienen que actualizarse en las nuevas tecnologías para poder atender de formar igualitaria e inclusiva a sus alumnos y alumnas con deficiencias tecnológicas, afectivas y económicas amén de las sanitarias.

En un mundo que se mueve rápidamente en todas direcciones y de forma global tener personas dentro del sistema educativo moviéndose por el bien de la comunidad y unificando los campos del conocimiento para poderlos compartir es lo más maravilloso que puede estar pasando dentro de un mundo cambiante, donde se están mezclando dos siglos el XX y el XXI.

Algunas personas se han percatado de que existen actualmente dos paradigmas educativos que se están fusionando y creando el patrón de funcionamiento de las nuevas escuelas del futuro que ya están aquí, esas ponencias que se entienden como un modo de extensión mediática de lo que está sucediendo dentro del sistema de creencias y valores es lo que nos está llevando a remodelar nuestra realidad social, educativa y existencial.

Durante éstas ponencias hemos aprendido a concebir los objetivos personales y los grupales como un conjunto globalizado donde poder absorber, un conocimiento e integrarlo en nuestro interior para poder después aportarlo a la comunidad educativa de nuevo con un matiz original e innovador donde podamos crecer en todas las direcciones y nutrirnos de un modo personalizado, se han dado nuevas explicaciones y conceptos y a la vez se han remodelado los patrones anteriores con un enfoque actual creando nuevas instrucciones, indicaciones, comandos, rutinas sencillas de ejecutar en el aula tanto real como virtualmente.

Se pretende unificar las presentaciones de una forma breve y sencilla para llegar a la comunidad educativa en “Streaming”, en tiempo real y en el Aulario mediante ponencias simultáneas donde podamos elegir libremente a las que queremos asistir y así enriquecernos de un modo familiar y cercano de las nuevas tendencias educativas…

Estas ponencias comprenden lo esencial y los puntos principales de una información específica que logra con un material informativo sencillo abordar las dudas más esenciales de los futuros maestros, los maestros que ejercen y los que innovan.

Dentro de lo que he podido asimilar en estas jornadas es que en el mundo actual tenemos que intentar extender el conocimiento de un modo que se produzca un abaratamiento de los costes de producción o divulgación de un modo rápido y conciso para que llegue a cuanta más público mejor en un tiempo minimizado y sintetizado con píldoras de conocimiento bien sea a través de vídeos, aplicativos tutoriales o PowerPoint, hipertexto, fragmentando el conocimiento para crear interés y ganas de aprender con itinerarios de 6 a 8 minutos sin que genere una atención diversificada hacia lo nuevo si no hacia lo importante, se debe tener una actitud ponderada y a la vez pedagógica utilizando las TIC [1], TAC [2], TEP [3] con un concepto nuevo de utilizar al profesor como guía en el aprendizaje del alumno, donde se construye su propia realidad de conocimientos. Existen muchos recursos tecnológicos a nuestro alcance por citar algunos dentro de la lista: Edmodo, Moodle, Genially, PowerPoint, Moocks, tutoriales interactivos, domestika, yudemi, postcast, memes, wordpress, wix, techsmith.com, speaker.com, googlemeet.com, appear.in,videopath… por nombrar algunos, todo este aprendizaje he tenido el gusto de escucharlo en una magnífica conferencia dada por Eduardo Negrín en el salón de actos Facultad Educación (Módulo A) junto con un Coffee-Talk impecablemente presentado para que las personas que han asistido a la ponencia puedan realizar un Networking de personas interconectadas para poder realizar trueques e intercambios de conocimiento.

 

La otra ponencia a la que he asistido ha sido Aulas Change-maker impartido por inmaculada Castaño que nos ha aportado una visión diferente de escuelas donde existe una metamorfosis real para poder encauzar lo niños hacia otro nuevo parámetro educativo que emerge y se convierte en realidad están comprometidos con la transformación del mundo de la educación he podido captar en la conferencias que tienen un papel comprometido con la comunidad circundante de las escuelas donde han ido implantando módulos formativos, convenios con escuelas católicas, han creado también una película “La buena educación”:

Han creado un conglomerado de recursos para directivos, reconocimientos, publicaciones, prensa y medios han ido creando una red de cursos para docentes y una formación a la carta donde poder desarrollar tu potencial diseñando las necesidades concretas de ese centro con un seguimiento del proyecto con visitas pedagógicas para concretar en el aula la aplicación directa. http://www.fundaciontrilema.org/formacion/formacion-a-la-carta/

http://www.fundaciontrilema.org/fundacion/

La otra conferencia a la que he asistido que también me ha impresionado es la de realidad virtual para emprender por Lucía Quintero: https://twitter.com/luciaefquintero?lang=es

 https://www.luciaquintero.com

Lo que queremos conseguir es que extiendan sus habilidades para poder entender un mundo que está en constante cambio y evolucionando tecnológicamente a otros modos de enseñanza virtual VR se pueden utilizar por ejemplo este tipo de enseñanzas para dar clase (nos dice Lucía Quintero) para que los niños que por ejemplo están lesionados puedan seguir estudiando si no pueden asistir a clase para aprovechar otro modo diferente de enseñanza existen dentro de la competencia digital nuevos modus operandi, como la tecnología emergente, el “M-learning”, ampliando la dimensión emocional sintiendo de otro modo la enseñanza, este modo de enseñanza se obtiene logrando estimular a los alumnos para que con retos, premios, regalos, niveles, puntuaciones y misiones puedan aprender como si fuera un juego de Roles pero virtual también hizo hincapié en Marlow y la intención de cubrir las necesidades básicas y las inquietudes, se ha hablado de la realidad aumentada, del aprendizaje mixto en el caso de Lucía Quintero su objetivo es que la competencia motriz esté presente en sus clases y nos explica que cada docente o futuro enseñante realice una focalización clara y sin dispersión sobre lo que quiere conseguir de sus alumnos. http://www.competenciamotriz.com

Para conseguir buenas presentaciones nos sugiere utilizar canva y pictochat cobinado para conseguir un buen resultado son unas de tantas herramientas que podemos utilizar para conseguir involucrar a nuestros alumnos cien por cien y hacerles creer en esta realidad cada vez que participan sin perder la ilusión.

Para que haya una narrativa transmedia debe haber un vínculo emocional con el profesor y los alumnos y se pueden usar gafas virtuales o dispositivos móvilles para aprovechar los recursos digitales, existe la APP youtube 360 donde podemos elegir un sin fin de videos para que aprendan o crearlos nosotros, debemos tener en cuenta según nos indica Lucía Quintero que a menores de 8/9 años o se les puede dejar utilizar las gafas, deben estar máximo 15/20 minutos, no tener problemas cardio-respiratorios, ni epilepsia, si las gafas las encargamos por internet son más baratas y las pueden hacer ellos si vienen desmontadas, debe haber un consentimiento familiar por escrito de que pueden utilizar las gafas.

Otra experiencia que se utilizó en el aula fue el Street Google para sacar una fotografía esférica, Google expedition o Eagle Grove una experiencia que puede aportar grandes logros en el mundo actual educativo, para más información pónganse en contacto con:

emprendeeducativo@fg.ull.es

649225509/922319713

Fotografías de Archivo de Microsoft gratuitas.

@Gema Moraleja Paz (escritora y docente).

gemamorate@hotmail.com

Gen-Möra@2020.

 

[1] TIC (tecnología de la información y la comunicación): cualquier dispositivo de comunicación, que abarca radio, televisión, teléfonos celulares, computadoras y hardware de red, sistemas satelitales, etc., así como los diversos servicios y dispositivos con ellos, tales como videoconferencias y aprendizaje a distancia.

[2] TAC (tecnología del aprendizaje y el conocimiento): incluyen a las TIC más un componente metodológico necesario para que se genere un aprendizaje significativo, es decir, las tecnologías están enfocadas al servicio del aprendizaje y la adquisición de conocimientos.

[3] TEP (tecnología del empoderamiento y la participación): se utiliza como sustento para la cohesión social de un grupo determinado de personas.

 

 

 

SIRENA DE RÍO

Ana María Shua ©


El sedante que les dio el veterinario no había hecho efecto. El perro era grande, perdía pelo, olía mal y se movía por el auto, caminando sobre las piernas de los chicos, pasándose al asiento de adelante, haciendo más difícil el acceso a la palanca de cambios. El viaje hasta Traslasierra era largo. Se turnaban con Carolina para manejar, pero en el asiento del acompañante, Fran no descansaba. Estaba tenso, atento a los cambios de ritmo de la ruta, y cuando salieron de la autopista fue todavía peor, los autos que venían en dirección contraria lo sacaban de quicio. Sus movimientos sobresaltados, los gritos de alerta y las recomendaciones terminaron por hartar a Carolina. No manejo más, dijo ella. Seguís solo.

Al principio su mujer se dedicó a vengarse imitándolo: cuidado, así no, a la derecha, mirá para adelante. Por suerte, enseguida se distrajo con el paisaje que era lindísimo. Los chicos estaban tranquilos, Valentín venía concentrado en su tablet y Ailén se sentía tan mal, como le pasaba siempre en el auto, que no tenía fuerzas para pelearse con su hermano. Cada tanto había que parar para que la chiquita diera unos pasos en tierra firme, vomitara si fuera necesario, y respirara hondo el aire que parecía cada vez más puro y agradable. Lo único insoportable era el maldito perro, nunca debió haber permitido que entrara en su familia, pero otra vez lo había derrotado la alianza de Carolina con los chicos.

La amiga de Caro vivía sola en las afueras de uno de los poblados de Traslasierra y los había invitado. En su casa, nada fue mucho mejor. Ailén y Valentín la pasaban bien, porque en el caserío había muchos otros chicos y enseguida se prendieron a la bandita que correteaba por ahí. Se trepaban a las sierras chicas, buscaban nidos de pájaros y se bañaban entre las piedras de un arroyito de agua fresca que no tenía nada de peligroso.

A los que no se bancaba Fran era a los adultos. Con tu buena onda de siempre, lo corría Carolina. Y quizás tuviera razón pero, ¿cómo y por qué soportar a esos hippies de cierta edad, que vivían de esquilmar a los turistas vendiéndoles sus artesanías berretas, que insistían pesadamente en la importancia de lo natural? Para Fran eran simplemente fracasados que se escondían de sus parientes. A la noche siempre estaban borrachos, y fumaban como escuerzos con la excusa de que la marihuana, el tabaco y el alcohol eran “naturales”. A Francisco lo natural le importaba un cuerno y día por medio se iba al supermercado de Mina Clavero a traer gaseosas. ¿Azúcar refinada no pero chupi sí? contestó una vez a las objeciones de la amiga de Carolina. Su mujer le echó una mirada asesina.

La salvación fue descubrir que en el río había buenos pejerreyes. Desde entonces salía día por medio con su caña y su caja de pesca y volvía con dos o tres bichos grandes para la cena. Era temporada de verano, cada vez había más turistas en la orilla del río. Dejaban papeles sucios de ketchup y mostaza, cáscaras de fruta, bolsas de plástico, hacían ruido y chapoteaban espantando a los peces.

Francisco decidió meterse más adentro en el monte, río arriba, para librarse de la gente. Quizás no era culpa de los amigos de Carolina, quizás no habían sido sus compañeros del colegio, o sus propios parientes, o los muchachos de la oficina, quizás lo que no le gustaba era la gente en general, estaba dispuesto a admitirlo. Solo, en el silencio quebrado por el viento entre las ramas, por los insectos o los pájaros, se sentía mucho mejor.

Se encontró con la sirena bastante arriba, en una zona donde la pendiente se amesetaba y el río estaba flanqueado por pajonales incómodos para los picnics familiares. Ella estaba sentada sobre una piedra, comiéndose un pejerrey crudo, y no pareció molestarle su aparición. Era muy fea, llevaba el pelo larguísimo enmarañado, mezclado con algas, restos de plástico sucio, insectos y otras basuras. Tenía las tetas caídas y le faltaba un diente de adelante.

Hubiera sido fácil pensar que no tenían nada en común y sin embargo se hicieron amigos enseguida. La sirena hablaba bien el castellano, con tonada cordobesa y un leve acento extranjero indefinible. Acompañaba las diatribas de Francisco contra el resto de los seres humanos con sonrisas, comentarios y ejemplos que las corroboraban. Ella era una estudiosa de los humanos, los observaba siempre desde el río, polucionando las orillas.

—¿No te aburrís de mirar a la gente? ¿No hacen y dicen siempre las mismas pavadas? —preguntaba Fran.

—Es un poco aburrido —decía la sirena—. Como mirar Gran Hermano sin editar. Pero a veces pasan cosas interesantes. Algún romance, alguna pelea… En los últimos años había aprendido muchísimo gracias a que tanta gente se dejaba olvidados los celulares.

—Aquí no hay señal —explicó la sirena—. Pero a la noche bajo hasta acercarme más al pueblo. Los cuido para que no se mojen y los aprovecho mientras les dura la batería.

La tentación del sexo pasó enseguida. Concretar una unión era imposible por las diferencias anatómicas.

—Pero además, no te va a gustar tocarme —dijo la sirena—. Soy muy fría.

Tenía razón. La piel, incluso de la cintura para arriba, era apenas escamosa y fría como la de un cadáver. La sirena tampoco cantaba bien.

—No tengo mala voz, pero desafino —le aseguró.

Cantó una estrofa del Himno Nacional para demostrarlo. Era cierto. En cambio, era una sirena muy inteligente y a Fran le gustaba mucho charlar con ella. Ahora iba a pescar todos los días y Carolina le tomaba un poco el pelo.

—Si no fuera por los pejerreyes, pensaría que estás haciendo la de los vaqueros gay en Secreto en la montaña.

Pero Fran también había visto la película y prestaba mucha atención a los detalles. Revisaba la caja de pesca, mojaba las líneas y los anzuelos, cambiaba las plomadas de lugar. Y nunca dejó de traer unos cuantos pejerreyes, ya limpios, descamados y listos para la sartén. Cuando se hartaron de comer pescado, la amiga de Carolina, que no tenía freezer, le pidió a una amiga que se los guardara para el invierno.

—¿Te puedo tomar una foto? —le preguntó un día Fran a la sirena, cuando ya faltaba poco para volver a la ciudad.

—Por supuesto —dijo ella.

Francisco miró las fotos que había sacado, varias de la sirena sola y un par de selfies de los dos y se dio cuenta de que no valía la pena. Eran inverosímiles. Y de todos modos, para qué quería fotos al lado de una mujer tan fea. Hubiera sido buscarse problemas para nada. Las borró antes de llegar a la casa.

Aunque eran buenos amigos, no todo lo que hacía la sirena le caía bien a Francisco, que era muy exigente. Verla atrapar un pejerrey con los dientes era un espectáculo, pero daba un poco de impresión. Después de comer, ella tenía la costumbre de limpiarse entre los dientes con una espina de pescado, sin taparse la boca. En los últimos encuentros empezó a burlarse de las botas de pescador de las que Fran estaba tan orgulloso.

La última noche antes de volver, Fran decidió relajarse un poco y tomarse una cervecita con todos los demás. Los seres humanos y sus costumbres quizás no fueran tan malos después de todo.

Al año siguiente, Francisco Staderi ganó el Concurso de Pesca del Pejerrey en el Dique La Viña. Sacó tantos pejerreyes que otro de los concursantes lo denunció por usar redes. Pero nunca se pudo probar.

 

 

ANÁLISIS DEL CUENTO “SIRENA DE RÍO” DE ANA MARÍA SHUA

Héctor Zabala ©


Las sirenas, no las de los mitos helénicos (vgr. Ulises en la Odisea), gigantescas aves rapaces con cara de mujer, sino las más amables de la mitología nórdica, siguen dando combustible para la creación literaria. Hace un par de años analicé un cuento de Ray Bradbury sobre el tema, La costa en la puesta de sol, en el Nº 37 de esta revista.

Soy conciente de que este excelente cuento de Ana María Shua —en el que el género realista se mezcla magistralmente con el fantástico, conformando lo que daría en llamarse un género ambiguo—, se presta a más de una interpretación. Pese a todo, intentaré un ensayo para explicarlo.     

Francisco, que tiene fuertes actitudes de misántropo, está harto de su familia. La vida con su mujer, Carolina, deja mucho que desear. No se ponen de acuerdo en casi nada. El viaje a Traslasierra en Córdoba, Argentina, fue de un riesgo enorme. El perro que, suelto, se cruzaba de los asientos traseros a los delanteros y viceversa en una ruta peligrosa. Los chicos cada cual en su mundo. La tensión siempre a flor de piel. Marido y mujer permanentemente en guardia entre sí, dando la impresión de que no se quieren nada o que se quieren mal, muy mal.

Particularmente, Francisco no soporta a los amigos de Carolina. Los considera unos hippones a quienes se les pasó el cuarto de hora para andar con esas pavadas, amén de unos hipócritas y fracasados. De ahí que opte por aislarse en esas vacaciones, que tampoco proyectó ni sobre las que tuvo decisión alguna.  

De pronto aparece la sirena. Más que una fantasía de Francisco, ella está ahí, se trata de una realidad tangible. Su fealdad, su anatomía diferente, su piel fría y escamosa, le impiden tener sexo con ella, cosa que —de paso— lo protege de una posible relación sentimental. El que pueda visitarla y no soportarla todo el día, como pasa con su mujer, se torna aceptable: le permite relajarse, deleitarse con una relación amistosa, intelectual, placentera, sin compromiso.

Que la sirena cante una estrofa del himno nacional argentino es muy significativo. Lo más probable es que ella interprete tres versos de la primera estrofa:

 

Oid mortales el grito sagrado

¡Libertad, libertad, libertad!

Oid el ruido de rotas cadenas…

 

A la sirena no se la puede considerar estrictamente argentina aunque viva en un río del centro del país: tiene la “tonada cordobesa” pero con “un leve acento extranjero indefinible”. Se la puede asimilar a una foránea y, aun más, a un ser de diferente especie que solo comparte nuestra inteligencia.

Y hablando de inteligencia, la sirena demuestra una mente superlativa, quizá muy superior al promedio humano. Aprende a manejar celulares sin que nadie le enseñe. Tiene una percepción asombrosa de la psiquis del hombre. Es astuta; se mantiene escondida para observarnos. Porque aunque no se diga, es lógico imaginar que no querrá terminar en un acuario, un zoológico o, peor aún, embalsamada en un museo. Así que observa el mundo de los hombres con actitud distante, sin involucrar sus sentimientos, los estudia tal como lo haría un científico en misión exploratoria.

Mirado desde este punto de vista, para la sirena casi toda la primera estrofa de nuestro himno es un canto a la libertad individual, no el canto de una sociedad organizada ni un poema guerrero, cosa indescifrable para un ser pacífico como ella, tan diferente a nosotros, y con valores más individualistas que sociales. Nótese que parece ser la única sirena de todo el distrito.

Esto lleva a pensar que la sirena practica a diario eso de libertad, libertad, libertad, cosa que no ocurre con Francisco que —harto de su mujer, de sus chicos y de sus congéneres— se siente atado, preso. Quizá esa haya sido la idea de la sirena: abrirle los ojos a ese hombre sobre su vida compleja y para nada feliz.

La sirena no se asusta al ver a Francisco, no trata de huir ni de esconderse. Y por si fuera poco se hace amiga de inmediato. Tampoco siente miedo de que él la denuncie, lo cual indica confianza en ese hombre. Comparten cierta misantropía. Su advertencia a Francisco sobre la imposibilidad de tener algún tipo de sexo está llena de pretextos, algunos atendibles, otros no tanto. En el fondo quizá entrañen algo parecido a un desafío oculto, un juego sensual o una velada provocación femenina.

Porque lo que queda claro es que la sirena siente amor hacia Francisco, amor platónico tal vez por razones físicamente obvias, pero amor sin lugar a dudas. El hombre, en cambio, aunque al principio se siente atraído hacia ella, sobre todo intelectualmente, su misantropía termina abarcando a la sirena también. Porque lo que más le afecta a él no es la cola de pez sino el asco que le producen ciertas actitudes humanas de ella, actitudes de corte chabacano.

El cierre es muy bueno. Es indudable que la sirena ayuda a Francisco a ganar el concurso de pesca un año después de haberlo conocido. Ella sigue fascinada con su hombre aun después de tanto tiempo. Y hace por él lo que mejor sabe: pescar.

Porque es obvio que él obtuvo una cantidad de peces imposible de capturar con un aparejo de caña; de ahí que un competidor experto lo acuse de pescar con red. Nadie puede imaginar que hay una sirena bajo el agua enganchando peces en un anzuelo a velocidad sobrehumana. Un presente para que nunca la olvide. Francisco recordará siempre a su sirena cuando mire el trofeo en la repisa de su casa. Una muestra de amor, de amistad, de cariño. También un acto en pro de la libertad, libertad fantasiosa, un tanto ilusoria quizá, pero libertad al fin. 

 

 

ANA MARÍA SHUA

(Buenos Aires, 22/4/1951). Prestigiosa escritora argentina. Con solo dieciséis años obtuvo la Faja de Honor de la SADE por su poemario El sol y yo. Más tarde fue galardonada con numerosos premios nacionales e internacionales. Maestría en Artes y Literatura por la Universidad de Buenos Aires (Facultad de Filosofía y Letras). Fue también guionista, publicista y periodista en su juventud. Debió exiliarse en Francia durante el gobierno militar de facto conocido como el Proceso, época en la que fue corresponsal de la revista española Cambio16. Actualmente vive en su ciudad natal. Su verdadero apellido es Schoa.

 

Obras

Entre su numerosa producción se destacan (cuando no se indica ciudad, léase Buenos Aires.):

Novelas: Soy paciente (Losada, 1980; reeditada por Altaya y Sudamericana, 1996); Los amores de Laurita (Sudamericana, 1984; reeditada por Emecé, 2006); El libro de los recuerdos (Sudamericana, 1994); La muerte como efecto secundario (Sudamericana, 1997); El peso de la tentación (Emecé, 2007); Contra el tiempo (Madrid, Páginas de espuma, 2013); Hija (Emecé Editores, 2016).

Colecciones de cuentos: Los días de pesca (Corregidor, 1981); Viajando se conoce gente (Sudamericana, 1988); Como una buena madre (Sudamericana, 2002); Que tengas una vida interesante (Emecé, 2009, cuentos completos).

Microrrelatos: La sueñera (Minotauro, 1984; reeditado por Emecé, 2006); Casa de geishas (Sudamericana, 1992); Botánica del caos (Sudamericana, 2000); Temporada de fantasmas (Madrid, Páginas de Espuma, 2004); Cazadores de letras (Madrid, Páginas de Espuma, 2009, reúne los cuatro libros anteriores); Fenómenos de circo (Madrid, Páginas de Espuma, 2011 y Emecé, 2011); La guerra (Planeta, 2019; Madrid, Páginas de Espuma, 2019).

Poesía: El Sol y yo (1967).

Ensayo: Libros prohibidos (Sudamericana, 2005).

Humor: Risas y emociones de la cocina judía (Planeta, 1993), El pueblo de los tontos (Alfaguara, 1995)

 

 

 

Nuevos colaboradores

 

VICTORINO POLO GARCÍA

 

Profesor y escritor, catedrático de literatura hispanoamericana en la Universidad de Murcia. Ha publicado más de ochenta trabajos de investigación sobre literatura española y latinoamericana. Creador de los “Encuentros en el Mediterráneo” y “Los Premios Cervantes en la Universidad”. Propició los concursos literarios de novela “Mario Vargas Llosa”, de cuento “Julio Cortázar” y “Lituma”, así como el de ensayo para universitarios jóvenes “Octavio Paz”. Colaborador en varios medios de comunicación, porque entiende que la literatura no debe quedar limitada a las aulas. También ha publicado tres libros de versos, Humano vivir, El sol descenderá y Orquídeas. Formó parte del jurado del premio Cervantes en seis ocasiones.

 

 

 

GEMA MORALEJA PAZ

Nació en Madrid, el 24 de septiembre de 1970. Desde que tenía nueve años quiso ser escritora y diseñaba sus sueños y revistas, pensando en algún día publicar sus primeros escritos.

Tiene cuarenta y un libros publicados como escritora, entre antologías y propios, abarcando diversos géneros como poemarios, guiones, narraciones y ensayos. Editorial Betania publicó su primer libro, a sus veinticinco años, Ripios.

Hace más de un año fundó tertulia, Prometheus, con cuarenta y ocho miembros, en la que asisten personas de diversos lugares del mundo. Recientemente fue nombrada directora de la confederación de CIESART de comunicaciones en Canarias por la ONU y la UNESCO.

Además de escritora y docente, realiza cortometrajes como directora y guionista. Firma como Gen-Möra.

emprendeeducativo@fg.ull.es

gemamorate@hotmail.com

https://gemamoralejapaz.tripod.com/

 

 

 



REALIDADES Y FICCIONES
—Revista Literaria—
Nº 47 – Septiembre de 2021 – Año XII
ISSN 2250-4281 – Edición trimestral
Exp. RE-2021-05113952-APN-DNDA#MJ del 19/1/2021, Dirección Nacional del Derecho de Autor / República Argentina.

 

Propietario y director: Héctor Zabala
Av. Del Libertador 6039 (C1428ARD)
Ciudad de Buenos Aires, Argentina
zab_he@hotmail.com
http://hector-zabala.blogspot.com/
Currículo en revista Realidades y Ficciones Nº 40:
https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2019/12/realidades-y-ficciones-revista.html

 

Colaboradores

Corrección general:
Noelia Natalia Barchuk Löwer
Resistencia (Chaco), Argentina
alfana79@hotmail.com
http://noelia-barchuk-literatura.blogspot.com.ar/
Currículo en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 88:
https://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/2020/12/suplemento-derealidades-y-ficciones-n.html



Ilustración de carátula y emblema:
Mónica Villarreal
Scottsdale (Arizona), Estados Unidos
Monterrey (Nuevo León), México
monvillarreal@hotmail.com
@mon_villarreal
https://www.facebook.com/monvillarreal22
Currículo en revista Realidades y Ficciones Nº 17:
http://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com.ar/2014/06/

 

COLABORARON EN ESTE NÚMERO:

 

• Victorino Polo García, Murcia, España

Currículo en este Nº 47 de Realidades y Ficciones – Revista Literaria:

https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2021/09/

 

• Anna Rossell, Barcelona (Cataluña), España

Currículo en Realidades y Ficciones – Revista Literaria Nº 11:

https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com.ar/2012/12/blog-post.html

http://www.annarossell.com/

https://es.wikipedia.org/wiki/Anna_Rossell_Ibern

https://www.facebook.com/annarossellliteratura

arossellib@gmail.com

 

• Luis Benítez, Ciudad de Buenos Aires, Argentina

Currículo en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 64:

http://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com.ar/2015/03/suplemento-64-realidades-y-ficciones-en.html

lb20032003@gmail.com

 

• Alberto Julián Pérez, Ciudad de Buenos Aires, Argentina

Currículo en Realidades y Ficciones – Revista Literaria Nº 23:

http://albertojulianperez-literatura.blogspot.com.ar/

julian.perez@ttu.edu

 

• Leo Castillo, Barranquilla (Atlántico), Colombia

Currículo en Realidades y Ficciones – Revista Literaria Nº 18:

http://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2014/09/

 

• Gema Moraleja Paz (Gen-Möra), Puerto Rosario, Canarias, España

Currículo en este Nº 47 de Realidades y Ficciones – Revista Literaria:

https://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/2021/09/

 

• Héctor Zabala, Ciudad de Buenos Aires, Argentina

• Noelia Natalia Barchuk, Resistencia (Chaco), Argentina

• Mónica Villarreal, Scottsdale (Arizona), Estados Unidos – Monterrey (Nuevo León), México

 

 

El listado completo de colaboradores se encuentra a la derecha del blog bajo el acápite COLABORADORES de Revista REALIDADES Y FICCIONES.

 

REVISTA: http://revista-realidades-y-ficciones.blogspot.com/

 @RyFRevLiteraria

 

SUPLEMENTO: http://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/

 @RyF_Supl_Letras

 

Las opiniones vertidas en los artículos de esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor pertinente.

 

“Realidades y Ficciones”
Mónica Villarreal (2014)
acrílico y óleo sobre
papel-lienzo, 30 cm x 30 cm