REALIDADES Y FICCIONES
—Revista Literaria—
Nº 39 – Septiembre de 2019 – Año X
ISSN 2250-4281
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LECTOR
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indicando nombre y
apellido, ciudad y país
(se le avisará cada nuevo
número trimestral).
“Sueños de mariposa” Mónica Villarreal (2019) (Acrílico y pastel sobre papel, 14" x 11") Serie Mariposas |
Sumario
•
“La mujer que debía quererme” de Leonardo Moledo. Cuento y análisis. (Héctor
Zabala)
•
Nuevo poemario del argentino Luis Raúl Calvo, “Deconstrucción de los rostros y
otros poemas”. (Luis Benítez)
•
Prólogo a “El desencanto del delirio”, poemario de Carmen Álvarez. (Anna
Rossell)
• El realismo de la poesía: “Poemas de madrugada”, de Cise Cortés. (Anna Rossell)
•
Steinbeck, ¿el menos malo? (Arturo Zafra Moreno)
•
Características del espacio del conflicto permanente de la felicidad humana en
el comportamiento de algunos personajes. (Yubraska del Carmen Herrera Diamónt)
•
Libros malditos: el mundo editorial dentro de las historias fantásticas. (Miguel
Ángel Galindo Núñez)
•
Nuevos colaboradores de Realidades y Ficciones:
Arturo Zafra Moreno, Murcia, España
Yubraska Herrera Diamónt, Caracas, Venezuela
•
Nuevo currículo para Realidades y Ficciones:
Miguel Ángel Galindo Núñez,
Guanajuato, México
Leonardo Moledo ©
Hace años que vivo entre las paredes de este colegio. Cada
tanto, mi padre viene a verme y —en contadas ocasiones— pasa una tarde entera
conmigo. La última vez que estuvo aquí, me trajo una gran noticia: “Me es
imposible quererte”, dijo, "absolutamente imposible, pero son cosas que
sobrevienen con la edad y las preocupaciones.” Se reclinó en el asiento
mientras daba una larga chupada a su pipa. “Pero para un niño pequeño es
indispensable que lo quieran”, agregó, después de que su mirada se hubiera
perdido por un tiempo, “así que, cuando regrese de mi próxima expedición,
contrataré a una persona para que te quiera.” Puso su mano sobre mi cabeza y se
marchó.
Todo aquel invierno lo pasé pensando
cómo sería la persona que mi padre contrataría para quererme. Durante las
largas y monótonas clases, o durante los fines de semana, cuando todos mis
compañeros se iban con sus padres y el colegio quedaba en silencio y los
dormitorios vacíos, me dedicaba a imaginarla y a adornarla con las más hermosas
cualidades. Mi padre era explorador, hacía viajes largos y difíciles a los
lugares más lejanos, donde descubría montañas nuevas y pájaros extraños, no
aquellos repetidos y grises que se observan desde las ventanas del colegio.
Nunca había querido contarme nada de sus viajes, y yo los inventaba para mis
compañeros, que me escuchaban sin creerme, aunque lograba infundirles cierto
respeto, cierto atisbo de mi propia importancia.
Nunca nadie me habló de mi madre.
Cuando llegó el verano, supe que mi
padre había vuelto, cargado de riquezas y, fiel a su promesa, un día llegó al
colegio, preguntando por mí, la persona encargada de quererme. Cuando la vi,
corrí hacia ella alborozado y haciendo grandes fiestas, pero ella se mantuvo fría
y distante hasta que habló con el director del colegio, encargado por mi padre
de pagarle sus honorarios. Mi padre había sido generoso, y la mujer derramó
sobre mí torrentes de cariño inauditos, que me hicieron sentir feliz y
orgulloso. Cuando mis compañeros, llegados el fin de semana o las vacaciones,
se marchaban con sus padres, me miraban con envidia pensando en las dos o tres
horas —en general al anochecer del domingo— que yo pasaría con la mujer que
debía quererme.
Nunca me interesó su nombre, la llamé
siempre de esa manera: la mujer que debía quererme. Era una mujer de mirada
firme, de cuarenta años tal vez —pero cualquier cifra de años me parecía
absurda entonces—, flaca y de huesos largos y duros, que fumaba cigarrillos
negros y sin filtro, con un olor penetrante que me recordaba el olor ácido del
tabaco que fumaba mi padre. Su profesión era querer niños, y —según me dijo—
había tardado largos años en perfeccionarse.
Ahora, la mujer que debía quererme
—me contó— se ocupaba de muchos niños, a quienes quería tanto como lo
permitieran las posibilidades económicas de sus padres. Nunca se cansaba.
Siempre estaba presta, y era esta eficiencia en su trabajo, esta capacidad de
dar y regular el cariño la que le aseguraba sus elevados honorarios.
Un día, mi padre apareció
sorpresivamente en el colegio, y estuvo encerrado durante horas con el
director. Luego de eso se marchó después de haber pasado su mano de explorador
sobre mi cabeza, y sin hablar una sola palabra. La mujer que debía quererme me
explicó que mi padre era jugador y que había perdido en la mesa de juego el
producto fabuloso de sus últimos viajes: se quejó de que su sueldo estaba
atrasado varios meses, y mi padre no había dicho nada sobre lo que haría. El
director del colegio, que me miraba con aire dubitativo, confirmaba lo que ella
decía. Y efectivamente, la mujer que debía quererme empezó a ajustar su cariño
a la nueva situación de mi padre: durante las tres horas del atardecer del
domingo que me correspondían plenamente, se mostraba cortante, me rechazaba, me
mantenía lejos y me obligaba a vagar por los corredores y dormitorios vacíos
como lo había hecho antes. La mujer que debía quererme se lamentaba amargamente
de haber prodigado su cariño durante todos estos meses a cuenta de promesas que
no parecerían cumplirse más, y se negaba a seguir queriéndome ni un minuto más,
a menos que se le pagara lo que se le debía. El director trataba de calmarla
sin mucha convicción ni eficacia.
Pero las cosas cambiaron
repentinamente: mi padre se presentó una vez más en el colegio lleno de regalos
para el director y con un abultado cheque para la mujer que debía quererme,
doblando sus honorarios. Aquella fue la última vez que lo vi: había ganado
muchísimo dinero en un casino lejano. Durante un tiempo, la mujer que debía
quererme me brindó un caudal de ternura tan intenso que pensé que estaba
viviendo en verdad un cuento de hadas, que no podría resistirlo.
Pero el destino se ensañó con mi
padre. Cuando volvía de una expedición, los indios atacaron el navío en el que
viajaba y le robaron todas sus riquezas. Mi padre se vio obligado a trabajar
para otra gente. Durante un tiempo pudo seguir pagando —cada vez menos— a la
mujer que debía quererme, cuyo cariño fue disminuyendo hasta desaparecer. Hacia
el final solo se dirigía a mí con palabras secas e hirientes como púas, que me
hacían huir aterrado hasta el extremo del salón donde pasaba las tres horas del
atardecer del domingo.
Hasta que mi padre no tuvo ya más
dinero y el cariño de la mujer que debía quererme desapareció del todo. El
director trató nuevamente de convencerla de que esperara, pero ella argumentó
que debía marcharse; había obtenido un suculento contrato para querer a tres
niños que vivían en una casa llena de cuadros y tabiques, y no podía aguardar
un solo instante más. El último cheque de mi padre apenas alcanzó para una
despedida muy breve y seca. La mujer que debía quererme se fue del colegio para
siempre.
El director me llamó y me dijo que
esperaría aún los tres meses del verano para ver si mi padre reunía los medios
para seguir pagando mi alojamiento, pero que en tanto debía abandonar el
dormitorio principal y permanecer en una habitación al fondo, a donde no se
permitía entrar a los otros niños. Le expliqué al director que mi padre estaba
por descubrir un tesoro en unas islas lejanas, y que cuando regresara todo se
arreglaría, y le agradecí su paciencia y generosidad. El director sonrió e hizo
un movimiento de cabeza.
Pasé los tres meses en aquella
habitación calurosa y pequeña, pero cuando el verano hubo terminado sin que mi
padre volviera, comprendí que tenía que marcharme. No recordaba lo que había
más allá del colegio, solo me imaginaba una gran llanura cubierta de pastos,
una ciudad de donde había venido la mujer que debía quererme, y después las
islas donde mi padre buscaba los tesoros.
Me alcanzaron mi ropa en una valija
pequeña. Fui hasta la oficina del director, para despedirme. El director me dio
la mano y me deseó suerte y felicidad y triunfos en la vida. Me explicó que
estaba muy ocupado, que no podía salir de su despacho, y que no podía
acompañarme hasta la puerta.
ANÁLISIS DE “LA MUJER QUE DEBÍA
QUERERME” DE LEONARDO MOLEDO
Héctor Zabala ©
Este cuento, publicado en la revista argentina El Péndulo (Nº 14) de febrero de 1987,
es sencillamente genial. En términos concisos (hay una gran economía de
palabras), pero con cinismo cuenta la historia de un chico abandonado a su
suerte. Hace gala del absurdo como principal herramienta narrativa: un padre
ausente tratando de compensar la orfandad materna (y paterna) sustituyéndola
con una profesional “que debe quererlo”. Por supuesto, ese amor es directamente
proporcional al monto de sus honorarios. Un amor que se transforma en desamor
en cuanto dicho monto toma el carácter de crédito dudoso o incobrable.
Un punto importante es que no hay un
solo nombre propio en todo el relato y escasas referencias de tiempo y lugar.
Tan anónimos y tan universales son sus personajes. Nunca sabremos quiénes eran,
cómo se llamaban, el chico, el padre, la mujer, el director del colegio. El
único dato aproximado sería el de la edad de la mujer contratada aunque no es
del todo seguro. Tampoco sabremos nunca de qué colegio se trata ni del país en
que ocurre y —si somos estrictos— ni del continente. En cuanto a la época, debe
situarse en una en que ya existían casinos, lo cual abarcaría desde el siglo
XVIII a nuestros días.
Este anonimato no es casual. Apunta
a lo insignificantes y descartables que somos los humanos sin un amor genuino
que nos contenga, nos cobije.
Al mejor estilo de Ernest Hemingway,
podríamos agregar que este cuento sugiere también su historia no contada. Quizás sus
historias no contadas. Por ejemplo, qué fue de la madre del chico, un ser
nacido naturalmente para quererlo. ¿Acaso murió, lo abandonó, fue asesinada, se
volvió loca? ¿Cómo fue que la mujer sustituta se hizo una profesional del amor,
casi una prostituta fina no sexual? ¿Por qué el padre, el otro ser nacido para
amarlo naturalmente, tampoco puede quererlo?
Pero más allá de la historia particular,
el relato —entiendo— apunta a una metáfora más amplia. Una en la que estaría
involucrada la historia misma del mundo moderno. La figura del niño carente de
afecto sería la imagen de una humanidad
huérfana de todo. Conformada por individuos que solo somos simples números,
anónimos unos respecto de otros, sin importar bajo qué régimen político, social
o económico nos desarrollemos. Individuos que solo valemos por lo que pagamos o
puedan sacar de nosotros. Un mundo con instituciones deshumanizadas, desnaturalizadas,
no importa si estatales, privadas, educativas, sociales, religiosas o como
sean. Se nos asigna un papel socioeconómico como individuos y si no cumplimos
acabadamente con ese papel, quedamos fuera del circuito, no existimos.
El último párrafo, cuando el
director asevera no tener tiempo de acompañar al chico hasta la puerta de
calle, es más que significativo. Lo deja abandonado a toda suerte de peligros
pero al mismo tiempo le desea hipócritamente un futuro venturoso. Una
conclusión contundente del nivel de desamor, de desnaturalización que hemos
alcanzado como especie biológica; ninguna manada de lobos sería tan cruel con
un cachorro, por ejemplo. Nos muestra así, descarnadamente, el grado de
decadencia a que ha llegado la sociedad humana.
LEONARDO MOLEDO
Leonardo Moledo |
Escritor, matemático, periodista y divulgador científico
argentino, su nombre completo era Pablo Leonardo Moledo (Buenos Aires,
20/2/1947 – 9/8/2014). Fue profesor en cuatro universidades nacionales (Buenos
Aires —UBA—, Entre Ríos, Quilmes y Córdoba), autor de libros de difusión
científica y director del Planetario Galileo Galilei de su ciudad natal.
Licenciado en Ciencias Matemáticas por la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA , trabajó para el CONICET
durante varios años. También cursó Historia en la Facultad de Filosofía y
Letras (UBA).
Obras:
Novelas: La mala guita (1976), Verídico
informe sobre la ciudad de Bree (1985) y Tela de Juicio (1987).
Teatro: Las reglas del juego (1985) y El
regreso al hogar (1987), ambas estrenadas en el Centro Cultural General San
Martín.
Cuentos: Incluidos en diversas antologías
de ciencia-ficción y publicados en diarios argentinos (Clarín, Página/12) o en
revistas como El Péndulo y Minotauro.
Divulgación científica: De las Tortugas a las estrellas (1995), La evolución (1995) [1], El Big Bang (1995) [1], Dioses y demonios en el átomo (1996), Curiosidades del Planeta Tierra (1997), La relatividad del movimiento (1997) [1], Curiosidades de la ciencia (2000), Diez teorías que conmovieron al mundo (I
y II) (2006) [2], El café de
los científicos, sobre Dios y otros debates (2006) [3], El café de los científicos (II), de Einstein
a la clonación (2007) [3], La
leyenda de las estrellas (2007), Lavar
los platos (2008) [4], Los
mitos de la ciencia (2008), El último
café de los científicos (2011) [5], Historia de las ideas científicas, de Tales de Mileto a la máquina de
Dios (2014) [6].
Además de los libros, su divulgación científica se completó
con notas, columnas y reportajes en varios periódicos. En Página/12, fue
director del suplemento de ciencias Futuro,
y autor de decenas de contratapas de una original concepción en la comunicación
de ideas científicas. Realizó programas en las radios Municipal y Rivadavia, de
Buenos Aires. Fue también guionista del ciclo televisivo “Ciencia y Conciencia”
(Canal 13, 1989).
Inspiró y condujo el ciclo “Universo Científico” producido
por el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Provincia de Córdoba y la Universidad Nacional
de Córdoba, que se emitió por el Canal 10 de esa Universidad.
En 1996 escribió una Agenda
Científica y la serie de fascículos Un
viaje por el universo, ambos editados por el diario argentino Página/12.
Premios: Recibió dos diplomas al mérito de la Fundación Konex :
Mejor Figura en la
Ciencia-Ficción (1994) y Mejor Figura de la Última Década -
categoría Comunicación - Periodismo Argentino (1997).
Referencias:
[1] Para niños.
[2] En coautoría con Esteban Magnani, publicado en España bajo el título Así se creó la ciencia.
[3] En coautoría con Martín de Ambrosio.
[4] En coautoría con Ignacio Jawtuschenko.
[5] En coautoría con Javier Vidal
[6] En coautoría con Nicolás Olszevicki e ilustrado por Milo Lockett. Se
trata de una compilación de una colección de cuarenta fascículos de Página/12
publicada desde el 10/10/2012 al 24/7/2013, que desarrolla una historia de la
ciencia y sus principales postulados, y propone ser la "primera historia
general de la ciencia ensayada en la Argentina en la última media centuria".
Currículo
de Héctor Zabala en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 75:
Email:
zab_he@hotmail.com
NUEVO POEMARIO DEL
ARGENTINO LUIS RAÚL CALVO
Luis Benítez ©
Deconstrucción de los
rostros y otros poemas,
de Luis Raúl Calvo (Ediciones Generación Abierta,
Buenos Aires,
Argentina, 2019)
Un aspecto los relaciona y otro los separa.
El primero es el lenguaje empleado por el poeta, bien
conocido por quienes somos sus lectores desde hace años. Me refiero a la manera
directa que tiene Calvo de comunicarse con quien lee, engañosamente simple,
para encubrir y por ende, hacer así más efectiva la comunicación de núcleos de
sentido más complejos.
El registro puede ir desde lo confesional y anecdótico hasta el matiz de la evocación culta, pero en este caso invariablemente subrayando lo que en común con todos los hombres tiene esta última. El recurso mencionado abunda en Deconstrucción…, donde los iconos culturales impregnantes, la mención a figuras de la pintura y la literatura occidentales no invade con su prestigiosa referencia el discurso, sino que alude a aspectos de la experiencia emotiva y conceptual que tienen en esos nombres —Van Gogh, Gauguin, Artaud— una referencia directa. El poeta desglosa luego este aspecto y nos muestra en sus versos cómo el sufrimiento, la creatividad, el dolor, la angustia, las iluminaciones, que corresponden a la vida de todos y cada uno de los hombres, si bien brillan reconocidamente en esos nombres que él menciona, son en verdad patrimonio de toda la humanidad, resultado de la experiencia tanto general como individual, que en estos poemas se combinan.
El registro puede ir desde lo confesional y anecdótico hasta el matiz de la evocación culta, pero en este caso invariablemente subrayando lo que en común con todos los hombres tiene esta última. El recurso mencionado abunda en Deconstrucción…, donde los iconos culturales impregnantes, la mención a figuras de la pintura y la literatura occidentales no invade con su prestigiosa referencia el discurso, sino que alude a aspectos de la experiencia emotiva y conceptual que tienen en esos nombres —Van Gogh, Gauguin, Artaud— una referencia directa. El poeta desglosa luego este aspecto y nos muestra en sus versos cómo el sufrimiento, la creatividad, el dolor, la angustia, las iluminaciones, que corresponden a la vida de todos y cada uno de los hombres, si bien brillan reconocidamente en esos nombres que él menciona, son en verdad patrimonio de toda la humanidad, resultado de la experiencia tanto general como individual, que en estos poemas se combinan.
El aspecto que separa a este grupo de textos de aquellos que
componen la segunda sección, la titulada Otros
poemas, es que en esta el tono se vuelve más intimista y hasta aborda el
recurso de lo paracoloquial, con singular destreza, vamos a remarcar, por
ejemplo en el poema Reencuentro.
Desde luego que estas superficiales aproximaciones no agotan
todo lo que podemos decir acerca de este poemario, sino que son apenas una
introducción, una invitación a leer, que extendemos al lector.
Así escribe Luis Raúl Calvo
Generación Abierta:
Treinta años
Tal vez acaso, nos reconoceremos
en las imágenes del tiempo
como una vaga sombra que cubrió
los anchos mares del Atlántico.
Una cruel ironía: las páginas amarillas
serán sólo eso, un reflejo certero
de que hemos vivido el ocaso
de un sueño, la fragmentada realidad
de una vieja utopía, el deseo recobrado
en las antiguas musas del Olimpo.
Muchos ya han partido para reencontrarse
en otros ríos, en otras regiones del alma,
la pasión de la sangre no invade territorios
que separen lo que la belleza une en el silencio.
Quedarán las palabras, sí, al menos
las palabras, desoladas voces de la memoria,
de la fugacidad, del olvido.
Currículo
de Luis Benítez en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 64:
Email:
lb20032003@gmail.com com
PRÓLOGO A EL DESENCANTO DEL DELIRIO,
POEMARIO DE CARMEN
ÁLVAREZ
Anna Rossell ©
Anna Rossell ©
VIVIR A MUERTE
Dicen que la escritura tiene, entre otras, una función
catártica. Si esta afirmación es válida en general, mucho más aún en el caso de
la poesía, que en su calidad de género intimista propicia más todavía esta
posibilidad. El poemario de Carmen Álvarez es una prueba fehaciente de ello.
Carmen Álvarez |
Dividido en dos partes, I
Muerte al desencanto —poemas dedicados al dolor del mundo— y II Muerte al delirio —producto del
tormento personal por el desamor—, El
desencanto del delirio es, como los títulos indican, una declaración de
guerra a las causas del sufrimiento, un llamamiento a la rebeldía, un
emplazamiento al inconformismo ante la agresión en lo social y en lo personal.
Denominador común de ambas partes es la negativa de la voz poética al
inmovilismo, a dejar que los embates de cualquier naturaleza minen lo que
claramente la voz poética considera la dignidad humana.
Así su poesía es a la vez una redención y una denuncia, una
acusación de culpabilidad hacia aquellos que, cruzados de brazos e impasibles,
permiten el mal y la injusticia, un revulsivo para apaciguar el desconsuelo,
pero ante todo para propiciar la actuación como autodefensa para vivir
dignamente. Pudiera decirse que el credo que emana de estos poemas es la
profunda convicción de que no existe el destino, la seguridad de que solo la
actuación del ser humano hace el mundo y la vida como son. Así hay una
reclamación implícita a la intervención, una exigencia de la actuación de todos
ante la humillación y los desmanes en lo social y la exhortación a vivir el
amor, como paradigma de la vida, con la intensidad que reclama y merece, en lo
particular. Ambos planos en estricta coherencia con la unidad del alma, pues se
nos anuncia: No vale la vida sin vivir a
muerte (I, 2).
Paradójicamente, en lo formal la voz poética solo adopta
excepcionalmente el imperativo, la amonestación o la increpación, antes bien
echa mano de la fina observación para hacer inventario de un malsano estado de
cosas que amenaza con arruinar lo más preciado de la existencia humana: Almas atormentadas comen / asfalto como
manjares. / Perdón, no tengo tiempo / para que me robes. / Ni para besar a mis
hijos, / ni para ayudar a la anciana, / ni para sentirme vivo. / El reloj me
estrangula, / me separa de todo (I, 1). Los versos son a menudo sentencias
que ponen al descubierto las causas del malestar del mundo, la voz deviene
contundente acusación para señalar a los culpables, que saben cómo amasar
fortunas a costa de otros o vivir en su campana de cristal sin injerencias
contribuyendo a perpetuar un despiadado statu quo: […] / No suda el rico su comida / ni el cardenal su sotana, / llora el
sol, injusto brillo (I, 3) y, como ya hiciera Gabriel Celaya, declara la
poesía un arma cargada de futuro: Coetáneos
en avance hacia el futuro mimado, / armados con versos, metralla en sus manos. /
Tomaremos lo nuestro, África grita en pie, / sin pedirlo, pero merecido, / sin
llorar lo que hubo detrás (I, 6). O bien: Masticamos las palabras de carne / luchando por y contra las ideas. / Delirios
de muerto nacen / comiendo sien y boca. / Rendirse es cosa de mudos (El poder de la palabra, I, 13). El
lamento ante la evidente injusticia: Tanta
miseria en un fuego / al que nadie manda agua / […] se convierte en ansiado
anhelo: […] / Que vuelque este mundo / desigual,
injusto, hambriento, / totalitario, racista, / amargo, / misógino, duro y cruel
(I, 8).
La voz poética se manifiesta especialmente sensible a la
desigualdad y al sufrimiento que provoca la concepción patriarcal del mundo, un
tormento vivido en carne propia, contra el que se revuelve y defiende
encarnizadamente: […] / No callarán
nuestros ojos, es el despertar. / Miserable mundo patriarcal, somos más fuertes.
/ Olvidaron nuestra alma, rancia Iglesia hipócrita. / Olvidaron nuestros
pechos, amamantando tabú. / […] (I, 9). Y señala los verdaderos y
encubiertos propósitos de su ideario: […]
/ y la mierda deforme / del violento crece / maltratando el vientre. / Queréis
esclavas, no madres, / queréis sumisas a las mujeres, / queréis nuestros rojos
sueños/abortados en vómito represor. / No callaremos nuestros ojos (I, 16).
El decidido compromiso social que refleja la poesía de
Carmen Álvarez no se deja obcecar por la fácil y antipoética vía de lo
panfletario; su desconsuelo y su ira no provienen de lo ideológico que ha
perdido de vista el origen de la desazón, sino que bebe directamente de la
fuente que la provoca: el sufrimiento de esa humanidad en la que el sujeto
poético se refugia en los momentos de desánimo para no rendirse: […] / Los sueños se apoderan de esta mente, /
de esta criatura verde de la madre tierra. / Maldita utopía, tan lejos de las
manos. / No te tocaré ni presente bajo mis pies. / Alcanzo ilusiones con los
ojos, / perdida en el abrazo de la vida. / Encuentro sosiego en los rincones
del ser (I, 11). Sabedora de la importancia de lo que está en juego, su
empeño es tenaz en pos de la utopía: […] /
Alcanzaremos la luz de cualquier soñado amanecer, / perseguiremos con tesón lo
que nos debe la historia / […] / sangra este mundo lleno de esclavos. / Quiero
ver llorando a la avaricia / […] / Saquemos a la libertad de su escondite. / Valemos
más que nuestras cadenas (I, 14).
Sin embargo el carácter combativo de la voz poética no se
agota en lo social. En congruencia con su anunciada exhortación a vivir la vida
a fondo también alcanza lo personal. Su incondicional entrega le proporciona la
felicidad más sublime o la sume en la desdicha más honda, propicia las
experiencias más extremas. Así en Muerte
al delirio —un canto a la excelsa felicidad que proporciona el amor en
comunión (Entretejer el llanto / y
acariciar, de común / acuerdo, la compañía, II, 5) y donde se manifiesta el
suplicio de quien aspira a él y no lo alcanza—, la voz manifiesta la fragilidad
a la que se expone aquel que está dispuesto a darlo todo y busca su alma
gemela: Y veo porque te miro, / y siento
porque me hieres, / y mi aliento es sufrimiento. / […] (II, 1). Y también
en el terreno íntimo de lo más íntimo sabe de la dificultad que entraña su
exigencia: Dibujan mis sueños / todas las
caricias del desierto, / inventos contra Tánatos, / sorbos de tiempo huido / […]
(II, 4) y el suplicio que entraña la búsqueda: […] / Y vivo en cada cruz / sin aliento, heridas y sed (II, 7). Una
búsqueda de cuya culminación depende la vida de la persona amante cuando no es
correspondida: Has robado mis ojos y
sueñan tu figura. / Increíble destreza esquiva la piel. / Sin sentir el alma
desaparece. / Abismos de desesperación son deseo, / agonía del abrazo sin
fondo, / […] (II, 8).
En el trato del tema amoroso Carmen Álvarez combina la
ternura con el erotismo y es en esta conjunción donde su pluma logra su mejor
poesía: […] / No hay flor que no ondee / al
viento en la tierra / de mis pechos ardiendo. / […] (II, 9), o bien: […] / Sigue mi lengua tu rastro, / sigue la
libertad rebelde en su nicho, / […]. / Aprenderás a amar sin asfixia, / llena
de clímax y humedad (II, 10). Pero el apasionamiento de la entrega en la utopía
amorosa no ignora el peligro que conlleva la obsesión: la pérdida de la
libertad, el bien más preciado: […] / Maldito
Cupido haces víctimas / con tu eterno amor romántico / […] / No prometo hacerte
el amor dos veces. / Tienes que darme lo que espero: / contagiarme de tu risa, /
avanzar creciendo hacia dentro, / empaparte todos los días, / beber de mis
sueños, / […]. Y en el ejercicio de esta sagrada libertad y en absoluta
coherencia con la valentía y la combatividad de su voz poética, arremetiendo contra
todo tabú, prosigue: decirme que todo
sobra menos nosotras… (II, 15)
EL REALISMO DE LA POESÍA
Anna
Rossell ©
Cise Cortés
Poemas de madrugada,
Amazon, KPD, 2015
Cise Cortés |
Ya en su primer poema, un poema
impactante que nos sensibiliza sobre la práctica de los matrimonios forzados de
niñas en muchos países, tenemos en muy pocas líneas un ejemplo de estos dos
aspectos cualitativos que acabo de mencionar. El poema comienza así:
No vistas a la novia. / No, déjala que juegue un poco más. / Deja que
sus manos recorran / el cuerpo roto de su muñeca, / el barro amargo / con el
que quiere alimentarla. / [...] (La novia)
En los dos primeros versos la voz
poética ya nos ha puesto en situación, ya nos ha resumido el momento en que se
encuentra la protagonista del poema y con “déjala que juegue un poco más” ya
nos queda clara la mirada crítica de la voz poética hacia esta boda que trunca
una niñez que se encuentra en pleno desarrollo y que alguien está a punto de
cortar de raíz. Por otra parte, el recorrido de las manos de la niña por el
cuerpo de la muñeca hace patente que su muñeca tiene “el cuerpo roto” y que su
alimento es “barro amargo”, lo cual nos vuelve a poner en situación solo con
dos o tres palabras, que tienen la prerrogativa de decir entre líneas mucho más
de lo que parecen decir: “barro amargo” nos transporta a los barrios más pobres
de una ciudad o de un pueblo, a calles sin asfaltar en las afueras suburbiales
donde se acumula la pobreza. Pero, además, este barro es “amargo” y es el
alimento con que la niña nutre a la muñeca.
Esta capacidad de expresión sucinta en su poesía, pero
también en la prosa, como ya decía, esta capacidad de concisión es una de las cualidades que creo que hay que destacar en primer lugar de Cise Cortés. Y no es una cualidad cualquiera.
Esta muestra del primer poema, que abre un libro de 34, es característica no solo de su estilo, sino también de las temáticas que interesan a la autora, que tiene una profunda conciencia social; su mirada no es introspectiva, es una mirada que se proyecta hacia afuera y descubre los pequeños detalles que observan y denuncian la injusticia y el sufrimiento de la gente humilde, o que observan y denuncian el sufrimiento a secas, pero siempre el sufrimiento de otras personas.
En este sentido es claro que a la voz poética le gusta la descripción: predominan los títulos que lo demuestran: La novia, Regina, Estella, El cortejo, Mujer azul, Plaza, Ermita, Pueblo, Lorca, Pablo, Mendigo, indigente, Viejo, entre otros. En el poema Estella, que la autora escribe con el registro de un cuento infantil o una fábula, leemos:
Érase una vez / una viejecita en Buenos Aires / que sola deambulaba por las calles. / Su corta figura / achatada por los años / se veía con frecuencia / descansando en las aceras / [...] (Estella)
O bien este otro poema, Mujer azul, que la voz poética termina con una contundencia inclemente, para transmitir la dureza del sentimiento de la mujer que protagoniza el poema:
Esta muestra del primer poema, que abre un libro de 34, es característica no solo de su estilo, sino también de las temáticas que interesan a la autora, que tiene una profunda conciencia social; su mirada no es introspectiva, es una mirada que se proyecta hacia afuera y descubre los pequeños detalles que observan y denuncian la injusticia y el sufrimiento de la gente humilde, o que observan y denuncian el sufrimiento a secas, pero siempre el sufrimiento de otras personas.
En este sentido es claro que a la voz poética le gusta la descripción: predominan los títulos que lo demuestran: La novia, Regina, Estella, El cortejo, Mujer azul, Plaza, Ermita, Pueblo, Lorca, Pablo, Mendigo, indigente, Viejo, entre otros. En el poema Estella, que la autora escribe con el registro de un cuento infantil o una fábula, leemos:
Érase una vez / una viejecita en Buenos Aires / que sola deambulaba por las calles. / Su corta figura / achatada por los años / se veía con frecuencia / descansando en las aceras / [...] (Estella)
O bien este otro poema, Mujer azul, que la voz poética termina con una contundencia inclemente, para transmitir la dureza del sentimiento de la mujer que protagoniza el poema:
Te escucho susurrar / con voz deshilachada / evitando despertar / un
campo de amapolas. / Tu párpado pintado / habla por tu boca / y anuncias
tormentas / interiores. / Porque todo te delata, / tu pelo enmarañado / tus
uñas vagas y escondidas / y ese sentir hondo / y partido / sin fin y sin
remedio. (Mujer azul)
Y aún otra muestra muy zahiriente:
este poema tan sobrecogedor, titulado Son
de la noche:
De la noche. / Los hijos son de la noche / y del lento amanecer. / [...]
/ Han entrado en la legión / de aquellos que se emancipan/con los bolsillos
rotos / en suburbios / donde encuentran / todo lo que buscan. / Son de la
noche, / y las madres se resisten / y lloran abrazadas en las esquinas / donde
miran / el lento amanecer / en el que sus hijos viven. (Son de la noche)
Al igual que puede afirmarse de su
primera novela, Pobreza, yo diría que
la poesía de Cise Cortés tiene una gran tendencia al realismo como corriente
literaria. En uno de los poemas se manifiesta este realismo de manera extrema,
cuando la autora hace desaparecer la voz poética objetivadora y deja hablar
directamente al personaje; me refiero al poema titulado Locura, en el que leemos solo la voz que supuestamente desvaría,
haciendo una radiografía de la locura misma:
¡Vamos! / Vamos deprisa. / ¡No quiero que me toques! / El pájaro se ha
ido. / ¡Vamos! / [...] (Locura)
También la descripción de lugares da
a entender esta sensibilidad hacia los escenarios humildes que acogen personas
humildes. Cuando describe El cortejo
nos sentimos directamente trasladados a un lugar abandonado, marginal, austero,
excluido y baldío, donde las personas que componen el cortejo fúnebre son
espectros que llevan el peso de la dureza de su historia a las espaldas.
Leemos:
Cuando el viento / barre los caminos / y el polvo se adhiere a la piel /
como el cemento, / tras los árboles, / aparece el lúgubre cortejo. / Son
mujeres oscuras / con pechos desgarrados / y anchas caderas paridoras. [...] (El cortejo)
Incluso cuando el poema se concentra
en la descripción de un lugar, las personas que forman o habían formado parte
de aquel paisaje toman un protagonismo indirecto fundiéndose con este paisaje.
La voz poética lamenta el abandono del campo, la decadencia del mundo rural:
Pueblo de luces amarillas. / Todo en ti rezuma / historia de otro
tiempo. / Han desaparecido / el pastor y sus ovejas, / de tus montes, el
esparto; / de tus campos, / el olivo./ [...] (Pueblo)
O bien cuando habla de Lorca, el
pueblo de Murcia que la autora conoce bien:
Lorca trémula y agrietada / como si una vejez prematura / hubiera
devastado / tus jardines y palomas. / Tus balcones se desploman / al igual que
tus iglesias, / pero el hombre te apuntala / con maderas y con rezos. / [...] (Lorca)
Los poemas de Cise Cortés cuentan
historias duras, historias penosas que nos golpean porque están escritas para
golpear al igual que golpearon la autora.
Pero, si bien ésta es la tónica
predominante en este breve poemario, los registros poéticos que nos ofrece Cise
Cortés no se agotan aquí. La voz poética también da a conocer una vertiente
reivindicativa de cualidades humanas o de condiciones que cree necesarias para
la vida y entonces lo hace en primera persona:
En el poema titulado Tesoro leemos:
Si encontrase una lámpara maravillosa / [...] / pediría al genio que la
/ habita / un único deseo. / [...] / Sólo pediría un sueño: / despertar en
brazos / de la curiosidad. (Tesoro)
O bien este otro, titulado Yo no quiero:
Yo no quiero divorciarme de la vida, / la fragancia de la rosa / es más
intensa / en contacto con su espina. / [...] / Quiero el trueno / y el
relámpago / para saborear / la calma y el silencio, / y el dolor / y la
traición / ¡también los quiero! / [...] / porque yo no quiero divorciarme de la
vida... (Yo no quiero)
Como también practica un registro de
carácter más filosófico cuando a su cualidad descriptiva añade la de la
reflexión, tal como vemos en el poema Islas,
donde observa el absurdo y el anonimato de la vida en la gran ciudad:
Vivimos en una isla / de hormigón / de la que nadie / puede redimirnos.
/ [...] / todos sabemos / que esta isla está blindada / y nuestros brazos / no
resisten / largas travesías. / Por eso preferimos / andar descalzos por sus /
playas / a pesar de que sangren / nuestros pies / y el sol se oculte triste. (Islas)
El poemario se puede adquirir en
Amazon, en versión electrónica.
Currículo
de Anna Rossell en Realidades y Ficciones – Revista Literaria Nº 11:
Email:
arossellib@gmail.com
STEINBECK, ¿EL MENOS
MALO?
Arturo Zafra Moreno ©
A menudo se piensa que un escritor, lo que más quiere sobre
todas las cosas, más que cualquier otro impulso o anhelo, es ganar el Premio
Nobel. Si una persona decide cometer la locura de dedicarse a la escritura,
'debemos' dar por sentado que aspira a ganarlo y que acaba de emprender el
viaje cuyo único fin es ese. Se le considera el mayor galardón posible, el
cenit del triunfo en las letras, el mayor prestigio como escritor de culto;
colocar un pie en la historia. Y, en cierto sentido, es así. En líneas
generales, estemos de acuerdo o no con las decisiones de la Academia Sueca , los
galardonados han sido, y son, figuras clave de la literatura, irrevocables y
bien situadas para la eternidad.
Sully Prudhomme |
Bob Dylan |
Pero este caso no fue el único en el que un estadounidense
suscitó acalorados debates y controversias. Vayamos al Nobel de 1962; John
Steinbeck.
John Steinbeck: vida y
obra
John Steinbeck |
El entorno rural y los continuos trabajos en ranchos y
campos que desempeñó sirvieron de gran inspiración para Steinbeck, puesto que
fue testigo de primera mano de las duras condiciones de vida a la que estaban
sometidos los trabajadores. Estas imágenes son recurrentes en sus novelas y
cuentos.
En 1919 ingresó en la Universidad de Stanford, donde cursó estudios
literarios y, ocasionalmente, biología marina. En 1925 abandonó la universidad,
sin que llegase a finalizarla con éxito, y se traslada a Nueva York, con claras
intenciones de escribir y vivir de ello, viéndose obligado a alternar
diferentes trabajos. En 'la
Gran Manzana' trabajó como escritor independiente para el
periódico New York American, el cual acabó despidiéndole. Al año siguiente
volvió a su California natal para dedicarse de lleno a la literatura.
En 1927 publicó su primera novela, La taza de oro, en la que narra la vida y ¿obra? del bucanero Henry
Morgan, sin cosechar mucho éxito. Pero la fama se elevó y consolidó gracias a
la desternillante novela Tortilla flat
(1935), por la que ganó La
Medalla de Oro a la mejor novela escrita por un californiano.
Esta novela fue acogida con entusiasmo, ya que despertaba ―y despierta― grandes
momentos cómicos y refrescantes; momentos realmente necesarios durante aquellos
años debido a la gran depresión que atormentaba a la sociedad norteamericana.
Pero el estilo y la intencionalidad afable que ofrecía no fue lo que más le
caracterizó posteriormente. A su obra se le suele atribuir el término de
realismo social, debido a las temáticas escogidas, con recurrentes críticas a
las graves injusticias y la pobreza que padecían ―y padecen― los trabajadores
de la industria agrícola, como demostró en En
lucha incierta (1936), donde novecientos trabajadores se alzan en una
encarnizada huelga contra los abusos de los terratenientes. En 1937 publicó la
que sería una de sus novelas más reconocidas; De ratones y hombres. Considerada una «pequeña obra maestra», en
parte debido a su corta extensión (apenas 80 páginas).
El prestigio le llegó con su novela homónima y más conocida
―y más extensa―; Las uvas de la ira
(1939); protagonizada por la familia Joad que, debido a la colosal sequía
denominada Dust Bowl, se ven obligados a trasladarse de su original Oklahoma a
los ranchos de California. Esta novela resultó ser una verdadera epifanía,
abriendo los ojos a toda la población estadounidense ante una realidad
desconsoladora; las dificultades de las víctimas de esta etapa oscura de los
años 30, y la poca empatía que mostraban algunos poderosos. Las polémicas que
generó fueron proporcionales a las alabanzas y elogios recibidos. El biógrafo
Jay Parini lo describió como «uno de los grandes libros enfadados». En 1940
recibió el premio Pulitzer de novela.
Ese mismo año se embarcó en una expedición por el golfo de
California, junto a Ed Ricketts, biólogo marino y amigo íntimo del autor. De
ese viaje nacieron dos libros: Sea of
Cortez: A Leisure Journal of Travel and Research (1941) y The Log from the Sea of Cortez (1951).
En 1942 escribió La luna se ha puesto,
novela que se centra en la resistencia de un pueblo noruego ante la ocupación
de la Alemania
nazi. Por dicho libro fue condecorado, en 1945, con la Cruz de la libertad de Haakon
VII. Dicha medalla se estableció ese mismo año y Steinbeck fue el primero al
que se le otorgó.
En 1943 fue corresponsal durante la II Guerra Mundial, de la
que regresó con varias heridas de metralla y un profundo trauma psicológico. A
su regreso, colaboró con Alfred Hitchcock, escribiendo el guión para la
película Náufragos. Más tarde, al ver
la película ya rodada y el resultado final, solicitó que se eliminase su nombre
de los créditos, al considerar que la película tenía elementos xenófobos.
A estas alturas, muchos de sus libros habían sido adaptados
al cine, con excelentes resultados. Cabe destacar algunas de esas películas: en
1939, Of Mice and Men, dirigida por
Lewis Milstone y protagonizada por, entre otros, Burgess Meredith. En 1940, Las uvas de la ira, dirigida por John
Ford y protagonizada por Henry Fonda; película ganadora de dos premios Óscar y
que, en 1989, fue considerada «cultural, histórica y estéticamente
significativa» por la
Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, por lo que fue
seleccionada para su preservación en el National Film Registry. En 1942, Tortilla Flat, dirigida por Victor
Flemming y protagonizada por Spencer Tracy; sin tanta notoriedad como las
anteriores, logró una nominación al premio Óscar al mejor actor secundario por
la actuación de Frank Morgan.
Con tantos éxitos cosechados no era de extrañar que, en
1947, Steinbeck escribiera la novela La
perla, ambientada en México, con un ojo puesto en la gran pantalla. Ese
mismo año se rodó la película, convirtiéndose en la primera película en lengua
hispanohablante en ganar un Globo de Oro (mejor fotografía), ganando la Mención como la mejor
contribución al progreso cinematográfico en el Festival de Venecia, y siendo
galardonada con cinco Premios Ariel.
En el viaje a México, con motivo del rodaje de dicha
película, Steinbeck se inspiró para la elaboración de un guión basado en la
historia del líder revolucionario Emiliano Zapata. De ahí surgió la famosa
película, hito del cine, ¡Viva Zapata!
(1952), con Marlon Brando encarnando el papel protagonista. Ese mismo año
publicaría Al este del Edén,
nuevamente llevada al cine por Elia Kazan, director de la película anterior.
La fama y prestigio del autor se encontraba en declive por
aquel entonces, ya que con cada nueva publicación los críticos consideraban que
su estilo y calidad literaria había disminuido notablemente, y que sus únicas
obras buenas fueron las creadas durante la década de los 30 y 40, y con suerte
los 50. Al menos, eso es lo que señalaron cuando, en 1960, publicó su libro de
viajes titulado Travels with Charley;
en el que narra el recorrido que hizo por todo el país de Estados Unidos subido
a un pequeño camión y con la única compañía de un caniche, Charley. Las
críticas no hicieron más que endurecerse cuando, en 1961, publicó El invierno de nuestro descontento.
En 1962, la 'ira' acumulada por los más críticos dio sus
frutos, cuando la
Academia Sueca soltó la noticia de que John Ernst Steinbeck
Jr era el ganador del Premio Nobel de Literatura.
El 20 de diciembre de 1968, seis años después de haber
ganado el Nobel, murió de cáncer de pulmón, debido a su adicción al tabaco.
En total escribió más de 27 obras, concretamente: 6 libros
de no ficción, 5 conjuntos de relatos y 16 novelas. Considerado uno de los
mayores novelistas norteamericanos del siglo XX, junto a sus contemporáneos Ernest Hemingway (1899-1962), William Faulkner (1897-1962), y su
'predecesor', Sinclair Lewis
(1885-1951).
Proceso de elección
del Nobel de Literatura:
Alfred Nobel |
En septiembre del año anterior al premio en cuestión (como
en este caso, que sería el mes de septiembre de 1961), la Academia envía
invitaciones por carta a unos 600-700 individuos, organizaciones y demás
entidades. Igualmente, a pesar de no haber recibido dicha invitación, dejan las
puertas abiertas a que cualquier persona u organización pueda tener voz y
opinar, siempre y cuando cumpla alguno de estos requisitos:
• Pertenecer a la Academia Sueca de la Lengua u otra organización
similar.
• Haber sido galardonado con el Nobel.
• Ser presidente de una sociedad de autores que represente
la creación literaria de un país.
• Ser profesor de Lengua o Literatura en una universidad.
En España, por ejemplo, la Real Academia
Española (RAE) tiene la potestad para poder enviar su lista de candidatos.
Todos los invitados tienen hasta el 31 de enero para enviar
su lista.
Una vez la
Academia Sueca ha recibido todo el material, se dispone a
estudiar las propuestas y, por votación de todos los académicos, de todos los
nombres propuestos deben realizar una lista de entre 15 y 20 escritores. Este
proceso puede llevar más de dos meses; hasta abril, más o menos. Después, de
esa lista, se vuelve a examinar, esta vez con mayor atención, toda la obra de
los elegidos, hasta que seleccionan a 5 aspirantes. Tienen hasta mayo para
realizar esta preselección.
Durante los meses de verano se vuelven a estudiar las
candidaturas, hasta que, en septiembre de ese mismo año se elige al que,
finalmente, será el ganador del Nobel.
En octubre se hace pública la noticia, y avisan al ganador
solo unas horas antes, para que se prepare para el aluvión de entrevistas que
se le avecina. El resto, los 'finalistas', e incluso las personas cuyos nombres
se barajaron desde el principio, no sabrán ni que han sido candidatos, ni en
qué puesto han quedado, hasta que pasen los 50 años de obligado hermetismo.
En diciembre se hace la ceremonia de entrega de premios.
'El nobel de la ira':
En octubre de 1962, la Academia Sueca de la Lengua informó que, tras un
largo período de elecciones (como hemos visto antes), John Steinbeck resultó
ser ganador del Nobel de Literatura de aquel año, por «su escritura realista e
imaginativa, combinando el humor simpático y la aguda percepción social». Inmediatamente,
la ola de críticas y reproches cayó sobre el autor y, ante todo, sobre el
Comité de los premios. Los editoriales de aquella época saltaron al instante,
describiéndolo comúnmente como «uno de los mayores errores de la Academia ». El New York Times,
por ejemplo, opinó lo siguiente: «creemos que es interesante que el laurel no
haya sido otorgado a un escritor...cuya importancia, influencia y cuerpo de
trabajo ya habían causado una impresión más profunda en la literatura de
nuestra época».
50 años después, en el 2012, los documentos se hicieron
públicos y la polémica volvió al escenario del siglo XXI. El diario sueco
Svenska Dagbladet dio la noticia y el estadounidense The Guardian terminó
extendiéndola a nivel internacional. En España, por ejemplo, la noticia recibió
mayor importancia por medio del ABC y su suplemento cultural.
Pero no nos adelantemos, y veamos qué fue lo que se supone
que ocurrió.
Según los documentos, se seleccionaron más de 66 candidatos
aquel año, de los que se redujeron 5 finalistas. De esos cinco, poco a poco se
fue descartando a cada uno, por diversas razones, hasta que, por puro
'descarte', quedó solo el nombre de John Steinbeck.
Vayamos a los nombres de los candidatos y las supuestas
razones por las que no fueron premiados.
Karen Blixen |
Jean Anouilh |
Jean-Paul Sartre |
Robert Graves |
Lawrence Durrell |
Las decisiones dudosas, los más que endebles veredictos, las
conclusiones difusas, las palabras de Henry Olsson («no hay candidatos obvios
para el Premio Nobel y el comité del premio se encuentra en una situación poco
envidiable»),o las de Änders Österling, secretario permanente de la Academia («entre Graves y
Steinbeck, creo que la elección es muy difícil: Graves es el más viejo y, al
mismo tiempo, menos destacado, mientras que la reputación de Steinbeck es, por
supuesto, más popular... Sin embargo, dado que la candidatura de Steinbeck
parece tener más posibilidades de obtener un apoyo incondicional, me considero
libre de darle prioridad»), han hecho que, actualmente, se considere que John
Steinbeck, ganador del Nobel de 1962, lograse la victoria por el mero hecho de
ser «el menos malo».
¿Tú qué opinas? ¿De verdad crees que era un premio
inmerecido?
Yo, por mi parte, prefiero quedarme con estas palabras:
“La Literatura no se
promulgó por un pálido y estéril ministerio crítico que canta letanías en
iglesias vacías, ni es un juego para elegidos, mendicantes o fanfarrones de
anémica desesperanza. La literatura es tan vieja como el discurso; creció fuera
de toda necesidad humana, y no ha cambiado excepto para ser más necesaria. Los
poetas, los escritores no están aislados ni son exclusivos. Desde el principio
sus funciones, deberes y responsabilidades han sido decretadas por nuestra
especie.” (Fragmento
del Discurso de John Steinbeck al recoger el Premio Nobel de Literatura de
1962)
Currículo
de Arturo Zafra Moreno en este Nº 39 de Realidades y Ficciones – Revista
Literaria.
Email:
arturozafra_96@hotmail.com
CARACTERÍSTICAS DEL
ESPACIO DEL CONFLICTO PERMANENTE DE LA FELICIDAD HUMANA
EN EL COMPORTAMIENTO DE ALGUNOS PERSONAJES
Yubraska del Carmen Herrera Diamónt ©
Toda sociedad es heterogénea
sometida a leyes y reglas universales que permiten que cada círculo social
estén conectados entre sí. Sociedad es el compendio de naciones, personas,
seres, etc., que viven tras leyes comunes, que les permiten desarrollarse, dar
y reconocerse en un espacio de “respeto”. Vivir en sociedad, es saber que la
vida se vive con los demás. Vivir con los demás quiere decir compartir una
serie de fines culturales, recreativos, benéficos, deportivos, económicos,
generales en sí, que van moldeando al ser humano en su entorno. Sin embargo, no
siempre los parámetros sociales son respetados y acatados. Hay pueblos que se
sublevan, con causa o sin ella; el gran alentador de la rebeldía social es un
dios nada divino, porque es totalmente mortal y creado por la sociedad; ese
dios es conocido como “dinero”, este puede facilitar las transformaciones
personales, pero no resuelve las tensiones en las relaciones humanas, al
contrario las complica aceleradamente de forma negativa casi siempre. El dinero
proporciona felicidades efímeras, aun así quien lo posee desea más y más porque
es un aditivo demasiado atractivo y persuasivo.
Puesto que, el dinero es generador
de grandes cambios, que cuando se dan por la ceguera o ignorancia de las
formas, conlleva a la decadencia del ser. Pues, con el dinero se pretende
muchas veces suplantar el verdadero camino hacia la felicidad o ágape del alma.
Ese suplantar sin conciencia, genera fragmentación social. En donde todo cae y
se deforma, como los valores humanos. Hay que estar claros, que una
civilización sin valores se centra en el “tener”, en el vivir superficialmente,
en el arraigo a los intereses personales, a relaciones interesadas, a la
explotación, al condicionamiento, al consumo desconsiderado, a una seriedad
fingida, a la humillación del prójimo, a la búsqueda de empleos basados en “ser
alguien”, y por supuesto a ser payasos del gran circo social esclavizado por el
“dinero”.
Tal fragmentación es muy bien
capturada por la lupa literaria; puesto que la literatura es un sistema que
genera o traduce sentidos mediante una interacción lingüística, y parece tomar
escenas de la realidad social para darles vida con la magia narrativa. En ella
se desprenden en metáforas miméticas, maravillosas desrealizaciones del mundo
real.
Ahora bien, un ejemplo de
fragmentación del ser tras la búsqueda de la felicidad, está planteado en la
novela Delirio. En donde se da un
diálogo entre vencedores y vencidos del monstruo social comandado por el
dinero. Allí, el ser humano busca la felicidad como el mayor bien conocido,
aunque por caminos que algunas veces los hacen volverse presa fácil de la nada,
del caos, de la sed de poder. Lo más impresionante, es que Restrepo, tras un
juego verbal describe en un pequeño escenario como lo es la sociedad
colombiana, la corrupción y malversación de la sociedad universal, entendiendo
que, Colombia representa el mundo en Delirio.
[…] estos de la DEA
son más podridos que cualquiera, y no sólo Silver se me ponía en cuatro patas
sino todos ellos, campeonazos de la doble moral, y también tu padre y tu
hermano Joaco, y no vayas a creer que no, porque si antes eran ricos en pesos,
fue él, el Midas McAlister, quien les multiplicó las ganancias haciéndolos
ricos en dólares, que si por algo lo llaman el Midas es porque todo lo que toca
se convierte en oro
(Restrepo, 2005: 50-51).
La fragmentación social es como una
lepra que poco a poco va dejando caer las caretas de pústulas y escamas del
terror, y deja entrever cómo los derechos humanos son vejados por la misma
sociedad ambiciosa, donde no importa de dónde proviene el dinero, lo importante
es tenerlo así sea con el lavado de dólares, o el tráfico ilegal de
estupefacientes. Detrás del narcotráfico, está un enorme porcentaje de víctimas
que al ser arrastradas por cataclismos existenciales son exequias vivientes que
traen consigo, violaciones, suicidios, homicidios, atracos, sicariatos, es
decir toda la lepra que envuelve al mundo actual.
El mundo del narcotráfico y las
drogas en la novela Delirio arrastra
más sangre que todas las guerras habidas y por haber en este orbe cruel y encarnizado.
Qué irónico, unos buscan la felicidad en el dopaje, otros en el dinero que se
obtiene por la venta de dopaje. Esta última es la manera más fácil de tener
confort, viajes de placer, los mejores trajes y buena imagen social; allí están
los llamados delincuentes de “cuello blanco”.
¿Acaso no sabías de dónde sacaban los dólares tu hermano Joaco y tu papá
y todos sus amigotes, y tantos otros […] de la sociedad de Bogotá y de
Medellín, para abrir esas cuentas suculentas […] en cuanto paraíso fiscal, como
si fueran jet set internacional? […] te lo voy a simplificar en dos palabras
[…] le daban al Midas, en cheques de viles pesos colombianos, cada uno una suma
equis que él le hacía llegar a Escobar, y cuando Escobar coronaba su embarque
de coca en los USA, les devolvía su inversión de nuevo a través del Midas, pero
[…], esta vez venían en dólares y con una ganancia espectacular (Restrepo, 2005: 84-86).
Estos delincuentes de cuello blanco,
tienen hijos, una vida y una apariencia que cuidar, muchas veces sus hijos
ignoran esa turbia entrada de dinero a su familia, cegados por supuestas
empresas fantasmas que arman sus padres para aparentar ser una familia de bien.
En Delirio la ceguera cae y de allí
se desprende la locura del personaje Agustina quien pierde la razón porque a
través del Midas McAlister, descubre la falsa en la que ha vivido siempre.
Sabiéndose víctima de ese juego macabro de corrupción, se pierde entre uno de
los abismos mentales para escapar a su realidad y no sentirse sucia.
Agustina, representa la decepción y
locura de algunos de los hijos de la sociedad corrupta y sin escrúpulos,
narcotraficante. La fragmentación de la familia Londoño y su pedigrí, que es en
sí la fragmentación de la alta sociedad, asesina, malhechora y de falsa
seriedad, que es la degeneración de un mundo hostil, que se desmorona.
Por consiguiente en la literatura se
puede visualizar la decadencia del mundo, de esta manera se hace necesario
explicar que en Delirio: Bogotá y
Medellín simbolizan la llamada clase alta de la sociedad mundial fragmentada,
el Midas es el vehículo entre la corrupción y el confort, Escobar es la mano
derecha de dios padre “el dinero”, USA el banco de cambio de vida por muerte.
Como plantea Yuri Lotman en el texto
Semiósfera I, “un símbolo es un signo
cuyo significado es cierto signo de otra serie o de otro lenguaje. Cierta
expresión significa de una esencia no significa suprema y absoluta” (Lotman,
1996: 101). Por lo tanto la simbolización anterior de Delirio no quiere decir sea verdadera, única e inapelable,
sencillamente es un estrato de la realidad que pretende significar algo de
ella, vista desde otro ángulo, en donde se le da una definición de roles a cada
personaje, haciéndoles significantes y comunicativos, para ser convertidos en
signos de la vida social que se quiere trabajar para dar con el espacio del
conflicto permanente de la felicidad humana; puesto que “la relación del arte
con la realidad sería incomprensible si el arte no des-compusiera y no
re-compusiera nuestra relación con lo real” (Ricoeur, 1986: 21), en tal
sentido, el arte visto desde el mundo del texto y su laboratorio de formas de
la ficción desde la imaginación productora, nos re-crea, atrae y transfigura
ese orbe incomprensible que en la novela se nos hace más fácil de comprender.
Claro que yo me inventaba mis propios trucos desesperados de
supervivencia social, como la vez que descubrí, entre la ropa guardada de mi
padre, una camisa marca Lacoste, molida y descolorida a punta de uso […] nada
podía empañar la gloria de mi descubrimiento y con las tijeras […] me di a la
tarea de desprender el lagartito aquel del logo, y de ahí en adelante me tomé
el trabajo de coserlo diariamente a la camisa que me iba a poner, […] pero no
sospechas hasta qué punto el hecho de exhibir ese lagarto Lacoste en el pecho
me ayudó a confiar en mí mismo y a llegar a ser el tipo que soy (Restrepo, L, 2005: 243).
Partiendo de la reconstrucción del
pasado, el personaje Midas MacAlister deja leer su historia. Historia que
leemos y nos lee y que “es historia de hombres que son portadores, agentes y
víctimas de fuerzas, instituciones, funciones, y estructuras en las que están
insertos” (Ricoeur, 1986: 19) dejando claro que las personas tienden a
confundir la felicidad con las seducciones materiales del mundo como la moda,
el esnobismo que mantiene la farándula, la aceptación en una élite social, etc.
Por lo que, el yo pensante y razonador es esclavizado tras un anhelo de
posesión, de riquezas mediante un monopolio económico que sacie la sed
consumista. Esa sed hace que el ser humano se aborrezca a sí mismo, en tal
debilidad, resulta ser presa fácil del qué dirán, de las apariencias y como una
marioneta social se vuelve peón del mundo.
Por otra parte, en la novela
mencionada se detectan roles interesantes que describen a la mujer
latinoamericana. Entre tantos papeles o roles se puede decir en primer lugar
que la mujer es un juguete de distracción masculina, en donde la
sobresaturación y la saturación de imágenes de carácter sexual femenina,
arrastran la moral y esencia de la mujer por el suelo: “[…] el Midas McAlister tomó la decisión, […] de empezar a juntar
dinero vendiendo en el colegio fotos de rubias empelotas” (Restrepo, L,
2005: 246). Es una gran felicidad para el común de los “hombres”, pagar lo que
sea por disfrutar de una masturbación mental mientas observan pornografía
femenina. En tal sentido, el tiempo parece rotar de manera cíclica, para caer
en una Sodoma y Gomorra que solo el fuego del amor podría purificar como hace
años. Igualmente, en el ejemplo anterior se detecta esa no aceptación del
mestizaje híbrido que caracteriza al pueblo latinoamericano, con la frase
“rubias empelotas” se describe a la mujer perfecta, que es aquella que tienen
los hombres de poder o de las potencias mundiales, siendo “poder” y “blanco”
sinónimos de confort, entonces la mujer perfecta aceptada por el confort es una
BARBIE piel blanca de cabellera rubia y cuerpo monumental, pero jamás la
mestiza, la mulata, la trigueña, la de cabellera negra por ser sinónimos de
servidumbre.
En segundo lugar, la mujer es la
obtención de placer al realizar actos de crueldad o dominio, y el
sadomasoquismo es una de las salidas actuales de experimentar felicidad, en
seres a los que el dinero les ha dado tanto, que no hallan en qué
despilfarrarlo, y no hay nada más exquisito para algunos que ver a una mujer
ser azotada, hasta quedar sin aliento. Hay mujeres siempre capaces de
satisfacer las necesidades caprichosas y pervertidas de hombres que con dinero
se creen dueños del mundo y todos sus habitantes, que se excitan al someterlas
a flagelación sexual, sin medir sus consecuencias.
[…] de vez en cuando de abajo me llegaba un bramido de la Araña pidiendo sangre, […].
Luego ya vino el desenvolvimiento de la gran función, el vodevil de azotes y
ganchos y chuzos y pellizcos y nalgadas, y de repente como que se aquietó
aquello […] ¿Está muerta? (Restrepo, L, 2005: 231-233).
Comprender que la felicidad es el
fin de toda persona, el sentido de la
Ley natural y de todos sus actos. El ser humano es dueño de
sus actos, estos son calificables moralmente: buenos o malos. El ser espectador
de una tortura es un acto cruel, vil y nauseabundo. Por complacer un capricho
dejar que se extinga una vida, es eso felicidad para la Araña en Delirio. Dolores representa a las mujeres
que por dinero hacen lo que sea, hasta dejar su vida en el sadomasoquismo o
flagelación sexual. Así como lo recrea Restrepo en su obra, este tópico es uno
de los grandes auges sociales que van marcando esa fragmentación del ser.
En tercer lugar, la mujer es vista
como una pécora, perversa, vergüenza de la familia. Desde el mito bíblico de
Adán y Eva, la mujer fue la compañera mala que Dios le da al hombre para que lo
incite a pecar cayendo en la tentación para probar el fruto prohibido:
[…] Nicolás, el niño agraciado, escuchaba cómo su padre, descontrolado,
le gritaba a Ilse: No hagas eso, cochina, eso es sucio, y lo veía recurrir a la
fuerza física, entre energúmeno y transido, para impedir que ella se llevara la
mano allá abajo, que era lo peor que podía sucederle a la familia; Cualquier
cosa es preferible, lloraba la señora madre, cualquier cosa, hasta la muerte (Restrepo, L, 2005: 325).
La masturbación siempre ha sido
aceptada en el hombre como desahogo natural a sus deseos sexuales y es normal
que experimente cierta felicidad al tocar sus genitales, pero en la mujer es
algo sucio, fuera de lo normal y de aceptación social prácticamente nula, una
fémina no puede experimentar ese tipo de felicidad momentánea. Si alguien del
sexo masculino se masturba en su niñez o adolescencia es todo un varón, en
cambio la mujer es discriminada, en el caso del personaje Ilse, sus padres
prefieren padezca de una enfermedad mortal o peor aún verla muerta que
masturbándose o tocando sus genitales.
[…] Después de intentar tratamientos variados, los padres se declararon
incapaces de controlar a la hija y optaron por encerrarla en su habitación
durante horas enteras que poco a poco se fueron convirtiendo en días; […] ella
se fue sumergiendo en […] un progresivo volcarse hacia adentro […] era una
combinación de introspección y exhibición, de catatonia y masturbación (Restrepo, L, 2005: 324).
En Ilse, se ve a la mujer tabú, esa
que hay que esconder porque está poseída por el mal. Julia Kristeva en su texto
Sol negro. Depresión y melancolía plantea que “una mujer no tiene pene que
perder, pero toda ella —cuerpo y sobre todo alma— se siente perdida bajo la
amenaza de castración” (Kristeva, 1997: 74) por lo que Ilse al ser amarrada y
en última instancia encerrada en su habitación experimenta una pérdida del
objeto erótico que la despedaza y la amenaza, y por consiguiente la vuelve
violenta y “permanece siempre contenida en una envoltura psíquica dolorida,
anestesiada, como ҅muerta᾿” (Kristeva, 1997: 75), por lo que “en medio de una noche de un invierno
irreversible, Ilse se tiró al Rin durante un paroxismo de fiebre para morir
ahogada” (Restrepo, L, 2005: 327). Así se convierte en una portadora de Eros y
Thánatos, susceptible, frágil ante el mundo que la condena y se sumerge en la
nada.
Para culminar con la manifestación
femenina presente en Delirio, es
menester acotar que son muchos los roles o papeles de la mujer en esta novela,
en la que se puede ver a la mujer sumisa y obediente, a la esposa que se hace
la ciega ante la infidelidad del marido para no perderlo y evitar un escándalo
social, a la mujer erótica, a la mujer infiel que se mete en la cama de su
cuñado, a la manipuladora, hasta llegar a la loca que se pierde en sus lagunas
mentales para evadir sus conflictos familiares, sociales y maritales como es el
caso de Agustina. Es decir, Restrepo describe a un grupo de mujeres que buscan
la felicidad en la infelicidad.
No cabe la menor duda de que lo más
decisivo de la humanidad es la vida, por ello desde su inicio en su gestación y
su final en la muerte todas las etapas son objeto de consideración ética, ya
que no es solo el actuar del mortal, sino su misma vida íntegramente
considerada; mientras el ser humano se niegue a morir a sus apegos, a sus
deseos, a sus necesidades, etc., y tienda a confundir la felicidad con los
placeres del mundo, no dejará de vivir un “Delirio” de su propia decadencia.
Sin embargo, hay momentos en que
esos seres delirantes y decadentes destapan la caja de Pandora, queriendo o sin
querer, y la venda de sus ojos cae para que puedan ver mejor o en algunos casos
para volverse Quijotes en destiempo.
[…] el hermano menor volvía hacia nosotros iridiscente, purificado en
dolor, blandiendo en su mano derecha las llaves de la destrucción […] sobre la
mesita del centro, ante los ojos de todos, […] soltó las fotografías […] las
pruebas del desamor del padre, del engaño del padre, […] las fotografías de las
tetas de la tía Sofi que había tomado mi padre (Restrepo, L, 2005: 305-307).
El doctor Alejandro Jodorowsky en un
artículo Web publicado en el año 2009, referido a la felicidad, plantea que
para acceder a ella hay que entrar en la condición de la no esperanza, puesto
que cuando se pierde la esperanza, nos libramos del miedo y, cuando nos
libramos del miedo, llegamos a la felicidad. En tal sentido, el personaje Bichi
de Delirio, al perder la esperanza de
ser aceptado por su padre le deja de temer y con seguridad en sí mismo pone al
descubierto la falsa moral del “hombre de la familia” que le es infiel a su
esposa con la hermana de la misma.
el niño estaba sacando la cara por sí mismo […] era imposible no darse
cuenta de que si el padre se atrevía a ponerle la mano encima, esta vez la
respuesta del cachorro iba a ser inclemente y a muerte […] el Bichi se guardaba
un último as sobre la manga, el de su propia libertad. Cuando vio que en su
casa todo estaba perdido, que el marasmo de la mentira se los tragaba enteros,
[…] salió por la puerta principal […] para no volver más (Restrepo, L, 2005: 386 y 389).
Cuando el ser humano va liberándose
de las cadenas que lo sumergen en la desesperación, cuando nada teme y nada
desea, descubre que la felicidad no es el dinero, ni un objeto y que no se
busca sino que se construye viviendo el hoy, el momento presente, sin
planificar el futuro y menos sin detenerse en el pasado, sale por la puerta
principal para no volver a pisar la muerte en que se encontraba como lo hizo el
Bichi, que decidió dejar de ser el niño maltratado para ser el hombre libre de
tensiones y sinsabores, dejó atrás el humo. Como dijera Paúl Ricoeur “somos
modos de ser” (Ricoeur, 1999: 25). Bichi o Carlos Vicente hijo realiza una
mudanza hacia un mundo posible, transfigurado, una forma distinta de contar su
historia, partiendo de un camino por conocer, regido por la aventura pero que,
pasa la página de una vida hostil y sin sentido, hacia una por descubrir
gracias a la libertad de decisión.
Ahora bien, el conflicto permanente
en torno a la felicidad de los personajes de Delirio, se debe a que estos encadenan sus caminos por seguir con
una vida de placeres efímeros, de apegos innecesarios, de debilidades y la
necesidad de buscar algo mejor en el consumismo desmedido.
Te mostré, […] el gran estilo con que todo lo enciendo y lo apago con
sólo oprimir el control remoto, me fumo un cachito de marihuana y […], desde la
cama amortiguo las luces y regulo la temperatura ambiente, pongo a tronar mi
equipo de Bose, abro y cierro las cortinas, preparo café como por arte de
magia, enciendo la chimenea con fuego instantáneo, preparo el baño turco o el
jacuzzi para desinfectarme en borbotones de agua cocinarme en vapor hasta
quedar libre de polvo y paja […] no sabes cuánta limpieza puede comprar el
dinero (Restrepo,
L, 2005: 180).
Jodorowsky en su decálogo de la
felicidad plantea que, “cuando una persona se apega a algo y lo consigue
después inexorablemente querrá más” (www.articuloz.com/meditación-articulos/decalogo-de-la...-61k-2009),
el Midas McAlister en Delirio, poco a
poco fue consiguiendo escalar posición en el mundo del narcotráfico hasta
llegar a obtener el apartamento soñado, con jacuzzi y todo tipo de lujos, su
codicia fue devorándolo, haciéndolo más inconformista y más anhelante de poder,
de dinero, le fue imposible librarse de ese deseo de posesión y esa cadena en
la que decidió atarse le impidió alcanzar la felicidad. Pues, este personaje en
su búsqueda de posibilidad de plenitud se queda estancado en el nivel R de
razón que es el nivel inteligible en el cual se vuelve súbdito de sus apegos y
deseos capitalistas. Las características de este nivel son su carácter
temporal, espacial, cambiante y corruptible. Puesto que el ser mientras más
desea, más se apega a su mundo exterior y poco a poco va alimentando un hambre
indetenible de poder y de tener. Es de saberse que El Mundo Inteligible para el
filósofo Platón, es la auténtica realidad. En el mito de la caverna la metáfora
del Mundo Inteligible es el mundo exterior al que accede el prisionero cuando
pierde las cadenas y sale de la caverna, pero en el personaje el Midas
MacAlister, ciertamente se da un doblez, que al pretender salir este de la
caverna de la ceguera se adentra a la caverna del capitalismo, del poder, del
tener y sigue siendo un ser ciego a ver la luz porque se queda ciego
metafóricamente de ambición.
El Midas McAlister […] se concedió un atisbo de melancolía para
despedirse por siempre de su BMW, […] de su jacuzzi, […] de su preciosa
colección de discos y su ultraequipo de sonido Bose, salió a la avenida cargado
con su maletín y su talega de golf, […] y se dirigió, por primera vez en los
últimos catorce años, hacia el apartamento de su madre, en el barrio de San
Luis Bertrand […] sentados en el sofacito de la sala-comedor, mi mamá y yo nos
vemos todas las telenovelas y comemos arroz con lentejas […] que con los
dólares que me traje en la talega de golf podemos vivir toda la eternidad y más
[…] Me he convertido en un oso en hibernación perpetua (Restrepo, L, 2005: 395 y 397).
El Midas terminó huyendo de la
justicia, de Pablo Escobar y de varias bandas de narcotraficantes, castró su
libertad encerrándose en la humilde vivienda de su madre a quién por el confort
y guardar las apariencias mantuvo oculta, olvidada y alejada de sus amigos de la
alta sociedad. Como en el mito del eterno retorno volvió a sus orígenes pero
sin la libertad de salir a la calle, encerrado en cuatro paredes para no ir
preso o ser descuartizado por los narcotraficantes a quienes ofendió y robó.
Terminó hundiéndose en su propia ambición, y se conformó con comer arroz con
lentejas, siendo la última comida un símbolo de pobreza. Quedó el Midas
McAlister dándole vida a la doctrina de los Cínicos del siglo IV a. C., es de
saberse que esta doctrina promovió el retorno a la vida natural, donde cada
individuo, para ser feliz, debía ser independiente y no poseer absolutamente
nada; esto significaría no solo la desaparición de lujos y comodidades
artificiales, sino también de la organización social.
Ciertamente este personaje vuelve a
su yo natural, se desprende de lujos y comodidades, pero ¿será posible ser
feliz escondido y huyendo del mundo?, de seguro este personaje recuperó el
tiempo perdido con su madre, pero la felicidad no es un escondite y mucho menos
dolor y su relación con el mundo tiene carácter de sufrimiento. Siendo tan
grande el planeta Tierra y extremadamente hermoso es un absurdo resignarse a
vivir de por vida en un pequeño apartamento sin poder salir de él o saliendo
disfrazado y con la intriga de ser descubierto, eso sí que es padecer en vida
la enfermedad del temor, del vacío y de dependencia al encierro. Es decir, el
Midas McAlister se quedó en el mundo sensible o en el mundo del interior de la
caverna.
Ahora bien, los personajes de la
novela Delirio, viven en un constante
conflicto interno y externo, porque la felicidad la confunden con los placeres
del mundo, se dejan llevar por ellos, son envenenados por la gran araña
capitalista y mundana que los envuelve en su telaraña para luego devorarlos con
todas sus garras hambrientas. Debido a que, la felicidad no se busca se
construye con el ser, con la armonía, con el tener en cuenta a los demás, con
darle sentido a la propia vida, con respeto, con libertad, con seriedad, con
ser partícipes del amor, de los intereses en comunidad y del consumo ético.
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Email.
yubraskadelcarmen@gmail.com
LIBROS MALDITOS: EL
MUNDO EDITORIAL DENTRO DE LAS HISTORIAS FANTÁSTICAS
Miguel Ángel Galindo Núñez ©
Una de las tantas cosas que caracterizan a la literatura, es
su gusto por escribir acerca de sí misma. Eso se podría considerar un acto
onanista. La mayoría de los literatos —y muchos lo saben— disfrutan de su
egocentrismo, del halago ajeno, y, sobre todo, la fama que va ganando poco a
poco. No por nada, todo buen escritor se regodea de haber sido citado en alguna
tesis doctoral, o que su libro pertenezca a una editorial de alta monta como lo
es Random House Mondadori. En esta perspectiva, no cualquiera puede alcanzar el
grado de popularidad entre sus lectores, pues hay muchos escritores perdidos
entre las bibliotecas que nunca lograron salir a la vista del público crítico y
se mantiene con cinco o diez libros sin un sello editorial decente. La
subjetividad ronda este trabajo, pues, si bien, es cierto que en una ciudad
pequeña, la única editorial será lo mejor en cuestiones de difusión; cuando la
trasladamos a la capital del país, o incluso al extranjero, el nombre no dirá
nada.
Para corroborar esto, tenemos
muchísima referencia en la cultura popular, sobre todo en la famosa cultura mainstream, donde editoriales
como Destino o Plaza Janés publican en español títulos de las famosas novelas
infantojuveniles. Todo eso porque surge en el mundo literario la validación del
canon, [1] y si no estás en este grupo selecto es muy posible que
jamás llegues a ser conocido fuera de tu círculo de amigos.
Esta visión es el punto cruel, pues
el trabajo dicho en un congreso solo se limita a ese congreso, y a pesar de
haber ido a otro punto del país, y contar con un grado de Maestro; no se sabe
nada en absoluto de la persona que está hablando en dicho congreso. Se
necesitan varios artículos en revistas, varias horas dando clase —la educación
básica no cuenta— y tener una que otra publicación, y si a esto agregamos una
beca de cualquier institución que te respalde, entonces ya puedes darte a
conocer en el mundo literario.
Este comportamiento ya lo vienen
alisado varias personas en Hispanoamérica, La
ciudad letrada (1984) [2] y Decadencia
y caída de la ciudad letrada [3] son dos libros que nos hacen
comprender la manera en que se revalida una obra literaria en nuestro contexto.
Pensemos entonces en escritores como Borges o Cortázar, quienes son altamente
conocidos en el mundo popular y no se diga en el mundo académico. Ambos han
llegado al renombre necesario para que nosotros no dudemos de su existencia, y
la escuchada frase de: “Recuerdo un cuento de Borges en el que…”, no requiere
más que asentir con la cabeza y decir que seguramente no lo recuerdas, pero que
Borges escribió sobre eso.
El mundo literario, como vemos, está
lleno de farsantes y de personas a la cuales conviene mantener la imagen del
libro por encima de todas las cosas. Decir que algo está publicado es no dudar
acerca de esas palabras. Si existe en papel; seguro es verdad. Y como ejemplo
claro tenemos Wikipedia, la cual jamás se deberá imprimir, pues la cantidad de
papel sería ecológicamente agravante; además de que no tenemos idea del autor
que colocó o descolocó esas palabras. Si esto fuera cierto, deberíamos de
entrar en crisis existencial, pues, cualquier editorial que tenga abiertas sus
puertas para alguien con $5000 dispuesto publicar sus propias novelas, ensayos
o poemas, tendría el mismo valor curricular en una tesis que Editorial Cátedra,
Siglo XXI, o Porrúa. Si les resulta chocante, es porque hay mucho de verdadero
en esta afirmación, y las casas editoriales, así como la publicidad, requieren
un nombre de respaldo: Nike y Addidas nos vende su nombre, así como cualquier
otra marca nos cobra todo lo que los válida en el mundo mercantil. Nos cobran
los editores, la publicidad, la corrección y la traducción; y esos libros que
parece que cuestan $2 cada página, rebosan en verificaciones y en estructuras
tales que no nos hacen dudar ni un segundo que lo que están publicando es
verídico. Podrá parecer triste para muchos y sobre todo para los estudiantes
que no cuenten con el dinero suficiente para comprar esas caras ediciones
españolas con un prefacio analítico de casi 40 páginas; pero la vida es así, y
las instituciones económicas y mercadológicas no cambiarán de la noche a la
mañana, sino que perpetúan su estructura, más para que todo mundo quede
atrapado en un universo, utópico o distópico, donde la ley sea distinta.
Finalmente, dependerá de Estados Unidos, China o alguien de los Emiratos
Árabes, hasta que entremos en Fahrenheit
451, Sueñan los androides con ovejas eléctricas, o Un mundo feliz.
Todo esto nos dice cómo funciona
nuestra realidad; empero, la literatura debería ser distinta. Lo fantástico nos
muestra una cara completamente diferente de las leyes de la naturaleza. Ya lo
decía Borges en alguno de sus cuentos, [4] o bien Cortázar. [5]
Los cuentos nos fascinan porque quedamos inmersos en ellos. La verosimilitud es
tal que comprendemos el modo en que alguien se convierte en ajolote, o se
encuentra un mundo mágico en la escalera del sótano, seguramente fue porque el
universo conspiró para que no fuésemos nosotros.
Y para ejes similares, me gustaría
que reflexionen un poco en torno a si lo ocurrido en los cuentos fantásticos
pueden ocurrirle a cualquier persona, y es porque realmente sucede, no son solo
un juego de una persona en su escritorio tecleando o rascando el papel con una
pluma fuente Parker.
Hoy es imposible encontrarse con el Necronomicón circulando por la
biblioteca de Buenos Aires, pese a que Borges colocó una ficha del ejemplar con
la leyenda “Perdido”. ¿Es que acaso en algún universo de posibilidades este
tomo si existió? Existe para nosotros, porque sabemos que en la literatura, la
verosimilitud es nuestra mejor aliada. Pero si esto es cierto, alguien dígame
por favor la editorial de Necronomicón,
del Libro de arena del Libro salvaje. Sería imposible citar
estás creaciones y colocarlas con un nombre y apellido, y dudo llegar a la
página legal o índice del Libro de arena.
Desmiéntanme si me equivoco, pero cualquier editor con la mínima experiencia en
el rango de los libros, habría regresado ese ejemplar que parecería tener la
foliación de las páginas propias de Rayuela.
Este libro no cuenta con pies ni
cabeza y no se les puede pedir que los tengan, porque en su misma alienación
está su preciosura. ¿Alguien se animaría a poner pies de foto a cada uno de los
signos rituales que aparecen en el Necronomicón?
Estos libros no pasaron por el control de calidad básico de Random House, y es
por eso que nos perturba cuando rompen lo que estamos acostumbrados a ver como
un libro, sobre todo a los estudiantes de letras. ¿Acaso Abdul Alhazred no
cometió ningún error al momento de estar copiando lo susurros del desierto?
Nadie le revisó la ortografía ni puntuación, no tuvo un corrector de estilo y
ahí tenemos los tres ejemplares perdidos del Necronomicón.
Analizamos varios casos en los que
el libro nos descoloca completamente, empezando a sugerencias de varios autores
historiadores de la literatura cronológicamente:
En Argentina hay otro gran escritor
un tanto ignorado por el público, se trata de Enrique Anderson Imbert, conocido
crítico literario que escribió una gran cantidad de cuentos breves. [6]
Es escritor, maneja el tema del libro y las posibilidades en su literatura,
pues no solamente nos expresa cómo es el mundo editorial y la ciudad letrada,
sino también nos coloca un posible universo donde los libros no funcionan como
tal.
Otros trabajos —ya tratado el tema—
de Anderson Imbert clasifican la literatura y limitan el trabajo creador según
la normativa que quieren crear. Uno de sus casos es el de una persona que puede
ver a través de un libro, el cual le permite atravesar objetos sólidos para ver
lo que hay en el piso (Anderson Imbert, 1999, p. 20). Comprendemos la metáfora
del libro como un objeto mágico que nos lleva a otra realidad, es la posible
sobreinterpretación que se quiera dar de esta lectura, y sería nula en otros
textos. Enrique Anderson Imbert nos plantea la posibilidad de que la literatura
no tiene una sola función, sino que te lleva al objeto, estética, la
comprensión y a la interiorización absoluta.
Hasta aquí, uno de los textos que
mejor plantean esto es el cuento largo “El grimorio”. [7] El
protagonista es un conocedor de la literatura —como el mismo Anderson Imbert—
quien descubre en una tienda de viejo, un libro escrito por el Judío Errante.
El ejemplar no concuerda con la escritura tradicional, son un montón de letras
descolocadas sin ningún espacio o signo de puntuación. [8] Lo que
parecería un juego catastrófico, resulta ser un libro maldito, pues solamente
si se empieza a leer desde el primer carácter, y no se despega la vista. Este
ejemplar rompe por completo la ley natural, imprimir un libro así sería un
desperdicio de tinta a modo de alegoría, sino que además no cuenta con el
clásico prefacio de un autor. Impreso en hojas maltratadas, no tiene en
absoluto un respaldo editorial que nos permita discernir si eso no válido y
aquí es justamente cuando se empieza a poner en duda la veracidad del texto (El origen […], 2016, p. 47). Toda
literatura fantástica no debe ser necesariamente alegoría pues romper ya por
completo la norma de metáforas entrelazadas para convertirse en un mensaje
reaccionar yo cosa que no se busca del todo en lo fantástico. [9]
Volvemos al caso del rechazo y la
extraña causa es el libro: se trata del mismo orden que veremos en “El libro de
arena” (1975) de Jorge Luis Borges. Colocarlos juntos parecería una blasfemia,
pues ambos escritores no estaban en muy buenos términos; los dos tienen un tema
en común que lo emparenta. “El libro de arena” concuerda con el ejemplar negro
escrito por el Judío Errante, ambos colocan a un personaje conocedor de la
literatura ―muy al estilo de Stephen King― y muy próximos al mundo editorial.
Borges y Anderson Imbert destruyen una red causal y, todo eso, para que
entendamos que alguien dentro del medio también puede ser sorprendido por lo
supernatural. Este pensamiento onanista genera todo lo que ya se había
mencionado, no solamente perturbado protagonista, sino además al lector, pues
si algo tiene la literatura fantástica, son las emociones con ese sentimiento
de ominoso.
“Lo ominoso de la ficción —de la
fantasía, de la creación literaria— merece de hecho ser considerado aparte.
Ante todo, es mucho más rico que lo ominoso del vivenciar: lo abarca en su
totalidad y comprende por añadidura otras cosas que no se presentan bajo las
condiciones del vivenciar. La oposición entre reprimido y superado no puede
transferirse a lo ominoso de la creación literaria sin modificarla
profundamente, pues el reino de la fantasía tiene por premisa de validez de su
contenido se sustraiga del examen de realidad” (Freud, 1992, p.248).
¿Es entonces el libro desconocido
una catarsis? muy posiblemente. Cuando hablamos de libros improbables, existe
la necesidad de hablar de normas APA. Las posibilidades son limitadas, pues es
difícil encontrar un libro que no contenga un autor, un editorial, un año;
mientras que, en la literatura fantástica abundan, y eso es porque no hay
reglas para los temas de lo fantástico. Son solo emociones, y si las emociones
viven con nosotros, en nuestro subconsciente, según nos explicó Freud, el
humano no tiene límites para expresar toda la posibilidad de tema.
Roger Caillois en su Histoire de la littérature fantastique
plantea doce temas posibles para la literatura fantástica, [10]
mientras otros autores planteaban siete o tres; pero, generalmente son los
mismos tópicos. Por alguna razón, ninguno llega a mencionar libros; pero sí
hablan de objetos mágicos. Si estas categorizaciones son válidas, tendría el
ídolo que aparece en Cortázar, o en Bioy al mismo nivel que el Grimorio. Y,
posiblemente, tengan razón, porque ambos destruyen al protagonista, y llevan la
narración a un punto metaartístico, donde el objeto con el que interactúan se
vuelve el objeto mismo de la narración. En el cuento de Bioy hay una estatuilla
clavada con alfileres que tiene una inscripción que lleva a una fatídica muerte
y ceguera para todos los que hayan visto y leído esa inscripción. [11]
Hay un punto en el que no convergen del todo, y es exactamente en el que los
libros malditos en el relato de Enrique Anderson Imbert y de Borges, están
contenido dentro de los números del mismo cuento; es decir, son como citas
textuales. El desorden tipográfico y los números de página de El libro de arena, forman parte del
mismo cuento, mientras que la estatuilla con alfileres no es parte del texto,
solo es descrita y la única manera en que fuese parte de la narración sería que
cada ejemplar de La trama celeste
viniera con una caja misteriosa, un medallón de una diosa celta, una carta de
amor, un ídolo de Anubis y todo lo misceláneo encontrado en el libro de Bioy
Casares. Si analizando esto, el ejemplar resultante parecería más un libro de
primera infancia. Sería imposible que cada compra que hiciéramos de El Aleph tuviese de regalo, un ejemplar
malito con el libro de cuentos.
Se ha estado hablando de El libro de arena de Jorge Luis Borges;
pero no se ha mencionado de qué trata, y creo que no es necesario entrar en
detalles acerca de la trama principal puesto que es un éxito bastante
renombrado, pero lo que sí se puede mencionar es que este cuento maneja la idea
de un ejemplar con página inigualable, puesto que no se puede llegar a ella de
nuevo y que del mismo modo que los granos de arena son infinitos, infinitas sus
combinaciones. La posibilidad de esto es técnicamente imposible, más por el
final donde nos dice que un libro infinito debe arde infinitamente. Pero este
vaticinio remarca la misma imposibilidad del libro.
Aquí oremos metiendo poco a poco
algunas conclusiones que giran en torno a estos dos ejemplares, y que podría
funcionar con otras historias como La
historia interminable o El libro
salvaje, a pesar de ser literatura infantojuvenil y no necesariamente
fantástica.
El primer punto que quiero mencionar
es que estos libros tienden a destruir por completo la psique de los
protagonistas. Son lo ominoso ―Das Unheimlieche― que guían a la destrucción del
protagonista.
A partir de esto podemos dilucidar
una segunda conclusión: Una historia —según nos ha mostrado la narratología
básica—, necesita personajes, y no se diga un protagonista. ¿No es
antinarrativo destruir a tu protagonista? Claro que lo es, y la razón es que lo
fantástico tiende a degradar, oponiéndose al otro término alemán: Bildungsroman, o novela de crecimiento.
El punto más álgido del desarrollo y crecimiento tiene su opositor en lo
fantástico.
Continuando: Un libro tiende a
enseñar y a dar conocimiento —salvo ejemplos que en el mundo académico
conocemos como best sellers—. En la
literatura fantástica, los libros tienden a dar conocimientos de otros tipos, y
generalmente degradan lo que el protagonista conoce y entiende de su realidad.
Y para acabar con esta lista de
conclusiones. Todo esto nos lleva a algo: los libros aparecidos en los cuentos
fantásticos tienden a ser la anulación de las leyes de la normalidad. Hice mofa
de las normas APA y criterios editoriales justamente porque están rompiendo
eso. Lo que todo un académico conoce. Nos causa más terror su imposibilidad en
el mercado que el fatídico futuro de leerlos. Y es por esto que los libros
representan el hecho fantástico mismo. Son una metáfora sobajada para no
convertirse en alegoría, y que represente todo lo que teme el lector académico.
Mismo efecto que deben tener los escritores al leer a Anderson Imbert y su caso
en “La granada”: “―Alégrate. Tu deseo ha sido otorgado. Escribirás los mejores
cuentos del mundo. Eso sí; nadie los leerá” (Anderson Imbert, 1999, p.21).
Referencias:
[1] “En los estudios literarios, el concepto de canon se refiere a un
listado de obras maestras y a veces a un listado de autores, de manera que
genera así un descanso sobre el valor y los juicios de valor en el campo
literario. Por lo tanto, desde su aparición en el siglo IV a. C., el canon […]”
(Szurmuk, 2009, p.49).
[2] “Ciudad letrada es una noción híbrida, ya que conjuga à la Foucault diversos niveles
de análisis en una totalidad dinámica. Por un lado, nombra el conjunto de
instituciones que hacen de la propiedad y administración de la tecnología de la
letra la condición de su existencia y funcionamiento, a la vez que la base de
su poder y de su prestigio. Entre dichas instituciones se cuentan las diversas
reparticiones del estado colonial y nacional (la policía, el sistema judicial,
las aduanas, el poder legislativo, el registro civil o registro de las
personas, el registro de propiedad, las reparticiones encargadas de censos y
estadísticas), las corporaciones educativas, artísticas, comerciales y
financieras, las profesiones liberales (medicina, derecho, periodismo,
notariado), el clero, los partidos políticos, las sectas, los cenáculos,
ciertas organizaciones guerrilleras (los focos), las academias” (Szurmuk, 2009,
p.54).
[3] Una nueva interpretación que hace Jean Franco sobre el uso de la
literatura en tiempos de cambios sociales y rebeliones. Trata a varios
escritores y varias perspectivas. En ellas se interioriza cómo se hace
literatura en Hispanoamérica más que una conspiración letrada.
[4] “Largos o breves, esos relatos tienen la característica común de
describir insólitas experiencias o de situarse en un clima extraño en el que la
realidad prosaica y cotidiana no halla cabida. Todos orillan lo maravilloso, lo
mágico, y cabe muy bien aplicárseles el calificativo de esotéricos por su
contenido e interior” (Walsh, 1976, p. 7).
[5] Es en ese momento en que lo fantástico y lo real se mezclan de una
manera en que ya no es posible distinguirlos; ya no se trata de una irrupción
donde los elementos de la realidad se mantienen y hay solamente un fenómeno
inexplicable que se produce sino una transformación total: lo real pasa a ser
fantástico y por lo tanto lo fantástico pasa a ser real simultáneamente sin que
podamos conocer exactamente cuál corresponde a uno de los elementos y cuál, al
otro (Cortázar, 2013, p.82).
[6] “El lector asiduo de la narrativa breve de Anderson Imbert reconoce por
lo menos dos etapas en esta producción: una primera etapa en la que la creación
se funda básicamente en materiales culturales, de manera hegemónica aunque no
exclusiva, en el muto y en la posibilidad de transgresiones a las leyes que
rigen el mundo físico; una segunda etapa en que los elementos de la tradición
cultural entraman con situaciones de la experiencia cotidiana y esta conjunción
da lugar a historias singulares, notoriamente atractivas. Los cuentos de la
primera etapa corresponden a El mentir de las estrellas (1940), Las pruebas del
caos (1946), El Grimorio (1961), El gato de Cheshire (1965), es decir, las
colecciones más difundidas de esta obra y El estafador se jubila (1969). [...]
Los cuentos que podemos reconocer como de la segunda etapa de la producción
cuentística de Anderson Imbert corresponden a La botella de Kelin (1975); Dos
mujeres y un Julián (1982); El tamaño de las brujas (1986) y El anillo de
Mozart (1990)” (Cruz, 2001, p.282).
[7] “El grimorio” (1961) de Anderson Imbert tiene una diégesis: la historia
del Judío Errante. Desde sus inicios, el grimorio envuelve al lector ―tanto el
real como el personaje― como una Sherezada. Condenado a recorrer el mundo sin
muerte alguna, su vida abarca poco menos de dos mil años. Leer toda su
“no-vida” resultaría imposible, pero como todo libro maldito, lleva a la
autodestrucción (Anderson Imbert, 2008).
[8] “ixkqrtvsajzultxvobgaretlpgqoooscidhmefwgy…” (Anderson Imbert, 2008,
p.132).
[9] En los relatos alegóricos no hay “(…) ninguna irrupción de lo
inesperado o de lo mágico en las novelas alegóricas” (Avelar, 1999, p.58), y
así sabemos que lo fantástico tienen este tipo de elementos.
[10] “El pacto con el diablo, el alma en pena que exige el cumplimiento de
determinada acción para reposar; el espectro condenado a un tránsito
desordenado y eterno; la muerte personificada que aparece entre los vivos; lo
que es indefinible e invisible, pero que pesa, está presente y mata o
perjudica; los vampiros, es decir los muertos que aseguran una eterna juventud
succionando la sangre de los vivos; la estatua, el maniquí, la armadura, que
súbitamente se animan y adquieren una temible independencia; la maldición de un
brujo, que produce una enfermedad espantosa y sobrenatural; la mujer-fantasma,
seductora y mortal, que viene del más allá; la inversión de los dominios del
sueño y la realidad; la habitación, el departamento, el piso, la casa, la calle
borrada del espacio; y, la detención o repetición del tiempo” (Caillois, 1966,
p.23-34).
[11] En la historia de Adolfo Bioy Casares hay una curiosa interpretación
del dios Anubis, pues ciega a todos los herederos de la familia. La estatuilla
tiene una inscripción que advierte que roba los ojos de sus fieles, pero al
estar en francés, no se sabe la traducción por los protagonistas (Bioy Casares,
2000).
BIBLIOGRAFÍA
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Anderson Imbert, Enrique. Cuentos II.
Obras completas. El gato de Cheshire.
Buenos Aires, Corregidor, 1999.
•
Anderson Imbert, Enrique. Cuentos
selectos. Buenos Aires, Corregidor, 2008.
•
Avelar, Idelber. Alegorías de la derrota:
la ficción postictatorial y el trabajo del duelo [en línea]. Santiago,
Universidad Arcis, 1999. Capítulo 2.4. La alegoría como fin epocal de lo
mágico. Recuperado de: www.philosophia.cl
•
Bioy Casares, Adolfo. La trama celeste.
Madrid, Alianza, 2009.
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Bloom, Harold. El canon occidental.
México, Anagrama, 2010.
•
Borges, Jorge L. Cuentos completos.
México, Lumen, 2012.
•
Caillois. Roger. Histoire de la
littérature fantastique. París, Galimard, 1966.
•
Cortázar, Julio. Clases de literatura.
México, Alfaguara, 2013.
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Cruz, Jorge. “Testimonios” en La lógica
del crítico en la creación lúdico-poética. Homenaje a Enrique Anderson Imbert.
Buenos Aires, Corregidor, 2001.
•
El origen de un montón de cosas. El libro
de las causas y los azares. México, Algarabía Editorial, 2016.
•
Ferreiro, Emilia. Pasado y presente de
los verbos leer y escribir. México, FCE, 2016.
•
Franco, Jean. Decadencia y caída de la ciudad
letrada. La literatura latinoamericana durante la guerra fría. Madrid,
Debate, 2003.
•
Freud, Sigmund. "Lo ominoso" en Obras
completas. Vol XVII. Madrid, Amorrortu, 1992.
•
Rama, Ángel. La ciudad letrada.
Madrid, Fineo, 2009.
•
Szurmuk, Mónica y McKee Irwin, Robert (coord.). Diccionario de estudios culturales latinoamericanos. México, Siglo
XXI, 2009.
•
Walsh, Rodolfo. Antología del cuento
extraño 1. Buenos Aires, Hachette, 1976.
•
Zschirnt, Christiane. Libros. Todo lo que
hay que leer. México, Punto de lectura, 2008.
Currículo
de Miguel Ángel Galindo Núñez en este Nº 39 de Realidades y Ficciones – Revista
Literaria.
Email:
galindonmiguel@gmail.com
Nuevos
colaboradores
ARTURO
ZAFRA MORENO
De chico escribía pequeñas historias de aventuras. Lo
consideraba un simple hobby. Nunca se había planteado dedicarse a la
escritura. Escribía incluso sin apenas
leer algún libro. Era un modo de desatar la imaginación. Le encantaba crear
personajes valientes, intrépidos, aventureros. Casi siempre sus historias
estaban enfocadas en lo bélico, en épocas antiguas como la Edad Media , el Imperio
Romano, piratas del siglo XVII. Creaba situaciones típicas de las novelas de
aventuras, con magos oscuros, reyes enfrentados, guerras entre dos reinos,
damiselas en apuros, barcos infestados de ratas y piratas... un mundo aparte al
que conocemos.
Distinciones:
• Finalista del concurso "I Antología de Poesía Contemporánea
de Estudios Universitarios".
• Uno de los seleccionados en el concurso "Por Amor a la Poesía ".
• Uno de los seleccionados en el concurso
"+POESIA" de Ediciones DeLetras.
Más sobre su trayectoria y obras literarias en Suplemento de
Realidades y Ficciones
YUBRASKA HERRERA DIAMÓNT
(Caracas, Venezuela, 1980) Su nombre completo es Yubraska
del Carmen Herrera Diamónt. Reside en Barquisimeto (Lara), Venezuela. Profesora especialista en Castellano y
Literatura egresada en 2004 de la Universidad Pedagógica
Experimental Libertador (UPEL-IPB), Magister Scientiae en Literatura
Latinoamericana por la
Universidad de los Andes (ULA-NURR) Trujillo (2012), en la
actualidad estudia doctorado en Letras en la ULA-Mérida. Tiene
publicaciones en colectivo en Venezuela y España, escribe para la revista
digital “LetraMujerRevolucionaria”, es miembro del equipo editorial de la
revista digital Dissertare del Decanato de Ciencias y Tecnología (UCLA-DCyT).
Se desempeña como docente contratada en el Decanato de Ciencias y Tecnología de
la
Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA-DCyT).
Nuevo
currículo para Realidades y Ficciones
MIGUEL
ÁNGEL GALINDO NÚÑEZ
Profesor de Lengua y Literatura de la Universidad de Guadalajara.
Egresado de la maestría en Literatura Hispanoamericana en la Universidad de
Guanajuato. Ha sido ponente y tallerista en varias instituciones públicas y
privadas del país e invitado recurrente del Sistema de Educación Media Superior
de la Universidad
de Guadalajara para impartir cursos y talleres en Bachillerato.
Fue columnista del periódico AM de Guanajuato. Ha sido colaborador del libro Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances
en 2017. Ha colaborado en cuatro ocasiones con la revista literaria argentina Realidades y Ficciones.
Es locutor del podcast
Las 9 noches. Miembro y docente del grupo de teatro de sombras Umbra-Fénix. Forma parte activa desde el
2006 del Programa Nacional de Salas de Lectura de la Secretaría de Cultura
de México.
En relación al ensayo sobre lo fantástico en Argentina,
realizó una estancia de investigación en Buenos Aires donde pudo completar su
trabajo de tesis. Ha dado varios cursos y ponencias sobre la literatura
fantástica en diversos lugares de México, así como de literatura queer y de
cultura popular.
Artículos de este autor en los siguientes números de nuestra
revista:
REALIDADES Y FICCIONES
—Revista Literaria—
Nº
39 – Septiembre de 2019 – Año X
ISSN 2250-4281
Exp. RL-2018-52429319-APN-DNDA#MJ del 18/10/2018, Dirección Nacional del Derecho de Autor / República Argentina.
Propietario y Director: Héctor Zabala
Av. Del Libertador 6039 (C1428ARD)
Ciudad de Buenos Aires, Argentina
Currículo en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 75:
Colaboradores
Corrección general:
Noelia Natalia Barchuk Löwer
Resistencia (Chaco), Argentina
Currículo en Suplemento de Realidades y Ficciones Nº 78:
Ilustración de carátula y emblema:
Mónica Villarreal
Scottsdale (Arizona), Estados Unidos
Monterrey (Nuevo León), México
@mon_villarreal
Currículo en revista Realidades y Ficciones Nº 17:
COLABORARON EN ESTE NÚMERO:
•
Héctor Zabala, Ciudad de Buenos Aires, Argentina
•
Luis Benítez, Ciudad de Buenos Aires, Argentina
•
Anna Rossell, Barcelona (Cataluña), España
• Arturo Zafra Moreno, Murcia, España
• Yubraska Herrera Diamónt, Caracas, Venezuela
• Miguel Ángel Galindo Núñez, Guanajuato, México
•
Noelia Natalia Barchuk, Resistencia (Chaco), Argentina
•
Mónica Villarreal, Scottsdale (Arizona),
Estados Unidos – Monterrey (Nuevo León), México
El
listado completo de colaboradores se encuentra a la derecha del blog bajo el
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