REALIDADES Y FICCIONES
–Revista Literaria–
Nº 17 – Junio de 2014 – Año V
ISSN 2250-4281
Inscripción
gratuita como LECTOR
si
escribe a zab_he@hotmail.com
indicando
nombre y apellido, ciudad y país
(se le
avisará cada nuevo número trimestral).
“Homero”
Mónica Villarreal (2014)
(Lápiz y tinta china sobre
papel, 23 cm x 30 cm)
Serie “Poetas Clásicos
Griegos”
|
Sumario:
Narrativa
• Entre
la novela y la historia. Stella
Manaut, “Enamorada de un cura comunista...” Reseña. (Anna Rossell)
•
“Pequeños propietarios” de Roberto Arlt. Cuento y análisis. (Héctor
Zabala)
Poesía
• “Anatomía”:
la poesía de Fabricio Devalis. (Luis Benítez)
Ensayo
• Del
absurdo en “Un artista del hambre” de Franz Kafka. (Asmara Gay)
• La
muerte del narrador en “Los cachorros” de Vargas Llosa. Un camino que empieza
en Flaubert. (Cristian E. Vitale)
Y
algo más…
• Entrevista a la escritora Goya Gutiérrez Lanero. (Peter
Tase)
Nuevos
colaboradores de Realidades y Ficciones (currículos):
• Mónica
Villarreal, Monterrey (Nuevo León), México / Scottsdale (Arizona), Estados Unidos.
• Asmara
Gay, México DF, México.
• Cristian
Emanuel Vitale, La Plata (Pcia. Buenos AIres), Argentina
• Peter
Tase, Berat, Albania / Milwaukee (Wisconsin), Estados Unidos.
Narrativa
ENTRE LA NOVELA Y LA HISTORIA
Anna Rossell ©
Stella Manaut, Enamorada de un cura comunista.
Desde Alfonso XIII al exilio
mexicano,
pasando por la URSS y los Niños de la Guerra.
Carena Editors S.L., Valencia, 2012, 214 páginas
Siempre es un gozo contar con una
obra de la que podemos decir que contribuye a mantener viva nuestra memoria
histórica, pues los acontecimientos traumáticos de una sociedad exigen un
proceso de duelo y de digestión que raras veces se hace como se debiera,
precisamente cuando las partes implicadas o sus descendientes directos viven
aún y remover el pasado supone para ellas enfrentarse a sentimientos de dolor o
de culpa. Sin embargo enfrentarse a los hechos, conocerlos y, sobre todo,
reconocerlos es un ejercicio conveniente de catarsis para los antiguos frentes,
una necesidad que hace posible el análisis de los errores que condujeron a aquellas
situaciones críticas y con ello hace también posible evitar caer de nuevo en
ellos, hace posible la reconciliación, al tiempo que lega a las generaciones
jóvenes el conocimiento más sereno y objetivo de los hechos.
Por este motivo cumple dar la
bienvenida a un libro como el que hoy tengo el gusto de presentarles, la novela
que Stella Manaut ha construido basada en hechos y personajes reales, como ella
dice “un reconocimiento hacia aquellas mujeres luchadoras que, en una etapa tan
difícil de la historia de España como es la de los primeros años del siglo XX,
fueron capaces de defender sus derechos, estudiar y amar en libertad”.
Enamorada de un cura comunista. Desde Alfonso XIII al exilio mexicano,
pasando por la URSS
y los Niños de la Guerra , como reza el título, recoge la
historia de España desde principios del siglo XX, aquellos años en que empezó a
forjarse la España
actual. El título y, sobre todo, el subtítulo anuncian ya los momentos en los
que la autora hace hincapié. Así la novela nos ofrece una amplia panorámica de
la convulsa historia española más reciente: con mirada retrospectiva hacia la Primera República ,
la Dictadura
de Primo de Rivera, la
Segunda República , el golpe franquista, la Guerra Civil , el
envío de niños de familias republicanas a la Unión Soviética ,
el exilio de los vencidos, el regreso…
Como la propia autora nos informa en
el epílogo, la mayor parte de los personajes de la novela son reales —llevan su
propio nombre y apellido— y lo son también en lo esencial los hechos narrados.
Stella Manaut los conoce bien, a unos y a otros. Porque Manaut glosa en la
novela el devenir de una mujer de su familia, una tía suya, por la que la
narradora profesa claramente una profunda admiración. Con empatía evidente, más
el conocimiento que su tía y su propia madre le dejaron de los acontecimientos,
Stella Manaut construye un edificio ficticio en el que hará encajar la realidad
histórica:
Josefina Roca –así se llama la
protagonista–, interna de un geriátrico de un pueblo catalán que sabe su última
morada, es consciente de que ha vivido cuanto hubiera de vivir y de que lo ha
hecho intensamente. A su avanzada edad y en la soledad de su internamiento en
hogar de ancianos lo único que la aferra aún a la vida son sus recuerdos, los
sucesos que la marcaron y la sostienen, acontecimientos de unos tiempos
difíciles y convulsos que reclamaban de sus protagonistas –mucho más aún si
eran mujeres– un posicionamiento claro y exigían definición y madurez. Así
Josefina deja de ser una única mujer para pasar a ser un prototipo determinado
de mujer de su tiempo: aquella a la que tocó abrir el camino en la lucha de la
mujer por sus derechos, unos derechos de los que ella sabía que conllevaban
deberes y responsabilidades y que nunca los rehuyó. Por lo mismo esta novela no
es únicamente un homenaje a una excepcional mujer, sino a todas las mujeres
que, como ella y con ella, asumieron en España la ardua tarea de abordar su
vida como ciudadanas de pleno derecho cuando la historia les ofreció un
resquicio para intentarlo.
El armazón de la novela parte de
esta situación en el geriátrico y de la soledad de Josefina Roca que la lleva a
rememorar su vida. La motivación para ello se la brinda la idea de escribir sus
recuerdos en una libreta de notas que más tarde alguien pueda encontrar y
publicar. Éste es el marco ficticio de la narración.
Así la novela está escrita teniendo
en cuenta a un supuesto futuro lector, al que Josefina se dirige de vez en
cuando; todo ello condiciona y marca el estilo narrativo, que alterna
diferentes registros: la descripción de los sucesos históricos con carácter de
crónica “objetiva” con el relato de la vida personal de la protagonista en los
momentos históricos concretos y con los comentarios y reflexiones que Josefina
aporta desde la actualidad de su escritura, que la autora marca con letra
cursiva para distinguir los dos tiempos: el pasado y el presente, en los que se
invoca y se involucra directamente al lector.
La autora opta con decisión por
mantener estos registros bien separados probablemente porque su intención es
también documental y quiere darle a su obra el sello inconfundible de
documento: la novela no está escrita en un único registro en que los hechos
históricos pudieran desprenderse indirectamente de la vida de los personajes,
sino que Manaut decide describir, aparte, primero el marco histórico, como tal,
antes de pasar a continuación a glosar cada momento concreto de la vida de la
protagonista, como si necesitara de este marco aclaratorio para que se
comprendan en toda su profunda dimensión los retazos vitales de los personajes
que el lector habrá de situar mejor después, como si nunca quisiera perder de
vista la importancia que las situaciones sociopolíticas tienen para la
cotidianidad de los individuos, en su devenir y en su destino. Ello se hace
patente a través de lo que se desprende de los títulos de los capítulos, que
rezan, por ejemplo: Breve resumen de la Revolución Rusa.
Primera parte, al que siguen los títulos Mi vida en la URSS , Breve resumen de la Revolución Rusa.
Segunda parte y, a continuación, ¡Por fin llega el permiso para viajar!
Me voy a la “Casa nº 5” .
Llego a París. Y así sucesivamente.
Esta voluntad de cronista, la de
escribir un documento histórico -dirigido tanto a quienes lo protagonizaron
como a las generaciones futuras a las que la autora desea dejar un legado-
queda subrayada también por el hecho de que Stella Manaut escribe un epílogo en
el que nos aclara el cómo y el por qué de la novela y cuyos epígrafes
evidencian esta intención. Estos epígrafes son: La verdad, solo la verdad y
nada más que la verdad. Devenir de los principales personajes. Familia de
Manaut en México y Hablemos, ahora de los demás personajes reales. A esto
la autora añade alguna bibliografía –una página- de la que ella ha echado mano
para documentarse. Sin embargo se echan en falta obras de historia española de
todas las etapas de que trata la novela, que Manaut a buen seguro ha utilizado
como fuente. Y es de debido cumplimiento su inclusión en una futura segunda
edición, pues conviene por razones de rigor de la publicación por una parte y
de utilidad al lector, por otra, ya que quien lea esta novela de Stella Manaut
habrá de interesarse no sólo por la literatura, sino por la historia de la España de este período. El
libro capta al lector por los dos aspectos, el literario y el histórico,
suscita avidez por saber más de esta etapa, de la que lamentablemente poco se
enseña en nuestras escuelas y que es un deber rescatar del olvido.
Nacida en Madrid en el seno de una familia de artistas, ha
heredado de ellos el placer por la creación. Tiene varios libros de narrativa,
poesía, ensayo y teatro. De este último género ha escrito cerca de cien obras,
tanto de pequeño como de gran formato; once de las cuales ya han sido
estrenadas. Las tres últimas son “La revolución de las Pepas”, “Saharauis, un mundo de
mujeres” y “Okupas, okupas”. Asimismo cuenta con diversos premios y accésit. Como
actriz ha protagonizado muchas de sus obras teatrales y otras como A puerta cerrada; Las
cenizas del difunto; Ven a jugar con nosotros; Aquí te pillo, aquí te mato; Un
adulterio decente o A media luz los tres. En cine ha participado en Pepa y Juego de Luna; en
televisión ha colaborado en series como Blasco Ibáñez, El Comisario, Aquí no hay quien viva,
Hospital central, Maitena. Su novela Enamorada de un cura
comunista obtuvo una buenísima acogida por parte de la crítica. En la
actualidad, además de su trabajo como actriz y escritora, dirige el Museo José Manaut
en Valencia, España.
PEQUEÑOS PROPIETARIOS
Roberto Arlt ©
Cierta noche, Eufrasia, poco después
de cenar, le dijo a Joaquín, su esposo:
–¿Sabes?, tengo el presentimiento de
que el de al lado le roba materiales al infeliz a quien le está construyendo la
casa.
Joaquín la soslayó hosco, con su ojo
de vidrio.
–¿De dónde sacas eso?
–Porque hoy al oscurecer vino con el
carrito cargado de polvo de ladrillo y tapado con bolsas, para disimular.
–No puede ser.
–Sí, porque ayer traía unos mosaicos
debajo del brazo, también envueltos en una bolsa rota. Y se les veía el canto.
–Entonces… ¡quién sabe!...
–Sí… también me fijé cuando tenía la
otra obra. Al principio llegaba temprano con el carrito, después, cuando estaba
por terminar, mucho más anochecido, y siempre el carrito tapado. Con ese
material deben haber construido la marquesina.
Taciturno, replicó Joaquín:
–Claro, así es fácil construir obras
para darle envidia a los otros.
Luego no hablaron más. Cenaron en
silencio y el ojo de Joaquín, el corredor y pequeño propietario, estaba tan
inmóvil como su otro de vidrio.
Solo al acostarse, cuando Eufrasia
iba a apagar la lámpara, dijo sin mirar a su esposo, con la voz ligeramente
desnaturalizada por el deseo de que fuera natural;
–Si el dueño de la casa lo supiera…
–Lo hace meter preso –fue el único
comentario del tuerto–. Luego se acostaron y ya no hablaron más.
***
Los dos propietarios se odiaban con
rencor tramposo.
Tal sentimiento había madurado al
calor de oscuras ignominias, y lo teñía de colores distintos la desemejanza de
desgracia que se deseaban. Cosme, el albañil, invocaba sobre la propiedad de
Joaquín una catástrofe súbita. No podría especificar, si se lo preguntaran, qué
clase de catástrofe era la que le deseaba a su vecino, ya que esta no llegaba
sino en excepcionales casos a la muerte. Y esta falta de imaginación le
atormentaba con iras fugaces pero tormentosas, pues estaba seguro de que si
concretara su deseo, sería feliz.
En cambio, Joaquín había objetivado
este anhelo.
Deseaba que el albañil se arruinara.
Se imaginaba que su vecino no podía
pagar las mensualidades del terreno que con poca diferencia de tiempo habían
comprado a plazos, y el sencillo acto de representarse la roja bandera de
remate flameando en el jardín de Cosme le regocijaba siniestramente. Crujíanle
los dientes y su ojo de vidrio traslucía un fulgor más intenso que el otro, al
acecho, bajo un fino párpado siempre arrugado.
Dos hechos fueron el origen de este
odio.
Cuando Joaquín compró el terreno,
pidiole presupuesto, para la casa que pensaba construir, a Cosme, y luego,
lógicamente, le dio la obra a otro albañil.
Pero como necesitó utilizar la
medianera de su vecino, este, furioso, le exigió un precio superior al valor
natural, y Joaquín, rechinando los dientes, se negó a pagar. Una mañana en que
el albañil estaba ausente, hizo colocar las vigas del techo sostenidas
provisoriamente por unos parantes, de modo que cuando Cosme llegó era demasiado
tarde para detener la obra.
Mas como el importe de esta era
inferior al de la cantidad requerida para sustanciar un litigio ante los
tribunales (imposibilidad que lo puso furioso al albañil, pues deseaba arruinar
a Joaquín) el asunto fue a parar a un Juzgado de Paz y en el plazo de un año y
medio Cosme cruzó sombrío y tempestuoso, sucios salones atestados de oficiales
de justicia y palurdos aburridos. Conoció todas las triquiñuelas de los que no
quieren pagar y durante numerosos meses buscó en su caletre arduos sistemas
para asesinar a su vecino, mas como era muy bruto no se le ocurría nada y al
fin, cuando ya desesperaba de la justicia terrestre, cobró.
Pasó el tiempo y este odio creció,
ya no con la energía brutal del primer año; porque ahora que ellos estaban en
reposo, el rencor maduraba a la sombra, destilando en el alma de los
propietarios un jugo que les engordaba los tuétanos rezumándoles en el alma
feroces proyectos y cierto goce oscuro y vigilante: el presentimiento de que
algún día el otro se “las pagaría”.
La primera puñalada trapera partió
del albañil.
Joaquín construyó una piecita sin
presentar el plano a la municipalidad, y lo más grave es que no se hizo colocar
el contrapiso, de acuerdo con lo reglamentado en el digesto.
Cosme lo supo, charlando con el peón
de Joaquín en el despacho de bebidas del almacén de la esquina, y puso esta
gravísima infracción en conocimiento del Inspector Municipal de zona.
Vino este y el corredor tuvo que
abonar una fuerte multa, pero no si haber visto antes cómo el inspector
destrozaba su hermoso piso de pinotea, a fin de comprobar la infracción.
Aquel día una lágrima cayó de su ojo
de vidrio, mientras Eufrasia maldecía en la cocina el poco carácter de su
esposo en no irle a buscar querella al albañil. Y este esa noche se sumergió en
su camastro mascullando dulces palabras torvas.
Siete meses después el albañil
compró un carro y un caballo para transportar sus materiales a la obra, pero
por negligencia, no construyó la caballeriza de acuerdo a las disposiciones del
Digesto Municipal. Joaquín, so pretexto de examinar su techo, subió al de
Cosme, estudió aquel establo provisorio, luego se hizo recomendar a un inspector,
y un buen día el albañil fue sorprendido por una multa, amén la orden de
construir la caballeriza que le costó más que el carro y el caballo.
El éxito de estas cuchilladas
lubrificadas con jurisprudencia, no marchitaba aquel odio.
Joaquín no podía verle a Cosme sin
estremecerse de rabia, y la grosera figura del otro le espantaba hasta la
repulsión física, pues el albañil era pequeño, morrudo, cargado de espaldas, y
en su cara biliosa, había siempre sonriendo, impúdicos, dos ojuelos verdes. Su
voz surgía sesgada, recargada del sonido “guee”, y cuando Joaquín le escuchaba
se escalofriaba hasta el malestar físico. Y sin embargo charlaban.
Porque a veces conversaban. El tema
era el desmesurado costo de los ladrillos, o cualquier otra cosa.
Joaquín, que necesitaba mil
ladrillos para el invierno próximo, comentaba:
–Dicen que van a subir a cuarenta el
mil.
–A cuarenta y cinco.
–Pero eso es un escándalo. ¿Se da
cuenta usted? Diez pesos de aumento el mil.
Y por esos cinco pesos de exceso que
tendría que pagar dentro de cuatro meses, se estaba una hora protestando con el
otro contra el país y sus leyes, solidarizados por la común desgracia del costo
del material.
Sentían el placer de ser avaros, y,
a la inversa de la gente de otra condición, en vez de ocultar el defecto lo
exhibían como una virtud, regodeándose en su tacañería.
Y Joaquín, que era más sensible y
romántico que Cosme, cuando conversaba de estas miserias, le parecía ser igual
al dueño de un conventillo de la calle Loyola, y entonces insistía en su argumento,
esperanzado de llegar a ser algún día un propietario gordo, que a la puerta de
su casa remienda la tapia con un balde lleno de tierra romana.
Y lo único que se reprochaba era no
ser demasiado mezquino.
A pesar de esta aparente
cordialidad, cuando conversaba con el albañil, le parecía entrever en las
verdes pupilas del otro, un alma inmóvil, pesada como un monstruo de carne
cruda, que entorpecía sus sensaciones, suspendiéndole en una sonrisa tímida, de
la áspera cháchara de Cosme.
Y no discutía con él, sino que, por
lo general, asentía a lo que el albañil decía, mientras que todos los nervios
se le sublevaban en una contracción silenciosa, que al transcurrir los
siguientes días se traducía en sus pensamientos en una crispadura roja, como la
de una epidermis cicatrizada después de una quemadura. Y sus pensamientos,
semejantes a sanguijuelas, se movían en un mundo homicida y fangoso.
En cambio, el albañil se veía caer
sobre Joaquín con un puñal en la izquierda.
Era en la esquina lúgubre de su
casa, con los desperdicios de basura en la vereda de tierra, y el farol de
nafta iluminando con su luz amarilla un círculo del que Cosme brotaba cuando
pasaba el tuerto.
En tanto, sus deseos no se
consumaban, desacreditaba la casa, y cuando Joaquín quiso venderla, y recibió
la visita de un comprador, Cosme, que escuchó la conversación por la baja tapia
del fondo, siguió al desconocido, y una vez que este se hubo separado de
Joaquín, lo interpeló, convenciéndole de que la casa estaba construida con
pésimos materiales, lo cual era cierto.
Además, este odio era cuidado,
abonado, puesto en tensión como las cuerdas de un violín, por sus respectivas
esposas.
Se deseaban padecimientos atroces,
lo que no les impedía hablarse sonriendo, adulándose respecto a
insignificancias, dedicándose en los saludos sonrisas melosas, cambiando entre
sí melifluos “sí, señora” y “no, doña”, porque la mujer del corredor, que usaba
sombrero y medias de seda, era “señora” para la otra que solo gastaba batón
para salir y no se cortaba melena. Y como las propiedades estaban divididas por
un cerco de alambre, conversaban a la hora de la siesta, buscándose a su pesar,
yendo al jardín a recortar las rosas mondadas por las hormigas, o a preguntarse
la hora, motivos estos que eslabonaban conversaciones inagotables, donde se
sacaba a relucir la vida de la carbonera y la posibilidad de un tranvía en la
calle próxima, dándose con solicitud conmovedora consejos sobre compotas y
modos de podar las plantas.
En estos diálogos ocurría a la
inversa que en los de los hombres, y era que la mujer de Cosme daba siempre la
razón a la de Joaquín, imitando el modo de conversar de “la señora Eufrasia”,
sonriendo con sonrisas que le doblaban el vértice del labio hacia el ojo
izquierdo, mientras que, a su vez, la “señora” movía en gesto de comprensión la
cabeza hacia la pechera de su batón, gesto que era característico en la
analfabeta que se había hecho de este tic, para no demostrar ignorancia. Pues
tal movimiento era un compuesto de comprensión e indulgencia, o sea, las condiciones
de inteligencia elevadas a su máximo, descubrimiento inconsciente pero que
utilizaba con acierto la mujer del albañil.
Y el odio que no podían enrostrarse,
la casi repulsión que las separaba, ponía en estos diálogos una atracción, y,
sin repararlo, cuando ambas conversaban, estaban como esas criaturas que
temiendo el vacío se asoman a los altos ventanales.
***
Ahora Joaquín no podía dormir.
Súbitamente se había introducido una
incomodidad en su conciencia. Era aquello algo extraño, cierto apresuramiento
del tiempo a través de sus nervios, de modo que la sangre empujada por el
frenesí de los minutos, corriendo más rápidamente, tornaba anhelosa su
respiración.
Bruscamente se le había transformado
la vida, ¿mas, por qué su esposa no lo miró antes de acostarse?
Recordándolo, le parecía raro el
tono de su voz, que ahora se le presentaba un poco desnaturalizada por el deseo
de que el pensamiento expresado pareciera la consecuencia de una actitud
natural.
Y, aunque desasosegado, no se movía.
El tiempo no pasaba nunca en las
tinieblas, pero descentrado por una ansiedad de espera, sentía que la mitad
longitudinal de su cuerpo pesaba más que la otra debido a un repentino
descentramiento de la conciencia.
Y no quería asomarse a sus
pensamientos, porque le parecía que de levantar la cabeza chocaría la frente
con ellos.
Luego, entornando los ojos, miró por
el intersticio de los postigos el cilindro amarillo que en el fanal del farol
oscilaba tristemente y se dio cuenta que en la calle soplaba el viento.
Pero no se movía; tan inmóvil
estaba, que lo sobresaltó la voz de su esposa preguntando:
–¿Qué te pasa que no dormís?
Y a las doce de la noche estaba aún
despierto.
Tal silencio pesaba en el cubo negro
de la estancia, que el silencio parecía el susurro tibio de los fantasmas
desprendiéndose de los muros. Había algo de horrible en esa situación.
Tenía la impresión de que su esposa
estaba incorporada junto a la almohada, pero él no la reconocía, porque de
aquel semblante amable durante el día solo restaba un perfil de hueso de nariz
rampante y terrible mirada lechosa, que, atravesando su carne, estampaba en su
conciencia un dictado terrible.
Tan fuerte era el llamado
implacable, que se revolvió espantado en su cama, al tiempo que con su voz
suave le preguntaba su esposa:
–¿Qué te pasa que no dormís?
No podían dormir.
Los atenaceaba el mismo deseo
pesado, la igual perspectiva de desastre que podían desencadenar sobre el
albañil; y la figura de Cosme surgía ante sus ojos, desmesurada en la soledad
de la callejuela, encorvada en el pescante de su carrito, con el pelo enredado
sobre la frente y soslayando con sus ojuelos verdosos la carga roja de polvo de
ladrillo.
O veían esto otro: y era el sargento
de policía llegando en el crepúsculo a la casa de Cosme, golpeaba las manos, y
de pronto, ellos, escondidos detrás de la ventana que daba al jardín,
escuchaban:
–¡Señora… su marido está preso por
ladrón!...
Un grito desgarrador cruzaba la
perspectiva y la mujer caía desvanecida en el patio de mosaico, mientras que
ellos solícitos acudían corriendo y preguntando:
–¿Qué le pasa, señora… qué le pasa?
Y ya Joaquín, no pudiendo soportar
más su pensamiento, dijo en voz alta:
–No, por eso no lo van a condenar.
–¿Por qué?
Dejó él caer el brazo en la almohada
de su esposa y dijo:
–Le darán dos años de cárcel… pero
condicional… Lo único es el dolor de cabeza.
–Te entiendo.
–De lo que me alegro, porque uno es
sensible aunque no quiera. Eso sí… lo más que le va a pasar es que le rematarán
la casa…
–¿Quién?...
–El dueño de la otra obra… por daños
y perjuicios.
En silencio se refocilaron los
cónyuges, asomados a la siniestra perspectiva judicial de una tarde de domingo,
con la callejuela recorrida de honestos propietarios, excitados por un remate
ordenado por el juez. ¡Qué plato para la ferocidad del barrio!
Veían la bandera roja flameando en
la caña tacuara, mientras que ellos, seguros, calafateados en su “casa propia”
comentaban en rueda con el carbonero y la panadera las ventajas de ser honrados
y esas desgracias que ocurren por “ensuciarse por una miseria”.
Paladeando sus frases, Joaquín
agregó:
–A nadie le gusta pagar… y el dueño
de la obra va a encontrar admirable el pretexto de que Cosme lo robaba para
hacerlo meter preso y no aflojar la plata que le debe…
–¿Pero por una miseria así?...
Joaquín replicó indignado:
–¿Una miseria? ¡Estás loca tú! El
otro día lo pusieron preso a un carpintero por llevarse unas alfarjías y un
paquete de clavos de la obra. ¿Dónde iríamos a parar si cada uno hiciera lo que
quisiera? ¡No, m’hijita, hay que ser honrados!
–Sí, la frente limpia… ¿pero cómo
vas a hacer?...
–Mañana me averiguo dónde está la
obra… la dirección del dueño…
–No le vas a escribir, ¡eh!...
–Sí… pero le hago un anónimo a
máquina.
–¡Cómo se va a poner la hipocritona
de su mujer! Fijate que ayer, con pretexto de enseñarme un figurín, me dice:
“Ah, ¡no sabe?, cuando mi marido termine la obra le vamos a poner persiana a
todas las puertas”. Y todo, ¿sabés para qué?, para hacerme “estrilar”.
–¡Qué gentuza!
–Y pensar que uno tiene que tratarse
con ellos…
–Dejá… mañana lo arreglamos.
Bostezó Joaquín un instante, y ya
cansado, dijo:
–Me voy a dormir. Hasta mañana,
querida.
–¿Y no me das un beso?
–Tomá… y que duermas bien.
ANÁLISIS DE “PEQUEÑOS PROPIETARIOS”
Héctor Zabala ©
Esta obra se encuentra en El jorobadito y otros cuentos, libro que
data de 1933.
Con gran solvencia, el narrador
critica la hipocresía de cierta clase baja cuyo anhelo, más allá del ascenso
como grupo social, sería lograrlo a costa de sus vecinos inmediatos, en un
claro objetivo individualista de diferenciarse por simple vanidad personal. A
tal punto es así que por momentos Joaquín y Eufrasia parecen desear más la
ruina económica de Cosme y su esposa que el propio progreso económico, y de
parte del albañil y su mujer ocurre otro tanto.
El resentimiento, la envidia, las
miserias y las mezquindades entre ambas familias no tienen límite, todo en pos
del famoso “soy mejor que usted, ¿vio?”
Así, en lugar de ayudarse para mejorar
el nivel de vida de ambas familias, hacen todo lo que está a su alcance por
destruir al otro, con miras bien mezquinas.
En principio la hipocresía de ambos
se observa al intentar aparentar lo que de hecho no son: superiores
económicamente al vecino. Porque la evidencia imparcial indica que Joaquín y
Cosme tienen un capital más o menos equivalente; sin embargo una simple
marquesina o una vulgar persiana, aunque más no sea como proyecto, parecen
suponer una diferencia contundente a sus ojos. El asunto es más psicológico que
real pero estos pequeños seres lo viven, lo sufren, como si se tratara del fin
del mundo y el único objetivo de sus vidas.
Hay notorios detalles de esta
mentalidad de corto alcance que Arlt refleja con mucha ironía. En Cosme resalta
la falta de imaginación hasta para determinar el tipo de catástrofe que desea
contra Joaquín y en éste su ojo de vidrio, un símbolo que sugiere poder ver apenas
hasta ahí, no más de la mitad del asunto.
La hipocresía se observa también en
el trato amable que mantienen a diario aunque por detrás se hagan todo tipo de zancadillas,
en especial denuncias por infracciones que implican multas costosas para el
otro. Estas acciones malignas siempre son anónimas, aunque es obvio que el perjudicado
lo sabe, más allá de que lo pueda demostrar con pruebas o no se atreva a echárselo
en cara al vecino.
La mujer de Joaquín, Eufrasia, lejos
de poner paños tibios, acicatea el odio de su cónyuge contra los de al lado
pero de una manera indirecta, dando rodeos, incluso en la intimidad. El
matrimonio se plantea el objetivo de arruinar al vecino como si se tratara de
una cuestión moral, como algo justiciero que castiga un grave pecado, y no por
las verdaderas razones que lo mueven a ello es decir el odio, la venganza y el resentimiento.
La mujer de Cosme, en cambio, está desdibujada en el relato. Uno sólo puede suponer
que hace lo mismo que Eufrasia en cuanto a proponer maldades a su marido contra
la otra pareja, pero no surge explícitamente de diálogo alguno en el cuento.
En fin, el título “Pequeños
propietarios” tiene un doble significado, pues no sólo se trata de dueños de propiedades
pequeñas sino fundamentalmente de almas pequeñas.
UN FINAL TRÁGICO
En apariencia Roberto Arlt nos deja
una obra con final abierto. Sin embargo, a la manera de Hemingway, se puede
inferir aquí “una historia no contada”. Porque tras una mirada superficial,
cualquiera podría suponer que Joaquín terminará arruinando a Cosme al
informarle, tras su carta anónima al contratista, del supuesto robo de
materiales por parte del albañil. Uno puede imaginarse que efectivamente el
damnificado lo acusará penal y civilmente y que terminarán rematando la casa de
Cosme, quedando él y su mujer en la calle. Cualquiera también podría asegurar
que Joaquín hará lo que promete porque ya antes hizo denuncias similares que
apuntaban a la ruina del vecino. Joaquín tiene la decisión tomada y sus
antecedentes no dejan lugar a dudas de que cumplirá su palabra sin miramiento
alguno.
Pero creo que hay algo más. Entiendo
que Arlt nos sugiere a través de numerosos indicios, al estilo de Poe –pero sin
seguir la línea de éste en cuanto a un desenlace explícito– “un final no
contado” pero inevitable. Un final que implica una tragedia mayor: que Cosme después de perder su única
propiedad terminará matando a Joaquín. Es más, lo hará a cuchilladas.
Una serie de señales desperdigadas
por todo el relato avalan esta idea:
1) Las frecuentes referencias,
directas e indirectas, a la sangre o al color rojo. Por ejemplo: “Porque hoy al oscurecer vino con el carrito
cargado de polvo de ladrillo y tapado con bolsas, para disimular”, como
sugiriendo que el albañil matará y después ocultará el cadáver del vecino; el
polvo de ladrillo puede ser una buena metáfora de la sangre derramada, pues tal
como ocurre con el fluido sanguíneo, dicho polvo habitualmente deja rastros por
todas partes.
El narrador repite este detalle más
tarde cuando aclara que la carga de polvo de ladrillo es roja. Asimismo también
hace hincapié en una segunda ocasión, casi al final, a la “roja bandera de remate”. Estas aclaraciones de que ambas cosas son
rojas (todo el mundo sabe que no podrían ser de otro color) sería a mi entender
una evidencia de la intencionalidad del autor: redundar para dejar bien en claro de que se trata de un indicio de un
futuro final. También hay una referencia a la palabra sanguijuela y
detalles afines.
2) Las frecuentes referencias a la
oscuridad que implicarían designios secretos, ocultos, taimados, siniestros.
3) Las varias ocasiones en que se
habla de puñaladas o cuchilladas: “la
primera puñalada trapera partió del albañil”, “estas cuchilladas, lubrificadas con jurisprudencia, no marchitaba
aquel odio”, detalles que preludian un final de ese tipo.
4) Ciertos miedos o parálisis de
Joaquín, como insinuando su propia muerte, que se repiten: “aunque desasosegado, [Joaquín] no se movía”; “la mitad longitudinal de
su cuerpo pesaba más que la otra debido a un repentino descentramiento de la
conciencia”; “Pero [Joaquín] no se movía; tan inmóvil estaba…”; “Tal silencio
pesaba en el cubo negro de la estancia, que el silencio parecía el susurro
tibio de los fantasmas desprendiéndose de los muros...”
Incluso su propia mujer parece
representar la mismísima imagen del ángel de la muerte: “Tenía la impresión [Joaquín] de que su esposa estaba incorporada
junto a la almohada, pero él no la reconocía, porque de aquel semblante amable
durante el día solo restaba un perfil de hueso de nariz rampante y terrible
mirada lechosa, que, atravesando su carne, estampaba en su conciencia un
dictado terrible.”
5) Y finalmente, ciertas sugerencias
directas del futuro asesinato de Cosme en la persona de Joaquín: “buscó
[Cosme] en su caletre arduos sistemas para asesinar a su vecino”; “el albañil se veía caer sobre Joaquín con
un puñal en la izquierda”.
También la insistencia a los ojos
claros de Cosme (una evidente semejanza con el lobo) da para pensar en otro
indicio que lo situaría como probable homicida.
Todo esto se compadece además con la
idea de que la catástrofe deseada por
Cosme a Joaquín “no llegaba sino en excepcionales casos a la muerte”, como informa el relato casi al principio.
Ahora bien, la pérdida de su casa, su honor y su posible libertad sería
justamente un caso excepcional que lo llevaría a Cosme a matar.
Nota: La historia se sitúa en la Argentina (probablemente
en un suburbio de Buenos Aires), de ahí que a lo largo del cuento los
personajes usen el voseo, pero Roberto Arlt comete una inexactitud casi al
final cuando le hace decir a Joaquín “¿Una miseria? ¡Estás loca tú!”,
tuteo que no se justifica.
Roberto
Godofredo Christophersen Arlt nació en Buenos Aires, Argentina, el 26/4/1900 y
murió en la misma ciudad el 26/6/1942. Tuvo una infancia dura y fue un
adolescente revoltoso que no terminó el secundario por ser expulsado del
colegio. Esta razón lo lleva a convertirse
en autodidacta. Desempeñó diversos oficios hasta que se volcó al periodismo, colaborando
en varios diarios y revistas como Don Goyo, Mundo Argentino y Última
Hora. En 1927 trabajó como cronista policial en Crítica y desde 1928
fue redactor de El Mundo, en el que se haría famosa su columna Aguafuertes
Porteñas, más tarde recopilada en un libro. Fue corresponsal de este diario
en Uruguay, Brasil, Marruecos, España y Chile. Pasó el resto de su vida en la Argentina dedicado a la
literatura y a las colaboraciones periodísticas. Tuvo también su faceta de
inventor aunque con magros resultados. Fue cuentista, novelista y dramaturgo.
Su particular estilo recibió fuertes críticas de algunos colegas contemporáneos
porque rompía con cierta prolijidad literaria, muy de moda por entonces, pero
la crítica posterior lo fue reconociendo como un grande de la literatura argentina.
Obras:
Novelas: Diario
de un morfinómano (1920), El juguete rabioso (1926), Los siete
locos (1929), Los lanzallamas (1931), El amor brujo (1932).
Cuentos: El
jorobadito (1933), El crimen casi perfecto (1940), El criador de
gorilas (1941), Viaje terrible (1941), Regreso (1972, póstumo).
Teatro: El
humillado (1930, un capítulo de Los siete locos), Trescientos
millones (1932), Escenas de un grotesco (1934), Prueba de amor
(1932), Saverio el Cruel (1936), El fabricante de fantasmas
(1936), La isla desierta (1937), Separación feroz (1938), África
(1938), La fiesta del hierro (1940), El desierto entra a la ciudad
(1942, póstuma, 1952), La cabeza separada del tronco (1964).
Artículos
periodísticos recopilados en libros: Aguafuertes porteñas (1933), Aguafuertes
españolas (1936), Nuevas aguafuertes españolas (1960, póstumo).
Poesía
“ANATOMÍA”: LA
POESÍA DE FABRICIO DEVALIS
Luis
Benítez ©
“Anatomía” es el título de esta nueva entrega del
poeta Fabricio Devalis, recientemente editada en la ciudad de Córdoba,
Argentina, por el sello Editorial Gráfica 29 de Mayo / Pan Comido Ediciones,
para su colección Música del Lugar.
El volumen, breve pero conciso, incluye trabajos de
fuerte impacto emocional en la sensibilidad del lector, que fácilmente se puede
identificar con la voz del autor. Ello se debe a la capacidad de Devalis para
referirse con un lenguaje directo –aunque bien provisto de recursos literarios empleados
en su justa medida– a circunstancias, hechos y sentimientos que invariablemente
pueden ser
compartidos, que de hecho todos hemos compartido: el desamor, la
pérdida, el recuerdo; el deseo y su sombra, la nostalgia, predominan en la
primera parte de “Anatomía”, así como una exaltación de lo corporal, pero en
función de expresar desde lo físico las emociones. El cuerpo como escritura de
las emociones es la instancia elegida por el poeta en este volumen.
La segunda parte en la que podemos dividir a esta
nueva entrega de Devalis se caracteriza por tópicas más conceptuales y en ella
su autor demuestra –como en la primera sección– su capacidad para establecer un
diálogo con el lector respecto de aquello que anticipan los mismos títulos de
los poemas: “Disolución”,
“Silencios”, “Inflexiones”,
“Agonía”, “Solo”, “La luz en silencio”, “Indiferencia”, “Por escribir”, “Esta
escritura”.
Fabricio Devalis nació en James Craik, provincia de
Córdoba, Argentina, en 1971. Sus obras poéticas antes publicadas son Un cristo
ciego (1999) y Tramas (2002). Fue incluido en las antologías locales Belleza
Obliga (2004), Derrota
no (2005), El día más parecido: antología Pan Comido (2008). Ejemplos de su obra narrativa fueron antologados en
el volumen Voces de este río (2009).
Así escribe Fabricio Devalis:
Menesteres
Tendrás la palabra necesaria?
La que no duele por dentro
La que lava los huesos
la que necesita de la luz
y en la noche
se muerde en su paraíso
Sabés que está ahí
esa palabra
entre el sueño y el deseo
a flor de dientes
en su noveno mes
Eres tú solamente
el que no confía
el que ha puesto precio
a esa palabra
Ensayo
DEL ABSURDO EN “UN ARTISTA DEL
HAMBRE” DE FRANZ
KAFKA
Asmara Gay ©
Para que todo sea consumado, para
que me sienta menos solo,
no me queda más que desear en el día
de mi ejecución la presencia
de muchos espectadores que me acojan
con gritos de odio.
Albert Camus. El extranjero.
Antes que Camus y el
existencialismo, Franz Kafka revela el sentimiento del absurdo en el ser humano.
En su obra literaria vemos cómo el absurdo cobra vida en sus personajes, frente
a la lógica y la moral en las que quiere moverse la sociedad que rodea al
protagonista kafkiano. Éste es un alienado, un ser extraño, un loco, alguien a
quien sin duda hay que castigar…
“Una jaula fue a buscar a un pájaro”
dice Kafka en uno de sus aforismos, que su amigo Max Brod publicó con el título
Consideraciones sobre pecado,
sufrimiento, esperanza y el verdadero camino. En “Un artista del hambre”, ese pájaro ya está encerrado. Un hombre se
hace encerrar para mostrarle a la sociedad cuánto puede durar sin comer; pero
no es suficiente, nunca es suficiente. Podría dejar de comer para siempre,
piensa el hombre, y al final del relato lo hace, hasta que muere.
Paradójicamente, el interés de los espectadores por el artista del hambre
disminuye hasta anularse.
Pero el absurdo no sólo está
presente en los personajes trazados por la mano de Kafka, sino en el propio
mundo ordenado que habitan. Este universo, reflejo del nuestro, es un dibujo donde
el hambre, el trapecio o la decadencia pueden convertirse en artes y donde el
ser humano se halla escindido de su intimidad, pues únicamente puede ser a
partir de la mirada de los otros, aunque esta mirada sólo devuelva
indiferencia.
El sentimiento del absurdo
Siguiendo las ideas de Camus, donde
el absurdo es un sentimiento, una enfermedad del espíritu, el personaje de este
relato está enfermo de absurdo. Su estado más feliz es el ayuno, un estado de
destrucción, tanático. Este ser de luz se ha vuelto oscuridad conforme nos
adentramos a su universo. Y encontramos que las razones para ello están
vinculadas al origen de su ayuno.
Si hubiese encontrado una comida que
me gustara, dice el artista, es posible que jamás hubiera ayunado… De manera
que la necesidad de no probar bocado se vincula a una búsqueda. Una búsqueda
insatisfecha. Semejante a la que tienen los amantes o al que busca a Dios. En
ambas búsquedas, más importante que el ser buscado, se halla la necesidad de
satisfacción del que busca, una recompensa, un premio interior de felicidad.
Esta sensación no lograda, hace que
el artista haga de la virtud un vicio. Se transforma un estado de purificación
en un estado de desvirtuación del cuerpo. El sentido de su vida se encamina
hacia el sentido de su muerte, y en ese camino, el ser escindido sólo ha de ser
feliz a partir del sufrimiento:
“Sus vigilantes preferidos eran los
que se pegaban a las rejas y, no contentos con la débil iluminación nocturna de
la sala, le enfocaban continuamente las linternas que ponía a su disposición el
empresario. […] Cuando se sentía más dichoso era al llegar la mañana, momento
en el que, por cuenta de la empresa, servían a los vigilantes un abundante
desayuno, que devoraban con el apetito de hombres robustos que han pasado una
noche de dura vigilancia.”
Lo que parece hacer más feliz a este
artista del hambre es la contemplación de su ruina, por él mismo y por sus
espectadores. La absurda naturaleza del ser humano que se contenta con su
propio sufrimiento, con la íntima necesidad de destruirse, es puesta por Kafka
con cruel ironía, como cuando dice “y
para cambiar de oficio, no sólo estaba demasiado viejo, sino que además estaba
fanáticamente enamorado del ayuno”; pero sobre todo por la permutación del
gusto del espectador, pues de nada le vale al artista su propia destrucción
cuando el interés del público es veleidoso, y el cuerpo decadente pasa de moda
ante un nuevo espectáculo, ante la brutal belleza de una pantera, antípoda del
artista del hambre.
El absurdo en el mundo o el mundo es
absurdo
Sin saber hacia dónde se dirige tras
vivir, el hombre se inventa y reinventa en la Tierra. Con cada
cultura se cuela un anhelo de inmortalidad. Pero a pesar del deseo, el ser
humano y su sociedad van a morir sin responder la razón de su existencia ni de
su muerte. En este ciclo (¿eterno?), el hombre llega y pasa, como el sueño
recurrente del cosmos.
Esta tensión contradictoria en que
se mueve el Universo, se refleja en la cotidianidad del ser humano. Desde
lejos, un espectáculo como el que representa el artista del hambre pareciera
absurdo o imposible de realizar. En los relatos, el principio de verosimilitud
se da, entre otros factores, a partir del donée, es decir, a partir de
aceptar la premisa que se establece como real. Un mundo feliz funciona
porque el lector acepta que el mundo expuesto por Aldous Huxley es posible,
independientemente de si existe o no. El lector está dispuesto a acceder a ese
mundo como algo creíble. Así, se establece un pacto entre autor y lector.
En el caso del relato de Kafka se da
el donée, pero al mismo tiempo lo trasciende, porque el cuento opera en
diferentes niveles de lectura. Es una alegoría del mundo, en tanto que
representa el absurdo intento del hombre por volver arte lo que le rodea, o al menos
una apariencia de arte o un espectáculo. Es decir, no sólo el lector pacta con
el autor para aceptar como verdadero el que exista un artista del hambre, sino
que para el lector éste es un reflejo de lo cotidiano, ya que en el mundo
encuentra “artistas” que se paran sobre vidrios o clavos, que comen fuego, que
se quedan muchas horas en una sola posición... De manera que el pacto que el
lector hace con el autor se debe, además del donée, a que el relato se alimenta en gran medida de la
realidad.
Para el ser humano, el espectáculo
se ayuda de la novedad o de la sorpresa que eluden el aburrimiento. El
empresario de “Un artista del hambre”
está consciente de este aspecto humano, por eso no deja que el artista del
hambre ayune por más de cuarenta días, ni permanecen en un único poblado, así
como evita lo grotesco que pudiera parecer a los espectadores la salida
marchita del artista cuando se da término al ayuno y sean dos hermosas jóvenes
quienes salen junto con él a saludar al público.
Pero todo esto es absurdo. Es
absurdo que el mundo aplauda el flagelo y la decadencia del hombre y es absurdo
que luego lo ignore. En esta percepción del mundo sobre los artistas, o sobre
el ser humano en general, hay un desapego y una indiferencia brutales sobre el
otro, como si un estado de confort latente invadiera al ser humano, y sólo a
través de la cultura pudiera salir de él, momentáneamente.
El arte del absurdo
Otro nivel en el que opera el relato
es el artístico. De ninguna manera es gratuito que Kafka le hubiera puesto a su
relato “Un artista del hambre” y se
muera éste incomprendido. La alusión es evidente: Un artista se entrega a su
arte apoyado por un mecenas (empresario) que no entiende bien a bien lo
artístico de su oficio, luego el artista es olvidado y muere de hambre.
Tras la lectura, varias preguntas
surgen con respecto a la mirada del autor (y de nosotros) sobre el arte: ¿Qué
es el arte? ¿Qué factores determinan la apreciación del arte? ¿Se vende el arte
o la ilusión del arte? ¿El arte existe si no es arte para alguien? ¿Cuál es la
motivación de los artistas, vender su arte o ser fiel a su arte?
Ninguna de ellas es fácil de
contestar. Kafka respondió en su vida negándose a cobrar por sus obras y
renunciando a casarse, mientras que la única certeza que tenemos dentro de “Un artista del hambre” es que éste
permanece fiel a su arte, o dicho de otra manera, pertenece a su arte.
Dentro del cuento, la mirada de
Kafka penetra en varias direcciones. El arte, parece decirnos, es una cosa para
el artista y otra para el espectador, aunque a veces los dos encuentren que
puede provenir de cualquier actividad. El arte, decían los griegos, es técne,
técnica y talento para un oficio. El artista parece seguir de cerca la
definición griega, un continuo intento de superarse a sí mismo; por el
contrario, el que sólo lo ve no siempre está pensando en esta definición. Aquí
se abre un tropel de espectadores y de las competencias con que apreciarán el
arte, al mismo tiempo que sabemos que el espectador es cambiante, y que un día
le parecerá arte lo que al siguiente no.
Además, resulta paradójico que
mientras más se esfuerza el artista, más alejada esté la sociedad para la cual
crea. Es claro que ésta no puede entender el arte porque no está determinada
para comprenderlo, y que su indiferencia surge porque veía en el arte un
espectáculo, no una necesidad vital. Pero ante esto uno se pregunta, ¿acaso el
arte no es vital? Para Kandinsky el arte es el alimento del espíritu, pan
transfigurado que vincula al creador con el espectador de manera sensible;
el arte, dice Kandinsky, le da de comer al alma.
Conclusiones
Hay en la condición humana, y es
lugar común en todas las literaturas, una absurdidad fundamental al mismo
tiempo que una implacable grandeza. Las dos coinciden, como es natural. Ambas
se figuran, repitámoslo, en el divorcio ridículo que separa nuestras
intemperancias de alma y las alegrías perecederas del cuerpo. Lo absurdo es que
sea el alma de este cuerpo lo que lo sobrepase tan desmesuradamente. Es en un
juego de contrastes paralelos como deberá darle vida a esta absurdidad quien
quiera figurarla. Es así como Kafka expresa la tragedia por lo cotidiano y lo
absurdo por lo lógico.
Allí, donde la contradicción
funciona dentro de la vida del hombre se halla el absurdo. Un instante de
pensamiento y la mecánica de esta vida se revela como algo incomprensible,
absurdo. Surge, así, un mundo impuesto. Un mundo que al parecer hemos elegido,
pero cuya elección se dio sobre bases sociales y culturales. El mundo funciona
porque el ser individual asume al ser social desde la infancia. Pero no
podríamos funcionar de otra manera, ni individual ni colectivamente. De ahí que
el ser humano esté escindido y sólo pueda hallarse en la mirada de los
otros.
Kafka parece darse cuenta también de
esto, porque a pesar de que los protagonistas de sus relatos son seres
extraños, los otros personajes, los que viven de acuerdo a la sociedad, son
absurdos y viven el absurdo de la vida. Del sentimiento del absurdo parte el
relato de Kafka, pero quién no lo ha sentido en mayor o menor medida. Una
enfermedad del espíritu que intenta subsanarse con una sociedad en continua
invención.
Bibliografía:
Camus, Albert: Ensayos. Trad.
Julio Lago Alonso. Madrid, Aguilar, 1981.
Camus, Albert: El extranjero.
Trad. José Ángel Valente. Madrid, Alianza, 1997.
Kafka, Franz: Aforismos. Trad. Oscar Caeiro. Argentina-México, FCE-Editor, 1998.
Kafka, Franz: La metamorfosis y otros cuentos. Trad. Julio Izquierdo. Madrid,
RBA, 1995.
Kandinsky, Wassily: De lo espiritual en el arte. Trad.
Martha Johannsen Rojas. México, Colofón, 2000.
Robert, Marthe: Franz Kafka o la soledad. Trad. Jorge Ferreiro Santana. México,
FCE, 1993.
FRANZ
KAFKA
Nacido en Praga, Imperio Austro-Húngaro (hoy República
Checa) el 3/7/1883 y muerto en Kierling (muy cerca de Viena), Austria, el 3/6/1924.
La biografía de este escritor puede leerse en REVISTA SESAM Nº 80 (http://www.sesamweb.com.ar/)
Un camino que empieza en Flaubert
Cristian
Emanuel Vitale ©
Una
verosímil y convincente manera de describir lo que sucede con los narradores
de Los cachorros de Mario Vargas Llosa sería la
siguiente: se trata de un texto en el
que coexisten
solidariamente
un narrador en primera persona del plural con un narrador en tercera persona,
ajeno al mundo representado, con, a su vez, abundante participación narrativa
de los personajes tomados individualmente (por medio de diálogos o directamente
continuando la narración iniciada por las otras voces) o de sus puntos de
vista.
Esto
es, creo yo, fundamentalmente cierto. Pero si nos corremos del plano
descriptivo e intentamos explicar cómo funcionan de hecho o, lo que es lo mismo, qué
pasa cuando pasa lo que arriba se describe, o qué pasa (en el texto y en el
lector) cuando una voz narrativa sucede a la otra, o qué pasa cuando un
personaje toma la posta de la narración y a su vez la cede a otro como en el
episodio del baño, o qué pasa cuando los personajes dialogan casi sin
intervención de una voz mediadora.
Las
respuestas a estas preguntas conforman mi hipótesis de lectura, mi
interpretación respecto del funcionamiento real de las voces narradoras, que
pretende ir más allá del plano de la descripción para indagar, a su vez, en la
propia experiencia de lector. La hipótesis es la siguiente: las voces
narrativas que se suceden, se alternan en la progresión de la historia de Los cachorros, lejos de conformar un
conjunto de voces solidarias, se van desplazando unas a otras y
alternativamente eliminando, lo cual termina por producir la sensación de no
haber sido contada por nadie. En otras palabras; una voz releva a la otra pero
al hacerlo la desgasta, la corroe, la anula provisoriamente y la termina por
borrar.
El
texto produce variadas sensaciones en el lector, pero si hay algo que el texto
no genera, eso es la sensación de armonía. Más vale lo que hay es disonancia: “Ellos lo estábamos”, “Ellos
lo poníamos” [1] son los ejemplos extremos aunque no extraños o poco frecuentes.
Ante estos enunciados sintácticamente agramaticales, en que se viola la ley
básica de concordancia entre el pronombre sujeto y la persona verbal, creo que
la linealidad del lenguaje decide en parte por nosotros. No nos quedamos con
las dos personas sino que desplazamos (el texto desplaza) la primera con la
segunda. Entiendo que este es el mecanismo de lectura que el texto propone o
genera. Las voces narrativas no se superponen, no se solapan, sino que se
niegan, se desgastan hasta que finalmente uno sale del texto con el
desconcierto de no saber bien quién nos contó la historia, o, y ahora
exagerando un poco los términos, si en realidad hubo alguien que contó la
historia o esta se contó sola.
Estas
ideas que expongo son parcialmente propias y parcialmente del mismo Vargas
Llosa. En efecto, el autor de Los cachorros había quedado prendado de las innovaciones
narrativas que Flaubert había experimentado en Madame Bovary. Esta fascinación quedó
largamente confesada en un libro que dedicara al realista francés. Le llamó La orgía perpetua.
Flaubert y “Madame Bovary” [2]. Sobre todo rescata del
narrador (“uno de los narradores” dirá Vargas Llosa) su “objetividad”, su
“neutralidad”, su “invisibilidad”. Esto, según el crítico, genera en el lector
la “sensación de que el texto se autogenera” (p.218). Habla también de la
“autosuficiencia” de la ficción (p.217), del “exilio” del narrador (p.232), de
la narración “cinematográfica” (p.218), etc.
Sin
embargo estas ideas no son del todo originales. Los críticos han insistido (el
mismo Flaubert lo ha hecho) en elogiar o denostar esta actitud “fría” del
narrador ante la materia narrada desde el siglo XIX. Las consideraciones de
Vargas Llosa sirven más que nada para trazar una línea, para plantear una
filiación.
Creo
que el texto de Vargas Llosa Los
cachorros
puede ser pensado continuando esta tradición de narradores impasibles,
objetivos. Estamos todos de acuerdo en afirmar que esa línea comienza de manera
más o menos escandalosa con Flaubert en Madame Bovary. Ahora bien; lo que intento dejar
esbozado aquí (aunque de manera lateral) es que esa línea está llevada a tal
extremo en el texto que comentamos que puede pensarse que allí culmina o, con
una retórica que no es mía, podríamos hablar incluso de la muerte del narrador [3]. Pero esto debe ser
fundamentado.
Recordemos
el párrafo que inicia la novela:
“Todavía llevaban pantalón corto ese año, aún no fumábamos, entre todos los
deportes preferían el fútbol y estábamos aprendiendo a correr
olas, a zambullirnos desde el segundo
trampolín del “Terrazas”, y eran traviesos, lampiños, curiosos, muy ágiles,
voraces. Ese año, cuando Cuéllar entró al Colegio Champagnat.” [4]
¿Quién
narra? ¿Quién es el “sujeto” encargado de poner en palabras una acción
pretérita? Como decíamos al comienzo, una posible respuesta es decir que los
narradores son fundamentalmente dos. Esto tiene algo de verdad, diríamos,
descriptiva. Pero la experiencia de la lectura nos dice otra cosa. Terminamos
el párrafo con el desconcierto de no saber quién narra. Y esto genera a su
vez la curiosa sensación de una ausencia de voz narrativa. Es en este
punto en que considero que Vargas Llosa duplica cien años después la apuesta de
Flaubert. Distinto hubiese sido si las voces se sucedieran en un “sistema de
turnos” organizados por ejemplo por capítulos o incluso por párrafos. Pero aquí
no
hay sistema.
Una voz toma la palabra inesperadamente, arbitrariamente, quitándole el discurso a la anterior,
interrumpiéndola y apropiándose de lo narrado por la otra. El Narrador (con mayúscula)
desaparece ahora literalmente.
Por
otro lado, las voces, diferenciadas formalmente por la persona verbal o
pronominal, no se diferencian respecto de otros rasgos como el lenguaje, el
tono, el estilo, el registro, etc. Es decir, no hay un cambio “retórico” en el
pasaje de una a otra voz y esta
confusión es solidaria con la vaguedad narrativa en la que se desdibuja, se
difumina, la figura del narrador.
El
mundo narrado se nos aparece entonces sin la mediación lingüística de una voz narrativa fuerte.
El estilo del narrador de Flaubert impregna toda la ficción, le da forma, la
dibuja desde afuera con un estilo singular, firme, sostenido e identificable.
En este sentido, si bien el narrador “transparenta” una realidad ficcional,
también es cierto que la modela, la estetiza. Pero en el texto de Vargas Llosa
el estilo de la tercera persona es también el estilo de la primera del plural,
es decir, de los propios personajes de la ficción. El texto está mediado, en
todo caso, desde adentro. La tercera persona, por otra parte, funciona como
limitadora del derecho a narrar de la primera, pero a su vez no tiene un
lenguaje diferencial. Es decir, cuando ingresa la voz del narrador en tercera
se interrumpe el relato de los personajes pero no su retórica, ni siquiera, en
la mayoría de los casos, su punto de vista. Notemos que el punto de vista de la
tercera persona no tiene privilegio alguno por sobre la primera, no se
distingue, no va más allá de él. Entonces para qué sirve, podríamos
interrogarnos. Incluso podríamos decir que los saberes de esta tercera persona
son casi en su totalidad “parasitarios” de los saberes de los narradores
personajes.
Revisemos
el episodio del baño:
Luego
del entrenamiento, los cinco amigos se van al baño a ducharse. De pronto oyen
los ladridos del perro Judas que se ha escapado y se acerca:
“Choto, Chingolo y
Mañuco saltaron por las ventanas, Lalo chilló se escapó mira hermano y alcanzo a cerrar la puertecita de la ducha en el
hocico mismo del danés. Ahí, encogido, losetas blancas, azulejos y chorritos de
agua, temblando, oyó los ladridos de Judas, el llanto de Cuéllar, sus gritos, y
oyó aullidos, saltos, choques, resbalones y después sólo ladridos, y un montón
de tiempo después, les juro (...), el vozarrón del Hermano Lucio, las lisuras de
Leoncio (...). Abrió la puerta y ya se lo llevaban cargado, lo vio apenas entre
las sotanas negras... Qué más, qué pasó después mientras yo me vestía, decía
Lalo, y Chingolo el Hermano Agustín y el Hermano Lucio metieron a Cuéllar en la camioneta
de la Dirección ,
los vimos desde la escalera, y Choto arrancaron a ochenta (Mañuco cien)... Mientras tanto el Hermano Leoncio
perseguía a Judas...decía Choto...” [5]
Vale
la pena, creo, la extensión de la cita, si consideramos que en este episodio se
despliega gran parte de este laboratorio de las voces narrativas que es Los cachorros. Observamos primero la
presencia mínima del narrador en tercera que progresivamente desaparece entre
las voces de los personajes. Este se limita a introducir la narración para luego
ceder no sólo el punto de vista sino la narración a quienes presenciaron el
accidente. Y este no es un dato menor. Los personajes de la ficción (con una
participación importante en el transcurso de la trama, a diferencia de, por
ejemplo, “Una rosa para Emily”, en donde una primera persona del plural narra
la historia desde fuera de la ficción misma) narran su propia ficción y esto con un
“agravante”: el auditorio, los destinatarios del relato son también personajes
de la ficción (“qué más, qué pasó después...” pregunta Lalo a quien retoma su
narración). Este es el mayor grado de autonomía al que alcanza la ficción.
Pero
volvamos a las reflexiones sobre el “borrado” de la voz narrativa. El pasaje
arriba citado es, creo, un ejemplo de lo más claro. Ya no se trata de la lucha
por los derechos de la narración entre las dos voces narrativas más regulares,
sino de la tensión ahora de estas con las voces de los personajes. Estos se hacen cargo de la narración por un espacio
bastante prolongado, toman la palabra, como olvidando y por lo tanto negando al
narrador en tercera, relegándolo en todo caso a la burocrática función de decir
quién habla en cada caso. Y esto con las mínimas palabras posibles.
Pero
el episodio del baño no es el único ejemplo. Más bien este recurso constituye
una constante en la nouvelle, es un rasgo de peso en su poética. Los personajes
parecen interrumpir el relato a voluntad. Tienen una suerte de irreverencia con
los demás narradores y esto continúa el desgaste de estos últimos que ya había
comenzado con su mutua batalla. Esta independencia de los personajes para
hacerse cargo de su propia narración debilita precisamente los hilos que los
mueven.
Un
ejemplo entre otros:
“Cuéllar se encerró
en su casa un mes y en el Colegio apenas si los saludaba, oye, qué te pasa,
nada, ¿por qué no nos buscaba, por qué no salía con ellos?, no le provocaba
salir.”
(p. 32)
Los
personajes le pierden el respeto a las voces que los narran, ellos se narran a
sí mismos y el texto se encarga de no diferenciar gráficamente estas
alternancias y contribuir a la confusión. Las voces se confunden, se relevan y
al hacerlo se niegan. Pero triunfa en esa lucha el lenguaje de la ficción (por
sobre algún lenguaje exterior como podría ser en el caso de Flaubert), triunfa
la voz y la autonomía de los personajes y esto va, por supuesto, en detrimento
de la voz narrativa que narra la ficción desde afuera, esto es, en detrimento
del narrador en tercera. Por momentos incluso el texto parece acercarse a la
mecánica teatral en la que los actores de la ficción se mueven sin
intermediarios, al menos lingüísticos. La mediación es débil y habla su mismo
lenguaje: quiero decir, no rompe con la isotopía estilística: habla con
diminutivos, con un tono coloquial y hasta juguetón, con regionalismos, etc.
Por eso es que se puede hablar de un texto sin narrador, o, por lo menos, sin un narrador
en el sentido más tradicional del término. Sin una voz que cuenta, que pone en
palabras, que tiene su tiempo y sus modos verbales propios, etc.
Los cachorros no tiene más narrador que el que se puede decir que tiene
el cine. Un narrador que es un espacio, una ventana, que se abre para ver
vivir. Un narrador que se limita a ordenar, a seleccionar escenas, a dar la
palabra o facilitar la comprensión al receptor. No un narrador lingüístico. Ese, creo yo, es el que se
elimina en el juego de las alternancias de las voces narrativas.
Y
continuando con la metáfora de la cámara textual (metáfora del cine), podría
decirse que las voces que narran la historia tienen no sólo la limitación de
una cámara, que sólo puede mostrar el mundo sensible, audiovisual, sino que
tiene la limitación agregada de circunscribir su lente al espacio social. Sería entonces una cámara fija en el espacio público. Sólo se
puede aspirar a ser narrado por esta cámara si se está en el Colegio, en los
clubes, en la playa de Miraflores, en los bares, en las calles, etc. Tanto los
espacios privados (la casa de Cuéllar queda afuera, la casa de sus amigos queda
afuera, etc.) como las intimidades (no nos enteramos de las relaciones de los
amigos de Pichulita con sus novias si ellos no deciden hacerlo “público” en un
bar o en un club de villar junto a sus amigos) y más aún las interioridades
quedan fuera del lente.
Es
curioso por ejemplo que en las alrededor de cuarenta y cinco páginas de la
novela no haya una sola escena con un solo personaje. Escenas con dos
personajes hay muy pocas y de una brevedad vertiginosa. Tampoco existe nada
parecido a un monólogo interior ni exterior y uno tiene que enterarse de lo que
se piensa o se siente solamente por el intercambio lingüístico o por las
conjeturas de los otros. Por ejemplo, preguntémonos qué piensa o siente o
incluso cómo es Cuéllar. Las respuestas que da el texto respecto de esto último
son las siguientes: “simpático”, “pintón”, “salvaje”, “antipático”, “bandido”,
“tristón”, “chistoso”, “galante”, “tímido”, “perrito faldero”, etc., etc. Y
esta variedad, estas contradicciones (simpático-antipático, galante,
salvaje-tímido, etc.) cómo se explican. La respuesta nos lleva nuevamente al
tema del narrador debilitado. Todo el mundo se empecina en definirlo a Cuéllar
porque no hay una
voz privilegiada que lo defina para siempre. Nadie tiene la potestad sobre lo
narrado. El narrador en tercera se limita a dar la voz para que digan o a decir
lo que se dice. El texto asedia, rodea, sitia al protagonista, se lo muestra de
todos los costados, se recorren todas sus aristas, pero nadie accede
privilegiadamente a su ser, a su centro. Nadie lo mira por dentro, ni siquiera
él mismo. Y esto porque el texto (la cámara textual) sólo presenta pareceres,
nunca seres. La narración se abstiene no sólo de juzgar, de poseer subjetividad
(eso ya lo hacía Flaubert) sino también de describir. En narrador solo cita descripciones, opiniones, imaginarios,
representaciones sociales, sólo las formula. Por eso más que “objetivo” este
narrador (ahora me refiero sólo al narrador en tercera) que cuando habla se
confunde con sus criaturas, carece de entidad, roza la inexistencia.
Todo
lo anteriormente descrito produce, insisto, una ilusión de proximidad con la
materia narrada que me parece que no se lograría ni con un narrador fuerte en
tercera neutro ni desde una primera persona del plural participante en la
historia. En la tensión entre las voces creo yo que se genera esa ilusión. La
ilusión de estar viéndolo y escuchándolo más que leyéndolo. Por eso el texto
más que narrarnos que el perro ladra nos reproduce fonéticamente el sonido:
“guau guau guau”, lo mismo con el ruido del “poderoso Ford” o del tartamudeo
gracioso de Pichulita. La mediación lingüística se disuelve. Queda la otra
mediación, la de la cámara, la que enfoca.
Por
supuesto que no podemos olvidar el elaboradísimo trabajo con el lenguaje que
atraviesa el texto, pero esto no opera como distancia entre el lector y lo
narrado. Más vale entra en el juego lingüístico de los propios personajes o
reproduce su actitud lúdica frente a las cosas.
En
conclusión: si hay tantos narradores es para que no haya ninguno. Por eso quise
trazar el paralelo con Flaubert. En este comienza a desaparecer la subjetividad
del narrador para que nazca el tan comentado “narrador objetivo”. Esa misma
forma de narrar, que inicialmente parecen tan distantes, creo que puede
pensarse en Los cachorros. El narrador se oculta tanto que termina por desaparecer y
se mezcla con las otras voces que son también sus personajes. Eso es lo que me
lleva a hablar en este texto de, al menos, y contrariamente a la descripción
primigenia, una ausencia de narrador.
[1]
pp. 20 y 47, respectivamente.
Cito
de: Vargas Llosa, Mario; Los
cachorros, los jefes; Barcelona, Editorial Lumen S.A., 1998.
[2]
Vargas Llosa, Mario; La orgía perpetua. Flaubert y Madame Bovary; Editorial Seix Barral (s/d).
[3]
Hago una aclaración respecto de esto último. No sólo esta retórica no es mía
sino que incluso no la prefiero. La uso aquí porque me parece interesante
pensar esta sucesión de “muertes” culturales (la de Dios, la del Padre, la del
Hombre, la del Autor, etc.) como productos históricos. Se enriquece creo la
lectura que pretendo compartir si se piensa esta ausencia de una voz
privilegiada (un poseedor de la
Verdad ) en relación al contexto de inicios de la
postmodernidad en el que se gesta (en 1968 aparece el texto, fecha aproximada
en la que algunos autores prefieren ubicar los inicios de la vida o la
filosofía postmoderna). Claro que esto merece un análisis más detenido y
complejo al que yo no podría entrar. Sólo dejarlo planteado.
[4]
El subrayado es mío.
[5]
p. 19 El subrayado es mío.
MARIO
VARGAS LLOSA
(Arequipa, Perú, 28/3/1936).
La biografía de este escritor puede leerse en revista literaria REALIDADES Y FICCIONES Nº 5 de junio de 2011:
(Arequipa, Perú, 28/3/1936).
La biografía de este escritor puede leerse en revista literaria REALIDADES Y FICCIONES Nº 5 de junio de 2011:
GUSTAVE FLAUBERT
(Ruan, 12/12/1821 – Croisset, 8/5/1880). Escritor francés considerado como uno de los grandes novelistas universales.
(Ruan, 12/12/1821 – Croisset, 8/5/1880). Escritor francés considerado como uno de los grandes novelistas universales.
Novelas: Sueño de infierno (Rêve d'enfer), 1837; Memorias de un loco (Mémoires d’un fou), 1838; Noviembre. Fragmentos de un estilo
cualquiera (Fragments de style
quelconque), 1842; Madame Bovary,
1857; Salambó (Salammbô), 1862; La educación sentimental (L'Education
sentimentale), 1869; Le Candidat (El
candidato), 1874; La tentación de San
Antonio (La Tentation
de Saint Antoine), 1874; Bouvard y
Pécuchet (Bouvard et Pécuchet), 1881.
Cuentos: Tres cuentos: Un corazón sencillo, La leyenda de San Julián el hospitalario
y Herodías (Trois contes), 1877
Teatro: El castillo de corazones (Le Château des cœurs), 1880.
Obras de edición póstuma: Diccionario de ideas preconcebidas
(Dictionnaire des idées reçues), 1911; Souvenires,
notas y pensamientos íntimos (Souvenirs, notes et pensées intimes), 1965.
Y algo más…
ENTREVISTA A LA ESCRITORA GOYA
GUTIÉRREZ LANERO
Peter Tase ©
¿Cuales son algunos de los elementos
básicos de la poesía contemporánea en España hoy?
A partir de los años 70 del pasado
siglo en España hubo un alejamiento de la poesía social que tuvo su
protagonismo después de la
Guerra Civil española (1939), y que incidía en la crítica de
las condiciones amargas e inhumanas de los más débiles en cuanto a lo social, a
través de lo cual se pretendía también una crítica solapada de las condiciones
políticas de la dictadura franquista, siendo sus más representativos poetas
Gabriel Celaya o Blas de Otero. Más tarde en los años 80 apareció la poesía de
la experiencia, tomando como guía y consigna la poesía de un poeta de la
generación de los 50 como Jaime Gil de Biedma. Esta poesía plantea un sentido
poético de la cotidianidad y un diálogo con su tiempo, huyendo de los
artificios y herramientas culturalistas de los años 70 con el grupo de los
Novísimos. Aunque a principios de los años 90 hubo también un rechazo general
hacia la poesía de la experiencia, ya que los motivos y las imágenes se
convirtieron en tópicos. Actualmente no existe en España en cuestión de
movimientos o estilos poéticos una misma línea. Se puede decir que la poesía en
castellano está influenciada por un eclecticismo, en donde pueden darse algunos
de los estilos de movimientos poéticos antes citados, y también una inclinación
por una poesía intimista o simbólica, que crea universos en donde todo puede
ser poetizado, utilizando un lenguaje que busca más la sugerencia que la
evidencia o la palabra directa de otras épocas.
¿Cómo puedes resumir tu interés por la poesía y el estilo poético que te
caracteriza y que se aprecia en el desarrollo de los poemarios de tu autoría?
Mi interés por la poesía se remonta
a mi adolescencia. A los diez años me regalaron un libro hagiográfico y un
libro de poemas que leía sin cesar. Más tarde me ejercitaba emulando los poemas
que había memorizado y así poco después empecé a escribir mis propios poemas.
Mis poetas favoritos más contemporáneos pertenecen a distintos estilos y
movimientos como Jaime Gil de Biedma, Alejandra Pizarnik, Olga Orozco, Georg
Trakl o Antonio Gamoneda. Creo que mi estilo poético es básicamente intimista a
través de un lenguaje musical que pretende incidir en lo sensorial, con matices
diferentes según los temas desarrollados en cada obra, por ejemplo mientras mi
libro “Ánforas” (2009) plantea desde un universo irracional la
celebración de la palabra poética, que según Neus Aguado es “una suerte de memoria de la pérdida, que es
en definitiva lo que resulta ser la memoria, el inventario de las pérdidas,
aunque para consolarnos podríamos añadir que también es el inventario de las
ganancias.” […], mientras que “Hacia
lo abierto” (2011) se basa en un planteamiento trascendente de la
existencia.
¿Qué iniciativas ha desarrollado el gobierno de España encaminadas al
fomento de la literatura y escritura?
En España existen dos Premios
Nacionales, uno de narrativa y otro de poesía. Además hay otros Premios que
otorgan las Comunidades Autónomas cuyo segundo idioma es también el español o
castellano. Con la actual crisis han desaparecido otros premios de financiación
oficial y se han restringido las ayudas que el Gobierno otorgaba a algunas
instituciones culturales o editoriales. Sin embargo, las publicaciones de
poesía no han desaparecido, ya que si bien las grandes editoriales han visto
restringidas sus posibilidades de editar un género tan poco comercial como es
la poesía, no ha sucedido lo mismo con las pequeñas editoriales que siguen
estando activas.
¿Puedes compartir brevemente la historia de cómo fue el nacimiento e
itinerario de la revista de Literatura ALGA en vuestro país?
Con la publicación en este pasado
otoño de 2013 del número 70 de la revista Alga
se cumplen 30 años de la misma y del grupo que nació en torno a esta
publicación. Durante todos estos años hay miembros del grupo de poesía que se
han ido, otros han permanecido como por ejemplo el presidente del grupo Xavier
Carreras, y otros nos hemos incorporado.
Como aspectos a tener en cuenta,
además de la participación de numerosos y numerosas poetas en castellano y
catalán de dentro de Catalunya y de fuera durante todos estos años, se han de
destacar durante la primera etapa, dirigida por Ignacio Gamen, los homenajes
que se hicieron en las páginas centrales a grandes poetas como S. Juan de la Cruz , Federico García Lorca,
Silvia Plath, Luis Cernuda o José María Valverde entre otros. Así como un
estudio de la literatura y la lengua sefardíes en la segunda etapa, dirigida
por Moisés Stankowich.
En esta tercera etapa, ya de once
años en que he tenido la suerte de dirigirla con la colaboración de Enric Velo,
hemos tenido el placer de rendir homenaje en las páginas centrales entre otros
y otras, a poetas como Alejandra Pizarnik, Ana Ajmátova, Baudelaire, Francisco
Brines, Jorge Luis Borges, Antonio Machado, al haikú japonés y a los grandes
poetas clásicos que lo cultivaron, así como la antología “Poesía del espacio interior” de doce poetas actuales nacidos y
nacidas durante las décadas de 1940 y 1950 del entorno barcelonés, el homenaje
a la poeta catalana Maria Mercè Marçal o el que se rinde a la también poeta
catalana Montserrat Abelló en el último número 70 publicado. Decir que para los
próximos números existe ya un proyecto programado para dedicar las páginas
centrales a una antología de los poetas y las poetas más jóvenes en catalán y
castellano, que va a demostrar que la poesía sigue activa y viva, y que está
abierta a descubrir nuevos poetas.
Como innovaciones que se han venido
introduciendo en estos últimos años, citamos la sección de reseñas y artículos
sobre libros literarios de poesía y narrativa, o la consideración de un espacio
más destacado en el apartado de Colaboración
especial en donde se presenta un poeta clásico o que destaque por su
especial escritura, y así en estos dos últimos números, el 69 y el 70, hemos
publicado poemas de la gran poeta argentina Olga Orozco y el poeta sevillano
Luis Cernuda.
Por lo que se refiere a la
publicación en la revista desde los primeros tiempos, de fotografías junto a
los textos poéticos, hemos ampliado esta expresión artística incluyendo también
pinturas y dibujos, intentando que en cada publicación se agrupen o respondan a
un tema determinado.
Algo importante de esta última etapa
ha sido la creación por parte de Enric Velo de una importante web
www.castelldefels.org/alga en torno a la Revista , en donde se han incluido la
digitalización de todos los contenidos desde el número 50 hasta el último el 70,
recientemente publicado.
Otra cosa no menos importante son
los dos premios recibidos durante el año 2011, el Premio Ciudad de
Castelldefels de Acción Cívica 2011, y el Premio Agna Canalias de Literatura
2011, del Centro de Estudios Comarcales del Baix Llobregat.
¿En qué estás trabajando ahora, que obras has escrito recientemente o
estás escribiendo?
Recientemente he dado por acabada
una novela cuyo tema fundamental es la acumulación excesiva de poder o el abuso
del mismo por parte de personas o grupos sociales o políticos sobre otros seres
humanos desde la civilización egipcia hasta diversas civilizaciones futuras
ubicadas fuera de la
Tierra. Un personaje femenino protagonista narra desde el
futuro lo que ha sucedido en la
Tierra hasta el siglo XXX y en dos civilizaciones más fuera
de ella, a través del recurso de documentos hallados. La obra plantea también
el tema de la hibridez de los géneros literarios, y se compone de capítulos que
narran una historia que poco a poco se va entretejiendo con las otras historias
hasta formar una unidad. Un argumento que dibuja un itinerario circular, que
habla del futuro para poder hablar del pasado y volver al presente.
También he dado por acabado un
último poemario que trata el tema de la rememoración de los sentimientos que
nos inspiran las personas que un día amamos, y desaparecieron de nuestra vida y
de la vida en general. Por tanto habla también de la muerte y de nuestra lucha
diaria por vencerla y mantenerla más o menos distante.
Por último, estoy trabajando en un
libro de relatos cortos de temas intimistas que explican historias de
personajes cuya vida se ve mediatizada por algún delirio que los arrastra a la
destrucción o a un final abierto, inesperado o ambiguo.
¿En cuántos idiomas está traducida
tu obra literaria y en cuantos países están publicadas tus obras, cuántos
libros has escrito?
Mi obra literaria impresa está
publicada sólo en España, sin embargo dentro de mi página web personal (http://www.goya-gutierrez-lanero.com/)
están brevemente descritas todas mis obras, lo que se ha escrito de ellas y
distintas antologías de poemas publicados que pueden leerse desde cualquier
parte del mundo. Poemas míos han sido traducidos al catalán, al turco, al
italiano y al inglés. Mi primer libro de poemas fue una plaquette, un libro de
pequeña dimensión por el número de páginas, “Regresar”
(1995). A continuación vinieron los poemarios “De mares y espumas” (2001), “La
mirada y el viaje” (2004), “El cantar
de las amantes” (2006), “Ánforas”
(2009) y “Hacia lo abierto” (2011).
¿Cuál es vuestra observación y
opinión sobre el trabajo del renombrado filosofo Gustavo Vega y sus Poemas
textodiscursivos?
En principio, para quien tenga
interés en leer esta entrevista y quiera saber qué son este tipo de poemas, me
remitiré a las propias palabras de Gustavo Vega que dice: “Podemos considerar como poemas visuales texto-discursivos, a las formas poéticas textuales creadas para
ser vistas. En ellas –aunque pueden ser
solamente escuchadas– hay aspectos que han de ser vistos para mejor captar el
sentido general de la composición […] Podemos incluir en este punto poemas
figurativos miméticos –los clásicos caligramas,
carmina figurata, etc.–, y poemas figurativos
no-miméticos, que pueden ser de formas
abstractas –geométricas y regulares o irregulares– con diferentes sub-apartados
que ahora no citaremos, y también poemas discursivos con incrustaciones
visuales, poemas simultaneístas,
acrósticos y a otros.
Es de destacar entre estas formas al caligrama, una forma de hacer que se remonta al esplendor de la antigua
Alejandría –Simias de Rodas…– […] fue reinventado por Apollinaire a principios
del siglo XX. Los futuristas, […) se dieron a la práctica de lo que llamaron palabras
en libertad, procedimiento con el que también pueden
emparentarse algunas creaciones actuales.
Dentro de este apartado de poemas texto-discursivos podemos también
hacer mención a la existencia de algunas realizaciones -pocas y muy esporádicas-
de poemas simultaneístas, cuya tradición se remonta a las vanguardias
históricas, y de poemas acrósticos, que ya fueron muy cultivados en el medioevo
y en el barroco. Por poner un ejemplo de ambos, entre los primeros podemos
citar por ser muy conocido, aunque se remonta a los años 60, al poema titulado Custodia de Octavio Paz, en él una serie de conceptos se van contraponiendo, a
la vez que simultaneando, generando una forma que es al mismo tiempo cerrada y
hueca. Y, como ejemplo de acróstico, podemos hacer mención a un poema de Albert
Ràfols Casamada dedicado al poeta catalán J.V. Foix cuya composición está
realizada a partir del nombre del mismo”. (Gustavo Vega, Revista Alga Nº 54 – Otoño 2005)
Mi opinión sobre todo a partir de la
reciente antología traducida al italiano “Dipingere
la luce /Pintar la luz”, colección Stella Verde, Edizione Eva, Italia,
2012, que recoge diversos textos tanto visuales texto-discursivos, como
discursivos, es que a pesar de que hay una muestra de distintas épocas, hay en todos
ellos una mirada poliédrica con un trasfondo existencial que se mezcla con otro
metalingüístico en un afán por hacer visible y expresable la luz, metáfora del
propio título.
(Zaragoza, 1954 – Barcelona, España).
Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona. Ha sido profesora de
instituto impartiendo la asignatura de Lengua y Literatura castellanas. Desde
el 2003 es coeditora y directora de la revista literaria Alga (http://www.castelldefels.org/alga).
Anteriormente había participado en la iniciativa editorial Bauma, Cuadernos de poesía, en Barcelona. Es
miembro de la ACEC
(Asociación Colegial de Escritores de Cataluña). Inquieta gestora cultural,
coordinadora de lecturas y presentaciones poéticas, ha publicado los poemarios Regresar (1995), De mares y espumas (2001), La
mirada y el viaje (2004), El cantar
de las amantes (2006), Ánforas
(2009) y Hacia lo abierto (2011). Su
obra ha sido incluida en numerosas antologías impresas y en formato digital,
como Yin poetas aragonesas 1960-2010,
Editorial Olifante (Zaragoza 2010), Antología
poética El poder del cuerpo, Editorial Castalia, Madrid 2009, entre otras,
y en libros colectivos y de homenaje a otros poetas como la Antología poética y homenaje a José Luis
Giménez-Frontín, Centro de Ediciones de la Diputación Provincial
de Málaga (2010), o la Antología
Un árbol de otro mundo en Homenaje a Antonio
Gamoneda, Vaso Roto Ediciones (España-México, 2011). Poemas suyos han sido
traducidos al catalán, turco, italiano e inglés. Para más información ver: http://www.goya-gutierrez-lanero.com/
Nuevos colaboradores
MÓNICA VILLARREAL
Nació en Monterrey (Nuevo
León), México, en 1984. Hija de los pintores María Guadalupe Garza Dikinzon y
Sergio Villarreal, estuvo en contacto con el arte desde muy temprana edad.
Reside en Scottsdale (Arizona), Estados Unidos.
Estudió la carrera
de Psicología en la
Universidad Autónoma de Nuevo León. Comienza su carrera como
pintora mexicana en 2012, en Arizona. Asiste a la Escuela para Artistas de
Scottsdale cada semana para realizar dibujo de figura humana con modelo del
natural. Colabora como ilustradora en el portal Hagamos Arte (http://:wwwhagamosarte.com) a partir de 2014.
Participa en la
exposición colectiva Mujeres ExpoTour 2014 en el Centro Cultural Barrio
Antiguo de su ciudad natal y en el Twitter Art Exhibit 2014 en Orlando, Florida, para reunir
fondos para las clases especiales del Centro de Danza Contemporánea.
@mon_villarreal
ASMARA GAY
(Ciudad de México, 1975) es poeta,
narradora y ensayista. Es Maestra en Apreciación y Creación Literaria por el
Centro de Cultura Casa Lamm y Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UNAM. Ha colaborado en
las revistas Nocturnario, Astrolabium, Variopinto, Periódico de Poesía, Los
palabristas, Aeda, ConFabulario. Cuaderno de talleres, Ariadna y el suplemento
El Ángel del periódico Reforma, entre otras. Ganó el primer premio del I
Concurso de Microrrelatos del Centro Cultural La Bòbila y de RBA, en
Cataluña, España; el segundo lugar en el V Certamen Literario José Arrese por
el cuento “Do not disturb”, el segundo lugar en el Concurso de Poesía
realizado por el Centro de Cultura Casa Lamm y el tercer lugar en el concurso
especial conjunto de Las Historias de Alberto Chimal y Diario de un chico
trabajador de Alejandro Carrillo por el cuento “Las ficciones de Alfredo
Fabre”. Sus libros son: “Elena se mira en el espejo” (2011) y “Adentro. Antología de poetas diversos”
(2012). Algunos de sus microrrelatos y cuentos han sido publicados en
antologías en España y Argentina. Fue becaria del Instituto de Investigaciones
Filológicas de la UNAM ,
es miembro de la
Asociación Mexicana de Estudios Clásicos, ha sido ponente en
congresos internacionales de retórica, estudios clásicos y literarios, fue
reseñista del Fondo de Cultura Económica y voluntaria de la ONU.
CRISTIAN EMANUEL VITALE
Periodista cultural, ensayista y
escritor. Egresado del Profesorado en Letras de la Facultad de Humanidades
de la Universidad
Nacional de La
Plata (2006) y de la ex Escuela Normal Superior en Lenguas
Vivas de Pehuajó (1997).
Participante de congresos y jornadas
sobre teoría y crítica literarias como el de expositor en el XII Congreso de
Literatura Argentina (2003) u oyente en las Jornadas del Centro de Estudios
Latinos (UNLP, 2001) y en las Jornadas de Literatura Griega (UNLP, 2003).
Autor de numerosos ensayos de Teoría
o Crítica Literaria, de circulación interna en la Facultad de Humanidades
de La Plata.
Finalista en concursos literarios como
el de Narrativa Relatos (Zaragoza, 2006), Narrativa Relatos “Ron y miel” de
Cuba 2005, Poesía Letras Argentinas de Hoy 2004 y Narrativa Letras Argentinas
de Hoy 2004 (Buenos Aires, De los cuatro vientos). Estas distinciones dieron
lugar a que fuera publicado en sendas antologías inherentes a dichos premios.
Publicaciones en prensa gráfica:
ensayos teóricos, críticos y textos literarios en diversos medios culturales de
interés general o específico desde 2005,
como Loop Alterno (Bernal, Augusto
Márquez, editor); Profonde (La Plata , Roberto Masilla,
editor); Sol de Junín (Junín, Ariel
de Siervo, editor); Diario Noticias de
Pehuajó (Pehuajó, Raúl Rossi, director); El Pasajero (La
Plata , Daniel Sergnese, editor); Aquí La Plata
(La Plata , Luis
Ángel Díaz).
Publicaciones de libros: De espaldas (2010), relatos.
Tiene además una amplia experiencia
docente desde agosto de 2006
a la fecha. Ha dictado cursos y talleres en instituciones
privadas: Lo trágico en la literatura
(2009-2011), Introducción a la obra de
Gabriel Báñez (2010), El mal en la
literatura argentina (2011), Tres
escritores platenses: Báñez, Venturini y Fernández Berro (2012), Las pasiones en la literatura (2012).
Ha participado de foros, encuentros
de escritores y presentaciones de libros en la ciudad de La Plata y el interior de la Provincia de Buenos
Aires. También ha realizado muchas charlas sobre temas literarios.
Desde 2011 mantiene un blog de
ensayos literarios denominado Al principio fue la Urgencia.
PETER TASE
Peter Marko Tase nació en Berat (Albania) y es investigador de estudios paraguayos
y analista de América Latina. Reside en Milwaukee (Wisconsin), Estados Unidos.
Licenciado en Literatura Italiana y Relaciones Internacionales por la Universidad de
Wisconsin-Milwaukee (2006), tiene estudios en Estados Unidos de gobierno y
gestión pública en el Centro Les Aspin, Marquette University, Washington D.C. y
un internship en la Cámara
de Representantes del Congreso estadounidense. También hizo estudios de posgrado
en el Instituto de Política Mundial en Washington D.C.
Desde diciembre de 2013, fue incorporado como analista de América Latina
en Eurasia Hoy, una página web de noticias y análisis de Washington D.C. Desde
2008 escribe sobre Paraguay y America Latina en varios medios de análisis,
información y comunicación pública, entre ellos el Consejo de Asuntos Hemisféricos
(http://www.coha.org) de Washington D.C.
(2011-2013); Diario 5 Días (Paraguay); Eurasia Review (Estados Unidos); Gazeta
Telegraf (Albania); Revista Logística (Paraguay); Viva Paraguay; Prishtina
Press (Albania), Revista Koha Javore (Montenegro).
Ha traducido al inglés y castellano más de doce volúmenes de poemarios
escritos por varios autores de Albania y Kosovo. Ha traducido al inglés el
primer poemario “Sueños y Cantares”
en guaraní y castellano del poeta paraguayo Teófilo Acosta Cantero (2011); es
autor del "Diccionario Simultáneo en
Cinco Idiomas" (guaraní, albanés, italiano, inglés, español) publicado
en Estados Unidos (2011) y editor del libro "El
idioma y cultura guaraní en Paraguay", de David Galeano Olivera (2010).
Sus poesías traducidas al inglés y castellano están publicadas en las revistas
Ann Arbor Review, Enhance Magazine Nº 11, Revista Literaria Alga (España).
Es fundador del Foro Económico del Paraguay en Estados Unidos (febrero
2014). Ha cumplido su entrenamiento y servicio como Voluntario del Cuerpo de
Paz - Paraguay (2007-2009) en el sector de Salud y Saneamiento Rural,
Departamento de Ñeembucú. En los últimos años fue entrevistado por diversas
radios y canales de televisión de Paraguay, Colombia, Rusia y otros países
REALIDADES Y FICCIONES
–Revista Literaria–
Nº 17 – Junio de 2014
– Año V
ISSN
2250-4281
Exp. 5129843
Dirección Nacional del Derecho de Autor
Propietario y
Director: Héctor R. Zabala
Av. Libertador 6039
(C1428ARD)
Ciudad de Buenos
Aires, Argentina
Twitter: @RyFRev Literaria
Héctor Zabala
(dirección y narrativa)
Ciudad de Buenos Aires, Argentina
(currículo en http://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/
- Suplemento Nº 56)
Colaboradores
Luis Benítez (poesía)
Ciudad de Buenos Aires, Argentina
(currículo en http://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/
- Suplemento Nº 22)
Agustín Romano
(ensayo)
Ciudad de Buenos Aires, Argentina
(currículo en http://www.polisliteraria.blogspot.com/)
Anna Rossell
Barcelona (Cataluña),
España
(currículo
en Realidades y Ficciones Nº
11)
Noelia Natalia Barchuk
Löwer (corrección general)
Resistencia (Chaco),
Argentina
(currículo en Realidades y Ficciones Nº 13)
Ilustración de carátula: Mónica Villarreal
Monterrey (Nuevo León), México /
Scottsdale (Arizona), Estados Unidos
@mon_villarreal
(currículo en Realidades y Ficciones Nº 17)
Tomás Stefanovics
Montevideo, Uruguay /
Münich, Alemania
(currículo en
Realidades y Ficciones Nº 7)
Gustavo Flores Quelopana
Lima, Perú
(currículo
en Realidades y Ficciones Nº 8)
María
Isabel Amor Illanes
Las
Condes (Santiago), Chile
(currículo en
Realidades y Ficciones Nº 9)
Liliana Lapadula
San Martín (Pcia.
Buenos Aires), Argentina
(currículo en
Realidades y Ficciones Nº 9)
Agustín Arosteguy
Balcarce (Pcia. Buenos
Aires), Argentina / Bilbao (País Vasco), España
(currículo
en Realidades y Ficciones Nº 10)
Francisco Angulo Lafuente
Madrid, España
(currículo
en Realidades y Ficciones Nº 10)
Felipe Acuña Lang
Santiago, Chile
(currículo en Realidades y Ficciones Nº 11)
María del Carmen
Castañeda Hernández
Tijuana (Baja
California), México
(currículo en Realidades y Ficciones Nº 12)
Santiago Sevilla Vallejo
Madrid, España
(currículo en Realidades y Ficciones Nº 12)
Lidia Morales Benito
Salamanca (Castilla y
León), España
(currículo en Realidades y Ficciones Nº 13)
Patricia Eguiguren E.
Quito, Ecuador
(currículo en Realidades y Ficciones Nº 14)
María Amelia Díaz
Castelar (Pcia. Buenos
Aires), Argentina
(currículo en Realidades y Ficciones Nº 15)
Vivina Perla Salvetti
Porlamar (Isla de
Margarita, Nueva Esparta), Venezuela / Villa Ballester (Pcia. Buenos Aires),
Argentina
(currículo en Realidades y Ficciones Nº 15)
Reneé Acosta
Chihuahua (Chihuahua),
México
(currículo en Realidades y Ficciones Nº 16)
Marcos Rodrigo Ramos
Moreno (Pcia. Buenos
Aires), Argentina
(currículo en Realidades y Ficciones Nº 16)
Pablo Cassi
San Felipe (V Región),
Chile
(currículo en Realidades y Ficciones Nº 16)
Daniel Abelenda
Carmelo (Colonia), Uruguay
(currículo en Realidades y Ficciones Nº 16)
Lucero Balcázar
México D.F., México
(currículo en Realidades y Ficciones Nº 16)
Asmara Gay
México D.F., México
(currículo en Realidades y Ficciones Nº 17)
Cristian Emanuel
Vitale
(currículo en Realidades y Ficciones Nº 17)
Peter Tase
Berat (Albania) / Milwaukee (Wisconsin), Estados Unidos
(currículo en Realidades y Ficciones Nº 17)
No hay comentarios:
Publicar un comentario