REALIDADES Y FICCIONES
–Revista Literaria–
Nº 16 – Marzo
de 2014 – Año V
ISSN 2250-4281
Inscripción
gratuita como LECTOR
si
escribe a zab_he@hotmail.com
indicando
nombre y apellido, ciudad y país
(se le
avisará cada nuevo número trimestral).
Sumario:
Poesía
• La
inteligencia poética de Gabriel Jiménez. (Luis Benítez)
Narrativa
• Cuaderno
de Chihuahua o las vidas paralelas del septentrión, de Jeannette L. Clariond. (Reneé Acosta)
•
Desenmascarar la conciencia. Ödön von Horváth, “El eterno pequeñoburgués.
Novela edificante en tres partes”. Reseña. (Anna Rossell)
•
Un viaje al universo marino de Edgar Allan Poe. (Marcos Rodrigo Ramos)
Ensayo
• La
creación literaria una forma personal de comunicación. (Pablo Cassi)
Y
algo más…
• Vidas
de Novela: Introducción. 1. García Márquez en N.Y.C. 2. Amorim, Borges y el
fútbol. (Texto: Daniel Abelenda. Ilustración: Lucero Balcázar)
Nuevos
colaboradores de Realidades y Ficciones (currículos):
• Reneé Acosta, Chihuahua (Chihuahua), México
•
Marcos Rodrigo Ramos, Moreno (Pcia. Buenos Aires), Argentina
• Pablo
Cassi, San Felipe (V Región), Chile
• Daniel
Abelenda, Carmelo (Colonia), Uruguay
• Lucero
Balcázar, México DF, México
Poesía
Luis
Benítez ©
Nacido en 1982 en la provincia de Mendoza, Argentina,
el poeta Gabriel Jiménez cursó el profesorado de Filosofía en la Universidad Nacional
de Cuyo y se desempeña actualmente como docente en contextos de encierro.
Publicó en 2009 el volumen titulado “Vidrio Molido” (Ed.
Carbónico).
Gabriel Jiménez |
Esta segunda entrega del autor, “Coso”, publicada por Ediciones del Dock (Buenos Aires, 2013) lo
ubica señaladamente en una región de la poesía argentina que evita la
grandilocuencia –uno de los grandes males del género local– en busca de lo cargado
de sentido por sí mismo. Como lo están sus personajes y las situaciones por las
que atraviesan, signadas por la pertenencia a un ámbito bien determinado, el
microcosmos barrial, el gueto suburbano, en definitiva, la frontera tanto
ciudadana como lingüística, allí donde la vida real y la diégesis del poema conforman
una encrucijada engañosamente sencilla.
La poesía de Jiménez no cede al intento de la
representación, sino que emplea a sus criaturas marginales, los hechos
cotidianos, las minúsculas aventuras y peripecias de todos los días, para
construir una densa metáfora: el “condado”, esa porción de sufrimiento, deseo,
postergación y también de afiladas alegrías donde habita el “coso”, nuestro
sujeto narrante. Con atrapante efectividad, Jiménez edifica en nuestras
imaginaciones ese “condado”, la denominación metafórica de Las Heras, en
Mendoza, donde el “coso” y otros personajes viven, sufren, persiguen o son
perseguidos por sus ilusiones, sus sueños y desencantos; allí donde esperan los
tantos “qué sin por qué” que alientan el deseo o el desengaño. Como William
Faulkner, Jiménez es un creador de regiones que, desde lo real, se proyectan en
la imaginación y terminan siendo más verosímiles (o así nos lo hace desear el
talento del autor) para nosotros que la misma realidad que nos rodea y nos es
propia.
La mímesis de su escritura no es una más o menos
feliz, por tramos, imitación de las expresiones y el sentir de sus anónimos
héroes de todos los días, sino la manifestación en carne viva de aquello que
muchos no saben cómo expresar, aunque lo sientan. Se vale Jiménez para ello de
un lenguaje dotado de una notable precisión, siempre al borde del sarcasmo,
aunque sus abundantes ironías destilan casi invariablemente una oculta ternura
ante los hechos o las personalidades de las que da abundante cuenta en este
poemario breve pero hondo. Surge así una construcción entrañable, donde paisaje
suburbano y gentes se mixturan, para dar un corpus cargado de sentido, al modo
del mejor minimalismo –el de los poemas finales de Raymond Carver– cuando en su
país, la Argentina ,
tantos intentos por alcanzar un registro igual en la década de los ’90 no
prosperaron. La clave –en Carver y en Jiménez– posiblemente se relacione con el
mundo de la experiencia sensorial, la capacidad de comprender el sentido de lo
vivido, más que con una pretendida y pretenciosa “poesía de la experiencia”; en
definitiva, lo que distingue tanto al gran autor norteamericano como al joven
poeta mendocino es la presencia de la inteligencia poética, una facultad rara
si las hay y la cual da algunos de sus mejores resultados en este volumen que
nos ocupa. “Coso” así se inscribe entre los mejores logros de esta
corriente poética brindados por los poetas argentinos de las últimas
generaciones. Indudablemente, Gabriel Jiménez es un autor para recomendar y
mejor todavía, para seguir atentamente libro tras libro.
Poemas de
Gabriel Jiménez
(de “Vidrio
Molido”, 2009)
2. fuerza de gravedad
me sentaría
con el gato
en la medianera
a mirar
cómo se nos cae la noche
pero dudo
que las leyes de la física
y la medianera
soporten
al gato
la noche,
………………………...y mi caída eterna
………………………...de todos los días
…………………………a esta hora
4.
en casa
donde me crié
ya no hay lugar
donde quedarme.
cuando me fui
pintaron la pieza
cambiaron los muebles,
pusieron otro hijo ahí.
dicen que pase
cuando quiera,
a verlos,
todo está bien
ellos me quieren
pero no saben
cómo expresarlo,
del todo bien.
---§---
(de “Coso”, 2013)
Siempre
no sabés cómo hablar
la rutina
te gastó la palabra
Mercedes
Parral *
Llego a casa
a revolver la tele
y ver cómo se apaga el día,
las rayas a colores dicen
que todo terminó
o peor aún
que está por empezar
de nuevo.
A veces
todavía es noche
y afuera los sonidos frágiles,
el primer colectivo
desata la mañana
y el rugir de la tormenta
que está por venir
de nuevo.
Se asoma
la somnolencia,
esa presencia del sol
esa parada del micro
y un bostezo que mira
la imagen de un arma
cargada de horas que empiezan a gritar
de nuevo.
* de “Rutina”, inédito.
Cebar
la cruel inocencia /
abierta en la morgue del recuerdo /
vivifica la razón
Tony
Zalazar **
Los mates tibios lavan la tarde
cebo mil veces la misma historia
y la dejo secar al sol
para volverla a tomar.
El agua deja ir al calor,
el sol se esconde en la pared,
y la chica de la historia
me revuelve el mate.
Sin estar
causa / que se me laven las tardes,
si estuviera
creo / me quemaría los labios.
El problema
de acostumbrase a cebar
es que no te sigan la ronda.
** “Quherencia”, Ananga
Ranga Ediciones, Corrientes 2009.
Narrativa
CUADERNO DE CHIHUAHUA O LAS VIDAS PARALELAS
DEL SEPTENTRIÓN
Reneé Acosta ©
Al encontrarme con una de las
grandes obras de la poesía canadiense contemporánea, La belleza del esposo de
Anne Carson, me acerqué también a una de las técnicas más complejas de la
poesía actual: el distanciamiento. El distanciamiento es para la poesía lo que
la interiorización del personaje en la técnica Stanislavski para la actuación.
Ambas son técnicas que procuran llegar a la verdad, y en este sentido son un
ethos platónico donde lo bello, lo bueno y lo verdadero, redundan y confluyen
en el círculo de la triada socrática. Tanto en el libro de Carson, como en el
presente libro encontramos esa similitud. Primer paralelismo o coincidencia.
Hasta aquí debo decir que no creo en las coincidencias, pues las coincidencias
son índices de los factores del caos. Más bien creo en un caosmos, una especie de caos cuyo trasfondo es el cosmos.
Regresando al tema del
distanciamiento debo decir que dicha técnica consiste en la exploración interna
de los recuerdos, con la debida distancia del tiempo que ha pasado en la vida
del autor, para poder hablar del hecho con la plenitud del detalle, que el
estar inmerso en la emoción no lo hace posible. Esta es una poesía que nace si
bien del desgarramiento, desde la cicatrización. Otra cosa importante es que
ambas obras poéticas, porque Cuaderno
de Chihuahua es en realidad
una especie de poema, son autobiográficas. En este libro Jeannette Clariond
rompe las barreras de los límites interiores que restringen la voz poética. El
reto es monumental. Quien haya intentado en algún momento de su vida escribir
un texto autobiográfico, sin las máscaras del verso, sin el maquillaje moral de
los hechos, con las agallas de mostrarse y desnudarse en el escrito, sabe a la
perfección de lo que estoy hablando.
Cuaderno de Chihuahua es la historia de Jeannette y de la familia desde su llegada
a Chihuahua donde se instalaron refugiados, en búsqueda de una vida, de
oportunidades en América. Así nos platica Jeannette que llegaron sus abuelos
Pablo Ayub y María Shallhoup, que tuvieron a Esther, Jorge, Lillian y Olga, su
madre. Ellos tuvieron que enfrentar el exilio, la lejanía, la nostalgia por la
tierra, pero también la matanza de inmigrantes árabes por las fuerzas
Villistas, que hicieran lo mismo con los inmigrantes chinos. Nos cuenta
Jeannette:
“En 1913-1914 Pancho Villa, elegido gobernador interino, decreta la
salida de chinos y árabes del territorio chihuahuense. Se tiene registro de la
muerte de gran parte de los inmigrantes chinos a manos de los villistas.
Recuerdo que en casa de mis abuelos durante años se habló de la matanza de
Torreón. En Chihuahua se quedó un grupo de sobrevivientes dedicados al menudeo,
con pequeños establecimientos junto al mercado de la calle Bolivar. Cuando
íbamos a comprar chamoys, sonreían con una risita cortada oculta tras el ábaco
que utilizaban en lugar de la caja registradora. De su expulsión se hablaba por
todas partes. En cambio, los árabes callaban su destierro como si se tratara de
algo ocurrido en un sitio irreal: no lo podían nombrar, ni recordar, ni soñar.
El destierro llenó de terror todos los muros, el miedo se percibía en el rincón
de cada casa, en los gestos, en los ojos de los inmigrantes de Chihuahua. Fue
así como se conformó la colonia libanesa.” (p. 30)
Hoy en día las casas de Chihuahua
tienen otra vez ese miedo en las paredes, ahora por otra lucha, por otra guerra
que nadie pidió.
Entre los aromas, los paisajes, los
sabores de la casa, de la cocina libanesa, de los dulces, Jeannette se apodera
del distanciamiento y nos habla de todos los aspectos familiares que, en parte
nos recuerdan a la familia Buendía, otro tanto a los recovecos de una tierra
laberíntica como en Pedro Páramo;
pero que sobre todo es el testimonio cercano y verídico de la infancia de la
autora, desde el distanciamiento, donde el dolor se torna una nostalgia
estética, no vigorosa, no lastimera, no compungida. Eso es lo que tiene que
lograr el distanciamiento. Toda gran obra autobiográfica debe lograr que el
público se identifique con los personajes, en este caso reales, de la historia.
Cuando la obra se torna en exceso dolorosa pierde la atención del público. Éste
no es el caso de la obra creado desde el distanciamiento, por el contrario nos
hace encontrar la compatibilidad, la empatía, las coincidencias que nos
hermanan con los personajes, aunque nuestras vidas sean tan diferentes existen
esos paralelismos, que las hacen vidas paralelas. Así nos va mostrando la
autora los retratos familiares, la tía Jeannette. Decía Gastón Bachelard que
todos somos un cúmulo de nuestras afecciones, los pequeños detalles de las
cosas que nos gustan o que nos desagradan, todo eso nos va dando nuestro
rostro. Dice Jeannette:
“Así es el tiempo, los años, la vida, todo lo que conforma tu historia,
todo en sucesiones fluctuantes. En poesía no existen el tiempo ni la distancia.
El espacio es la palabra que empieza a subir lentamente desde la planta de los
pies, buscando su propia alma.” (p. 34)
Cuaderno de Chihuahua nos transporta en el tiempo a otras épocas, a otras décadas.
Nos hace un recorrido de la mano por los tiempos de la época Villista, los años
‘50, los años ‘60, los ‘70. A través de los ojos de la familia Lozano Ayub
vemos el día de la muerte de John F. Kennedy, los espacios familiares, las
costumbres, los hábitos arraigados, la formación religiosa. Y si bien dice
Jeannette en el libro que la gente confunde religión con religiosidad, también
se confunde y se conoce menos el acto del religare,
religar con algo, es compatibilizar con ello, es sentirte cercano, empático y
compartes con eso un estrecho lazo invisible. Así veo yo el aspecto religioso
de la vida de Jeannette, como un religare con la religiosidad y por tanto, una
manera personal e íntima de vivir la religión. Las figuras religiosas aparecen
a lo largo del libro, desde los espacios cotidianos de la casa, hasta en la
iglesia de monjas en Estados Unidos donde estuvo internada. En ese sentido es
el testimonio de una exiliada que más allá de las fronteras de México y Estados
Unidos, decide un exilio interior, y es desde ese exilio que nos narra la
historia de su familia:
“El exilio había hecho de ellos, los Ayub incluidos, personas capaces de
desprenderse de sus cosas y de sí mismas, lo que no les impedía ser
comerciantes natos, conversadores brillantes de mirada profunda, capaces de
reconocer al hombre detrás de los vicios del cliente. Ya para esos años el pozo
había echado su raíz. La colonia libanesa solía frecuentar la Mina 1004 para intercambiar
periódicos y noticias sobre el Líbano, tomar café turco, y que Jeannette les
leyera la taza. Ángel, Munira, Diana, Odette, las familias Asad, Azar, Salomón,
Meouchi, Nahás, Moisés, Elías…” (p 38)
El libro es un recorrido por la
historia de Chihuahua desde las memorias recónditas, pero sobre todo desde la
honestidad de desnudar el recuerdo, que es tal vez uno de los logros más
importantes y que hacen de esta obra un testimonio y un rescate cultural de los
inicios de la colonia Libanesa de Chihuahua. Por una parte. Por otra parte el
nivel del lenguaje en las descripciones de todo el libro es de una alta calidad
poética, que va asombrándonos, rompiéndonos, descubriéndonos a fondo la
personalidad, los dolores, el aislamiento del exilio personal y del exilio
geográfico, en una constante y sostenida delicadeza lingüística que hace al
libro verdaderamente deleitable en todo momento. Y hay que subrayar que la
dificultad que se presenta en principio, de manejar los recuerdos, de
externarlos desde la memoria profunda, de llevarlos a lograr la identificación
con los conflictos personales de cada uno de los personajes que aquí se
muestran, hacen que el libro suelte raíces en los corazones de los lectores.
Decía que una verdadera biografía,
el verdadero arte autobiográfico se da desde el distanciamiento, que aquí es
tan palpable; pero también tiene la virtud de lograr la identificación entre
las vidas que aquí se muestran y la vida personal del lector, que puede ser tan
diferente como distante es el tiempo y las décadas que recorre el libro, y sin
embargo lograr que exista el religare, la compatibilidad, la semejanza. Al
darnos un vistazo a los conflictos internos de Olga, de Jorge, de Jeannette, de
Yamille, etc. nos muestra no solamente el linaje de su estirpe con gran
orgullo, sino también nos permite identificarnos con ellos, sentirlos en la
comisura del rabillo del ojo y verlos reales, palpables, latentes.
El rescate que representa a través
de la memoria, de los comercios antiguos de Chihuahua, que fueron fundados por
los colonizadores libaneses, rescata a su vez la mirada sobre el Chihuahua de
antaño, ese Chihuahua que se desdibuja en las fotografías sepias y a blanco y
negro, donde la tristeza de los años de la revolución y la persecución que
sufrieron de los villistas, se convierte al paso de las décadas en una
prominente generación de negociantes y de familias que le han dado forma a la
sociedad chihuahuense. Baste decir que los apellidos que aquí menciona
Jeannette forman parte de la base de la sociedad y que sus descendientes, de
una forma u otra, han dejado huella en la historia de Chihuahua. Un Chihuahua
de antaño que cada vez se ve más desdibujado, que ha sufrido tantos cambios,
que ahora es difícil reconocerle.
Chihuahua es una tierra que ha
cedido al daño del tiempo y que ha dejado caer las antiguas casonas del centro
de la ciudad, no teniendo mayor alternativa que modernizarse, como si en la
obra pública de relumbrón se pudiera maquillar la miseria de la ignorancia y la
indiferencia histórica a sus monumentos arquitectónicos, hoy cada vez más y más
en desaparición. Seguramente si visita próximamente la ciudad de Chihuahua,
Jeannette, descubrirá un túnel que atraviesa la calle principal del centro de
la ciudad. Esos cambios, con pretensión de vanguardia y modernidad, no pueden
sostener por sí mismos la desazón comunal y colectiva que los chihuahuenses
tienen al enfrentar la violencia.
Las calles de Chihuahua huelen a
miedo, los balazos, las sirenas, los gritos, las notas de alarma, todo eso que
es el Chihuahua actual permanece al margen de Cuaderno de Chihuahua y gracias a Dios que así es. Pues en este
libro podemos volver a respirar la memoria del recuerdo, su olor a gardenche y
a huizaches, sus desiertos con aroma de gobernadora, sus paisajes terrestres
llenos de cerros rojizos bajo la luz de los atardeceres, sus palomas del parque,
sus árboles del parque Lerdo. Esto es precisamente lo que hace un deleite de Cuaderno de Chihuahua porque nos
devuelve un Chihuahua que ya jamás volverá. El aire tranquilo, sereno y
sencillo de la ciudad es una atmósfera constante en todo el libro y esto nos
conmueve.
Debo decir que en este libro
Jeannette nos regala un viaje de regreso en el tiempo, donde nos comparte todo
lo que significa Chihuahua para Jeannette, pero también hace falta decir que es
lo que significa Jeannette para Chihuahua. Si bien Jeannette ha pasado gran
parte de su vida fuera de Chihuahua, ella no olvida sus orígenes y debo decir
que es hoy por hoy, la escritora más importante de Chihuahua dentro de las
letras nacionales e internacionales. No es para menos, detrás de cada línea
destellante que podemos leer en este libro, está la experiencia y el dominio de
la palabra, donde se hace notoria la formación de Jeannette. Autores como
Harold Bloom y Gonzalo Rojas han sido sus maestros. Jeannette ha obtenido los
premios y becas más importantes a nivel nacional e internacional y con toda la
seguridad puedo decirles que es la escritora más importante de todo Chihuahua,
esto incluyendo a los autores varones a quien ella ha superado en muchos
sentidos. Es que si bien la literatura de Chihuahua producida a partir de la
segunda mitad del siglo XX se hace ya merecedora de llamarse “literatura
chihuahuense”, en el aspecto de género todavía se desluce la labor de las
escritoras y se distingue también una sintomatología en la falta de
profesionalización literaria de la mujer. Es por esto que Jeannette es la
primera mujer poeta de nuestro Estado en destacar en las grandes esferas
literarias del país y más allá de las fronteras. Y esto no es todo. En
Jeannette se da todo un fenómeno literario para Chihuahua, en lo cual también
debe considerarse por un lado la formación familiar y por el otro el grado de
profesionalización que ha alcanzado, y que la hacen una escritora e intelectual
completa. En su obra encontramos poesía, ensayo, traducción. Su condición de
políglota como bien lo dice en el libro: “todos
los libaneses somos políglotas”, le ha abierto las puertas a las grandes
esferas con proyectos tan importantes como fue la traducción de Zodiaco Negro de Charles Wright con
prólogo de Harold Bloom. Esto, señoras y señores, es un hecho inédito en las
letras femeninas de Chihuahua. Es por esto que Jeannette es la carta más fuerte
con la cual cuentan las letras femeninas de principio de siglo XXI y que es un
gran orgullo para mí comentar este libro, que estoy segura será en el futuro un
libro tan citado y recurrido en los estudios literarios e históricos de
Chihuahua como lo es la obra de Nellie Campobello o Martín Luis Guzmán.
Monterrey 19 de agosto de
2013.
JEANNETTE L. CLARIOND
Poeta y traductora. Ha dedicado gran parte de su ejercicio
profesional al estudio del pensamiento y la religión en México antiguo, tema
sobre el que ha impartido seminarios y conferencias dentro y fuera de su país.
Sus artículos, poemas y traducciones han sido publicados en diarios como El
País, ABC, Reforma, El Norte, Dallas News, New York Times y en periódicos del
Líbano y Trípoli. Recientemente fue invitada a leer su obra y traducciones en la Biblioteca del Congreso
de Washington, Estados Unidos.
Formó parte del Consejo para la Cultura y las Artes de
Nuevo León, Centro Cultural Alfa, Consejo del Museo de Mina Nuevo León, Consejo
del Museo de Historia Mexicana. Durante quince años colaboró en la revista
Movimiento Actual, y actualmente forma parte del Consejo de la revista Animal
Sospechoso.
Es fundadora de la Editorial Vaso Roto, que en 2003 publica sus
primeros ejemplares: Los cuatro salmos de William Merwin y
Cuerpo de amor, de Alda Merini.
Libros publicados
•
Mujer dando la espalda, Ediciones Castillo, Monterrey, 1991.
•
Newaráriame, Editorial Cal y Arena, Universidad Autónoma de Chihuahua,
1993.
•
Desierta Memoria, Ediciones SiNombre, México, 1996. 2ª
edición, Plaza y Janés Editores, Colección de Bolsillo, Barcelona, España,
2002.
•
Todo antes de la noche, Editorial Pre-textos, Valencia, España,
2003.
•
Amonites, Hotel Ambosmundos, México, 2004.
•
Siete Visiones, Coedición con Gonzalo Rojas, Edición de
Víctor Ramírez, Barcelona, España, 2004.
•
Nombrar en Vano, Ed. CONARTE y Mantis Editores,
Guadalajara, 2004.
•
Los momentos del agua, Editorial Polígrafa, Ed bilingüe,
inglés-español, acompañada de la obra pictórica de Víctor Ramírez y texto
introductorio de José Corredor Matheos, Barcelona, España, 2007.
•
Los momentos del agua, Editorial Calamus, México D.F., 2007,
con el apoyo de CONCULTA e INBA.
•
Desparramada luz, una antología de poesía de Nuevo León,
en Braille, Fondo Editorial Nuevo León, 2009.
•
Leve sangre, Finalista del premio Cope de Perú, 2009,
Pre-textos, 2010.
•
Cuaderno de Chihuahua, Fondo de Cultura Económica, 2013.
Traducciones:
•
Antología, de Roberto
Carifi, Edición Papeles Privados, México D.F., 2000.
•
La Tierra Santa ,
de Alda Merini, Editorial Pre-textos, Valencia, España, 2001.
•
Zodiaco Negro, de Charles Wright, Editorial Pre-textos, Valencia, España,
2002.
•
Baladas no pagadas, de Alda Merini, Editorial La Poesía , señor hidalgo,
Barcelona, España, 2005.
•
A una hora incierta, de Primo Levi, Editorial La Poesía , señor hidalgo,
Barcelona, España, 2005.
•
Cuatro Salmos, de W. S. Merwin, Vaso Roto Ediciones, Barcelona, España,
2003, Reedición 2010.
•
Dulce como un pepinillo y limpio como un
cerdito, de Carson McCullers, Editorial La Poesía , señor hidalgo,
Barcelona, España, 2007.
•
Cuerpo de amor: Un encuentro con Jesús,
de Alda Merini, Vaso Roto Ediciones, Barcelona, España, 2008.
•
Una breve historia de la sombra, de Charles Wright, DVD Ediciones, Barcelona, España, 2009.
•
Magnificat, de Alda Merini, Vaso Roto Ediciones, Barcelona, España,
2010.
•
La carne de los ángeles, de Alda Merini, Vaso Roto Ediciones, Barcelona, España,
2010.
•
El físico una noche fría explica, de
William Wadsworth, Vaso Roto Ediciones, 2010.
•
Potrillo,
de Charles Wright, traducción con Eduardo Zambrano, Vaso Roto Ediciones, 2010.
•
La escuela,
de Wallace Stevens. Un perfil de la poesía norteamericana contemporánea. Textos
introductorios de Harold Bloom, traducción, edición y prólogo a cargo de la
autora. Vaso Roto Ediciones, 2011.
•
Perdurable compañía,
de W.S. Merwin, Vaso Roto Ediciones, 2012.
En preparación:
•
Esta ciencia mía: una antología,
de Alda Merini (1947-2010).
En edición:
•
Decreation,
de Anne Carson.
• Scar Tissue,
de Charles Wright.
Ha obtenido los siguientes reconocimientos:
•
Premio Nacional de Poesía Ramón López Velarde (1992).
•
Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta (1996).
•
Premio Nacional de Poesía Gonzalo Rojas (2001).
•
Beca Rockefeller - CONACULTA (2000).
•
Beca para traductores: Banff Centre for the Arts (2004).
•
Finalista de la
Bienal de Poesía COPE de Perú. (2008).
Parte de su obra se ha traducido al inglés, francés, rumano,
italiano, portugués y árabe. Sus poemas están recogidos en diversas antologías
de México, España, Brasil, Italia y Francia.
Entre otras actividades, organizó para el Fórum Universal de
las Culturas de Monterrey el programa “Poetas en el Fórum”. Es editora y
creadora del Espacio para la
Poesía en Monterrey, y quien incentivó la Primera Convocatoria
de Poesía en Braille que se lleva a cabo anualmente en México. Uno de sus
libros, Los
momentos del agua, lo trabajó durante dos años con un ciego
y fue publicado en español y braille. Este libro se presentó en el Museo de
Amberes, donde parte de su obra se tradujo al holandés.
Es directora y miembro fundador de Vaso Roto Ediciones. En el Parque Fundidora de Monterrey se
creó un espacio para la poesía inaugurado por el nobel Derek Walcott, pensado
para la difusión de la poesía y con el deseo de que Nuevo León cuente con un
espacio donde los poetas puedan leer libremente sus textos. Vaso Roto
está domiciliada en España y México y cuenta en su fondo con traducciones de
voces tan diversas como esenciales: Andrea Zanzotto, cuya obra se reúne por vez
primera en México casi en su totalidad. Vaso Popa, igualmente, traducido del
serbio por vez primera en su integridad. Seamus Heany, Abbas Baydoun, Lee-Young
Li, Charles Wright, Ha Jing, Ossip Mandelstam, Henrik Nordbrant, Anne Carson,
Eduardo Lizalde, Clara Janés, Alda Merini, Antonella Anneda, Denise Levertov…
son sólo algunas de las voces que han visto o están por ver la luz en esta editorial.
DESENMASCARAR LA CONCIENCIA
Anna Rossell ©
Ödön von Horváth, El eterno pequeñoburgués.
Novela edificante en tres partes.
Trad. de Isabel García Adánez
Marbot Ediciones, Barcelona, 2012, 218 páginas
Un acierto la publicación de esta
novela de Ödön von Horváth (Fiume –hoy Rijeka–, 1901 / París, 1938), autor
austrohúngaro de expresión alemana. Sobre todo porque es la pieza que le
faltaba al lector español para disponer al completo de lo que nació como una
trilogía, de la que El eterno pequeñoburgués,
que vio la luz en 1930, es el primer volumen –el sello Espasa había publicado
en 2001 y 2002 los otros dos: Juventud
sin Dios y Un hijo de nuestro tiempo–.
Horváth, que se dio a conocer en los años veinte del siglo pasado como
prolífico dramaturgo, dejó sólo cuatro novelas, escritas en los últimos años de
su vida, y nos legó con ellas en clave de ficción un documento del ascenso del
nacionalsocialismo al poder.
Ödön von Horváth |
Horváth nunca se afilió a ningún
partido político, pero simpatizaba con la izquierda y supo reconocer como pocos
los síntomas sociales que propiciaron el caldo de cultivo en el que iba
fraguando el nazismo. Él, que había cursado en Múnich estudios en sicología,
literatura, teatro y arte, supo captar la psicología de la desclasada clase
media emergente, que con su actitud haría posible el proyecto de Hitler. La
obra de Horváth, en su conjunto, es una afilada crítica político-social de su
tiempo a través de un amplísimo abanico de representantes de la pequeña
burguesía. Sus personajes son individuos alienados, casi siempre pobres diablos
sin conciencia ellos y seres indefensos ellas, atrapados bajo la opresora mano
patriarcal a la que no consiguen sustraerse y a la que a menudo hacen el juego.
Horváth, que conocía la obra Die
Angestellten –Los asalariados–,
del sociólogo Siegfried Kracauer, se propuso retratar a través de sus
protagonistas, con ojo experto y aguda observación psicológica, una sociedad en
la que podía medrar y medró cualquier política. A este fin adaptó un subgénero
teatral ya existente, especialmente útil a su intención, el Volksstück –pieza de tendencia trivial y
gusto popular con protagonistas de raigambre popular–, que él subvirtió,
poniendo en boca de sus figuras lo que denominó el Bildungsjargon, una jerga pseudocultivada para desenmascarar la
verdadera conciencia de los personajes. Nada de esto se echa en falta en El eterno pequeñoburgués. Ya el título
es programático en su intención caracterizadora de un prototipo y el subtítulo,
Novela edificante en tres partes,
anuncia el registro irónicamente punzante y caricaturesco. Las que en principio
estaban concebidas como tres historias independientes –la del señor Kobler, la
de la señorita Pollinger y la del señor Reithofer– se nos presentan unidas en
una para ofrecer al lector un espectro matizado de caracteres y subrayar el
ademán generalizador. Se pierden en la traducción –como bien señala Isabel
García en la introducción– las connotaciones que sugiere el sociolecto en que
Horváth hacía hablar a sus personajes –elemento también esencial del Volksstück– y la que contiene la palabra
alemana Spießer del título original –Der ewige Spießer–, que alude a una
actitud más que a una clase social y que en español pudiera recoger mejor el
término filisteo, pero la novela
sigue conservando su fuerza y su voluntad de ácida delación. Horváth construye
su crónica, que transcurre en 1929, principalmente sobre estos tres caracteres:
el bobo y egoísta Kobler, vendedor de coches usados, estafador nato y
arribista, que viaja a la exposición universal de Barcelona a la caza de alguna
millonaria que lo mantenga, su amiga Pollinger, modista, que siguiendo su
consejo se vuelve práctica y se hace prostituta, y el señor Reithofer, quien en
un arranque de filantropía la devuelve a la vida honrada consiguiéndole por
amiguismo un trabajo de costurera. La novela está escrita en un registro
extremadamente hilarante de denuncia, los personajes, de trazo caricaturesco,
son con todo a buen seguro más realistas de lo que a primera vista pudieran
parecer. Del teatro del autor, que en España llegó a algunos escenarios en los
ochenta, se han traducido Historias de
los bosques de Viena, El divorcio de
Fígaro (Cátedra, 2008), en español, y, en catalán, Amor, fe, esperança (Arola, 2007).
UN VIAJE AL UNIVERSO MARINO DE EDGAR ALLAN POE
Una mirada sobre
Narración de Arthur Gordon Pyn
Marcos
Rodrigo Ramos ©
“Uno de mis designios principales fue la máxima diversidad de temas,
pensamiento y, sobre todo, tono y presentación. Si todos mis cuentos estuvieran
incluidos en un gran volumen y los leyera como si se tratara de una obra ajena,
lo que más me llamaría la atención sería su diversidad y variedad. Se
sorprenderá usted si le digo que, con excepción de uno o dos de mis primeros
relatos, no considero a ninguno de ellos mejor que otro. Hay gran variedad de
clases y esas clases son más o menos valiosas; pero cada cuento es igualmente
bueno en su clase.” [1] Así se expresaba Edgar Allan Poe acerca de sus cuentos.
En
concordancia con lo dicho anteriormente, Julio Cortázar en su introducción a
los Cuentos completos del autor, al que tradujo,
sostiene que sus relatos se pueden clasificar en estas categorías generales de
las cuales por cada una introduciremos un ejemplo:
1.
Cuentos de terror (Ligeia)
2.
Sobrenaturales (La máscara de la muerte roja)
3.
Metafísicos (El coloquio de Monos y Una)
4.
Analíticos (Los crímenes de la calle Morgue)
5.
De anticipación y retrospección (Mellonta nauta)
6.
De paisaje (La isla del hada)
7.
Grotescos y satíricos (Hopfrog)
Pese
a su gran variedad, los cuentos de terror constituyen su obra más conocida
junto a los relatos de detectives que influyeron en autores posteriores como
Arthur Conan Doyle, cuyo Sherlock
Holmes está
inspirado en el Auguste Dupin de Poe.
Su
obra abarca también la poesía. Probablemente de no haber tenido que trabajar de
periodista se hubiera dedicado en exclusiva a ese género en el que supo ser
controvertido por sus colegas, de quienes recibió las peores críticas. En su
ensayo El principio poético manifiesta que el objetivo de un poema
es estético, su fin último es la belleza [2], dejando en claro que
descreía de la poesía didáctica y alegórica; y que el poema no debía ser nunca
producto de la pasión, aunque muchos autores como Cortázar sostienen que muchos
de sus grandes poemas como El cuervo, Israfel, La
ciudad en el mar y tantos otros nacen más de la pasión que de la razón.
Al
descartar el didacticismo moralizante como objetivo de la obra de arte (tanto
en cuento como en poesía), Poe la libera de criterios de verosimilitud externos
y da rienda suelta a aquellos elementos fantásticos y formales que la
configuran estéticamente.
También
se dedicó al ensayo y a la crítica literaria, tarea esta última que le dio
cierto prestigio. Elaboró su propia poética, su propia teoría de la literatura,
que aparece diseñada en su obra crítica y en ensayos. Creía que el sentido en
literatura discurre bajo la superficie expresa. Las obras con un sentido
demasiado obvio, escribió, dejan de ser arte. Opinaba además que aquéllas
debían ser breves y enfocadas a causar un efecto muy concreto, para lo cual el
escritor debía calcular cada efecto e idea. En otro conocido ensayo sobre la
materia, Filosofía de la composición, el escritor describe el
método que siguió en la escritura de El cuervo, afirmando que fue dicho
sistema tan frío el que utilizó. Muchas veces se ha cuestionado si esto es
cierto, como manifestamos antes en los dichos de Cortázar.
Escribe
en una nota periodística Jorge Luis Borges: “Poe indisolublemente
pertenece a la historia de las letras occidentales, que no se comprende sin él.
También, y esto es más importante y más íntimo, pertenece a lo intemporal y a
lo eterno, por algún verso y por muchas páginas incomparables. De éstas yo
destacaría las últimas del Relato de Arthur Gordon Pym de Nantucket, que es una
sistemática pesadilla cuyo tema secreto es el color blanco.” [3]
Nos
habla así Borges de la trascendencia de su obra en la literatura mundial, hecho
que no pueden negar ni siquiera sus más acérrimos detractores, extendiéndose su
influencia no sólo en lo literario sino también en otros ámbitos como la
música, la pintura, el cine y el teatro. Destaca así también el final del único
abordaje al género de la novela que hizo con su Narración de Arthur Gordon
Pym,
obra en la cual centraremos nuestro análisis.
En
primera instancia debemos hablar de antecedentes de la novela. El primero que
se destaca, La Balada del viejo marinero, poema escrito por el poeta
inglés Samuel Taylor Coleridge en 1799 que en su traducción al español ha
recibido diversos títulos (La balada del marinero de antaño, Balada del viejo
marinero, La oda del viejo marinero). Relata la fantástica aventura de un marino durante
un largo viaje en el mar. Éste se inicia con el marinero abordando a un hombre
que va a un matrimonio, pidiéndole que escuche su historia. Historia que se
inicia con una partida venturosa pero seguida de fuertes tormentas. El barco navega
hacia el sur, llegando cerca de las costas de la Antártida. Es ahí
cuando la tripulación ve a un albatros, augurio de buena suerte. Sin embargo y
sin razón alguna, el marinero dispara al ave con su ballesta. La tripulación se
inquieta, culpando al marino de un futuro desastre. Sin embargo, luego que el
tiempo mejora y desaparece la niebla, la tripulación cambia de parecer, felicitando
al marino por su acción. Navegando a la deriva y sufriendo la escasez de agua,
la tripulación vuelve su ira contra el marino, castigándole a colgar en su
cuello al ave como señal de culpabilidad. A su tiempo, el barco tiene un
encuentro fantasmal con la muerte y la muerte-en-vida. Estas juegan a los dados
la vida de la tripulación, siendo la muerte-en-vida quien gana el alma del
marinero. El castigo de ver perecer a los tripulantes hace que el marino cambie
de actitud y bendiga a las criaturas del mar que va encontrando. Es entonces
cuando el ave que colgaba de su cuello cae liberándolo de la maldición. Después
el marino es rescatado del barco varado donde se encontraba para luego ser
perdonado por un ermitaño, poniéndole como penitencia el relatar su historia
donde quiera que vaya.
El
segundo antecedente es la leyenda de El holandés errante. Según la tradición, es un
barco que no pudo volver a puerto, condenado a vagar para siempre por los
océanos del mundo. El velero es siempre oteado a la distancia, incluso en
ocasiones resplandece con una luz fantasmal. Si otro barco lo saluda, su
tripulación tratará de hacer llegar sus mensajes a tierra, a personas muertas
siglos atrás. Las versiones de la leyenda son innumerables, pero la original
comenzó con el capitán de un barco holandés, Willem van der Decken, un burgués que
hizo un pacto con el diablo para poder surcar siempre los mares sin importar
los retos naturales que pusiera Dios en su travesía. Pero Dios se entera de
esto y en castigo lo condena a navegar eternamente sin rumbo y sin tocar
tierra, por lo que recibe el nombre de El holandés errante.
El
tercer y principal antecedente importante es el referido a los relatos de
Benjamín Morrell que fue un marino y explorador estadounidense. Entre 1823 y 1831
realizó cuatro viajes de relevancia, principalmente por el océano Antártico,
las islas del Pacífico y las costas orientales de América. Escribió un libro de
memorias sobre sus viajes titulado Narración de cuatro viajes (1832) y, a raíz de las
informaciones aportadas en esa obra, se ganó una pésima reputación como
fabulador por las inexactitudes que contenía y también por la forma un tanto
fantasiosa de exponer sus experiencias. Con posterioridad, se demostró que no
existían muchos de los descubrimientos geográficos sobre los que informó,
especialmente los realizados en la Antártida. La narración de Morrell sobre los
siguientes meses de travesía por aguas del océano Antártico es muy
controvertida. Sus informes sobre distancias recorridas, latitudes y descubrimientos
han sido tachados de inexactos o imposibles. Dio vívidas descripciones sobre
las características de la costa, observando que había abundante vida salvaje En
realidad no existe tal tierra, y los avistamientos realizados en la zona se comprobaron
que eran imaginarios. No se han encontrado referencias de la acogida que
tuviese el libro al ser publicado, salvo el comentario del periodista y
explorador Jeremiah Reynolds acerca de que en el relato de Morrell hay más
poesía que verdad. Sin embargo, unos años más tarde, Edgar Allan Poe se basó en
su libro (y en otros relatos de viajes por mar) para escribir en 1838 la obra
de ficción la Narración de Arthur Gordon Pym.
Julio
Verne sostiene que Poe “ha
creado un género aparte, que sólo procede de él mismo, y del cual me parece que
se ha llevado el secreto; se le podría identificar como el fundador de la
escuela de lo extraño; ha hecho retroceder los límites de lo imposible; él
tendrá imitadores. Éstos intentarán ir más allá, de exagerar su estilo; más de
uno creerá que le sobrepasará, pero no logrará ni siquiera igualarlo.” [4]
Narración de Arthur Gordon Pym es quizás más humana que sus Historias
extraordinarias y
no por eso menos insólita. Poe presenta situaciones que no se encuentran en
ninguna parte, y de naturaleza esencialmente dramática. Primeramente comienza
por citar una carta del mencionado Gordon Pym, con el fin de probar que sus
aventuras no son de ningún modo imaginarias, como se había querido hacer creer
al público al firmarlas con el nombre del señor Poe; reclama en favor de su
autenticidad. Desde su niñez, él tenía obsesión con los viajes, y, a pesar de
cierta aventura que casi le cuesta la vida, no desistió de su propósito. En
este episodio es embestido por un barco de gran tamaño, cuestión ya tomada en Manuscrito
hallado en una botella. En el cuento, el protagonista sale en un barco pero una
poderosa tormenta hace que zozobre sobreviviendo él solo. En medio de la tempestad
ve aparecer un extraño barco gigante con aspecto antiguo que casi lo embiste.
Sube a ese barco. Allí la tripulación es grande en edad y cuando los cruza
parecen ignorar su presencia. El barco avanza por una zona repleta de hielos y
al final llegan a un torbellino en donde se hunden en el Polo Norte a una
profundidad que los llevará al mismo centro de la tierra. El protagonista
cuenta todo en un manuscrito dejado en una botella.
Volvamos
a la novela. Decide el personaje cierto día, en contra de la voluntad y sin el
conocimiento de su familia, embarcar en el bergantín Grampus, destinado a la
pesca de ballenas. Uno de sus amigos, Augustus Barnard, que formaba parte de la
tripulación, debió apoyar este proyecto preparando en la bodega del barco un
escondrijo donde Gordon permaneció hasta que el barco partiera. Todo se ejecuta
sin dificultad, y nuestro héroe percibe pronto cómo el bergantín comienza su
marcha. Pero, después de tres días de cautividad, su mente comienza a
confundirse; los calambres se apoderan de sus piernas; además, sus provisiones
se echan a perder; las horas pasan; Augustus no aparece; la inquietud comienza
a apoderarse del prisionero. Este tema del encierro y la claustrofobia
provocada por el mismo había sido abordado por Poe en cuentos como El entierro prematuro. En este relato el protagonista está obsesionado porque
tiene ataques de catalepsia y cree que confundidos lo puedan enterrar vivo.
Luego de uno de ellos se despierta con maderas arriba y a oscuras pensando que
está enterrado pero se había dormido en una canoa y como llovía habían puesto
maderas para taparla.
En
la novela, Pym descubre luego que su perro Tigre, lo había seguido a bordo. Al
principio lo acompañará bien pero luego por falta de agua y alimento, el perro
tiene rabia; logra encerrar al animal en la caja que le servía de refugio y luego
cae desvanecido. Un ruido, un susurro, su nombre a medio pronunciar, lo sacaron
de su aturdimiento. Augustus estaba a su lado, acercando una botella de agua a
sus labios. Le cuenta que hubo un amotinamiento de la tripulación, Augustus se
había salvado gracias a la inesperada protección de un tal Peters, marinero de
una fuerza prodigiosa. Después de esta terrible escena, el Grampus había
continuado su ruta. Barnard le revela a Peters, la presencia a bordo de Gordon.
Entonces, planean apoderarse del barco. La muerte de un marinero les ofrece
bien pronto la oportunidad esperada. Gordon representará el papel de fantasma,
y los conspiradores sacarán provecho del pavor causado por la aparición. La
representación tuvo lugar; produjo un terror glacial, la lucha comenzó; Peters
y sus dos compañeros, ayudados por Tigre, triunfan; y se quedan solos a bordo
con un marinero de nombre Parker, que, al no haber perecido, se une a ellos. Pero
entonces sobreviene una terrible tempestad; el barco, víctima del balanceo, se
inclina sobre un costado, y la estiba desplazada por la inclinación, lo
mantiene en esta terrible situación durante algún tiempo; sin embargo al fin se
endereza un poco. Aquí llegan las extrañas escenas de hambre, y todos los
intentos fallidos por llegar al pañol son descritos de una forma arrebatadora. En
el más terrible de los sufrimientos, se produjo un incidente aterrador, muy
propio del genio de Poe. Un barco es avistado por los náufragos, un gran
bergantín-goleta, de aspecto holandés, pintado de negro, con un mascarón de
proa llamativo y dorado, se acerca poco a poco, luego se aleja, y más tarde
regresa; parece seguir un rumbo incierto. Finalmente, en una última guiñada,
llega a acercarse apenas a veinte pies del Grampus. Los náufragos pueden ver su
puente. Está cubierto de cadáveres. No hay a bordo un ser viviente. Solo un
cuervo que se pasea por entre todos los muertos; luego, el extraño barco
desaparece, llevándose consigo la incertidumbre horrible de su destino. Este
episodio remite en primera instancia a la leyenda de El
holandés errante, de la que ya hemos hablado, y a varios textos de Poe que
toman como temática la peste como El
rey peste y
La máscara de la muerte roja y su célebre poema El cuervo. El rey peste transcurre en Londres en época de peste. Dos ladrones se
aventuran hacia zonas abandonadas por ese motivo. Allí se encuentran con una
corte compuesta por seres deformes afectados por la peste, comandados por el
rey Peste I a quien reconocen como un viejo actor. Los ladrones se niegan a
beber con ellos y luego de defenderse de su ataque salen por la ventana
escapándose. La máscara de la muerte roja ocurre en época de peste. Un
príncipe decide aislarse con su corte de la ciudad viviendo de fiesta en
fiesta. Realiza así un baile de disfraces en el que aparece un desconocido
vestido como la muerte roja. El príncipe intenta quitarle la máscara pero muere
en el intento. Debajo de la máscara no hay nadie y la peste termina con todos.
Volvemos
a la Narración. Los
días siguientes los sufrimientos del hambre y de la sed se duplican, se discute
fríamente acerca de emplear los recursos del canibalismo, y se tira a la
suerte; la suerte estuvo contra Parker. Finalmente, el seis de agosto, después
de nuevas angustias, de nuevas alternativas de esperanza fortalecidas o defraudadas,
son recogidos por la goleta Jane Guy de Liverpool, al mando del capitán Guy que
iba a cazar focas en los mares del Sur. En quince días llegan a las islas de
Tristán de Acuña; el doce de diciembre, el capitán Guy resuelve emprender una
exploración hacia el Polo.
Gordon
formaba parte de la expedición. La tripulación de la Jane Guy y los nativos se
llevan bien. Un segundo viaje al interior del país es preparado; seis hombres
permanecen a bordo de la goleta, y el resto se pone en marcha. El grupo,
acompañado por los salvajes, se desliza entre los sinuosos y estrechos valles.
Un muro de rocas elevado a una gran altura donde destacaban algunas grietas,
llama la atención de Gordon. Cuando examinaba una de ellas con Peters y un tal
Wilson:
“Sentí de pronto –dijo– una sacudida que no se parecía a nada que me resultara
familiar, y que me provocó una vaga idea de que los cimientos de nuestro macizo
globo se agrietaban de repente, y que había llegado la hora de la destrucción
universal”.
[5] Estaban enterrados vivos; después de recobrar el sentido, Peters y Gordon
vieron que Wilson había sido aplastado; los dos infortunados se encontraban en
medio de una colina sepultados por un cataclismo, pero por un cataclismo
artificial; los salvajes habían derribado la montaña sobre la tripulación de la Jane Guy , todos habían perecido,
excepto Peters y Gordon. Excavando un camino en la roca blanda, llegaron a una
abertura por la cual vieron el país lleno de salvajes atacando la goleta que se
defendía con su cañón; pero al final la goleta fue tomada, e incendiada, y
pronto voló en pedazos en medio de una terrible explosión que hizo perecer a
varios miles de hombres. Durante largos días, Gordon y Peters vivieron en el
laberinto, alimentándose con avellanas; Gordon llegó a conocer la forma exacta
del laberinto, que desembocaba en tres abismos; proporciona el dibujo de los
tres en su narración, así como la reproducción de ciertas muescas que parecían
haber sido grabadas sobre la piedra pómez. Después de varias tentativas
sobrehumanas, Peters y Gordon consiguieron volver a la llanura; perseguidos por
una vociferante horda de salvajes, felizmente llegaron hasta un bote donde un
indígena se había refugiado y pudieron hacerse a la mar. Estaban, entonces, en
el océano Antártico “inmenso
y desolado, en una latitud más allá de los 84º, en una frágil embarcación, sin
otras provisiones que tres tortugas.” [6] Hicieron una especie de vela
con sus camisas; la vista de la tela afectaba singularmente a su prisionero,
quien nunca se decidió a tocarla, y parecía tener horror a lo blanco; sin
embargo, avanzaban siempre y llegaron a una región nueva y asombrosa. Ocurría
un fenómeno más extraño aún, la temperatura del mar parecía aumentar y pronto
se volvió excesiva; su tonalidad lechosa se hizo más evidente que nunca. Gordon
y Peters llegaron a conocer finalmente por boca de su prisionero que la isla,
teatro del desastre, se llamaba Tsatal; el pobre diablo caía presa de
convulsiones cuando se le acercaba algún objeto blanco. “Estábamos casi cubiertos por el aguacero de
blancas cenizas que se acumulaba sobre nosotros y sobre el bote y se fundía con
el agua al tiempo que caía. La cima de la catarata se perdía completamente en
la oscuridad y en el espacio. Sin embargo, era evidente que nos estábamos
aproximando con una velocidad asombrosa. A intervalos, se podían ver en toda su
extensión inmensas aberturas, que sólo eran momentáneas, y, a través de estas
aberturas tras las cuales se agitaba un caos de imágenes flotantes y confusas,
se lanzaban poderosas corrientes de aire que silenciosamente arañaban a su paso
un mar inflamado.”
[7] Situación similar aparece en Un descenso en el Maelstrón. El relato trata sobre unos
pescadores que aprovechan la bajada de la marea para pescar donde otros no se
atreven, guiándose por los horarios donde el Maelstrón no está (un especie de
torbellino que hunde todo lo que pasa). Un huracán provocará que se queden más
tiempo del indicado y son atrapados por el maelstrón. Haciendo cálculos el
protagonista se aferra a un tonel cilíndrico y así logra que el maelstrón lo
expulse.
La
novela finaliza de esta forma extraordinaria: “nos precipitamos en el seno de la catarata, donde
un abismo se abría para recibirnos. Pero entonces se alzó en nuestro camino una
velada figura humana, de proporciones muchos más grandes que las de cualquier
habitante de la Tierra. Y
la piel del hombre tenía la perfecta blancura de la nieve...” [8]
Sin
embargo, es necesario creer que Gordon Pym se libró de aquella situación puesto
que él mismo fue quien hizo esta extraña publicación; pero murió poco antes de
haber terminado su obra. Poe parece sentirlo vivamente, y rechaza la tarea de
llenar este vacío.
Narración de Arthur Gordon Pym no carece de ese elemento que
distingue tanto su obra: el misterio. Sin embargo, éste, curiosamente, no se
hallará sino hasta el desenlace. Mientras que la mayor parte del desarrollo de la
Narración de
Arthur Gordon Pym –tal vez dos tercios de la novela– carece de
vitalidad y emoción, la última fracción se nos muestra como un giro increíble
que rompe con la monotonía del relato para transformarse en un misterio. Este
hecho ha conmovido a los estudiosos de la obra de Poe y ha promovido un largo
debate en el que no se logra aún formular una respuesta. Las explicaciones son
demasiado tímidas, casi ingenuas; los misterios están por descifrarse, pero
jamás se logra desvelarlos; pues, al final de la Narración de Arthur Gordon Pym, Poe comienza otra
historia, otro relato. Una historia que, por supuesto, jamás escribirá.
Sin
embargo hay un misterio que, en el desenlace, se descifra. A saber, Poe nos
señala aquello que provoca terror en los negros: temían al blanco, la ausencia
de todo color que llenaba toda aquella región y al desesperado grito de
Tekeli-Li, pues es el presagio nefasto de su pronta manifestación. Mas el
misterio pronto volverá a cubrirnos con su manto: “una terrible visión, la última imagen de la novela,
será la emersión de un gigante blanco cuyas proporciones eran mucho más grandes
que las de cualquier habitante de la tierra” [10], visión aterradora que
fulmina al negro Nu-Nu. ¿Quién es este ser? ¿Cuál es el origen misterioso de
Nu-Nu y los otros aborígenes? ¿Qué se oculta en el miedo a lo blanco? ¿Qué nos
quiso decir Edgar Allan Poe con todo esto?
Una
lectura profunda de la novela centrada en aquellos signos con mayor denotación,
tal vez nos señale la senda correcta de la interpretación. No cabe duda que la
esencia del misterio de Narración de Arthur Gordon
Pym
reside en lo siguiente: el blanco como fuente de terror. He aquí el elemento
que hace de esta obra algo más que una simple novela. Veremos, entonces, el
significado del blanco en el código de Poe y en su novela. Pero antes debemos
conocer el significado de este no-color. Negro y Blanco son expresiones de lo No
Manifestado y de lo Manifestado, respectivamente. Sin embargo, esta regla tiene
excepciones y, a veces, nos encontramos en la situación inversa; o sea, donde
el negro corresponde a lo Manifestado y el blanco a lo No Manifestado. La Antártida , según nuestro
Juicio, sería uno de estos casos excepcionales. El blanco polar es lo No
Manifestado, el velo que esconde el Secreto. El blanco, al significar lo
indefinido representa, en definitiva, lo misterioso por antonomasia. Y de allí
viene el miedo que el blanco provoca en nosotros, pues no hallamos indefensos
ante un velo misterioso que oculta otros misterios.
Volviendo
a la obra de Poe, recordaremos que el blanco causa el miedo de los habitantes
de Tsalal, isla cercana a la
Antártica , ocupada por indígenas de piel negra. No importa si
se trata de un simple pañuelo blanco o de un inofensivo polvillo blanco, lo que
sea, la reacción de horror de los negros no tardaba en llegar. En la página
final de la tragedia de Pym leemos: “Muchos pájaros gigantescos, de una blancura fantasmal, volaban
continuamente viniendo de más allá del velo blanco, y su grito, mientras se
perdían de vista, era el eterno Tekeli-li.” [11] Este acontecimiento causará
la muerte de Nu-Nu, el habitante de Tsalal, el prisionero de Pym. El terrible
Tekeli-li! de las aves, es imitado por los indios cada vez que se hallan ante
la presencia del blanco o cuando están muy próximos a su poderosa influencia.
Ellos anunciarán el último terror para los negros: vendrá figurado en Gigante
Blanco. Se especula que su gusto por la narrativa del miedo nace con las
historia que escuchaba de los esclavos en la cocina de su casa cuando era un
niño: “Y esos temores le habían
inculcado los negros y negras esclavos de su tutor, en los relatos de
aparecidos que constantemente tenían en la boca, y que el niño Edgar iba a
escuchar en la cocina.” [12] Incluso se asegura que la influencia narrativa de los
negros sobre Poe es aún mayor pues la musicalidad de su composición literaria –los
ritmos, complicados y llenos de matices– es, en cierta forma, una imitación de
los cánticos de los esclavos. Sea o no cierto, es importante considerar estas
opiniones como hipótesis, las cuales pueden ayudarnos a arrojar luces en el
caso Poe.
Desde
su publicación en 1838 y hasta principios del siglo XX, los análisis sobre la
Narración indagaron temas relativos a su forma
narrativa. En consecuencia, la obra fue definida como una historia fraudulenta,
una bitácora de viajes ultramarinos, el relato novelado de un hecho real o
literatura de exploración. El acercamiento de Poe a su propia Narración enfatiza un tratamiento
narrativo que no es del todo claro ni concluyente respecto a sus límites
ficticios. En este sentido, la complejidad de la novela no sólo deriva de las
fisuras narrativas, sino que también de su propia ambigüedad debido a la
combinación de tipos de texto que exhibe. En cuanto a la trama, ésta trata
sobre las vicisitudes que el joven Pym encuentra en su travesía hacia los mares
del sur a bordo del bergantín Grampus en junio de 1827. El Capítulo IV, por
ejemplo, presenta abundantes referencias navieras en lenguaje altamente técnico
haciéndonos olvidar que leemos una novela de aventuras. Un efecto similar
produce el Capítulo XVI, esta vez con la acabada descripción de islas cercanas
al Cabo de Buena Esperanza. ¿Leemos una bitácora, una crónica, un recuento
técnico-científico? Narración adopta las convenciones
estilísticas y retóricas propias de otros textos y, por momentos, deja de ser
lo que es. La nota introductoria a La Narración ilustra el cuestionamiento deliberado
de los niveles de ficción y realidad. Al explicar las circunstancias que
originan el relato, Arthur Gordon Pym menciona la intención del señor Poe de
narrar su travesía: “Luego
me propuso que le dejase contar, con sus propias palabras, una narración sobre
la primera parte de mis aventuras, alimentada con hechos que yo mismo le
suministraría, para publicarla en el Southern Messenger haciéndola pasar por
ficción. Consentí, sólo estipulando que mi nombre real no se diese a conocer.” [13]
Con
el propósito de crear un tono pseudo-verosímil, Poe hace que su personaje Pym
se refiera a la publicación del relato en los siguientes términos: “Dos números de esta supuesta ficción
aparecieron, en consecuencia, en el 'Messenger' de enero y febrero (1837), y, a
fin de que realmente pareciera una ficción, se incluyó el nombre del señor Poe
en la tabla de contenidos de la revista” [14]. De este modo, Poe
transforma deliberadamente su ficción, Narración de Arthur Gordon
Pym,
en la historia real de Pym. Dicha transformación, sin embargo, estará sujeta a
la ilusión momentánea de creer que leemos un hecho verídico.
Además
de las mencionadas, existen otras razones que explican la inclinación de Poe
hacia un relato ambiguo y la anulación de su rol como autor. Al leer la nota
introductoria a Narración, nos preguntamos sobre la
motivación que impulsa a Poe a atribuir la articulación de su relato al
testimonio de un Arthur Gordon Pym ficticio. Como he venido sugiriendo, la
respuesta debe tomar en cuenta el juego de la ficción dentro de la ficción
generada por el autor.
Este
distanciamiento que Poe asumió respecto de Narración también lo explica el hecho
que, al escribir su primera novela, el autor se alejaba de los principios
básicos que él mismo formuló en relación a la comunicación de verdad artística:
brevedad y unidad de efecto. Estos conceptos constituirán el argumento central
del ensayo El principio poético de 1848. De este modo, tanto la longitud como
la secuencia fracturada de eventos en Narración contradecían en la práctica
las teorías artísticas del autor. Esta contradicción involuntaria respecto de El
principio poético estuvo inducida por aspectos pecuniarios que pesaron
fuertemente sobre el autor. La frágil e inestable situación económica de Poe es
una marca constante a lo largo de su carrera literaria, hecho que se agudiza en
1836 al contraer matrimonio con su prima Virginia Clemm. Debido a que le
demandan la creación de una historia atrayente para aumentar la circulación de
la revista en la que trabajaba, el autor accede a popularizar el relato,
satisfaciendo así tanto a los editores como a un público ansioso de aventuras y
exotismo.
Para
los lectores crédulos o complacientes, la vertiginosa sucesión de aventuras que
Poe entreteje representa uno de los mayores aciertos del relato. Es el apetito
persistente por lo bizarro e inusual el que Poe, muy a su pesar, se ve en la
obligación de satisfacer. El pasaje que cito a continuación es una muestra
clara de la inclusión de este tipo de elementos. En el Capítulo XII, después
que Parker es apuñalado en la espalda, tanto Peters, su ejecutor, como Pym
proceden a alimentarse de la víctima. El tratamiento formal del episodio,
expresado en el tono naturalista de la descripción del comportamiento
antropófago, recrea en términos sobrecogedores una experiencia que el propio
narrador califica de indecible.
Como
ya se mencionó anteriormente, la crítica, a pesar de las divergencias en
planteamiento y perspectiva, ha concordado en calificar el final abrupto de Narración como un error estructural
imperdonable. Hecho agravado por el supuesto cuidado que caracteriza el manejo
ficticio de las obras de Poe. Sin embargo, el término de la narración sin una
resolución formal refleja la utilización sistemática de recursos por parte del
autor. De este modo, Poe manipula el relato con el fin de propiciar actos
interpretativos divergentes dependiendo de la competencia del lector.
Por
un lado Poe hace que Pym se enfrente a una aparición inescrutable cuya
presencia es precedida por una serie de fenómenos atmosféricos en el paisaje
polar. La desnaturalización del paisaje, sugerida ya en la progresión del viaje
hacia los mares del sur en el Capítulo XIV, alcanza con la aparición de la
figura blanca su mayor fuerza. Es probable que el final de la narración deje al
lector crédulo, aquel cuya lectura se ha centrado en el nivel ficticio de la
novela, en un estado de asombro y perplejidad. Aún, así, sus expectativas en
cuanto al relato de aventuras extraordinarias se han cumplido.
Por
otro, Poe utiliza la aparición de la figura blanca como un mecanismo que
aludiría al carácter inconcluso de los textos. Es evidente que a la última nota
en el diario de Pym le falta algo. Tal como está, la nota parece ser la mera
introducción a uno de los eventos más intrigantes de La Narración : “Y ahora nos dirigíamos al encuentro de la
catarata, donde un abismo se abría para recibirnos. Pero entre nosotros se
interpuso una figura humana envuelta en un velo, de proporciones muchísimo
mayores que las de cualquier mortal. Y la tonalidad de la piel de la figura era
de la perfecta blancura de la nieve” [15]
En
la nota final del editor esperamos encontrar, si no una explicación detallada,
por lo menos conjeturas sobre la aparición de la figura. Cuando leemos: “La pérdida de los dos últimos o tres capítulos
(ya que existían sólo dos o tres) es un hecho que lamentamos profundamente" [16] de inmediato pensamos que
el valor de la pérdida se debe a la imposibilidad de conocer el origen de la
figura. A continuación, sin embargo, el editor nos informa que el valor de
dicha pérdida se debe a que estos capítulos “contenían información relativa al Polo, o a las
regiones próximas a él.” [17] La significación de la figura, por lo tanto, es un
asunto que el propio lector deberá dilucidar.
Según
Cortázar, “la obra posee el
doble valor de un libro de aventuras lleno de episodios "vividos" y a
la vez de una corriente subterránea evasiva y extraña, un trasfondo que cabría
considerar alegórico o simbólico, de no tener presente la tendencia contraria
del autor, y sus explícitas referencias en este sentido.” [18] Por la constante “tendencia
al Sur” que se observa en la trama, en Narración
de Arthur Gordon Pym se hace patente la fuerte autoconciencia sudista de su
autor; también se transparenta una cierta dosis de racismo hacia los negros.
Poe
trató de lograr el estilo “plausible y verosímil” que admiraba en Robinson
Crusoe y
se documentó astutamente mediante mapas, cuadernos de bitácora, crónicas e
informes marineros. La obra no puede evitar ser receptáculo de la obsesión
claustrofóbica del autor, que se encarna incluso en el marco del océano
abierto; en cuanto a su final, para Cortázar “si Poe hubiese sido más un alegórico que un
materialista, estaríamos tentados de contemplar la salvación de Pym en términos
teológicos.”
[19]
Poe
dejó inacabada otra novela de aventuras: El diario de Julius Rodman, aparecida en la revista
Burton's Gentleman's Magazine por entregas. Solo salieron las seis primeras, de
enero a junio de 1840. En esta obra se narra un viaje ficticio a las Montañas
Rocosas en tiempos de la conquista del Oeste, temática que sería muy
frecuentada por la literatura estadounidense.
Howard
P. Lovecraft sentía auténtica veneración por esta obra, cosa que se echa de ver
en su pieza más larga, de parecida extensión: En las montañas de la
locura,
la cual se encuentra anegada, de principio a fin, por citas extraídas de Narración
de Arthur Gordon Pym.
En las montañas de la locura es una novela del escritor
estadounidense H. P. Lovecraft, escrita en 1931 y publicada por primera vez en
1936 en tres números de la revista Astounding Stories. Es también un claro homenaje a
su, probablemente, más grande influencia Edgar Allan Poe. Las
montañas de la locura sería la continuación de la novela inconclusa Narración
de Arthur Gordon Pym. Su argumento es el siguiente. Un grupo de científicos de la Universidad de
Miskatonic viaja a la
Antártida para realizar diversos estudios y experimentos con
una barrena en busca de material geológico. Se inicia la expedición desde
Boston, Estados Unidos, el 2 de septiembre de 1930 y llega a la Isla de Ross. Mientras parte
de ellos se queda en el campamento base, otros parten en una especie de
avanzadilla hacia el interior del continente. Por radio comunican al campo base
que han hecho un descubrimiento extraordinario: encontraron enterrados fósiles
de unos seres que no saben si clasificar como animales o vegetales y que son
curiosamente avanzados y evolucionados con extremidades en forma de estrella
con puntos cerca de ellos que pareciese ser un código. Los perros no soportaban
a esas extrañas criaturas; ladran como si aquellas criaturas fueran malévolas.
Descubren también una cadena montañosa que rebasa en talla al Himalaya y lo que
les pareció unos cubos en la cima de las montañas más altas. La gente del campo
base se entusiasma con ese descubrimiento y decide trasladarse al campamento.
Pero una tormenta corta la transmisión y no les permite irse pronto, y a la vez
retrasa la llegada del segundo grupo al lugar de los hechos. Por dos días no
saben nada de ese campamento. Cuando cesa la tormenta, pueden ir a explorar y
ver si sus colegas están bien. Una vez allí, se dan cuenta de que las tormentas
ahí son mucho mayores a lo que son en el campo base; encuentran todo el campamento
destruido y a los científicos muertos. Revisan la casa de campaña donde habían
estado haciendo los experimentos sobre las criaturas descubiertas y se dan
cuenta de que hay en la mesa instrumentos recién usados y sangre y restos
humanos. También se dan cuenta de que habían desaparecido un hombre y un perro,
atribuyen a la locura del hombre faltante el que todos los perros y humanos
estén muertos. Pero encuentran los seis cuerpos extraños enterrados en peor
estado, y sobre ellos la misma serie de puntos que había en la cueva donde los
descubrieron y los otros ocho cuerpos que se habían conservado en buen estado
habían desaparecido. El protagonista y otro personaje deciden ir detrás de las
montañas y encuentran una ciudad en ruinas al pie de éstas y se enteran a
través de “jeroglíficos” de esa raza que los seres extraños eran realmente los
Antiguos y de que no todos habían muerto. Dos científicos logran huir del
lugar, uno es el propio narrador y el otro es un alumno que a causa de lo
vivido pierde la cordura.
Su
también admirador Julio Verne, por su parte, escribió una secuela: La esfinge de los hielos. La novela de Julio Verne es publicada en la segunda
serie de la Magazine
de ilustración y recreo desde el 1º de enero (volumen 5, número 49) hasta
el 15 de diciembre de 1897 (volumen 6, número 72), y como libro el 24 de junio
de ese mismo año. Trata de la búsqueda del desaparecido Pym en el polo Sur. Es
la continuación de Narración de Arthur Gordon
Pym,
de Edgar Allan Poe (1838), en un rendido homenaje de uno de sus discípulos y
admiradores. Jeorgling, un enigmático y extraño estadounidense se encuentra en
las islas Kerguelen realizando estudios que sólo él conoce. Al finalizar, busca
regresar a los Estados Unidos por el medio que sea. El único barco que pasa por
la zona es comandado por el capitán Ley Guy, el cual se niega a llevarlo de
vuelta a Tristán de Acuña o a otra isla. Sin embargo, el hecho de que Joergling
sea de Connecticut, cerca de donde vivió el famoso Pym, hace cambiar de idea al
capitán. El viaje de la "Halbrane" comienza sin sobresaltos, pero
después chocan con un bloque de hielo en el que el cuerpo de un sobreviviente
de la "Jane Patterson" avisa de la existencia de sobrevivientes en la
isla Tsalal, entre ellos el capitán del barco, William Guy, que es hermano del
de la "Halbrane". Esta nave es reforzada para ir en busca de los
sobrevivientes, y se contrata a nuevos marinos, entre ellos a un extraño
mestizo de nombre Hunt. Siguiendo el itinerario trazado por Pym, los personajes
parecen destinados a ir fatalmente al Polo Sur. Hunt resulta ser un
sobreviviente del viaje de Arthur Gordon Pym: el mestizo Dick Peters. Como en
la novela de Poe, se produce una rebelión que se ve ferozmente acentuada al
chocar el navío contra un iceberg tras haber pasado por las islas Aurora y
haber observado los hundidos restos de la isla Tsalal. Tras el choque contra el
iceberg, algunos de los amotinados escapan en un bote salvavidas. Los héroes
logran escapar en una especie de paracota abandonada por los nativos siguiendo
la corriente, y una fuerza misteriosa lleva a ambos grupos hacia algún
enigmático lugar en el Polo Sur. El punto de atracción y de enigma es una gran
isla montañosa con un aspecto que recuerda al de una esfinge. Tal isla es en
realidad un colosal imán que atrae todo metal con hierro, y por eso provoca el
desclavado y hundimiento de las naves. Allí, en ese punto, se encuentra el
cadáver de Arthur Gordon Pym, quien fue arrastrado hasta el imán por llevar un
fusil en la espalda. En ese punto, Dick Peters muere al encontrar a su fiel
compañero. Esta novela es la continuación de Narración de Arthur Gordon
Pym,
de Edgar Allan Poe, a pesar de que, anteriormente, en el estudio biográfico Edgar
Poe y sus obras (abril de 1864), Verne hace mención de lo inconcluso de la
historia y él mismo se pregunta: “¿quién será tan osado como para continuarla?” [20] Treinta y tres años después,
sería él mismo quien la continuase. A diferencia de Poe, en La
esfinge de los hielos Verne buscaría un desenlace lógico y científico a la
esfinge y al misterio de las islas Tsalal. Verne logra darle lógica con el polo
magnético de la isla. A pesar de estas referencias, Verne presenta una historia
bastante creíble, muy sencilla de leer y con un desenlace que deja satisfechos
a los lectores de ambos autores.
Conclusión
Narración de Arthur Gordon Pym es una novela singular por
muchos motivos. Hay crudos elementos en ella que invitan a la especulación y a
la polémica: sanguinarias escenas de violencia, de cadáveres en descomposición,
incluso de canibalismo, todas ellas, según era propio en el autor, muy bien
dibujadas y llenas de detalles escabrosos. En una sociedad pacata y puritana
como la suya, es llamativo que Poe se atreviera a llegar literariamente tan
lejos con sus obsesiones.
Ante
el cúmulo de conocimientos de viajes y de detalles técnicos marineros que
surgen en el relato, la crítica se ha preguntado con frecuencia dónde pudo el
autor obtenerlos, dado el caso de que el único viaje de importancia que
emprendió fuera de su país ocurrió en su niñez, con su familia adoptiva, en
dirección a Inglaterra. Del mismo modo se ha señalado la coincidencia entre las
entonaciones del nombre del personaje y del propio Poe. En cuanto al sombrío y
prodigioso desenlace de la obra, se trata de uno de los más enigmáticos que se
recuerdan en la historia de la literatura.
Si
bien la crítica fue demasiado dura con él como poeta, justo es reconocer su
valor para las letras universales. Según su admirador H. P. Lovecraft, Poe
inició un camino en la literatura, “fue el primero en darles ejemplo y enseñar un arte que sus sucesores,
con el camino abierto y con su guía, pudieron desarrollar mucho más. Pese a sus
limitaciones, Poe realizó lo que nadie había realizado o podía haber realizado,
y a él debemos la novela de horror moderna en su estado final y perfecto.” [21] Sobre la fuerza de las
imágenes de Poe, añadió: “De
esta manera los espectros de Poe adquirieron una malignidad harto convincente
que no poseían los de ninguno de sus antecesores y fundó un nuevo modelo de
realismo en los anales del horror literario”. [22]
Poe
tenía una visión instintiva de lo que podía atraer y mantener la atención de un
público lector recién formado. Comprendía las virtudes de la brevedad y de la
unidad del efecto; se daba cuenta de la necesidad del sensacionalismo y de
explotar las “modas pasajeras”. A lo largo de su vida a menudo fue tachado de
mero “revistero”; pero esta actividad arriesgada y mal retribuida sería el
detonante de su genio.
Como
hemos observado en el trabajo realizado Edgar Allan Poe no se quedó estancado
en un solo género o forma. Escribió poesía, ensayo, crítica y narrativa. Se
destacó en el cuento pero no se quedó estancado en una forma efectista de los
mismos, sino que dentro del género experimento con éxito diferentes formas del
mismo. Llamativo es el caso de esta novela que hemos analizado que
aparentemente parece ir en contra de los principios por el expuestos en su
poética de concisión. Seguramente Poe escribe la novela guiado por influencias
de sus editores y con la esperanza de lograr fama y la seguridad económica que
siempre le fueron esquivas. Seguramente no es de lo mejor que escribió el
escritor, sin embargo tuvo la fuerza de trascender su contenido en obras de
grandes autores como Julio Verne y Howard Philip Lovecraft, autores que a la
vez son precursores de infinidad de autores que los siguieron en temáticas y
estilo.
Jorge
Luis Borges escribió en 1949 que “la neurosis de Poe le habría servido para renovar el cuento fantástico,
para multiplicar las formas literarias del horror” [23] y también agrega sobre él “indisolublemente pertenece a la historia de las
letras occidentales, que no se comprende sin él. También, y esto es más
importante y más íntimo, pertenece a lo intemporal y a lo eterno, por algún
verso y por muchas páginas incomparables.” [24]
Rubén
Darío, en su libro Los raros, calificó a Poe como “príncipe de los
poetas malditos”.
Añadió: “La influencia de
Poe en el arte universal ha sido suficientemente honda y trascendente para que
su nombre y su obra sean a la continua recordados.” [25]
Uno
de los grandes conocedores del autor, Julio Cortázar, subraya en la obra de Poe
un rasgo esencial: “De
la totalidad de elementos que integran su obra, sea poesía, sean cuentos, la
noción de anormalidad se destaca con violencia. A veces es un idealismo
angélico, una visión asexual de mujeres radiantes y benéficas; a veces esas
mismas mujeres incitan al entierro en vida o a la profanación de una tumba, y
el halo angélico se cambia por un aura de misterio, de enfermedad fatal, de
revelación inexpresable; a veces hay un festín de caníbales en un barco a la
deriva, un globo que atraviesa el Atlántico en cinco días, o la llegada a la Luna después de asombrosas
experiencias. Pero nada, diurno o nocturno, feliz o desgraciado, es normal en
el sentido corriente, que incluso aplicamos a las anormalidades vulgares que
nos rodean y nos dominan y que ya casi no consideramos como tales. Lo anormal,
en Poe, pertenece siempre a la gran especie.” [26]
Pese
a no ser el género en que más se destacó, Edgar Allan Poe con su Narración de Arthur Gordon Pym, continúa siendo faro de una
literatura occidental que no puede despegarse, felizmente, de su sombra
rectora. Cerramos nuestro trabajo con el consejo para los escritores del famoso
escritor uruguayo: “Cree
en un maestro-Poe, Maupassant, Kipling, Chéjov- como en Dios mismo.” [27]
Amén.
CITAS
BIBLIOGRÁFICAS
[1]
POE, Edgar Allan. Cuentos completos. Traducción de Julio Cortázar. España, Editorial Edhasa,
2009, p. 10.
[2]
POE, Edgar Allan. Ensayos y crítica. Madrid, Alianza Editorial,
1987, p. 24.
[3]
BORGES, Jorge Luis. Edgar Allan Poe. Publicado en La
Nación (Buenos Aires). Domingo 2 de octubre de 1949, Segunda
sección, p. 1.
[4]
VERNE, Julio. Edgar Allan Poe y
sus obras.
Barcelona, Biblioteca Popular Salvador Bayani, s/f, p. 12.
[5]
POE, Edgar Allan. Narración de Arthur
Gordon Pym.
España, Editorial Edaf, 2005, p. 63.
[6]
Ibid., p. 84.
[7]
Ibid., p. 101.
[8]
Ibíd., p. 106.
[9]
VERNE, Julio. Edgar Allan Poe y
sus obras.
Ob. cit., p. 16.
[10]
POE, Edgar Allan. Narración de Arthur
Gordon Pym.
Ob. cit., p. 126.
[11]
Ibíd., p. 140.
[12]
CORTÁZAR, Julio. Obra crítica 2,
“Vida de Edgar Allan Poe”. Madrid, Alfaguara, 1994, p. 42.
[13]
POE, Edgar Allan. Narración de Arthur
Gordon Pym.
Ob. cit., p. 153.
[14]
Ibid., p. 162.
[15]
Ibid., p. 170.
[16]
Ibid., p. 190.
[17]
Ibíd., p. 196.
[18]
CORTÁZAR, Julio. Obra crítica 2,
“Vida de Edgar Allan Poe”. Ob. cit., p. 12.
[19]
Ibíd., p 16.
[20]
VERNE, Julio. Edgar Allan Poe y
sus obras. Ob. cit., p. 22.
[21]
LOVECRAFT, Howard Philip. Necronomicom
II, Ensayo “El horror sobrenatural en la literatura”. Barcelona, Barral, 1973. p.22.
[22]
Ibid., p 24.
[23] BORGES, Jorge Luis. Edgar Allan Poe. Ob. cit., p. 1.
[24]
Ibíd., p. 1.
[25]
DARÍO, Rubén. Los raros. Buenos Aires, Editorial
Losada, 1994, p.4.
[26]
CORTÁZAR, Julio. Obra crítica 2,
“Vida de Edgar Allan Poe”. Ob. cit., p. 122.
[27]
QUIROGA, Horacio. Decálogo del
perfecto cuentista,
p. 1.
BIBLIOGRAFÍA
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Jorge Luis. Edgar Allan Poe. Publicado en La
Nación (Buenos Aires). Domingo 2 de octubre de 1949, Segunda
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Edgar Allan. Narración de Arthur Gordon Pym. España, Editorial Edaf, 2005
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Edgar Allan. Poemas,
prólogo de Rubén Darío. Sevilla, Publicaciones de Aula de Letras, 2012.
QUIROGA,
Horacio. Decálogo del perfecto cuentista.
STOPPELMAN,
Gabriela. Edgar Allan Poe para principiantes, Ilustraciones de Jorge
Hardmeier. Buenos Aires, Editorial Era Naciente, 1999.
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Julio. La esfinge de los hielos. Nota preliminar de Jorge Sánchez. Madrid,
Edicomunicaciones, 1996.
VERNE,
Julio. Edgar Allan Poe y sus obras. Barcelona, Biblioteca Popular Salvador Bayani, s/f.
EDGAR
ALLAN POE (Boston, 19/1/1809 – Baltimore, 7/10/1849, Estados Unidos).
Periodista, poeta, narrador y ensayista, está considerado como uno de los
creadores del cuento moderno.
Sobre este autor y su obra puede leerse más en nuestras
revistas:
REALIDADES Y FICCIONES Nº 2 (octubre
de 2010)
y
REALIDADES Y FICCIONES Nº 11
(Diciembre de 2012)
Ensayo
Pablo
Cassi ©
El arte y
en especial la literatura como formas del comportamiento humano, han sido una
constante a través del tiempo. La creación literaria de un poeta o de un
escritor, por lo general, obedece más bien a una forma personal de comunicación
con su prójimo inevitable y con todo aquello que frecuentemente lo sobrepasa.
Este sino que lo acompaña como una sombra implacable, lo obliga muchas veces a
sustentar una visión pesimista de nuestra sociedad.
No
obstante lo anterior, apareció de pronto el triunfo de ciertos discursos
unívocos, la práctica abierta del sofisma por parte de los profesionales de la
retórica, lo que conllevó de manera irremediable a que la función que cumple la
literatura, fuera en cierta medida dejada de lado y reemplazada en las
conciencias de la mayoría de los individuos por la idea del entretenimiento o
la mera diversión, la que se ha instalado cómodamente en el alma de la
ciudadanía.
Entonces
el acto creativo de un autor dejó de ser importante para una gran masa de
lectores y por ende para el mercado del libro y así fue que el mundo de las
letras perdió en forma gradual cada vez nuevos espacios en su propio ámbito, un
ámbito que posteriormente con la invención de la imprenta a fines del siglo XV,
permitió que millones de individuos tuvieran acceso a la más amplia gama de
conocimientos en áreas tan disímiles como la historia, la filosofía, la
medicina, las matemáticas, las ciencias políticas, el arte y los diferentes
acontecimientos bélicos que fueron marcando la historia de la humanidad. Esta
verdadera revolución intelectual trajo como consecuencia el surgimiento de
nueva formas de vida y la aparición de un individuo más crítico con respecto a
las antiguas estructuras imperantes, las que sólo estuvieron reservadas a un
reducido grupo social, mientras la gran mayoría de la humanidad permanecía en
el más absoluto oscurantismo.
Como
consecuencia de este fenómeno aparecieron posteriormente diversas comunidades,
muchas de ellas integradas por escritores, poetas, historiadores, filósofos y
dramaturgos, a los que se suman los artistas de la plástica, quienes desde su
particular óptica entregaron una visión subjetiva, otras en exceso fatalista o
la narración casi fotográfica de aquellos acontecimientos que sucedían en círculos
o estamentos sociales más bien reducidos.
Las urbes
en ese entonces eran habitadas principalmente por la aristocracia y una
emergente clase burguesa, la que en forma paulatina fue ganando espacios,
principalmente en el ámbito de la industria y del comercio, generando de esta
manera un poder económico, el que posteriormente les permitió acceder a las
universidades y en forma paralela a la creación de movimientos políticos, los
que no tardaron en generar espacios propicios y una decidida participación en
el campo de la administración territorial de un determinado Estado.
Si bien
es cierto que durante este largo período aparecieron importantes y señeras
figuras en muchas de las disciplinas intelectuales y artístico-culturales, la
humanidad experimentó su primer gran cambio con la revolución industrial, la
que nace como una necesidad para satisfacer la gran demanda de alimentos,
vestuarios, viviendas, medicina y además de una extensa nómina de bienes de
consumo. Sin duda que este hecho histórico modificó muchas de las estructuras
sociales existentes, en la que los grandes perdedores fueron irremediablemente
los artistas y los escritores.
La clase
social política imperante, manejada en ese entonces por la aristocracia y la
burguesía, también experimentaron cambios profundos en sus estructuras. Lo que
hasta ayer para este segmento aristocrático constituía una vida apacible y
bucólica, rodeada de escultores, músicos, poetas y pintores, más bien adicta a
una insaciable vida social, a lo que se sumaba los permanentes viajes por
alrededor del planeta, de manera inesperada debió enfrentar los desafíos de su
propio tiempo, una sociedad que cambia en ciento ochenta grados y que trae como
corolario profundas transformaciones socioeconómicas, especialmente en el campo
de la producción industrial y por ende en la optimización de los procesos
agrícolas.
Sin duda
alguna y en la medida que la revolución industrial fue perfeccionando sus
técnicas, el lucro se instauró como una premisa, trayendo consigo un desmesurado
interés por aquellos bienes materiales, dejando de lado aquellas expresiones
espirituales que antaño habían ocupado un lugar de privilegio en la antigua
Europa. Estos profundos cambios que beneficiaron a un número considerable de
hombres y mujeres, también admite en su interpretación innumerables versiones,
las que van desde la creación de laboratorios para el estudio científico de
ciertas enfermedades, para las cuales no existían fármacos adecuados, al
mejoramiento de los sistemas de urbanización y la aplicación generalizada de un
sistema educacional basado en la cultura occidental cristiana.
En la
medida que nuestra sociedad occidental alcanzaba sus mayores logros económicos,
paralelo a este fenómeno se genera la aparente inutilidad del oficio de los
artistas, especialmente de los escritores, quienes comienzan a ser vistos como
entes catalizadores de un disturbio subterráneo, una clase que no vacila en
denunciar a través de sus obras un cierto grado de descontento. Esta situación
incomoda a esta nueva sociedad, la que opta por relegarlos en forma paulatina a
un segundo plano y posteriormente expulsarlos de la reciente república del
consumismo y del exitismo.
De
acuerdo a este nuevo orden imperante, producto del surgimiento de las grandes
economías de mediados del siglo XX, éstas se transforman en verdaderos
monopolios para las incipientes economías de América Latina las que mostraban
al igual que hoy grandes diferencias, especialmente carentes de motivaciones
espirituales y de proyectos que fuesen más allá de lo inmediato y perecedero. A
la postre con estos cambios los únicos y grandes perdedores fueron los autores
de textos literarios. En la medida que un segmento de la sociedad alcanza un
alto nivel económico producto del desarrollo técnico y científico, ésta adopta
una postura pragmática y economicista. A juicio de los estudiosos de los
mercados competitivos, ésta no requiere para su normal funcionamiento la
inclusión de poetas, pintores, músicos, escultores etc. Los grandes problemas
por los que atraviesan los países llamados en “vías de desarrollo”, un
eufemismo para obviar la denominación de naciones o estados subdesarrollados,
no se soluciona con nuevas promociones de escritores o intelectuales o el
fomento de la cultura en sus más diversas expresiones. Lo que aquí se requiere,
según los economistas, es mano de obra altamente calificada, es decir
hombres-máquinas que sean capaces de elevar los índices de producción y así
poder competir en los mercados de Europa, Asia, Oceanía y Estados Unidos, sin
importar mayormente que el día de mañana el alerce o la araucaria de Chile sean
nada más que un hermoso recuerdo de la zona sur del país más austral del
planeta.
Enfrentado
a esta penosa realidad el auténtico escritor se ha planteado con insistencia y
de manera conjetural, una redefinición de su rol dentro de esta sociedad
convulsa de las que no pocos autores han estado ausentes. No olvidemos que en
una visita a nuestro país el novelista peruano Mario Vargas Llosa, frustrado
candidato a la presidencia de Perú, hace ya más de una década, argumentó lo
siguiente “La pérdida de la identidad de
los pueblos de América Latina se inicia a partir de la aceptación de pseudas
expresiones culturales, provenientes de países industrializados. La
drogadicción que atraviesa transversalmente a nuestra sociedad, sumada a la
industria de la pornografía, la que se sitúa en el cuarto lugar, a pasos de un
alcoholismo desenfrenado en vastos sectores socioeconómicos de nuestra
juventud, hoy a nadie escandalizan. A lo anterior podemos agregar que un joven
cantante de origen negro, elevado a la cima de la popularidad y con millones de
seguidores en los cuatro puntos cardinales, requerido por un tribunal de los
Estados Unidos por prácticas de pedofilia fue declarado inocente, no obstante
que hubo pruebas más que suficientes para culparlo de este tipo de delitos.
Este pseudo ídolo goza de inmunidad diplomática para transgredir todas las
normas de la ética y de la conducta humana. Una pregunta no se hace esperar:
¿Por qué en el país de las oportunidades, el que se dice ser respetuoso de los
derechos ciudadanos y de su propia constitución y de sus leyes que castigan
severamente este tipo de transgresiones, opere de una manera distinta para unos
y para otros?”
Junto al
siempre acechante negativismo humano hacia las más nobles expresiones
espirituales y el ilusionismo palabrero de las diferentes corrientes del
pensamiento sean éstas políticas, religiosas o filosóficas, ciertamente que
tanto los escritores como los intelectuales y los artistas son alcanzados
también por tales panaceas. La tentación propagandística no tarda en producirse
y una avalancha de elogios se enseñorea satisfecha en el espíritu de quienes
buscan en esta vocación permanentes dividendos. El hedonismo cada día gana
nuevos espacios, el lema es: "Se
vive sólo una vez". Lamentablemente esta situación no ha estado ajena
a quienes trabajan tanto en el ámbito literario como en otras expresiones del
arte, enlodando el prestigio y la trayectoria de muchos autores y artistas que
han sido consecuentes con su forma de pensamiento y que difícilmente podrían
traicionar una vocación a la que han dedicado gran parte de su vida.
Deseo
antes de concluir estas ideas invitar a todos los hombres de buenas costumbres,
a defender lo más íntimo de cada ser humano, lo que se inicia a partir con el
descubrimiento del lenguaje y sus significados porque las palabras también
pueden modificar ciertas conductas equívocas y alzar banderas de lucha: el amor
al prójimo, a la tierra que nos vio nacer, el vasto horizonte de nuestra
infancia mientras la noche oscurece el cielo para recordarnos que somos nada
más que simples peregrinos que vamos de un lugar a otro en búsqueda de la
palabra perdida, aquella que nos podría identificar a la hora del encuentro.
Cada vez que nos reunimos en un lugar del planeta tácitamente aceptamos que la
tarea del escritor requiere ser escuchada con atención, comparada con otros
oficios de la misma naturaleza y aceptarla como una actitud que hemos heredado
de nuestros antepasados, quienes jamás fijaron fronteras geográficas,
características raciales o de otra índole que no fuera entregar un mensaje
capaz de inducirnos que la vida está siempre más allá de lo que podemos
percibir y de esta manera desafiar el contumaz olvido que a diario nos desalienta.
Estar
aquí significa aceptar que la palabra no es un objeto que se pueda emplear de
manera irresponsable y con absoluta impunidad, más allá de la propia óptica
personal, la que por muy valedera que parezca ser no amerita que el lenguaje se
transforme en un arma mortal. A todos los autores de alguna manera u otra los
vincula un cierto grado de fraternidad en aquellos afanes que son comunes al
hombre sensible, a ése que es capaz de empatizar con el mensaje de los demás.
Este acto de comprensión requiere de una capacidad de amar a su prójimo
inevitable y a su vez, otorgarle la posibilidad de encontrar puntos de unión
que le permitan despojarse del fanatismo, la intolerancia y el resentimiento
social, el que a veces suele aflorar en ciertos autores y artistas más bien
como una forma de desequilibrio psicológico.
Como en
todo orden de oficios y responsabilidades, la primera condición del escritor
para realizar su trabajo es hacerlo bien. Conseguirlo quizás le llevará
probablemente toda la vida. El escritor nace y se hace cada día, porque debe
comprender que escribir es dedicar su tiempo más valioso a recoger, expresar,
comunicar, soñar, a querer y a no querer a todos los verbos inexcusables que
forjan con o sin su permiso, la difícil cotidianidad, cualquiera sea ésta y en
el lugar en el que se encuentre, es decir alma y cuerpo de todos los días, de
todos los momentos y en todos los lugares porque la vida de un autor no es una
fórmula mágica, ni los componentes de ésta se encuentran en un recetario.
Ser
recreador con la palabra significa hacerse cargo de una variada gama de
interrelaciones y asumir un rol pacificador dentro de una sociedad que aún no
sale del todo de la barbarie. Su vida ni muy distinta ni muy distante de las de
otros, se forja de nostalgias y sueños, de concordias y desacuerdos, de amores
y desamores que no podría, si no acoger como materia vital de su propia
experiencia, porque la poesía o la narrativa no son adornos barrocos,
trasnochados y ojerosos, ni panfletos políticos usados impunemente para captar
a posibles incautos en periodos electorales, ni menos tontería solemne,
empalagosa, ni un atrevido simplismo de rimas consonantes, sensibleras o de
palabras usadas hasta el cansancio para denunciar lo que todos ya conocemos.
Sin
negarles por cierto el derecho a existir a estas pseudas formas de la creación
literaria, afirmamos que ninguna de ellas corresponde a la verdadera literatura
porque ella detenta sin arrogancias esa intransferible misión de custodiar la
riqueza de ser hombres, en la exactitud de la existencia cotidiana, allí donde
se revela el auténtico drama humano.
Y una
pregunta no se hace esperar ¿Hasta dónde se extiende el poder de la palabra?
¿Qué zonas limita o intenta poblar? La respuesta depende de ese factor decisivo
que se denomina talento, pero que también exige trabajo, consciencia,
inspiración y quizás años de espera para que uno o más individuos lo reconozcan
entre sus iguales. Mi convicción personal se basa en la creencia de un ser
superior cuya denominación tiene diferentes nombres y lenguajes. Cada cual es
libre de otorgarle la divinidad que crea que más lo interpreta. Este ser
superior que para algunos tiene rostro conocido, otros lo identifican de una
manera diferente: la energía que fluye en el universo y que permite la existencia
de quienes habitamos en este planeta.
Cualesquiera
sea la creencia personal, el don que posee un artista o un escritor proviene de
una clave genética que ni los propios autores son capaces de identificar. Ellos
muchas veces atribuyen que ésta es una mera casualidad. En el arte no existen
las casualidades si no la causalidad, es decir que todo es causa y efecto y por
ello no canta el que tiene ganas sino el que sabe cantar. La virtud o el
descalabro corren por nuestra cuenta, así lo han entendido la mayoría de los
escritores que abrazan este oficio como un desafío. Ellos están conscientes que,
enfrentados a la difícil disyuntiva que es dar a conocer públicamente sus
primeras creaciones, han sido fieles a su consciencia y a sus propias
limitaciones de simples mortales, sobrepasando a la vanidad y a la complacencia
del aplauso barato, tan en boga en estos días. Ellos creen en su oficio,
sabiendo que el triunfo definitivo no se alcanza a partir de las
autosuficiencias individuales porque han comprendido que este oficio es un
trabajo permanente, donde cada día se concurre para aprender y no imponer
erradas convicciones, carentes de fundamentos netamente literarios. La tarea de
todo recreador se labra en el sentido más hondo y amplio de la persona, que su
responsabilidad no es únicamente no mentir sino atreverse con lo verdadero y lo
imperfecto, ya que escribimos en gran medida porque algo nos falta o porque
algo nos sobra.
Hoy sin
embargo percibimos una cierta disociación en la vida estética de muchos autores,
una dicotomía entre la permisividad y la franca decadencia por la que atraviesa
nuestra sociedad y de la cual sólo sobrevivirán aquellos que han abrazado al
arte y la poesía como una expresión cotidiana.
La
revaloración del trabajo creativo ganará nuevos espacios en el corazón del
conglomerado humano cuando existan autores comprometidos en fomentar un interés
real por el arte y la cultura en sus más diversas expresiones. A menudo el
discurso actual es aquel que habla de una sociedad creadora, capaz de utilizar
la imaginación para construir nuevos mundos a partir de la palabra o del color,
pero vemos con cierta decepción que estas expresiones espirituales no están
incluidas en la nómina de aquellas necesidades fundamentales que requiere un
artista para sentirse partícipe de esta sociedad y así colaborar con su mensaje
para construir un mundo más equitativo, tolerante y solidario.
La
psicología social encargada de estudiar este tipo de fenómenos expresa que la
literatura refleja la época que se vive, las orientaciones que ha recibido, los
impulsos individuales producto de las diferentes percepciones que cada autor
capta del entorno, la afectividad expresada de indistintas maneras, y que en
fin de cuentas todas ellas se reflejan en quienes se sienten interlocutores
válidos en este proceso existencial, él que sin duda ayudará a mejorar la
calidad de vida del individuo.
No deseo
concluir esta breve reflexión en torno a la creación literaria como una forma
personal de comunicación o de la utilidad de la poesía, si ésta aún podría
calificarse como útil en una sociedad tan deshumanizada como la nuestra, sin
antes manifestar que no reconozco obligaciones temáticas de ninguna índole, sí
una paciente labor que se traduzca a través del tiempo en un abrazo fraternal y
solidario, mayor a toda la soledad existente que nos invade y quizás por esto
pienso en tu soledad y luego agrego mi cariño a todos quienes se identifican
con esta forma de vida.
Y algo más…
VIDAS DE NOVELA
Daniel Abelenda © (texto)
Lucero Balcázar © (ilustraciones)
“Constancy
of purpose is the key to success” (Coleridge) *
Lo que solemos llamar “la
personalidad de un escritor”, es en realidad, la fuerza de voluntad y el
carácter que ha demostrado éste para producir y mostrar su obra.Es que no alcanza con ser talentoso.
Luego de escribir un buen libro, hay que hallar un editor o una editorial
dispuesta a publicarlo y promocionarlo. El famoso marketing.
Muchos promisorios escritores han quedado por el camino al no encontrar los socios y canales adecuados. Así, envían esperanzados sus originales a una editorial –o a varias–, y al no recibir respuesta alguna, claudican.
Lucero Balcázar |
Muchos promisorios escritores han quedado por el camino al no encontrar los socios y canales adecuados. Así, envían esperanzados sus originales a una editorial –o a varias–, y al no recibir respuesta alguna, claudican.
En estas líneas me propongo rescatar
los casos exitosos, los de aquellos autores que se han ganado su lugar en el
Parnaso, pagando para ello, diversos precios –desde limpiar baños en una
escuela, como Stephen King, hasta tener que desechar un capítulo entero para
que le publicaran su novela, Anthony Burguess.
En todos los casos, resaltan la
perseverancia de estos hombres y mujeres y una fe inquebrantable en que sus
obras eran buenas y merecían llegar al gran público.
Paradigmático caso ha sido el de la hoy multimillonaria J.K. Rowling, quien
peregrinó por varias editoriales londinenses con su mago adolescente antes de
hallar editora, ¡en un pequeño sello que sólo publicaba poesía! Se supo luego
que hubo despidos varios en las primeras…
Espero, entonces, que además de
entretenerlos, estas historias infundan ánimo y alimenten la esperanza en todo
escritor –o escritora– de triunfar con su arte.
Daniel Abelenda
Carmelo, Uruguay, marzo 2012.
* “La
constancia en los propósitos es la clave del éxito.”
“Estoy
terminando una novela, larga y compleja, en la cual tengo cifradas mis mayores
esperanzas.” (G.G.M.
en carta a un amigo, 1966).
New York
City, febrero de 1967: Gabriel
García Márquez ha terminado de mecanografiar las 500 páginas de Cien
años de soledad.En el pequeño apartamento que alquilan
junto con su esposa Mercedes hace frío (es el invierno boreal). Viven allí desde
1961, donde Gabriel trabaja como corresponsal de la agencia de noticias cubana
Prensa Latina; gana poco, pero le queda tiempo para crear. En los últimos dieciocho
meses, ha estado escribiendo “como un ferrocarril” (según dijera luego)
la versión final de una saga familiar que le ha estado rondado la cabeza desde
hace años –y que originalmente el autor tituló “La casa”.
La pareja acaba de empeñar la única
estufa que tenían para conseguir algunos dólares con los cuales enviar los
originales a Buenos Aires.
En esa ciudad, un visionario editor
de Sudamericana le ha prometido
publicarla a la brevedad. Confía en el talento de “Gabo”, hasta entonces un
periodista de diarios colombianos, corresponsal en Europa, ex guionista de cine
y TV con su amigo Carlos Fuentes cuando viviera en México D.F.
Desde hace unos años, García Márquez
se ha volcado decididamente a la ficción. Ha logrado publicar (aunque no ganar
dinero) varias decenas de cuentos y algunas novelas breves que han recibido
excelente crítica: La hojarasca
(1955), El coronel no tiene quien le
escriba (1961), Los
funerales de la mama grande (1962), La mala hora (1962), y que le han valido el Premio Nacional de
Literatura en Colombia (1965).
Ya está considerado dentro de la
élite latinoamericana –junto con Vargas Llosa, Carpentier, Fuentes, Donoso,
Rulfo, Onetti– aunque sus obras no llegan al gran público.
El “Boom” aún no ha estallado. En
esos años, una tirada de 5.000 ejemplares, que se vendiera en un año, era
considerada un éxito editorial.
Ya en la oficina de correos, un
nervioso García Márquez entrega el paquete (¡no había email, claro!) al
funcionario que lo pesa y le dice el costo del franqueo, “Gabo” no lo puede
creer: rebusca en sus flacos bolsillo pero los dólares no le alcanzan.
Entonces, el empleado le sugiere que
haga dos paquetes; el escritor accede, y en el apuro –y la frustración– del
momento, termina enviando LA
SEGUNDA PARTE …
De ello se da cuenta al regresar al
apartamento. Mercedes le dice que no se preocupe, que luego enviarán el resto.
Afortunadamente, el paquete arriba a
destino, y el editor la lee. Fascinado, se da cuenta que tiene oro y esmeraldas
de Colombia en sus manos (enseguida le envía un giro al escritor a N.Y.C. para
que mande el resto) y se pone a trabajar en la edición.
Así, el 30 de mayo de 1967, y luego
de discutir con Gabo sobre la famosa tapa del galeón encallado en la selva, Cien
años de soledad sale a la venta en la capital porteña.
Los primeros 8.000 ejemplares
volaron en pocas semanas; hubo que hacer varias ediciones más, con números
impensados para la época: en los tres años siguientes, ¡se vendieron 500.000 libros y se tradujo a 37 idiomas!
La “gran novela sudamericana” (el
mismo nombre de la editorial, ¿casualidad?) había sido escrita y su autor se
haría famoso en los años siguientes.
2.
AMORIM, BORGES Y EL FÚTBOL
La relación entre los escritores y
el más popular de los deportes ha sido muy variada. Desde el rechazo del
intelectual “puro”, por considerarlo un pasatiempo alienante de las masas,
hasta la pasión de los escritores más “populares”.Y en el medio, el acercamiento
cauteloso de quienes lo jugaron de niños o de jóvenes en el baldío, y luego, ya
como escritores adultos, lo recrean cariñosamente en sus cuentos o novelas (Mario Benedetti, por ejemplo).
Existen algunos casos
paradigmáticos. Así, el Nobel (1957) argelino-francés, Albert Camus, fue un
gran golero en el “Argel Universitario”, al punto que le ofrecieron hacerse
profesional. Dijo una vez: “mis dos
universidades de la vida fueron el teatro y el fútbol.”
Borges y sus espejos por Lucero Balcázar |
En el otro extremo, Jorge Luis
Borges (eterno candidato al Nobel), prototipo del “hombre de letras”, lo
despreciaba: “Son veintidós tipos
corriendo atrás de una pelota” –declaró en 1978, cuando Argentina acababa
de ganar su primer Campeonato Mundial en Buenos Aires.
En sus creaciones, el fútbol o sus
protagonistas no aparecen nunca; y parece una decisión acertada: no se debería
escribir sobre algo que no se conoce.
Una de las pocas veces (tal vez la
única) que Borges fue a un estadio, lo hizo acompañado de su amigo Enrique Amorim (Salto, 1900-1960):
fue en la capital argentina y se enfrentaba esa selección con la uruguaya –un
encuentro clásico, el más antiguo del mundo entre selecciones (data de 1915) y que
desde entonces genera gran rivalidad.
Aquella tarde de los años ‘40,
Amorim y Borges se sentaron en la tribuna y se dispusieron a presenciar el
juego inventado por unos profesores de la Universidad de Rugby,
Inglaterra, en un lejano 1863.
Hubo goles en la primera etapa. Los
hinchas “normales” no entendieron nada cuando Enrique y Jorge Luis se
felicitaron mutuamente por los que ¡convertía
el equipo del otro!
Y seguramente se hubieran infartado,
de haber visto a estos dos señoritos, trajeados, retirarse del estadio al término de los primeros 45 minutos, pues ¡no sabían que había un segundo tiempo!
Nota:
Se indica a
continuación el ÍNDICE de autores de que trata “VIDAS DE NOVELA”:
1. García Márquez
2. Amorim y Borges
3. Mario Benedetti
4.
Arlt y Onetti
5.
Anthony Burguess
6.
Conan Doyle
7. Mario Arregui
8. Delgado Aparain
9. Stephen King
10. Osvaldo Soriano
11. Alejandra Pizarnik
12. Corín Tellado
13. Cortázar-Felisberto
14. J. J. Morosoli
15. J.D. Salinger
16.
Charles Bukowski
17.
Silvina Bullrich
18.
Flannery O’Connor
19. Ernest Hemingway
20. Vargas Llosa
Nuevos colaboradores
RENEÉ ACOSTA
Poeta, filósofa y ensayista
mexicana. Nació en México D.F. en 1976 pero es chihuahuense por adopción. Vive
en Chihuahua desde 1982.
Publicaciones
• El jardín del vértigo. Ed. Azar. Chihuahua, 1999.
• Milésima de segundo por la muerte de Pablo Ochoa. Ed. Chihuahua Arde, 2003.
• Moebius.
Fondo Editorial de Tierra Adentro. Conaculta, 2006.
• El sentido de las horas. Colecc. Flor de arena. Editorial. UACH, 2008.
• Metafísica del ojo. Ediciones Solar. ICHICULT, 2012.
• La holomúsica de esferas. Ediciones Poetazos, 2013 (pendiente).
Premios
• Premio
Agustín Melgar de la Juventud
en áreas artísticas. Gobierno del Estado de Chihuahua 2002.
• Concurso
latinoamericano de publicación “Los ángeles también cantan”. Casa del poeta
Peruano 2006.
• Mención
honorífica del premio Estatal de la
Juventud 2006.
• Graduada
con Honores en la carrera de Filosofía de la Universidad Autónoma
de Chihuahua por trayectoria artística 2007.
• Concurso
de publicaciones de la UACH
2007-2008.
• Premio a
la mujer chihuahuense destacada con la presea María Edmée Alvarez 2009 en el
área de Literatura.
• Medalla
José Saramago de la
ASOLAPO Internacional 2009.
• Becaria
del FONCA jóvenes creadores 2009-2010.
• Premio
Internacional Gabriela Mistral de la Universidad de Chile 2011, por el poemario “El sentido de las horas”.
• Premio
AMMPE 2011 en la categoría profesional en el área de ensayo literario por el
ensayo “Crítica óntica a una estética cuántica”.
• Becaria
del Fondo Estatal para la
Cultura y las Artes David Alfaro Siqueiros 2012 por “Teofanía mineral”.
• Premio del
programa de publicaciones del ICHICULT 2012 por “Metafísica del ojo”.
• Premio
Internacional de poesía experimental de la Fundación Ateneo
Montjiuc 2012 por “Dispersión Simultánea”.
• Becaria
del Fondo Estatal para la
Cultura y las Artes David Alfaro Siqueiros 2013 por el
proyecto de poesía Rusiware Categoría creador con Trayectoria.
• Premio de
Estímulos PACMYC 2012 para la creación de la página web Muki Ra´ichari.
2012-2013.
• Mención
honorífica en el Premio Estatal de crónica urbana Francisco R. Almada 2013.
MARCOS RODRIGO RAMOS
Nació en Morón (Provincia de
Buenos Aires), Argentina, en 1969. Es docente de escuela primaria y profesor en
Lengua y Literatura. Fundó la revista “Letras
Rojas de Moreno” de la que fue director. Colaboró con cuentos, poesías y
ensayos en las revistas “Mapuche”, “Redes
de papel”, “Las letras”, “Polígono de cuentistas y poetas”, “Oestiario”,
“Palabras más”, “Amaru”, “La avispa”, “Castelar nuestro lugar”, diario “La Ciudad ” de Avellaneda y diferentes
publicaciones en Internet. En 2011 obtuvo el primer premio del concurso
“Palabra de Maestro” organizado por la
DGCyE de Buenos Aires, consistente en la publicación de
cuentos de docentes de la provincia. Logró el segundo premio en el concurso
Redes de Papel (2005), una tercera mención en el Concurso Revista Crepúsculo
(2010), una mención en el Concurso Literario Municipalidad de Avellaneda (2010)
y el primer premio en el I Concurso Literario de la revista “Castelar nuestro
lugar” (2011). Es músico y se desempeña como bajista de la banda Morel.
Actualmente está realizando la
Licenciatura en Letras.
PABLO CASSI
Nacido en Putaendo, Chile, en 1951, es
escritor y periodista. Reside en San Felipe. Se ha desempeñado como editor,
director y comentarista de más de veinte publicaciones literarias desde 1979 a la fecha.
Libros publicados
• Surco
y presencia, antología de poesía y cuento, Santiago, 1977.
• Para un peregrino distante, poemas, Santiago, 1979.
• Cuando se aproximan los sábados y otros cuentos, San Felipe, 1984.
• Íntimo desorden, poemas, San
Felipe, 1984.
• Secreta convicción, poemas, San Felipe, 1986.
• Poemas para un niño con sonrisa de primavera, San Felipe, 1987
(declarado material didáctico complementario en la educación chilena para la
enseñanza de castellano a nivel básico por el Ministerio de Educación).
• Tu prójimo inevitable, poemas,
San Felipe, 1989.
• La espantosa virginidad de las feas y otras historias, cuentos, Santiago
1993.
• Veinte años de poesía, antología, San Felipe, 1995.
• El amor se declara culpable, poemario, San Felipe, 2009.
Premios
Ha obtenido más de treinta premios y
distinciones literarias, entre los que se destaca el Premio Municipal de
Literatura de Santiago de Chile en la categoría Poesía, 1985, por su obra “Íntimo desorden”.
Para una lectura detallada de los
premios, menciones y distinciones obtenidas por este escritor, así como de las
publicaciones que dirigió, editó o fue articulista puede consultarse: http://es.wikipedia.org/wiki/Pablo_Cassi
DANIEL ABELENDA
Nacido en 1962 en Salto, Uruguay, ha vivido desde 1970 en el Departamento
de Colonia, donde se inició muy joven (15 años) en el periodismo escrito y fue
también corresponsal de medios de Montevideo. En 1980 ganó una beca (A.F.S.) a
los Estados Unidos para perfeccionar sus estudios de inglés. En 1982 se diplomó
con honores como Profesor del Instituto Anglo-Uruguayo, habiendo ejercido la
docencia en centros de educación media por más de dos décadas. Fue profesor de inglés
en cursos para niños, jóvenes y profesionales en la Filial Rosario de ORT
durante tres años.
Asimismo, cursó la
Licenciatura de Ciencia Política en la Facultad de Ciencias
Sociales y fue profesor adjunto de Ciencia Política e Historia de las ideas en la Facultad de Derecho
(UDELAR).
Su obra publicada incluye ensayos históricos, diarios de viaje, cuentos,
novelas y poesías. Entre estos, destacamos: “Secretos
de estado” (novela), ganadora de una Mención en los Premios Anuales de
Literatura del MEC de Uruguay (2003). Por “Manodepiedra
y otros relatos” fue finalista del Certamen Nacional de Narrativa de la Intendencia de
Montevideo (2004). “El profesor”
(cuento corto) fue ganador del concurso de la Revista “La Voz de la Arena ” (2005). Obtuvo una
Mención Especial en el concurso de ensayo para periodistas de la Organización de Prensa
del Interior y la Embajada
de Estados Unidos en Uruguay (2006). Fue coordinador de Talleres de Narrativa y
Poesía en el Museo-Archivo del Carmen y la Casa de la Cultura de Carmelo (2004-2010).
Con el sello Abrace de Roberto Bianchi (Montevideo-Brasilia) ha publicado
varios cuentos y poemas (2007-2010). La editorial De los cuatro vientos, de
Buenos Aires, publicó un cuento suyo, “Poncho Cantón”, en 2008. Más información
en el Registro Nacional de Escritores de la B.N. (MEC-DNL).
Actualmente, es columnista del Semanario “El municipio” (Carmelo) y
colaborador del boletín digital cultural “La rueda de Carro” (Colonia del
Sacramento).
LUCERO BALCÁZAR
México D.F. Poeta y Caricaturista, Miembro de la Sociedad Mexicana
de Caricaturistas, publica en www.lapiztoladigital.com.mx/index.php?lpzgwe=3
diez poemarios publicados de 1993
a 2013. Sus cuentos, ensayos, poemas y extractos de
novelas han sido editados en setenta y una antologías en México, Cuba,
Argentina, Colombia, Nicaragua, Costa rica, España, Chile, Venezuela, Perú,
Bolivia y recientemente traducida al portugués en Brasil.
Directora de la Casa
del Poeta Enrique González Rojo Arthur. Diplomada como Promotora Cultural por
parte del Ministerio de Cultura de la República de Cuba, 2003-2007.
Premios
Primer lugar en Poesía CREA 1985 – zona noreste. En 1999 gana el primer
lugar como editora de Vientos Alisios, publicación del taller Alicia
Trueba-Elena Poniatowska. Becaria Letras FOCAEM 2009. Tercer lugar en Poesía
Temática, Premio Nacional Tinta Nueva. Editora de La Piel del Alebrije, Puro
Cuento – Capítulo La Habana ,
Cuba, el cartel Huevo de Poesía.
Facebook: Lucero Balcázar Caricaturista Poeta
REALIDADES Y FICCIONES
–Revista Literaria–
Nº 16 – Marzo de 2014
– Año V
ISSN
2250-4281
Exp. 5129843
Dirección Nacional del Derecho de Autor
Propietario y
Director: Héctor R. Zabala
Av. Libertador 6039
(C1428ARD)
Ciudad de Buenos
Aires, Argentina
Héctor Zabala
(dirección y narrativa)
Ciudad de Buenos Aires, Argentina
(currículo en http://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/
- Suplemento Nº 56)
Colaboradores
Luis Benítez (poesía)
Ciudad de Buenos Aires, Argentina
(currículo en http://colaboraciones-literatura-y-algo-mas.blogspot.com/
- Suplemento Nº 22)
Agustín Romano
(ensayo)
Ciudad de Buenos Aires, Argentina
(currículo en http://www.polisliteraria.blogspot.com/)
Noelia Natalia Barchuk
Löwer (corrección general)
Resistencia (Chaco),
Argentina
(currículo en Realidades y Ficciones Nº 13)
Tomás Stefanovics
Montevideo, Uruguay –
Münich, Alemania
(currículo en
Realidades y Ficciones Nº 7)
Gustavo Flores Quelopana
Lima, Perú
(currículo
en Realidades y Ficciones Nº 8)
María
Isabel Amor Illanes
Las
Condes (Santiago), Chile
(currículo en
Realidades y Ficciones Nº 9)
Liliana Lapadula
San Martín (Pcia.
Buenos Aires), Argentina
(currículo en
Realidades y Ficciones Nº 9)
Agustín Arosteguy
Balcarce (Pcia. Buenos
Aires), Argentina - Bilbao (País Vasco), España
(currículo
en Realidades y Ficciones Nº 10)
Francisco Angulo Lafuente
Madrid, España
(currículo
en Realidades y Ficciones Nº 10)
Anna Rossell
Barcelona (Cataluña),
España
(currículo
en Realidades y Ficciones Nº
11)
Felipe Acuña Lang
Santiago, Chile
(currículo en Realidades y Ficciones Nº 11)
María del Carmen
Castañeda Hernández
Tijuana (Baja
California), México
(currículo en Realidades y Ficciones Nº 12)
Santiago Sevilla
Vallejo
Madrid, España
(currículo en Realidades y Ficciones Nº 12)
Lidia Morales Benito
Salamanca (Castilla y
León), España
(currículo en Realidades y Ficciones Nº 13)
Patricia Eguiguren E.
Quito, Ecuador
(currículo en Realidades y Ficciones Nº 14)
María Amelia Díaz
Castelar (Pcia. Buenos
Aires), Argentina
(currículo en Realidades y Ficciones Nº 15)
Vivina Perla Salvetti
Porlamar (Isla de
Margarita, Nueva Esparta), Venezuela - Villa Ballester (Pcia. Buenos Aires),
Argentina
(currículo en Realidades y Ficciones Nº 15)
Reneé Acosta
Chihuahua (Chihuahua),
México
(currículo en Realidades y Ficciones Nº 16)
Marcos Rodrigo Ramos
Moreno (Pcia. Buenos
Aires), Argentina
(currículo en Realidades y Ficciones Nº 16)
Pablo Cassi
San Felipe (V Región),
Chile
(currículo en Realidades y Ficciones Nº 16)
Daniel Abelenda
Carmelo (Colonia), Uruguay
(currículo en Realidades y Ficciones Nº 16)
Lucero Balcázar
México D.F., México
(currículo en Realidades y Ficciones Nº 16)